Imágenes de páginas
PDF
EPUB

nado numerosos hechos i citado muchos documentos por los cuales se prueba que los mismos indios sometidos soportaban el yugo estranjero con mucha impaciencia, i que les sobraban los deseos de lograr una oportunidad para libertarse.

Veamos ahora lo que acerca de este punto escribía al rei en 2 de abril de 1657 don Alonso de Solórzano i Velazco.

«Lo que represento yo, con no poca confusión mía a Vuestra Majestad es lo poco que se han adelantado estas armas con haberlas socorrido Vuestra Majestad, según se ha hecho el cómputo, con mas de veinte mil hombres, de que se han muerto los diez i ocho mil, i consumidose los menos, que han conseguido licencias i se han huído. I se han hecho de socorros diez i siete millones en ciento cinco años que há se dió principio a la conquista, perdidos los fuertes i presidios, dueño el enemigo de la campaña, sin esperanza de poderle avasallar con fortuna, con sus campeadas, lleno de despojos, i las mayores armas i caballos, con numerosas juntas, i los nuestros sin indios amigos, i cuando nos han desangrado a pausas, con diferentes pérdidas de las estancias, alhajas i jente de servicio i chusma; la jente de mas pecho i valor, prisioneros, muertos i ausentes; i la mas que ha quedado de pocas obligaciones, bisoños i sin reputación; cada día con recelos de que se alzan los domésticos, que han quedado tan soberbios i rebeldes, que por momentos pone en cuidado a la real audiencia. a prevenir que los correjidores de los partidos los descabalguen i los desarmen».

Como lo he manifestado en otro lugar, estos temores de alzamientos de los indios sometidos no eran quiméricos, sino mui fundados i razonables.

Mas de medio siglo después de haber Solórzano i Velazco escrito la carta de que acabo de hablar, esto es, en 1711, los indios encomendados de Chiloé se sublevaron, i degollaron a muchos de sus amos.

Todavía mas tarde, en 1715, estuvo al estallar una vastísima conspiración de la misma clase, combinada por los araucanos i yanaconas o indios de servicio.

Dejo la palabra sobre este asunto al autor contemporáneo don Pedro de Córdoba y Figueroa.

Hé aquí como se espresa.

«Esta apacible calma de la paz se hubo de alterar en Chile por los indios yanaconas (que son los que sirven i están acimentados entre españoles) queriéndose sublevar, cuyo manejo se trató con el último secreto para que se ejecutase el día de ceniza; i para avisarse, fué el signo hacer ahumadas de día, i fuegos de noche, en los montes mas elevados; i fué tan rápida su corrida de flecha, según el lenguaje del país, que su curso llegó a doscientas cincuenta leguas; mas con casualidad venturosa, se llegó a entender, i se arrestaron en diversas partes ochenta personas. Era correjidor de la Concepción, maestre de campo jeneral, don Fermín Ustáriz, hijo del gobernador, quien en caso tan arduo, se mostró con mucho juicio, actividad i prudencia. Quitáronles la vida a cuatro, į otros salieron desterrados del reino, i quedó todo tranquilo» (1).

Los hechos precedentes, i otros análogos que he referido en el segundo volumen de esta obra, manifiestan demasiado que si la raza aborijen i la mezclada, las dos mas numerosas de los dominios hispano-americanos, y ambas mui maltratadas por los españoles i sus descen

(1) Córdoba i Figueroa, Historia de Chile, libro 6, capítulo 15,

dientes, se hubieran ligado contra el común opresor, el conflicto habría podido ser mui serio para los conquistadores.

Los gobernantes de la metrópoli temieron siempre una conspiración de esta especie, que probablemente habría derribado su dominación en las comarcas del nuevo mundo.

VIII

¿Por qué no se realizó un suceso que habría parecido tan natural?

¿Por qué solo ocurrieron casos raros, individuales, puede decirse, de estas asociaciones de individuos de la raza india i de individuos de la raza mezclada para combatir a los de la raza soberbia i despótica que los despreciaba i esplotaba con tanta inhumanidad?

El motivo es mui obvio.

Los mestizos de todas clases desdeñaban jeneralmente a los indios tanto como los españoles i sus descendientes, i competían con éstos en el cruel tratamiento que daban a aquellos.

El rei mismo lo declara así en muchas cédulas i leyes. de la Recopilación de Indias.

Entre otras, la lei 22, título 3, libro 6 de aquel código, ordena que «aunque los españoles, mestizos i mulatos hubiesen comprado tierras en pueblos de indios i sus términos», no pudiesen residir en ellos «por ser esta la causa principal i orijen de las opresiones i molestias que padecían los naturales».

Los famosos marinos españoles don Jorje Juan i don Antonio de Ulloa se espresan como sigue en la memoria titulada Noticias secretas de América, que escribieron

para Fernando VI en vista de los datos que recojieron en su viaje de 1735: «En los caminos se encuentran a menudo indios con los cabellos amarrados a la cola de un caballo, en el que montado un mestizo los conduce. a los obrajes, i tal vez por el leve delito de haberse ausentado de la dominación del que los lleva, por temor de las crueldades que usan con ellos. Por mas que se quiera describir la tiranía con que trataban a estos indios los encomenderos en los principios de la conquista. no nos persuadimos nosotros, que ahora los hemos visto, a que llegase a la que actualmente ejecutan en ellos los españoles i mestizos» (1).

Esta pintura se refiere especialmente a lo que sucedía en la provincia de Quito; mas los ilustres viajeros advierten que por ello podía venirse en conocimiento de lo que pasaba en todas las otras.

Pero puedo citar todavía documentos mas modernos. relativos a Chile, los cuales hacen ver la arrogante i despreciativa superioridad que los individuos de la raza mezclada se arrogaban sobre los de la raza indiana, i nos descubren la poderosa causa que hizo imposible la alianza eficaz, i tal vez formidable, de unos i otros contra el común opresor.

El testimonio a que aludo está tomado del libro de votos de la audiencia de Santiago de Chile.

Dice así:

«El jueves 17 de noviembre de 1803, se acordó lo siguiente por el señor rejente don Fernando Márquez de la Plata i los señores oidores don José de Santiago Concha, don José Santiago Aldunate i don Manuel de Irigoyen. En la causa criminal seguida de oficio contra los

(1) Juan y Ulloa, Noticias Secretas de América, parte 2, capítulo 2.

reos Juan González, Antonio Carrillo i don Manuel Barrabí por la muerte que ejecutó el primero en la persona del indio Martín de la Imperial, en el lugar llamado Coronel, jurisdicción de Colcura, que remitió a esta real audiencia el teniente asesor letrado de la ciudad de la Concepción, acordaron que habiendo notado ser ya algo vulgarizada la opinión entre la plebe de mirar al indio jentil como un ser irracional, cuya vida puede cualquiera impunemente quitar sin reato moral ni legal, aun cuando se mantengan en paz i buena armonía, cuyo concepto vulnera, no solo la moral mas santa de nuestra sagrada relijión, sino las leyes mas relijiosas i cristianas que abrazan gran parte de la lejislación de nuestros católicos monarcas para estos dominios, i a mas amenaza gravísimos males a la quietud i tranquilidad de los pueblos fronterizos, i aun a los interiores en su comercio, se pasase oficio por el señor semanero al reverendo obispo de la Concepción, rogándole i encargándole prevenga a los curas i doctrineros exhorten con frecuencia sobre esta materia para que, no solo como hijos de la fe i de la iglesia, sino como vasallos de un rei católico, se contengan en sus deberes, observando sus relijiosas leyes, para evitar de algún modo el daño que el mas severo castigo no precave» (1).

Conocidos estos antecedentes, debe cesar la estrañeza de que los mestizos no se sintieran inclinados a hacer causa común con los naturales.

Fué esta repugnancia, fácil de comprender, la que salvó a la metrópoli de un peligro serio, cuya posibilidad inquietó mas de una vez a los estadistas españoles.

(1) Libro de votos de la Audiencia de Santiago de Chile, acuerdo de 17 de noviembre de 1803.

AMUNÁTEGUI.-T. VIII.

3

« AnteriorContinuar »