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«Santiago, abril 4 de 1861.

«El oficial de fé pública certificará a continuacion sobre los hechos a que se refiere esta solicitud en vista de los libros orijinales de la Tesorería Jeneral i de la Aduana Jeneral por los años que se citan.

"Berganza".

«El oficial de fé pública de la Contaduría Mayor, certifico: que he rejistrado los libros mayores i manuales orijinales de la Tesorería Jeneral de la administracion de los ministros don José Ramon Vargas i Belbal, i don Nicolas Marzan, desde el año de 1820 hasta 1823, i todos ellos se hallan con los respectivos autos de fenecimiento, uno dado por los señores Contadores Mayores don Rafael Correa de Saa i don Francisco Solano Briseño a 21 de abril de 1826 por la aprobacion de la cuenta de 1820, i los demas que comprenden la aprobacion de las de 1821 hasta 1823, por el señor Contador Mayor don Diego José Benavente, espedidos con fecha 1. de setiembre, 4 i 6 de diciembre de 1843, por cuya razon no han podido tener dichos libros vicio alguno en sus fojas ántes de su exámen i fenecimiento. Tambien certifico que he rejistrado los mismos libros de la Aduana Jeneral extinguida, correspondientes a los citados años, i se hallan arreglados i sus fojas rubricadas por el señor Intendente de la provincia, como lo exije la lei en todos los libros para la administracion de los caudales fiscales.

"Contaduría Mayor, abril 9 de 1861.

"Ignacio Toledo, oficial de fé pública.”

Tales son los documentos que prueban evidentemente lo calumnioso de los cargos que el autor del Ostracismo de O'Higgins ha hecho al doctor Rodriguez Aldea. Comentarlos seria ofender al criterio público.

Llegamos al fin de este trabajo habiendo cumplido exactamente el propósito que hicimos de no decir una palabra, de no establecer un solo hecho, de no aventurar una apreciacion que no fuese justificada hasta la evidencia por pruebas testimoniales, por narraciones históricas, por documentos auténticos.

El lector puede ahora juzgar en su verdadero punto de vista las acusaciones calumniosas hechas al doctor Rodriguez Aldea, tanto en su carácter de hombre público i do miembro del primer gobierno independiente que tuvo Chile, como en su calidad de jurisconsulto i de hombre privado.

El Jurado de Valparaiso puede tambien comprender ahora el absurdo de haberse constituido en tribunal histórico para decidir en una cuestion cuyos detalles ignoraba. La calumnia, bajo el disfraz de la literatura i del arte, alcanzó su impunidad de aquel tribunal; mas despues de la esposicion que dejamos hecha i de los documentos que hemos presentado, no será tan feliz delante de la opinion pública que, si alguna vez se estravia entre las nubes de una popularidad aparente, vuelve siempre en sí para rectificar sus juicios.

En el curso de este trabajo hemos tenido ocasion de estudiar aquella época de nuestra revolucion en que principiábamos a hacer los primeros ensayos en la vida independiente. I aquellos ensayos no fueron, por cierto, una obra maestra ni un modelo, por mas que admiremos en ellos a cada paso la constancia, el tezon, el celo infatigable i el patriotismo de los que los emprendieron.

Habituados durante siglos al réjimen colonial no era posible romper bruscamente con costumbres arraigadas i antiquísimas tradiciones, pasar a una nueva vida, de la esclavitud a la autonomía, sin que de ello se resintiese el equilibrio social i sin poner en peligro nuestras propias conveniencias. Por eso, la revolucion para salvarse debió ser tan lójica en sus principios i en sus actos, como inflexible en sus intenciones i propósitos. Para resistir al poder de la metrópoli i a las tentativas de la reaccion debió armarse de un poder estraordinario, i ese poder solo podia obtenerse a costa de la libertad individual i muchas veces por medio de las arbitrariedades i violencias consiguientes a esas situaciones.

Se trataba entónces, no de constituirnos definitivamente, sino de con

quistar i asegurar la independencia, porque primero es vivir que saber como se vive, primero estar en posesion de nosotros mismos, por decirlo así, que organizarnos. Ahora bien, qué cúmulo de exijencias, qué de necesidades no era preciso satisfacer, qué de esfuerzos no habia que poner en juego para llevar a cabo la empresa! Improvisar ejércitos, improvisar disciplina, improvisar jefes, improvisar rentas en un pais esquilmado por las contribuciones de la guerra, sacar de la nada escuadras i equipar sin recursos espediciones formidables para atacar a enemigos que nos combatian por todos lados, sin contar con los esfuerzos que entre nosotros mismos hacian los partidarios de la reaccion para burlar nuestras esperanzas!

Natural era, pues, que en medio de tan violenta situacion los errores marchasen a la par de los aciertos i los descalabros a la par de las conquistas i de las victorias. Sin embargo, qué no se obtuvo entónces, i qué empresa de las que se acometieron en aquella época no fué coronada por el éxito!

La dominacion española ostentaba todo su poder en una gran parte de la América del Sur. El Perú se conservaba fiel a la metrópoli i proveyendo abundantemente a sus ejércitos. En Méjico i Colombia la causa de la revolucion se encontraba en graves conflictos. La España, libre ya de sus guerras estranjeras, amenazaba con una formidable espedicion la independencia de las provincias del Plata. En Chile mismo, aun despues de la batalla de Maipú, la provincia de Concepcion permanecia en poder de los restos del ejército español organizados en montoneras i amenazando lo demas del territorio. Sin embargo, en medio de tantas inquietudes i zozobras, en medio de aquella falta absoluta de recursos, se llevó a cabo la mayor empresa de la revolucion americana, equipando primero aquella brillante escuadra que arrojó del Pacífico la bandera española, i en seguida aquella no ménos brillante espedicion que arrojó al enemigo del conti

nente.

Mientras tanto, i apesar de los conflictos, los trabajos de la organizacion interior no se descuidaban, i aunque gobierno puramente militar por la fuerza de la circunstancias, principiaba ensayándose en la fundacion de las instituciones civiles. ¿No fueron acertados esos ensayos en su totalidad? Culpemos de ello no a las intenciones de los que los emprendieron, sino a la imperfeccion humana. Las naciones mas civilizadas del mundo despues de siglos de ensayos no han podido todavía resolver el problema de sus instituciones, ni despojar a éstas de su carácter accidental i transitorio. ¿No seria un absurdo pretender que Chile lo hubiese conseguido en los primeros dias de su infancia?

Con todo, si en nuesta corta historia política ha habido una administracion infatigablemente laboriosa, fué, sin disputa, aquella en que se admira la abnegacion de los hombres en presencia de las inmensas dificultades de la obra. Destruido el antiguo sistema, todo habia que crearlo de nuevo echando las bases del que debia de reemplazarle, desde la forma de gobierno hasta los detalles de oficina. El órden administrativo no existia, i se dió principio a establecerlo; la hacienda pública no existia i se comenzó a crearla, destruyendo abusos, reparando errores, combinando el interes público con el interes i el alivio de los contribuyentes; el crédito era desconocido, i se crearon instituciones que favoreciesen su desarrollo; el co

mercio estaba en la cuna, i por medio de tratados con el estranjero, mediante la supresion del contrabando, i concesiones oportunas, mediante la organizacion de las aduanas, se logró darle seguridades, estimulando así su crecimiento, tanto en favor del pais como de los intereses del erario, que pudo poco despues suprimir contribuciones onerosas, i llenar con exactitud su lista civili militar; la industria que no existia sino como en los tiempos patriarcales, fué tambien favorecida en sus principales ramos, i por medio de disposiciones oportunas i del contacto con la industria estranjera principió a salir de su postracion, cobrando poco a poco animacion i vida.

Tal era la administracion de que durante tres años fué el alma el doctor Rodriguez Aldea. No queremos decir por eso que ella haya sido exenta de desaciertos i errores, ni que éste deba reclamar para sí toda la gloria de los hechos que se cumplieron. No, mui distante de ello. Errores i mui graves se cometieron tanto en lo político como en lo administrativo; pero esos errores, como hemos dicho, cuando no eran el resultado de la situacion, lo eran de la inesperiencia; jamás de la mala fé ni de una premeditacion dañ da. En cuanto a Rodriguez, si le cabe una parte de la gloria, cábele tambien una parte de la responsabilidad de los desaciertos del gobierno de que fué miembro. Pero jamás esa responsabilidad fué tal como la pretende el autor del Ostracismo de O'Higgins, ni las acusaciones que él hace al antiguo ministro de Hacienda i de la Guerra están de ninguna manera, ni por ningun documento justificadas.

No pretendemos tampoco que aquella administracion haya sido popular. No lo fueron ni San-Martin, ni O'Higgins, ni Zenteno, ni Rodriguez; pero de esa impopularidad no fué Rodriguez la causa, como se ha querido sentar en el libro de que nos ocupamos. San-Martin era acusado de su política de persecusiones contra los chilenos en la República Arjentina durante la emigracion, ademas de que su conducta en el Perú no estuvo exenta de tacha. Nadie desconocia los grandes servicios de O'Higgins; pero ántes de la reconquista habia sido uno de los caudillos de la guerra civil, i cuando ejerció la direccion suprema del Estado se hizo culpable de una política cruel i vengativa contra sus enemigos ; las preocupaciones aristocráticas de aquel tiempo, ademas, no le perdonaban la falta de antecedentes de familia, ni los orgullosos señores de la capital se conformaban con ser mandados por un bastardo, aunque ese bastardo hubiese ganado para sí la mas brillante de las noblezas. En cuanto a Rodriguez, su carácter independiente era poco simpático a los favores populares. La multitud gusta de ser adulada a su vez por sus favoritos. Ademas de que, recientes i todavía vivos los ódios de la revolucion, se le echaba en cara el haber servido un tiempo a los españoles, su solidaridad con O'Higgins en el gobierno le hacia participar hasta cierto punto del disfavor con que a éste se le miraba.

¿Ni que se podria deducir de la impopularidad de aquella administracion? La popularidad jira caprichosa como el viento al rededor de los gobiernos, sin hacerlos mejores ni peores de lo que son. El pueblo frances durante la restauracion arrojó de la columna Vêndome la estátua de Bonaparte i la arrastró por las calles. El pueblo de Lóndres asaltó con pistolas i piedras la casa de Wellington. El pueblo

de Santiago se reunió en el Consulado i echó por tierra la administracion de O'Higgins. ¿Qué tenemos con eso? Por ventura Bonaparte no hizo servicios a la Francia, Wellington no habia salvado a la Inglaterra, la administracion O'Higgins no habia dado una patria i organizado su independencia a los chilenos?

Tampoco pretendemos negar la influencia que ejerció Rodriguez en aquella administracion durante el período en que desempeñó los ministerios de Hacienda i de la Guerra; pero de qué manera ejerció esa influencia sobre el Director? Fué por ventura el consejero de la venganza, de las persecusiones, de la crueldad? Por el contrario, durante su ministerio no se cometió ninguna violencia, ni su nombre aparece en ninguna sentencia de proscripcion. Su influencia sobre el Director se tradujo por la mayor templanza en la política, i sus consejos fueron siempre de conciliacion i de paz. Fué el autor de la amuistía del año de 1822 ; cuando a fines de ese mismo año se sublevó la provincia de Concepcion, le henos visto opinando en el consejo del gobierno, segun consta de un doamento público, por la solucion pacífica de la cuestion; en la tarde, en o, del 28 de enero de 1823 le encontramos pronto al llamamiento del pueblo e interponiendo su influencia con el Director para evitar un inútil derramamiento de sangre chilena.

Se ha dicho siempre que la influencia de Rodriguez sobre el Director O'Higgins era omnipotente, que éste habia abdicado en aquel su voluntad, su personalidad absoluta; pero, lo repetimos, esa influencia no fué bajo todos aspectos, sino benéfica para Chile. Recordemos las intrigas que tenian lugar en aquella época en Lima i en Buenos-Aires para monarquizar a la América que se habia levantado en nombre de los principios republicanos, cuando se mendigaba en el viejo mundo un príncipə cualquiera para hacerlo nuestro monarca, aventando al aire la cenizas de los americanos que habian perecido en los campos de batalla por la libertad i por la patria. Los gobiernos de Lima i de Buenos-Aires estaban convenidos en abdicar su personalidad i su antonomía. ¿Que sucedia, mientras tanto en Chile? Rodriguez, desde que habia abrazado la causa de la independencia, lo había hecho con lealtad i con pasion. Re publicano como era, i republicano sincero, hacia valer su influencia sobre el Director O'Higgins en favor de la república para desbaratar las intrigas monárquicas. Hacia mas: daba o hacia dar instrucciones a nuestro representante en Europa para destruir esos proyectos i hacer reconocer por los gobiernos del viejo mundo a la República de Chile. ¿Sin los consejos de Rodriguez, se habria podido neutralizar la influencia que el jeneral San-Martin, envuelto en esas intrigas, o imbuido en esos errores, tenia sobre el Director O'Higgins?

Tambien se ha dicho siempre, i mas que dicho, se ha acusado a la administracion de O'Higgins de negociados! Chismes! miserias! de que los enemigos de los gobiernos se han servido siempre contra ellos. Negocios en aquella época en que el Erario exhausto, amenazada la cansa de la revolucion, habia que sostener la guerra en el sur, que equipar una escuadra i proveer a las necesidades de una espedicion formidable para aquellos tiempos, que mandar auxilios en hombres i en dinero a Buenos-Aires, a Méjico i a Colorabia! Negocios en aquella época en que, sin industria, sin comercio, sin riqueza, agotadas las fortunas parti

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