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REFUTACION DOCUMENTADA

DE LOS CARGOS CONTRA EL DOCTOR RODRIGUEZ ALDEA, CONTENIDOS EN LA OBRA TITULADA "OSTRACISMO DEL JENERAL O'HIGGINS."

I.

Conocemos ya la vida i el carácter público del doctor Rodriguez, la parte que le cupo en los acontecimientos de su época, la influencia que tuvo en los consejos del Gobierno, i en los destinos del pais en el afianzamiento de su independencia i en el primer período de su organizacion. La historia naturalmente tenia que darnos cuenta de sus hechos, juzgarlos i apreciarlos, i así ha sucedido en todos los trabajos de este jénero que hasta ahora han visto la luz pública entre nosotros. Los historiadores contemporáneos, nacionales i estranjeros, estudiando aquel período administrativo han sabido hacer justicia al alto mérito del personaje de que nos ocupamos. Un solo trabajo histórico, i aun ménos histórico que de apolojía o de polémica, contra todos los demas, parece haber tomado a su cargo la ingrata tarea de imputar calumniosamente a Rodriguez, no solo todos los errores de la administracion de O'Higgins, aun aquellos anteriores a su época, en que él no tuvo parte, i que él mismo reprobara o combatiera, sino tambien las acriminaciones mas antojadizas i gratuitas, sin la menor sombra de fundamento, i careciendo a veces de verosi militud i sentido.

Esa obra es la que bajo el título de Ostracismo del jeneral O'Higgins, ha dado lugar a este trabajo.

Sin que sea nuestra intencion anticipar un juicio sobre su mérito histórico i la filosofía i justicia de sus apreciaciones, cosa que en lo que to ca a Rodriguez hará el lector despues de oida la defensa, no podemos ménos de observar el carácter i el propósito que a primera vista descubre. El autor se ha propuesto ménos escribir la historia del período de nuestra revolucion que principió con la batalla de Chacabuco i concluyó con los acontecimientos de enero de 1823, que vindicar la memoria de un hombre que habiendo prestado inmensos servicios a la patria como guerrero, cometió al mismo tiempo gravísimos errores como político.

Para llevar adelante ese propósito ha sacrificado la verdad de los hechos, la justicia de las apreciaciones i hasta algunas veces su propio criterio, sin detenerse ni en contradicciones ni en conjeturas fantásticas.

Mui léjos de nosotros el desconocer la libertad del escritor de defender a quienes merezcan sus simpatías; mas no sucede otro tanto cuando se pretende no solo defender sino narrar i esplicar los hechos pasados, cuando del simple rol de biógrafos o abogados, se asume, como se ha dicho con jactancia, el sacerdocio de la historia i de la verdad, en cuyo desempeño no se trata de simpatías, sino de justicia, no de defensas, sino de esclarecer, comprobar i apreciar los sucesos con la imparcialidad del tiempo i sin propósito deliberado.

De la intencion del autor se deduce el carácter de la obra. Siendo su fin principal i a que converjen todos sus esfuerzos la vindicacion de la memoria del jeneral O'Higgins, ha subordinado la verdad a su objeto, i necesariamente tenido que descargar en personas inocentes la responsabilidad del héroe a quien pretende hacer aparecer sin mancha.

¿Qué ha resultado de ese sistema de defensa? Lo que era lójico, preciso e inevitable: que el jeneral O'Higgins, en cambio de no haber cometido ningun error durante su administracion, aparece como un hombre que jamas tuvo voluntad propia, ni conciencia de lo que hizo, juguete o burla de los que lo rodeaban, lo que es en verdad un bien triste papel en la historia.

Mas no es esto todo. Los hombres a quienes el defensor de O'Higgins acusa de los errores cometidos por éste, no están dispuestos a asumir la responsabilidad de hechos a que son estraños, ni el mismo autor, en comprobacion de sus asertos, ha podido prescindir de sacar a la luz pública los documentos que manifiestan su inocencia. I de aquí las contradicciones tan frecuentes que se observan en la obra de que nos ocupamos; de aquí las inverosimilitudes i las faltas de sentido, de aquí las pruebas inconducentes o contradictorias en las acusaciones. Citemos algunos ejemplos:

Se acusa, con razon o sin ella, pues no es nuestro ánimo escribir la historia, se acusa al jeneral O'Higgins del asesinato jurídico de don Juan José i don Luis Carrera. Su defensor, no pudiendo declarar falso el hecho, asienta que el autor de aquel crímen no fué don Bernardo O'Higgins, sino don Bernardo Monteagudo. ¿Con qué documentos comprueba su aserto? No lo creerian nuestros lectores si ese documento no se encontrase inserto en la misma defensa de O'Higgins. Es una carta escrita a éste por Monteagudo pocos dias despues del desastre de Cancharayada, en que, desde el camino de Mendoza, le dice que ha determinado aquel viaje con la idea de ayudar al gobernador de aquella ciudad en el estado difícil en que debe hallarse, sujiriéndole algunas medidas que nacen de nuestras circunstancias (1), pide órdenes para Mendoza, de donde ofrece

(1) "Cuéntase con siniestro acento por las jeneraciones que atravesaron la tumultuosa era de nuestras contiendas civiles, que el dia 4 de abril de 1818 partia a todo galope del campamento patriota con direccion a Mendoza, un emisario íntimo del jeneral San-Martin, con comunicaciones secretas para el gobernador Luzurriaga. Estas comunicaciones, se dice, eran la órden de ejecutar en el acto a los Carreras."-- Ostracismo de los Carreras, páj. 146,

regresar inmediatamente que se le llame si sus servicios se creen útiles, porque desea mostrar toda la enerjía de su carácter, i concluye repitiendo que en Mendoza indicará cuanto las circunstancias exijan. Esta carta, en los términos en que está concebida, no prueba mas que Monteagudo haya sido el asesino de los Carreras, que el asesino del gran Turco. En todo rigor, si contra el sentido comun algo probase, i hubiese en ella palabras misteriosas, el hecho solo de ser dirijida a O'Higgins, probaria la complicidad de éste en el crímen. Nadie, i mucho menos don Bernardo Monteagudo que era un hombre habilísimo, seria capaz de dar parte de su siniestro proyecto sino a su cómplice, o a aquel de quien habia recibido la órden de ejecutarlo. Así, pues, esa falsa prueba de la criminalidad de Monteagudo, por la interpretacion que le presta el defensor de O'Higgins ha venido a convertirse en un motivo de acusacion contra éste.

Se acusaba tambien a O'Higgins del asesinato de don Manuel Rodriguez. No siendo posible negar el hecho, el defensor trata de desviar la responsabilidad. El jeneral O'Higgins no fué ni pudo ser el autor de aquel crímen. Lo fué la Lojia Lautarina; i para probarlo, nos da un estracto de la correspondencia entre San-Martin i O'Higgins, en que se trata nada menos que de hacer con Rodriguez una alcaldada, de que es bicho malo i de mucha cuenta, i en fin, de darle el golpe de gracia (1), asegurándonos ademas que O'Higgins i San-Martin cran los

"Habiasenos dicho que ese emisario interino era el auditor de guerra del ejército de los Andes don Bernardo Monteagudo,, que fué positivamente el asesor, el juez i el verdugo de aquellos dos desgraciados jóvenes, pero a quien no reconociamos como a su asesino, porque creiamos ver al inmolador mucho mas alto.

"Pero, por dicha nuestra i para honra de nuestras grandes i lejítimas memorias, hemos encontrado un documento que demuestra con toda la evidencia que requiere la unidadi la lójica de la historia, que Monteagudo de su propio albedrio i bajo su responsabilidad fué el ejecutor de aquellas víctimas."--Ostracismo de O'Higgins, páj. 320.

Ahora hé aquí testualmente la famosa carta de Monteagudo, escrita desde la Guardia con fecha 26 de marzo de 1818, al jeneral O'Higgins:

"Amigo i mui señor mio: despues de haber sido testigo de nuestro contraste (la sorpresa de Cancharayada el 19 de marzo), llegué a Santiago, i en el conflicto de noticias adversas que por momentos se recibian, al paso de que ignoraba la suerte de Udes., resolví salir para Mendoza, tanto con la idea de ayudar a aquel gobernador en el estado dificil en que debe hallarse, sujiriéndole algunas medidas que nacen de nuestras circunstancias, como para esperar noticias mas exactas sobre nuestra situacion. Sigo mi marcha, que recien esta tarde he sabido el arribo de Ud. a esa: espero tenga Ud. la bondad de comunicarme las órdenes a Mendoza de donde regresaré sin pérdida de tiempo, si las probabilidades igualan nuestros riesgos, i si Ud. cree útiles mis servicios deseo mostrar toda la enerjía de mi carácter, pero con fruto i bajo la administracion de Ud. No hai tiempo para mas; repito que en Mendoza indicaré cuanto las circunstancias exijen. De Ud., etc.-Monteagud

(1) "Tal fué la suerte de Manuel Rodriguez en los seis primeros meses que siguieron a Chacabuco, triste juguete de la Lojia de que San-Martin i O'Higgins eran en esta ocasion solo los órganos autorizados."--Ostracismo de O'Hig gins, páj. 328.

principales miembros de la Lojia. Otra vez el defensor del jeneral O'Higgins ha venido, léjos de vindicarlo, a presentar nuevos motivos de acusacion en su contra.

No es nuestro objeto acusar a San-Martin ni a O'Higgins, ni defender a Monteagudo ni a la Lojia Lautarina; es tan solo manifestar las contradicciones de que adolece la obra que refutamos, como antecedentes de las que en gran número encontraremos mas adelante, i que son la consecuencia de haber querido romper la solidaridad entre los miembros de una administracion para dar a uno solo todo el honor de lo que en ella se hizo de bueno i de grande, echando sobre los demas como su único lote, la responsabilidad de todos los errores. Ese mismo plan de defensa no es en efecto una contradiccion? Todo lo que se hizo de malo fué la obra de los ministros i de los subalternos de O'Higgins: todo lo bueno fué su obra esclusiva. Luego el Dictador tenia volzntad propia, ademas de un poder ilimitado, i debia ser naturalmente responsable de los actos de sus subalternos. ¿No sabia O'Higgins escojer sus hombres (1)? Difícil seria pro

"Arrastrado otra vez a la cárcel, el infeliz caudillo de Chile (Rodriguez), por su resistencia a disolver el cuerpo de Húsares de la muerte, parece que O'Higgins propuso mandarlo fuera del pais a alguna remota comarca de donde no le fuese fácil regresar, i así creemos lo escribió al jeneral San-Martin."-- Ostracismo de O'Higgins, páj. 329.

San-Martin a O'Higgins:-"Si Ud. es de la misma opinion, estaré mui a la mira de sus operaciones (de Rodriguez), i a la primera que haga, le damos el golpe en términos que no lo sienta, etc."

O'Higgins a San-Martin :-"Manuel Rodriguez es bicho de mucha cuenta; él ha despreciado tres mil pesos al contado i mil anualmente en paises estranjeros, porque tiene en sus cálculos que puede importarle mucho mas el quedarse. Convengo con Ud. en que me haga la última prueba, pero en negocios que su importancia no sean de demasiada consideracion. Haciéndolo Ud. salir a luz, luego descubrirá su debilidad.”

San-Martin a O'Higgins: -"Queda Manuel Rodriguez agregado al Estado Mayor del Ejército con su grado; yo vijilaré su conducta que creo no tardará mucho en descubrirse; pero tiemble, porque hago con él una completa alcaldada si me da el menor motivo."

San-Martin a O'Higgins:-"¿Qué le parece a Ud. Manuel Rodriguez? No le ha acomodado la diputacion de Buenos-Aires; pero le acomodará otro destino en la India, si es que sale pronto un buque para aquel destino, en breves dias, como se me acaba de asegurar: es bicho malo i mañana se le dará el golpe de gracia.— Ostracismo de O'Higgins, páj. 326 i 327.

El autor agrega como comentario i un candor admirable estas palabras: "Estas espresiones de golpe de gracia, alcaldada, etc. no tienen de ningun modo el significado siniestro que la pasion les daria. Son, como lo prueban los hechos, simples jenialidades del autor,"

El hecho verdadero fué el asesinato de Rodriguez. No fué sin embargo mas que una simple jenialidad!!- Ostracismo de O'Higgins, páj. 327.

I todos estos documentos para declarar solemnemente "que quien mató a Manuel Rodriguez no fué el Director don Bernardo O'Higgins sino la Lojia Lautarina.-Ostracismo de O'Higgins, páj. 322.

¡En efecto, las pruebas son evidentes!

(1) "Verdad es que una de las mayores desgracias que cupo a don Bernardo O'Higgins que tar mal elejia de continuo sus hombres, fué el caer en manos de

barlo, al que habia elejido a Blanco para las primeras aventuras de la escuadra nacional, a Zenteno para la organizacion de la marina, a SanMartin para el mando de la espedicion libertadora, a Cochrane, en fin, para limpiar de enemigos las aguas del Pacífico. Luego, pues, si el Dictador O'Higgins sabia elejir sus hombres, estaban bien elejidos, o si eran malos i cometian crímenes, su defensor lo coloca en esta dura alternativa: o bien no conocia esos crímenes, que segun el defensor, eran públicos, i en este caso O'Higgins aparece a lo ménos como un hombre sin la menor capacidad i completamente inútil para desempeñar el papel que le correspondia, o bien tenia conocimiento de ellos, i tolerándolos, aparece como su cómplice.

Al ministro Rodriguez Aldea que desempeñó un rol tan importante en aquella administracion, debia, pues, tocar una parte de la responsabilidad de que se ha querido desnudar al jeneral O'Higgins, i como era en lo civil el hombre mas culminante de su época, esa parte debia ser la mayor. Felizmente, las mismas contradiciones del defensor de O'Higgins, los mismos documentos por él citados, nos han facilitado en mucho la vindicacion de la memoria de Rodriguez, sin contar con la notoria falsedad de algunas acusaciones, i con la exhibicion de nuevos documentos que se han omitido o que han pasado desapercibidos en la defensa del jeneral O'Higgins.

Hemos preferido para la mejor intelijencia i claridad seguir en la refutacion el mismo órden en que han sido formulados los cargos.

II.

«Don Bernardo O'Higgins, dice la obra citada (1), esplicando la deca"dencia de su administracion, habia cometido en verdad la incompren"sible aberracion de hacer venir del depósito de los prisioneros de San>>Luis un hombre tan célebre como funesto para encargarle la direccion "de la nueva República, i el dos de mayo de mil ochocientos diez i nueve, "tres meses antes de salir la espedicion libertadora, recibia de sus manos "la cartera de Hacienda, el mas importante de los despachos, desde que la guerra cesaba i se abria la era del comercio i del trabajo; don José "Antonio Rodriguez Aldes, el asesor perpetuo de los jenerales realistas "que habian ensangrentado nuestro suelo i el fiscal de todos los presi"dentes de la oprobiosa reconquista."

La aberracion de O'Higgins, segun el testo, fué la de haber hecho venir del depósito a Rodriguez, i la de encargarle despues de la cartera de Hacienda. En cuanto a esta última, ya se ha demostrado que no fué O'Higgins quien la padeció, si aberracion pudo haber en ello, sino el Se

aquel insoportable rábula (El doctor Ascencio que lo defendió en Lima) que por ganar los mil duros de su honorario, levantó una polvareda de ódio entre todos los contemporáneos amigos i enemigos del jeneral O'Higgins, sin que la fama i el honor de este ganaran con sus mal hirbanados discurs s."-Ostracismo de O'Higgins, páj. 331.

(1) Ostracismo de O'Higgins, páj. 337.

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