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bernantes, de tal manera que en ninguna de estas colonias se alcanzó a proclamar al soberano estranjero que en Bayona i en Madrid habia sido reconocido i jurado por los altos funcionarios i por los cortesanos. Los emisarios de Napoleon regresaron a Francia contando lo que habian visto en América, esto es que el pueblo condenaba la usurpacion del trono consumada con tanta perfidia, i que en ningun caso reconoceria al rei impuesto por los invasores de España. Impotente para intentar siquiera vencer tan espontánea resistencia, Napoleon disimuló su despecho declarando mas tarde que reconocia el derecho que tenian a su independencia los pueblos que no habia podido someter (37).

en un opúsculo de 23 pájinas. De ella hemos tomado el fragmento de la vista de los fiscales en que se refiere la audiencia dada por el virrei al emisario frances.

La conducta vacilante de Liniers i de otros gobernantes españoles de estas provincias, como el virrei Iturrigarai en Nueva España, el capitan jeneral Casas en Venezuela, i Carrasco en Chile, segun veremos mas adelante, forma el mas notable contraste con la entereza que desplegó en Lima el virrei don José Fernando de Abascal. Al recibir las comunicaciones de Murat, enviadas de Buenos Aires, en que le anunciaba la renuncia de los reyes, juntó a la audiencia el 8 de octubre de 1808, i en una acta solemne, concebida en los términos mas enérjicos, declaró nala aquella renuncia atribuyéndola a obra de fraude, i en el acto mandó jurar i reconocer a Fernando VII como rei de España e Indias.

(37) En el discurso con que se abrieron las sesiones del cuerpo lejislativo frances el 3 de diciembre de 1859, se hallan estas palabras: "La España i el Portugal son el teatro de una furiosa revolucion. La fuerza, el poder i la apacible moderacion del emperador les volveran a dar los dias de paz. Si la España pierde sus colonias, ella habrá tenido la culpa. Fl emperador no se opondrá jamas a la independencia de las naciones continentales de América. Esta independencia está ligada al órden necesario de los acontecimientos: lo está al de la justicia i lo está tambien al bien entendido interes de todas las potencias. La Francia es la que estableció la indepen cia de los Estados Unidos de la América setentrional. Ella es la que contribuyó a cimentar la de varias provincias. Ella estará siempre pronta a defender su obra. Su poder no depende del monopolio. No tiene interes contrario a la justicia. Nada que pueda contribuir a la felicidad de la América se opone a la prosperidad de la Francia, que fue siempre bastante rica, i que la veria con gusto tratada con igualdad entre todas las naciones i en todos los mercados de Europa. Sea que los pueblos de Medico i del Peru quieran estar unidos a la metrópoli o sea que quieran elevarse a la alta digni lad de una noble independencia, la Francia jamas se opondrá a ello con tal que estos paeblos nɔ contraigan relaciones intimas con la Inglaterra. Para su prosperidad i su comercio, no necesita la Francia vejar a sus vecinos ni imponerles leyes tiranicas.». Estas palabras, que fueron acojidas por muchos americanos como una espresión de simpatia en favor de la independencia de las colonias son a la luz de la historia, i cuando se conocen los antecedentes de estos negocios, una arteria con que la politica imperial trataba de disimular el despecho de ver frustrados sus proyectos sobre la America.

8. El cabildo i el

pueblo de Santiago se pronuncian en contra del sobera no impuesto por

8. El 17 de agosto partia de Buenos Aires un propio despachado a Chile por el virrei Liniers; i acelerando cuanto era dable su marcha, llegaba a Santiago, segun ya contamos, el 10 de setiembre. los invasores de Desde un mes atras reinaba en esta ciudad una España: primeros rumores de inde- grande inquietud con motivo de las noticias con. pendencia: vacilatradictorias que habian llegado. La gravedad de los ciones del presi. dente Carrasco. acontecimientos de Europa habia hecho nacer el deseo de procurarse comunicaciones mas frecuentes que las que entónces se recibian cada dos meses. El cabildo de Santiago, en acuerdo de 9 de setiembre, habia resuelto suministrar de sus fondos particulares, los recursos necesarios para que se estableciese un correo mensual entre Buenos Aires i Chile. El dia siguiente, el arribo del propio despachado por Liniers hacia desaparecer las dudas, i daba a conocer con toda evidencia la gravedad de los sucesos de España. Los reyes, víctimas del engaño i de las insidiosas intrigas de Napoleon, se hallaban cautivos en territorio estranjero; la metrópoli quedaba avasallada por un ejército de cien mil soldados franceses que gozaban de la reputacion de invencibles; los altos cuerpos del estado habian reconocido la autoridad del invasor; i aunque en Sevilla se habia organizado una junta de gobierno que se arrogaba la representacion de la nacion entera, sus poderes no eran reconocidos mas que en una parte limitada del territorio. Hablábase tambien de los auxilios que los ingleses habian comenzado a prestar a la insurreccion española i de la probable alianza de las dos naciones para combatir el poder de Napoleon. Aquellas noticias de tanta trascendencia, produjeron una profunda perturbacion en todos los ánimos. Sin embargo, aunque indudablemente algunos pensaron que no era posible desconocer el gobierno impuesto por la invasion, fundado en la renuncia de los reyes, revestido de todas las formas legales, apoyado por los mas altos representantes del poder público, i sostenido por una fuerza que se consideraba irresistible, no se hizo oir en público mas que una sola voz de lealtad inalterable al rei cautivo. "Fernando VII, se decia, es el conjunto cabal de todas las virtudes que pueden adornar a un soberano: solo él tiene derecho a gobernar estos paises; los americanos estan en el deber de conservarse fieles, de propender por cualquier medio a que ese príncipe sea restaurado en el trono de sus 'mayores, i a negar obe diencia al soberano intruso." Circularon numerosas proclamas manuscritas para excitar estos sentimientos de las poblaciones. El clero secular i regular acreditó su fidelidad con el mayor ardor. En Santiago i

en las provincias se hicieron lucidas procesiones i rogativas relijiosas para obtener la proteccion del cielo en favor de los que luchaban por el rei lejítimo. Los predicadores tronaron en el púlpito contra los invasores de España, llamándolos impíos, perjuros i abortos del infierno. En esos sermones se contaba que Napoleon i sus soldados profanaban las iglesias, hacian burla del culto i daban la comunion a sus caballos. La importancia de las noticias de Europa preocupó mui particularmente al cabildo de Santiago, engrosado entónces como sabemos, con los rejidores auxiliares nombrados por Carrasco. Queriendo ocuparse en discutir los medios de socorrer a la metrópoli i de poner al reino en estado de defenderse contra toda agresion estranjera, comenzó por pedir al presidente que integrara el número de los rejidores auxiliares, por haberse escusado tres de ellos de tomar parte en las deliberaciones, i propuso a las personas que debian reemplazarlos. Uno de éstos era el doctor don Juan Martinez de Rozas, a quien se consideraba tan versado en los negocios administrativos. Sin la menor vacilacion, Carrasco accedió a este pedido; i desde el 13 de setiembre estuvo aquella asamblea en estado de emprender sus trabajos (38).

Los capitulares desplegaron un gran celo para corresponder a la confianza que se habia depositado en ellos. Reuníanse indiferentemente de dia i de noche, discutian planes para defender el reino contra toda agresion estranjera, i medios diversos para procurarse recursos con que subvenir a las necesidades de aquella situacion. El 19 de setiembre, despues de declarar su propósito de hacer ver al estranjero que los chilenos querian ser solo españoles, vivir bajo la dominacion del in

(38) Los miembros auxiliares del cabildo de Santiago que se habian escusado de desempeñar ese destino eran don Francisco de Borja Larrain, don Pedro Javier Echevers i don José Perez García. Este último, que es el conocido cronista de que hemos hablado en tantas ocasiones (véase el § 11 del capítulo 27 de la parte anterior), alegaba su avanzada edad de ochenta i siete años. El cabildo de Santiago, en acuerdo de 10 de setiembre, resolvió dirijirse al presidente para manifestarle que habiendo esos individuos hecho sus renuncias fundándose "en justos motivos que se han graduado de suficientes, proponia que fueran reemplazados por don Juan Martinez de Rozas, don Manuel Perez Cotapos, i don Francisco Cisternas. "Siendo preciso, añadia el cabildo, que haya igualmente dos sujetos que con las prerrogativas, voz i voto que los demas, esten particularmente dedicados a estender las resoluciones de este cuerpo, sus representaciones i llevar su correspondencia, i que para ello tengan las calidades necesarias, se ha elejido a los doctores don Joaquin Fernandez de Leiba i don Bernardo de Vera, i sobre uno i otro espera el cabildo la superior aprobacion de V. S. Con fecha de 13 de setiembre, aprobó Carrasco estas propuestas e hizo estender los nombramientos respectivos.

comparable monarca don Fernando VII, sostener el nombre de la España i confundir la perfidia demostrando que preferian el vasallaje de esa nacion al de todo el mundo," el cabildo acordaba manifestar al presidente lo que debia hacerse para la defensa del reino. Su plan consistia en poner sobre las armas diez mil soldados de milicia en el obispado de Santiago i seis mil en el de Concepcion, disciplinarlos convenientemente, i tenerlos listos para acudir a donde fuere necesario, pero en situacion de poder atender a sus trabajos porque no se les pagaria sueldo alguno. Para armar esas tropas, se comprarian diez mil fusiles con sus fornituras, seis mil pares de pistolas i seis mil sables, por cuanto los machetes que se habian construido en tiempo de Muñoz de Guzman eran inútiles para la caballería reglada. Se mandarian fundir en Lima cincuenta cañones de bronce, unos de fortaleza i otros de campaña, con sus balas respectivas, i se pedirian al virrei del Perú ochocientos quintales de pólvora. Entre los arbitrios que entonces se proponian para atender a estas necesidades, era una de ellas la suspension de todas las obras que se hacian "por cuenta del real erario no teniendo por objeto la defensa del reino contra los enemigos del estado."

Persuadido el cabildo de que aquellos aprestos no podrian hacerse "si no se auxiliaba al real erario con nuevos impuestos, i despues de haber meditado en varias sesiones los que pueden ser ménos gravosos al comun con la madurez que exijia tan grave negocio," acordó en 22 de setiembre recargar durante un año la mayor parte de las contribuciones existentes, imponer ciertos derechos a los panaderos, bodegueros, comerciantes i a los empleados públicos segun sus rentas, i formar un caudal con el nombre de fondo patriótico, en cuya inversion deberia intervenir el cabildo por medio de una persona que tendria una de las llaves de la caja en que se guardase. Por fin, el 23 de setiembre proponia un plan de economías basado en la supresion de algunos trabajos i servicios públicos i en la diminucion de algunos empleados, con todo lo cual se habrian ahorrado diez mil pesos por año. Si todos estos arbitrios revelaban la pobreza del tesoro real i la dificultad de subvenir a las necesidades que se señalaban, i que la opinion pública se exajeraba estraordinariamente suponiendo una probable invasion del territorio chileno por el usurpador del trono de España, se hacia alarde en esos acuerdos de la firme resolucion de no reconocer otro soberano que el incomparable Fernando VII.

Sin embargo, en medio de estas manifestaciones de exaltada fidelidad al rei que se hallaba cautivo en poder de los franceses, se hicieron

oir ciertos pareceres i previsiones que alarmaron seriamente a los españoles. Decian unos que la junta de gobierno instalada en Sevilla carecia de poderes legales para arrogarse la representacion de la metrópoli i de sus colonias, o lo que era lo mismo, que la monarquía estaba acéfala. Auguraban otros que la España, envilecida i debilitada por el mal gobierno de los últimos años, no podria resistir al poder invencible de los ejércitos de Napoleon, i que seria sometida i obligada a recono cer al monarca estranjero; i se preguntaban qué debian hacer estas colonias, privadas de su rei natural, para mantenerse libres de la dominacion del usurpador. Estas cuestiones eran el tema de conversaciones i de disputas en que no era difícil percibir el jérmen de aspiraciones que debian aparecer en breve.

Hemos dicho que con motivo de las últimas noticias circularon en Santiago varias proclamas manuscritas destinadas a excitar la fidelidad de los chilenos a su rei lejítimo. Una de ellas llevaba este título: "Advertencias precautorias a los habitantes de Chile excitándolos a conservar su lealtad en defensa de la relijion, del rei i de la patria, sin escuchar a los sediciosos que sujieren ideas revolucionarias con motivo de los últimos sucesos de España." Su autor, que no daba su nombre, recordaba con grande efusion de fidelidad al soberano lejítimo, aunque con mui poco arte literario, los desgraciados acontecimientos de la metrópoli, i pedia a todos los chilenos que se mantuviesen unidos, que reconociesen a la junta de Sevilla como el gobierno de la nacion i que abrigasen la confianza de que la España saldria vencedora en la lucha que se iniciaba, i repondria en el trono a Fernando VII, "príncipe digno de gobernar todas las monarquías." Estas alabanzas no tenian nada de sorprendente en esos dias; pero dejándose llevar del ardor de sus senti mientos, i sin medir las consecuencias de sus provocaciones, el autor de esa proclama anunciaba que habia en Chile espíritus díscolos, hombres desalmados e hipócritas, falsos profetas que anunciaban desgracias con miras interesadas de trastorno. "Ellos desean que sean ciertas las noticias tristes, decia la proclama, i nos anticipan estas ideas para debilitar nuestros ánimos, enervar nuestras costumbres i fidelidad, i disponernos a novedades de independencia en que, contando con nuestro abatimiento, se prometen ponernos un gobierno de su mano que seria nada menos que despótico. ¡Insensatos!"

Aquella proclama, compuesta en mal estilo, sin elevacion de ideas. i sin injenio, produjo, sin embargo, una grande impresion en esos momentos. Ella anunciaba que la sociedad chilena, que ostentaba tanta lealtad a su rei, estaba dividida en bandos i parcialidades, i que

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