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solo acusan la falta de un verdadero sistema electoral, sino la de un procedimiento más ó ménos generalizado, que pudiese dar idea de sus analogías ó diferencias con las que han servido para la formacion de las Córtes ó del Congreso de los Diputados en el presente siglo.

Las Ciudades y Villas con voto en Córtes pagaban á sus respectivos Procuradores los salarios ó gastos de procuracion, que en mal hora se excusaban de satisfacer los pueblos; pues los Procuradores no bastante ricos para vivir en la corte mucho tiempo á su costa, cansados de esperar en vano los gajes propios de su oficio, tomaban al Rey por protector de sus intereses y le hacian árbitro en sus contiendas con las Ciudades, con lo cual, aunque los Reyes no pagasen los salarios de la procuracion, mandaban á los Concejos pagarlos, y siempre recibian merced los que para conservar su independencia, no debieran solicitar ni admitir aquella sino de los pueblos que representaban 1.

Afirma el tantas veces citado autor de la Introduccion á las Córtes de Leon y Castilla, que «llegado el dia fijado en la convocatoria, los Grandes y Caballeros, los Arzobispos y Obispos, los Maestres de las Ordenes, los Procuradores de las Ciudades y las Villas y todos los demás á quienes se habian dirigido cartas de llamamiento, se juntaban en el Alcázar Real, ó en una iglesia, ó en la sala capitular de algun convento ó monasterio, y empezaban las Córtes; añadiendo que las de Madrid de 1391 se celebraron en una cámara que estaba en el cementerio de la iglesia de San Salvador.>>

Estas noticias pueden ser ampliadas diciendo que, desde que en el año de 1606 resolvió D. Felipe III establecer

1 Los que deseen más detalles acerca de este punto los encontrarán, y muy curiosos, en el capítulo VII, parte primera, de la Introduccion à las Córtes de los antiguos Reinos de Leon y de Castilla, por D. Manuel Colmeiro.

definitivamente su corte en Madrid, hasta los de 1660 á 64, en que la dinastía austriaca celebró las últimas Córtes de Castilla, todas se verificaron en el Alcázar ó Real Palacio de la Villa, como á la sazon le llamaba el vulgo, y se asentaba sobre el mismo sitio en que hoy se halla edificado el Palacio que sirve de morada habitual á los Reyes de España; si bien el exámen de los poderes, juramento ordinario de los Procuradores, y, en suma, los que pueden llamarse actos preliminares ó preparatorios, se verificaban en la posada del Gobernador del Consejo, Presidente de la Junta de Asistentes de Córtes.

Merece tambien notarse que, aun cuando situada en el mismo alcázar, la sala donde S. M. hacia, el primer dia que se juntaba el Reino en Córtes, la proposicion de lo que éstas habian de tratar, era distinta de la en que despues celebraban sus sesiones ordinarias, pues aquella formaba parte de lo que se denominaba Cámara ó aposento de la majestad del Rey, donde los viernes de cada semana consultaba con S. M. el Consejo de Castilla las cosas de gobierno, donde oia la primera vez á los Embajadores extraordinarios, y donde, por último, celebraba el Jueves Santo el lavatorio de los pobres y les daba de comer. Para la ceremonia de la proposicion poníase en dicho local un estrado y un dosel, y debajo de éste una silla. A distancia de seis ú ocho piés del estrado, dos bancos largos sin respaldo, cubiertos de alfombra, y en medio de ambos y al fin de los mismos, frontero á la silla colocada debajo del dosel, otro banco más pequeño, cubierto asimismo de alfombra. En el dia señalado para la proposicion, los Procuradores se reunian con la antelacion conveniente, en la casa del Gobernador del Consejo, Presidente de la Junta de Asistentes de Córtes, que tambien concurrian, dirigiéndose desde ella y en órden de comitiva al Palacio Real.

En la sala arriba descrita se quedaban de pié y descubiertos los Procuradores de Córtes, el Secretario Mayor de ellas, que era un Escribano de nombramiento Real, y los Alcaldes de Corte, que recibian la comitiva al pié de la escalera del Alcázar, y la seguian hasta el expresado sitio. El Gobernador del Consejo y los Asistentes de Córtes entraban en el aposento de S. M. Algunos momentos despues salia el Rey á la sala, acompañado del Presidente de Castilla, de los grandes y títulos, de los gentiles hombres de cámara de S. M. y mayordomos, ocupando el último lugar en el acompañamiento Real los Procuradores de Toledo, que no habian formado parte de la comitiva, á causa de su célebre cuestion de preferencia con los Procuradores de Burgos. Su Majestad tomaba asiento en la silla que estaba debajo del dosel; á su mano derecha se ponian, en el claro que quedaba desde el estrado hasta el banco largo de este lado, el Gobernador del Consejo, Presidente de Castilla, Asistentes de Córtes y el Secretario Mayor de ellas, en pié y descubierto; y á la otra mano los Grandes, títulos y gentiles hombres de la cámara que salian acompañando á S. M. Los Alcaldes de Corte se situaban enfrente del Trono, detrás del banco pequeño antes indicado, colocándose los Procuradores, por su órden, los de las cabezas de reinos no sujetos á sorteo, y los demás, en el sitio que les habia designado la suerte, echada para aquel acto en la posada del Gobernador del Consejo.

Tan luego como cada uno habia ocupado su respectivo lugar, el Rey decia: «Sentãos,» é inmediatamente los Procuradores de Toledo, que habian permanecido de pié en el umbral de la puerta de la antecámara, se dirigian á la cabecera del banco de la derecha, ocupado por los de Búrgos, diciéndoles: «este lugar es de Toledo;» pero S. M. ordenaba que se guardase la costumbre, y pedidos por unos

y por otros testimonio de lo acontecido, los de Toledo iban ocupar el banco pequeño frontero al Trono.

á

Terminada esta diferencia, el Rey dirigia á los Procuradores, que así reunidos llevaban la denominacion colectiva de «Reino,» algunas palabras, reducidas á manifestar que por la proposicion que se iba á leer se enterarian del estado de los negocios públicos y de la Hacienda, y que esperaba de su gran celo y celo y lealtad que tratarian y resolverian los asuntos que se les propusiera con la brevedad que acostumbraban á hacerlo, para el buen gobierno de estos Reinos y del servicio de Dios y de S. M. Mandaba cubrir á los caballeros Procuradores de Córtes, y volviéndose al Secretario de la Cámara, que estaba entre los Asistentes de Córtes, le decia: «leed;» y en cumplimiento de esta órden el referido funcionario daba lectura de la proposicion, documento análogo á lo que hoy se llama discurso de la Corona.

Acabada la lectura, y despues de nueva contienda entre los Procuradores de Toledo y Búrgos sobre preferencia en el derecho de contestar á S. M., que terminaba por manera parecida á la resuelta poco antes, uno de dichos Procuradores de Búrgos, en pié y descubierto como todos los demás, manifestaba al Rey en breves palabras sus sentimientos de adhesion y fidelidad, concluyendo con que los caballeros Procuradores allí presentes esperaban licencia para juntarse á mostrar aquellos sentimientos en los negocios que les fueren sometidos. S. M. expresaba su agradecimiento, y añadia: «juntaros eis con el Presidente y Asistentes de Córtes, todas las veces que fuera menester, á tratar de todo lo que conviniese, que yo doy para ello licencia.>>

Acto seguido el Rey se levantaba de la silla y entraba en su aposento, acompañado de los mismos que cuando

salió, aguardando el Reino á que el Presidente y la Junta de Asistentes salieran, para acompañarles hasta la escalera de Palacio, en donde se dispersaba á discrecion el acompañamiento.

La primera y sucesivas juntas ó sesiones ordinarias del Reino se celebraban tambien, segun se indicó antes, en el Alcázar, pero en otra sala, que, en los últimos tiempos de la dinastía austriaca, se hallaba situada cerca de la galería que llamaban del Cierzo, por donde se subia à la torre donde estuvo preso el Rey Francisco de Francia. El menaje de esta sala era bastante modesto. Componíase de tres bancos grandes cubiertos de paño verde, uno de los cuales tomaba la cabecera de la derecha, y los otros dos á los lados. Delante del banco de la cabecera estaba un bufete con sobremesa de damasco carmesí y una almohada de terciopelo morado, una cruz y un libro misal abierto por donde estaban escritos los Santos Evangelios; detrás de este bufete se veian las sillas destinadas al Presidente y Asistentes de Córtes. Enfrente, y al final de los bancos de los costados, otro pequeño para los Procuradores de Toledo.

La importancia del Alcázar comenzó á decaer en el reinado de Felipe IV, luchando con la del palacio que habia hecho levantar en el sitio del Buen Retiro D. Gaspar de Guzman, Conde-Duque de Olivares, dándole el primer Monarca de la dinastía de Borbon singular preferencia, <<acaso por el tédio que le inspiraba la antigua mansion de la dinastía austriaca, su antagonista.» Sin embargo, no es exacto lo que afirma el Sr. Mesonero Romanos de que en este palacio del Buen Retiro, y su salon llamado de los Reinos, se juntaran las Córtes hasta las de 1789 inclusive. Las últimas de la dinastía austriaca es indudable que celebraron sus sesiones en el antiguo Alcázar ó Real Palacio; y en él tambien tuvieron en 1712 las suyas las de la di

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