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Me pareció inútil observar al Sr. Ministro que tal proceder seria irregular, tratándose de un acuse de recibo que nada decia y en que se referia á lo que hiciese 6 dijese yo para dar y recibir las esplicaciones necesarias que por tal camino se esquivaban, limitándome á decirle, que dad› tal caso, yo me veria en la necesidad de hacer constar oficialmente cuanto confidencialmente se habia pasado entre nosotros, y que entonces, al pedir entrar á ocuparme de los asuntos de la mision especial en que habiasi do recibido, el Gobierno del Brasil tendria que declarar que no hacia honor á mi credencial, despues de haberla aceptado lo cual no me parecia regular ye reia por lo tanto que no llegariamos a tal estremidad.

En este estado de la conferencia y habiéndose ella prolongado por el espacio de cerca de dos horas, propuse al Sr. Ministro, ó bien que suspendiesemos la conferencia para renovarla despues que el meditase detenidamente sobre el asunto, ó bien invitándome para una nueva conferencia, despues que por la gravedad del caso y de sus consecuencias, consultase la opinion del gabinete, dejándole para el efecto cópia de la nota modificada y del proyecto de contestacion, con cargo de devolucion en el caso de no convenirnos.

El Sr. Ministro aceptó este arbitrio, manifestándome que por la gravedad del caso, consultaria la opinion del gabinete, no tomando sobre si solo la responsabilidad.

Entónces le manifesté que dispuesto á hacer todo lo que de mi dependiese, para evitar una desinteligencia y arribar á un acuerdo, pensaba tener una entrevista con el Sr. Vizconde do Rio Branco, idea que el Sr. Correia aprobó, diciéndome que el voto del Presidente del Consejo de Ministros no solo era prevalente en los Consejos de Gobierno, sinó porque era un hombre público que debia ser consultado sobre la materia, aun cuando no fuese Ministro, y aun cuando el partido á que él pertenece no estuviese en el poder.

Con lo cual terminó nuestra conferencia, habiendo en el mismo dia solicitado por escrito una entrevista particular con el Sr. Vizconde do Rio Branco, que me ha contestado invitándome para mañana, manifestándome el mucho deseo que tiene de que ella se realice, y de cuyo resultado daré cuenta á V. E. en nota separada.

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Como lo auuncié á V. E. en mi confidencial de ayer, habia pedido una conferencia particular al Sr. Vizconde do Rio Branco Presidente del Consejo de Ministros del Imperio, con el objeto de hacer un último esfuerzo para encaminar convenientemente la negociacion de que estoy encargado.

La carta al Sr. Vizconde en que le pedia la conferencia fué concebida en los términos siguientes. «Habiendo teni<< do hoy una conferencia confidencial con S. E. el Sr. Mi<<nistro de Negoeios Estrangeros, la cual considero decisi» va para el buen ó mal éxito de nuestras cuestiones pen«dientes, he indicado á S. E. el arbitrio de continuar des<< pues la conferencia, 6 de tener una nueva despues de me<< ditado maduramente el asunto, ó despues de consultar so. «<bre el particular la opinion del Gobierno. Mientras tan<< to, como lo dije al mismo Sr. Ministro, desearia tener con

« V. E. una conferencia particular para cambiar amistosa<< mente algunas ideas sobre una emergencia que puede ser << grave, y esterilizar la recíproca buena voluntad de que <<< debemos estar animados, cuando en el fondo, las cuestiones << por liquidar no presentan seria dificultad, y puede decirse << que sus bases estan formuladas y aceptadas por una y otra << parte.>>

El Sr. Vizconde do Rio Branco me contesto citándome para hoy á la una del dia en su casa particular, «para la conferencia particular (son sus palabras) » que « mucho estimaria se realizase. >>

La conferencia tuvo lugar á la hora indicada, empezando yo por manifestar al Sr. Vizconde, que la habia buscado como el último esfuerzo que hacia para encaminar bien nuestras relaciones que se hallaban en un momento delicado, confiando en su inteligencia y su esperiencia y en las pruebas de buen sentido y de buena voluntad que nos habia dado en el modo de conducir antes de ahora las cuestiones del Brasil con el Rio de la Plata y especialmente con la República Argentina. En seguida, repitiendo bajo otra forma lo que ya habia dicho al Ministro de Negocios Estrangeros del Imperio, me contraje á demostrar que no existia la cuestion de forma que se habia promovido, y que si hubiera existido estaba eliminada por el mismo Gobierno del Brasil, viniendo ahora á aparecer como un nuevo pretesto para no entrar á la cuestion de fondo en que nuestro decoro y nuestros derechos estaban comprometidos; mientras que las satisfacciones que se nos debian por el hecho de los tratados separados de la Asuncion estaban aun pendientes, no pudiendo ser otra la que se nos diese, que un arreglo que definiera los puntos en cuestion relativos á la alianza y sus consecuencias

El Sr. Vizconde do Rio Branco me replicó rearguyendo sobre mis conceptos, pero sin adelantar nuevas ideas, tra

tando de esplicar y justificar el reproche que le habia hecho sobre parecer dar razon al Paraguay en las cuestiones de limites, establecidos por el tratado de alianza con garantía del Brasil en su caso, diciendo (no en la nota brasilera como V. E. lo dice en su confidencial, sino en la circular diplomática refutando á la prensa de Buenos Aires) que las palabras «la cuestion de territorio del Chaco á que el Paraguay dá con razon importancia;» no importaba negarnos la jazon (á lo cual le observé de paso que si era asi, porque no habia dicho «á que la República Argentina dá con razon importancia,» que era lo mas natural á lo cual no tuvo que contestar.) En seguida me dijo que la cuestion de forma, que era esencial para regularizar nuestras relaciones, nacia de los párrafos de la nota brasilera de 20 de Junio cuyo contexto me leyó y es el siguiente: «O governo im<< perial hesitou se devia considerar a referida nota como << um empenho de paz e de manutencao dos vínculos da << honrosa e alliança de 1865, ou se antes como propósito de << romper com essa alliança e provocar una decisa o extrema « é funesta para ambos os povos. »

<< Tal foi á impressao, Sr. Ministro, que no animno do go<< verno imperial produziran certas observaçoes de V. E. que << podiam parecer offensas intencionaes ao amor proprio e a << dignidade do Brasi!. »

<< Considerando, porem, que o governo argentino declara << em sua nota que usara da maior franqucza, e que, por << tanto, devem ter o mesmo carácter seus protestas de sen<<timentos pacificos e amigaveis, o governo imperial resolveo << responder a nota do 27 de Avril, movido por essas decla<< çoes e sobre tudo pelas que mais alto e solemnemente << fizeran sua Magestade o Imperador do Brasil e o Exmo. << Sr. Presidente da República Argentina em suas recentes << fallas aos representantes de una e outra naçao. »

Siguió comentando á su modo estos párrafos diciendo que asi el Gobierno Brasilero habia interpretado la nota argentina de 27 de Abril en el espíritu mas benévolo, esperando que esa interpretacion fuese confirmada por el Gobierno Argentino, y que de no haberlo hecho asi nosotros, nacia que renaciese la cuestion sobre los términos que parecian tener por nuestra parte el carácter de ofensas internacionales agregando que si nuestra contestacion suspendida fuese lo que hubiese en definitiva de considerarse, el Gobierno Brasilero se veria en la necesidad de entablar la cuestion sobre las ofensas que tal contestacion ratificaba y rengravaba no aceptando la interpretacion benévola del Brasil, ni haciendo la mas mínima mencion de ella. Por último me manifestó que el último proyecto de contestacion de nuestro gobierno que habia dejado en cópia al Ministro de Negocios Extranjeros nos ponia en vía de un acuerdo, siempre que en ella se espresase que el Gobierno Brasilero habia interpretado correctamente nuestra nota de 27 de Abril, en la creencia de que no habia en ella ofensas internacionales á la dignidad del Brasil.

No quise por el momento hacerme cargo de esta proposicion que indirectamente se me hacia, porque resuelto á definir de una vez la situacion, queria llevarla á una estremidad, ante la cual debia buscarse y encontrarse una solucion práctica á la dificultad, que fuese igualmente decorosa para ambos. Por lo tanto me limité á rectificar su error, diciéndole que el proyecto á que se referia era la copia de una nota que no estaba en discusion, à lo que me observò como yo lo habia previsto en mi anterior, que cómo era que presentaba un proyecto de respuesta; teniendo que contestarle, que lo habia dado simplemente como un apunte que formulaba una idea y nó sus términos, único medio de salvar la dicultad las últimas instrucciones contenian en esta pir que

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