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POR EL DOCTOR DON FRANCISCO MARTINEZ MARINA,
CANÓNIGO DE LA REAL IGLESIA DE SAN ISIDRO ACADÉMICO
DE NÚMERO Y BIBLIOTECARIO DE LA REAL ACADEMIA

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EN LA IMPRENTA DE LA HIJA DE D. JOAQUIN IBARRA.

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Esta obra se trabajó para servir de introduccion ó dis

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curso preliminar á la nueva edicion del código de las Siete Partidas que la real academia de la Historia tiene ya concluida y pronta para dar al público. Así fué que en cumplimiento de lo que previenen los estatutos acerca de las obras literarias encargadas á sus individuos, se comenzó á leer este discurso en la academia del viernes 2 de mayo de 1806, y se continuó la lectura en las juntas ordinarias y extraordinarias celebradas desde aquel dia hasta el 29 de agosto del mismo año. Aunque pareció bien á todos los académicos,

los censores á quienes se 'cometió su exámen aprobaron la obra, y aun hablarón de ella con elogio, calificándola de notoriamente útil, nueva y original en su clase y digna de la luz pública; todavía algunos vocales, considerando la prolijidad del discurso, y fijando su atencion en algunas noticias, expresiones y palabras que en su dictámen acaso pudieran á la sazon desagradar, producir disgustos y ofensiones y comprometer á la academia, opinaron que no debia adoptarse por el cuerpo, ni publicarse al frente del código de las Siete Partidas. El autor en estas circunstancias, no teniendo por de

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coroso que la obra se imprimiese contra el juicioso y atinado dictámen de aquellos ilustrados y respetables compañeros, determinó recogerla, suplicando á la academia, tuviese á bien suspender las conferencias sobre esta materia, no pasar á ulteriores discusiones, y que se le entregase para hacer de ella el uso que tuviese por conveniente. Entonces el autor, con dictamen de varones prudentes, imparciales y de notoria literatura, trató de imprimir el discurso por lo que pueda influir en la ilustracion pública.

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I

La sabiduría ocupando el solio: la resplandeciente y clara

antorcha de la verdad iluminando el real palacio de uno de los mayores monarcas: la justicia sentada siempre al lado del trono, y presidiendo á su consejo: las cámaras y salones imperiales convertidos en academias, donde el jurisconsulto, el filósofo, el astrónomo, el poeta son igualmente acatados que los magnates y poderosos: he aquí una circunstancia, un rasgo de la historia del rey don Alonso X de Castilla, que en su vida le concilió gran reputacion en estos reynos y en los estraños, y despues de su muerte le hizo mas célebre que el cetro y la corona. Su posteridad, las presentes y futuras generaciones entonarán sin cesar cánticos de gratitud y alabanza á la gloria de un soberano que domiciliando las ciencias en Castilla, echó los cimientos de la públi ca felicidad.

2 La Providencia, que le destinaba no solamente para hacer guerra á los enemigos de la religion y de la patria, sino tambien para ahuyentar de ella y arrojar de su seno las tenebrosas sombras de la ignorancia y del error, enemigos de la pública tranquilidad, de la prosperidad de las naciones, del órden y de la subordinacion, de la justicia y de todo bien; inspiró en su corazon un vivo deseo de saber. Educado con los sabios, y encendido cada vez mas en el amor de la sabiduría, la busca, la requiere aun en medio de los cuidados del gobierno y del estrépito de las armas, la aprecia sobre todo quanto los hombres suelen tener mas en estima, la toma por compañera, y la convida con su palacio, desmintiendo aquella antigua máxîma de los filósofos, que la verdad y la sabiduría huyen del tumulto y del confuso ruido de las cortes, que no se acomodan al fausto y artificiosa conducta de los palaciegos, ni se agradan sino de la sosegada y tranquila soledad. El joven príncipe habia llegado á comprender que la sabiduría por sí misma es el mayor don que la Providencia podia dispensar á los mortales, y que nada es comparable con ella; ni las riquezas, ni la autoridad soberana, ni la magnificencia del trono, ni el fausto y aparato que le rodea; y que ella forma la verdadera y sólida grandeza del hombre, le distingue de las bestias mudas, ennoblece su alma y la perfecciona; y elevándole so

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