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Rex á Jesucristo cuando insultaban su divina Magestad. ¡Hombres pérfidos! vuelvo á esclamar, ¿cuándo llegará el momento de que cese vuestro imperio? En el ocaso de mis dias aún me lisonjea, Señora, este consuelo. Desde la montaña de la posteridad, adonde se estienden mis votos, descubro próxima á nosotros una generacion fuerte y florida, que amaestrada por la esperiencia y enriquecida de conocimientos, se anuncia para exterminar con su influencia la raza infernal de jacobinos. Asi como Moisés desde la montaña de Nebo, poseido de un santo entusiasmo, divisaba la tierra de promision que no habia de pisar, yo diviso tambien en el rapto de mi imaginacion una juventud prometedora y religiosa, yo la veo como un náufrago que tiende sus brazos á un navío lejos de su alcance, sin esperanza de salvarse, pero envidiando la dicha de los que lleva á bordo. ¡Dichosos los que disfruten tan felices tiempos! Por mi parte, combatiendo sin intermision en favor de la independencia de la Iglesia, procuraré acelerar tan venturosa época, bien convencido de que, quedando á salvo este elemento, la nacion se podrá reparar mas facilmente de los trabajos que la agobian, con tal empero que, caminando de acuerdo ambas autoridades, no dejen de la mano tan gloriosa empresa. Sin embargo, esta medida tan imperiosamente reclamada por el orden y bien general de España, enlazada tambien con la serie y esplanacion de mis ideas, y estrechamente unida á la

Corona, no es la que presenta menos dificultades en la práctica, á causa de las falsas ideas con que se esplica la relacion del Estado con la Iglesia, por cuya razon, y para orillarlas en lo sucesivo, me permitirá V. M. ahora ventilar esta materia con mas detenimiento.

CAPÍTURO III.

Relaciones del Estado con la Iglesia católica y las protestantes.

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1. Hay un derecho propio y privativo en los monarcas para entablar relaciones entre sí segun su agrado, sin perjuicio de su respectiva independencia, en cuya virtud les pertenece legítimamente acordar pactos y estrechar sus vínculos mas o menos con la Iglesia católica, admitida ó tolerada en sus dominios. De propósito no he tratado todavía de tan importante atribucion, atendiendo á que, además de exigir de justicia su respetable trascendencia una discusion detenida y separada, tropezamos con el inconveniente de que o yo me he equivocado en el examen, ó los publicistas mas clásicos desde el primero hasta el último han confundido la materia, desenvolviéndola bajo un sistema erróneo; y por lo mismo necesito antes de todo calificar los principios generales adoptados en sus escritos,

que

á fin de que mis ideas no comparezcan como una paradoja. Por fortuna, aunque la nombradía de sus talentos arrastra consigo un favorable prestigio en la república de las letras, muy á propósito para preocupar á los lectores, existe en todas sus obras un testimonio irrecusable acredita al golpe el equivocado concepto de sus teorías, puesto que ninguna de ellas deja de comprender un capítulo espreso con el epígrafe de Relacion del estado con la Religion, sin mas diferencia, mas observaciones ni discursos. Ahora bien habiendo una Religion verdadera y muchas falsas, se infiere, sin pasar mas adelante, que las nociones vertidas bajo una abstraccion tan equívoca y genérica deben envolver una inevitable confusion, y al mismo tiempo la mas notoria injusticia, por cuanto, prescindiendo de parte de quien se halla la razon, se opone á todas las reglas de lógica y de moral que una doctrina verdadera se califique de igual modo que la falsa. Si para dar á conocer la relacion de la filosofía natural con la mecánica de las artes colocáramos en una idéntica categoría el sistema irrisorio de los átomos de Epicuro y el admirable de Newton, ¿no se nos acusaria de parciales é insensatos? Pues luego, ¿cómo han llegado á persuadirse los políticos que una diferencia reclamada en puntos de filosofía por las leyes físicas de la naturaleza, no ha de ser exigida con mas fuerza por las divinas de la Religion? El error y la verdad, á semejanza de la luz

y las

tinieblas, giran siempre separados; y asi jamás se encontrarán en un punto de contacto la Religion católica y las comuniones heterodoxas. Se 'dirá que al Estado conviene desentenderse de cuestiones religiosas, y adoptar una medida genérica para dictar sus providencias con respecto al culto; pero esta es la equivocacion que denunciaba antes á la animadversion de V. M., fundándome en que repugna á la sana filosofía que se reconozca por axioma legislativo un error abiertamente manifiesto. Bien sé que al Estado le ligan relaciones con el culto religioso de todas las iglesias; pero por la misma causa decia yo, que no debiendo servir de máxima constitucional una idea falsa, convenia haberse propuesto investigar cierta norma irrecusable y adecuada, capaz de resolver el problema político segun prescribe la justicia; y esto es precisamente lo que á mi parecer se consigue en realidad esplicando la relacion del Estado con el culto, no siguiendo el sistema particular y arbitrario proclamado hasta ahora por los publicistas, sino mas bien aplicando las bases de justicia distributiva que observan los gobiernos en sus tratados con las naciones libres ó feudatarias de su dominacion.

2. La Inglaterra, por ejemplo, la nacion mas rica, emprendedora y comerciante del universo, es bien notorio que, abrazando en la órbita de su engrandecimiento la mayor parte del globo, procura estender las escalas de su comunicacion por ambos continentes; y que en medio

de su opulencia y escuadras formidables, no solo ajusta pactos de comercio y alianzas con los imperios poderosos, sino que tampoco se desdeña de mantenerlos hasta con las tribus bárbaras ó medio salvages que permutan sus peleterías; y que en consecuencia de los convenios recíprocos se benefician ambas partes contratantes, sujetándose á ciertas leyes y condiciones sin ofensa de su peculiar independencia. Igualmente sabemos que la misma Inglaterra, aprovechándose de su inmenso poderío en el Asia, domina en calidad de feudatarios los populosos imperios del Indostan y otras regiones comarcanas sometidas á su yugo. Prévio este conocimiento, y contrayendo ahora la cuestion á la relacion del Estado con las religiones, se verá claramente la resolucion del problema que parecia antes complicado, pues resultando de lo dicho que no pueden intervenir estipulaciones iguales sino entre partes recíprocamente libres, se deduce por analogía, que solo la comunion católica se halla en el caso de reclamar este derecho, como la única que, habiéndose introducido y perpetuado sin apoyo humano, se ha sostenido por su propia virtud en medio de las persecuciones, hasta que atrayendo á sus enemigos con su mansedumbre y caridad, se fue incorporando á los Estados bajo recíprocos convenios, y salva su mútua independencia. Por el contrario, las sectas de los heresiarcas, semejantes á los pueblos avasallados del Indostan, jamás han representado una soberanía libre,

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