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salvo algunas escepciones honrosas respecto de la hidalguía i probidad de algunos de sus gobernantes.

Camilo Henríquez tenía contra la inquisición, no solo el odio del sabio, que reprueba lo que es pernicioso al jénero humano; sino el aborrecimiento personal de un hombre que ha sido vejado por ella.

Siempre sentía sobre sus espaldas el chasquido del látigo vibrado por el formidable tribunal, terror de dos mundos.

I ¿por qué se le había procesado con estrépito? ¿por qué se le había sumido en una prisión degradante?

Por haber guardado bajo su almohada o bajo su colchón, i leído a hurtadillas, libros condenados ayer i aplaudidos hoi.

En El Monitor Araucano, número 53, tomo II, fecha 17 de junio de 1814, escribía Henríquez:

«Las semillas de la verdad son inmortales. Nada puede destruírlas. Ni los esfuerzos de la tiranía, ni los sofismas de la impostura, las sofocarán jamás.

«En el siglo anterior, se esparcieron muchas verdades. Ellas fueron oídas con repugnancia, despreciadas, combatidas i aun proscritas; pero en fin las hemos visto i las vemos triunfar. Yo pudiera presentar un catálogo de estas verdades; pero no es aun tiempo, ni lo permiten los límites de este papel. Baste decir por ahora que se prohibieron como falsos i subversivos los libros i papeles que proclamaban i establecían los derechos de los pueblos i los principios fundamentales de la libertad; i leemos ahora en la constitución española que la soberanía reside esencialmente en la nación; que la nación es libre, i no es, ni puede ser el patrimonio

de ninguna familia, ni persona. ¿Qué dirán ahora los que se escandalizaban al ver estas máximas en nuestros papeles?

«Todos saben los efectos sanguinarios del celo inquisitorial de Felipe II. Ha llegado a nosotros la melancólica noticia de los solemnes i edificativos autos de fe de Lisboa, Sevilla, Méjico, Lima... pero la inquisición se suprime en los dominios portugueses diciendo el príncipe rejente: que está guiado por una política mas liberal i mas ilustrada; i en fin la abolición de aquel tribunal se recibe en Méjico sin el menor peligro ni disgusto, i en Lima con tal alegría i éstasis que parecía el entusiasmo de un triúnfo».

Justo, justísimo es que Camilo Henríquez se regocijara con la abolición de un tribunal opresor condenado por sus mismos defensores.

La prueba de ello es que nadie se ha atrevido a pedir su restablecimiento.

XI

Ventajas inmediatas de la independencia: el comercio libre i la atención prestada al desenvolvimiento de la instrucción públi ca.-Misiones políticas.-Catecismos cívicos.-Camilo Henríquez escribe el Catecismo de los patriotas.-No logra que se enseñe en las escuelas i cuarteles.

Hacía solo tres años que la colonia se había separado de la metrópoli; i ya había empezado a esperimentar la conveniencia de gobernarse a sí

misma.

orgu

Prescindiendo del gozo inefable i del noble llo que la adquisición de la libertad i de la igualdad comunica a los individuos i a los pueblos, había varias reformas que hacían palpable la ventaja de la emancipación.

Me contraeré únicamente a dos medidas que no podían menos de influír poderosamente en el bienestar físico i moral de los habitantes: la libertad del comercio i el impulso dado a la instrucción pública.

Camilo Henríquez decía en un artículo que he citado poco há:

«Es una manifiesta opresión i una tiranía intolerable obligar a los infelices pueblos a comprar caro lo que necesitan, prohibirles tomarlo del estranjero a precios mas cómodos, llevar las producciones de

su país i de su industria a donde tengan mejor salida i entablar relaciones comerciales con quienes les tenga mas cuenta. Así el comercio libre es una de las libertades mas preciosas, o uno de los frutos mas dulces de la libertad.

«Nuestros pueblos, que se visten ahora de jéneros finos comprados a precios tan cómodos, pueden comparar su actual situación con aquélla en que vivían cuando solo los recibían de los buques de España o de los monopolistas de Cádiz. Convendría que alguno de nuestros mercaderes patriotas hiciese i publicase esta comparación.

«Bajo cualquier aspecto, la libertad del comercio es de la mayor importancia. Ella tiene una re lación íntima con la población, la agricultura, las artes, la industria, que son las fuentes de la fuerza i de la opulencia nacional. Las potencias mas famosas del mundo deben su riqueza i su poder terrible a su vasto comercio; i éste es vasto porque es libre. Pero ya no hai alguno que ignore que la América no puede gozar de ésta i otras innumerables ventajas, sino consolidando el actual sistema, conquistando i defendiendo su libertad».

En un artículo publicado el 18 de setiembre de 1813 para celebrar el aniversario del nuevo gobierno, el autor trazaba de esta manera el programa que debía realizar:

«Tal día como hoi dio la patria un paso necesario, pero atrevido; se comprometieron su honor i su seguridad; tomó sobre sí la ardua empresa de hacer cosas mui grandes, i aun puede decirse que se vio obligada a intentar una nueva creación. Tal debe llamarse aparecer con dignidad en el teatro del mundo un pueblo casi ignorado i mostrar un carácter casi desconocido; prepararse a defender sus derechos con la fuerza i la prudencia, levantando tropas, disciplinándolas, sosteniéndolas con sa

crificios, poniendo en acción todos sus recursos, i administrándolos con economía; ilustrar a los pueblos, haciéndoles oír por la primera vez unos principios de que apenas había idea, haciendo familiares unos conocimientos que estaban encerrados en mui pocas cabezas i consignados en libros mui raros i escritos en lenguas desconocidas del pueblo; educar a la juventud por nuevos i sensatos planes de estudios; estirpar abusos; destruír preocupaciones; hacer brotar virtudes sociales; inspirar nuevos sentimientos; en fin, formar hombres, soldados, oficiales, jenerales, ciudadanos, trasformando un país de conquista en un pueblo capaz de resistir con gloria».

Después de manifestar que la ilustración se había jeneralizado a pesar de las zozobras i de los embates que asediaban la cuna de la República, agregaba:

«Se ha puesto en planta el Instituto Nacional, obra maestra de la prudencia i del espíritu público. Este proyecto concebido desde el principio de la revolución vino a realizarse, en medio del estruendo de la guerra, bajo un plan mas vasto que el que se lee en la Aurora. Parece que la guerra es mas útil que la paz a los países revolucionados para plantear establecimientos saludables, i aun para consolidar su libertad, poniendo sus sistemas gubernativos sobre bases inmobles. La presencia del enemigo, imponiendo silencio a las pasiones, encadena la inquietud facciosa; nace el espíritu público, por el cual solo puede salvarse; i todos los ojos i los ánimos se vuelven hacia el gobierno que dirije la nave del estado entre los peligros i los escollos. Roma se reanimaba por la guerra, i conservaba su constitución; se arruinó por la paz. La Holanda floreció i se enriqueció en la guerra: con las dulzuras de la paz, decayeron su comercio i sus costum

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