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Informe del obispo de Nicaragua sobre las misiones. franciscanas de Talamanca.-Año de 1692 (1)

Muy Poderoso Señor Enexecución de lo mandado por Real cédula y cumplimiento de mi Pastoral officio pongo en la consideración de V. SS.a la noticia de el estado en que se hallan las combersiones de los Indios Caribes que viven dentro de los límites de mi Obispado y de lo que se necesita para su fomento. Fray Melchor López y Fray Antonio Margil, Religiosos de el orden de mi padre San Francisco, misioneros apostólicos y moradores asignados en el Seminario de Querétaro de dicho orden, llegaron á este Obispado de Nicaragua año de ochenta y ocho, continuando su ardiente celo en la Combersión de las almas. No tengo facultad para canonizar á nadie en vida ni en muerte, pero sí para decir con claridad Cristiana lo que he experimentado, visto y oído; y suponiendo que todo es de Dios y nada de los hombres, diré de los hombres lo que es de Dios; y habiendo publicado y propuesto la misión, la executaron con tanta asistencia de la divina luz, que duran sus admirables efectos hasta el día de hoy. Con su asistencia, predicación y exemplo se han desterrado en los Indios Combertidos y Tributarios muchos abusos, extirpado multiplicados errores y se ha afianzado en éstos la fe Cathólica con demostraciones de gran consuelo, siéndolo para mí lo incomparable en las esperiencias con que toco su firmeza; y examinándolos en algunos puntos para descubrir su solidez, me responden: «Esto nos dejaron enseñado los Padres de bendita misión y primero morir que pecar»; y así, si en algunos pueblos experimento el menor descuido, sólo con proponerles yo la más leve insinuación de la doctrina que predicaron y convidarles á aquellos más suaves exercicios en que les impusieron, por no permitir mi indevoción y flaqueza de los mayores alientos, se enfervorizan tanto que

(1) Archivo General de Indias.- Estante 65, cajón 6, legajo 28.

se restituyen á sus principios gustosos. Los Españoles, mestizos y Mulatos se reformaron mucho en las Costumbres, por cuya causa me ha sido suave la dilatada peregrinación en mis visitas, debiéndoles á estos buenos obreros la mayor parte de mi espiritual alivio y desempeño de mi Pastoral encargo. Pasaron á las montañas que llaman de la Talamanca, provincia de Costa Rica, principiando la misión por la parte de el Norte y llegando á la de el Sur. Vivían en estas montañas, sin conocimiento de la Ley Evangélica y en los errores bárbaros de la Idolatría, los Talamancas, los Térrabas, los Cabecares, los Chickagües, los Vsamboros, los Cabecs, los Vsuros, los Mallagües y otros muchos, todos diferentes Naciones, aunque en muy poco desiguales en los Ritos falsos y séquito de errores diabólicos. Los naturales dóciles, afables y bien inclinados, pero nada instruídos en la verdad de la Evangélica Ley y totalmente inútiles por la suma ociosidad, fiando en los hombros de las mugeres todo lo que mira á Trabajo, sin moverse á la menor acción de provecho ellos. Sus moradas son unos Ranchos que llaman Palenques, constando cada uno de éstos de trescientos, poco más ó menos, de número de personas, en que se congregan todos los de la familia de aquel linaje, sin permitir se mezcle uno con otro; y con esto se hasen para sí incomerciables. Los Palenques los forman en la eminencia de los montes, que son casi inaccesibles, y distan á diez y doce leguas unos de otros. Todas estas montañas penetraron estos Religiosos á pie y descalzos: predicaron el Santo Evangelio á los moradores de ellas, que les amaron tiernamente, y en cuanto pudieron les explicaron la verdad de nuestra Cathólica Ley, con las señas, demostraciones y exemplo y con la cortedad de el Intérprete que llebaban; les instruyeron en algunas costumbres buenas y les fabricaron en diferentes sitios doce Iglesias. Y hallándose estas ternísimas plantas de la fee tan en sus principios, las dejaron dichos Padres misioneros, encaminándose para su Seminario, instados y compelidos de la obediencia de sus Superiores, que los llamaba para otros fines de el mismo exercicio. Fué éste grande desamparo para Cristianos tan nuevos, y que se debía discurrir que teniendo propensión natural al oficio y estraña rudeza en percibir, olvidaron muy presto aquello poco que pudieron

entender. Socorrí luego esta falta enviándoles á Fray Sebastián de las Alas y á Fray Pablo de Otarola, Religiosos del mismo hábito de esta provincia de San Jorge de Nicaragua, virtuosos y de bastante valor, pero los sumos trabajos que padecieron en tierras tan escabrosas é inhabitables, á que se le añade que su alimento común es una vevida que hacen de raíces y hiervas molidas, y en muy pocas partes Plátanos y yucas, enfermaron tanto, que si no salieran con brevedad hubieran muerto. No puede más la provincia, pues ocupa cuantos hijos tiene, que son pocos, en administraciones y combersiones de Indios. Hoy se hallan las Naciones referidas de aquellas montañas de la Talamanca sin Ministro, con el peligro que se dexa entender; y por las esperiencias que me asisten de dichas montañas, marcándolas por sus inmediatas que he registrado, visto y caminado, tengo por impracticable la administración de los Indios si no se reducen á dexar la eminencia de los collados donde viven y á poblarse en las faldas ó Valles de aquellos montes. La redución á este último la juzgo fructuosa, si la conquista la hace la palabra divina, el buen exemplo, la pobreza y paciencia en los cuasi infinitos trabajos que padecen en los Ministros, y si éstos fuesen iguales ó semejantes á los que principiaron estas reduciones, como son los dichos Padres Fray Melchor y Fray Antonio. Fío en la divina providencia se facilitará con toda perfección lo que á la vista engaña con la representación de una finxida imposibilidad. Esto siento: V. Sa determinará lo que fuere servido, que será siempre lo más acertado. Guarde Dios á vuestra Alteza muchos años y prospere en mayores Reinos. León de Nicaragua y Diciembre veinte y cuatro de mil seiscientos noventa y dos años.== Fray Nicolás, obispo de Nicaragua.

El gobernador de Costa Rica reclama á las reales

cajas de Panamá el valor de los bastimentos su

ministrados á la armada de Antonio Martín. —

Años de 1689 y 1692 (1).

El Capitán Alonso López Visuete, vecino de esta Ciudad, en nonbre del Gobernador Don Miguel de Lara, que lo es de la provincia de Costa Rica, digo que en este Gobierno está pendiente la demanda puesta por mi parte á la real caja de este reino sobre que se me paguen un mil trescientos y treinta y cinco pesos del valor del viscocho y demás cosas que dió para el avío de la galeota y piraguas de este reino cuando estuvo en los puertos de dicha provincia, y para ello están presentados diferentes papeles; y conviene al derecho de mi parte que de dichos autos se me dé uno ó más testimonios á la letra, en pública, para usar de ellos donde, cuando y como le convenga, por lo cual,

A V. S. pido y suplico se sirva de mandar se me dé dicho testimonio para los efectos que hubiere lugar, como lo pido, en que recibiré merced con Justicia, &. = Alonso Lopes Visuete.

Désele el testimonio que pide con citación del fiscal. =(Hay una rúbrica.)

Pronunció este decreto el Señor Marqués de la Mina, Presidente gobernador y capitán general en Panamá, en primero de Setiembre de mil seisientos y noventa y dos años Ante mí-Luis de Berroa.

En la Ciudad de Panamá, en dos de Setiembre de mil seiscientos y noventa y dos años, sité con el pedimento y decreto de esta otra parte al Licenciado don Juan de Rojas, fiscal de Su Magestad, en su persona: doy fe= José de Avellaneda, Resceptor.

(1) Archivos Nacionales de Costa Rica. - Sección Histórica.

:

Yo el Capitán Lucas de Berroa, escribano de cámara. de la real Audiencia y Chansillería que en esta ciudad de Panamá recide y del Gobierno y Guerra de este reyno de Tierra Firme, en cumplimiento del decreto de esta otra parte proveido por el Señor General de la Artillería don Pedro José de Guzmán Dábalos, Marqués de la Mina, Presidente de la dicha real Audiencia, Gobernador y Capitán General de este dicho reino y provincia de Veragua, hice sacar y se sacó el testimonio á la letra que se pide en el escrito de esta otra parte del Capitán Alonso Lopes Visuette, cuyos autos que pasan por ante mi son del tenor siguiente:

Señor Presidente Gobernador y Capitán General El Capitán y Sargento Mayor don Manuel Gómez de Lara, que lo es con ejercicio del tercio miliciano y presidio de la Provincia de Costa Rica, en nombre del Maestre de Campo Don Miguel Gómez de Lara, Gobernador y Capitán General en propiedad de ella y en virtud de su poder, dice á V. S. que por el año pasado de seiscientos y ochenta y siete fué servido de despachar la galera y demás embarcaciones de guerra á la expulsión de los piratas, que se hallaban en la costa de Amapala é isla de la Conchagua, á cargo de Antonio Martín, Cavo y Gobernador de ellas, con orden de V. S. de que si necesitase de bastimentos, pertrechos, gente y lo necesario ocurriese al dicho Gobernador y Capitán General, como lo hizo, pidiendo cantidad de viscocho y carne de puerco. Y su parte, en virtud de la carta de V. S. de tres de Abril de dicho año y la que tuvo de dicho Antonio Martín, hizo con el Cavildo de la ciudad de Cartago de dicha provincia repartimiento entre sus vecinos de doscientos quintales de viscocho, de que el susodicho otorgó recibo, y embarcó tan solamente ciento y setenta y ocho, que á razón de á siete pesos y medio cada dicho de los referidos, según el concierto é intervención del Juez oficial de la real Hacienda de ella, importan un mil trescientos y treinta y cinco pesos, que por no haber efectos vastantes en la ocación en las reales cajas en dicha provincia en los de Guerra y por que no se perdiese la función y lograse V. S. su intento de ver los dichos piratas destruídos, y el deceo tan conocido por medio de la prevención y fábrica

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