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de sus dominios, cuando lo que podemos ganar con este paso es incalculable i mui factible. Temblarán los españoles, por mas feroces que sean, de invadir un estado libre e independiente, donde serán tratados de la misma suerte que ellos lo intenten con nosotros; i mostrando desde luego nuestra decisión absoluta a no reconocer mas autoridad que la que emane de nuestros pueblos, franquearemos nuestros puertos a aquel o aquellos estranjeros en cuyo poder encuentre mejor sostén nuestra reconocida independencia. Si tenemos brazos i recursos para la guerra, i si de nada nos puede aprovechar una política mezquina e impotente, ¿por qué hemos de abrazar un partido que solo convenía a los hombres mas desvalidos del mundo, i que a nosotros no nos puede traer sino atrasos i miserias?

«La tranquilidad i el buen orden interior no están menos interesados en la declaración de la independencia. Hoi osan nuestros enemigos interiores atacar nuestras providencias, porque la dependencia aparente en que vivimos, les asegura nuestra tolerancia i les persuade nuestra irresolución. No puede castigárseles por revolucionarios cuando hablan de los derechos de su rei, porque nosotros defendemos que también lo es nuestro; ni debiéramos argüirles de perturbadores o de facciosos, cuando pretenden hacernos adorar la tiranía, porque ellos no hacen sino obrar según nuestros principios proclamados. Entiendan todos que el único rei que tenemos es el pueblo soberano; que la única lei es la voluntad del pueblo; que la única fuerza es la de la patria; i declárese enemigo del estado al que no reconozca esta soberanía única e inequivocable, que, sin mas dilijiencia que la exacta ejecución de nuestras leyes, lograremos la misma seguridad que cualquier estado independiente. Presentemos, vuelvo a repetir, nuestras ideas sin ninguno de aquellos dis

fraces que al mismo tiempo que dan ventajas a nuestros enemigos, no nos sirven a nosotros sino para retardar nuestros progresos, i caminar a cada paso por en medio de mil contradicciones, que de

sacreditan nuestro sistema. Ya hemos visto que nada adelantamos con una política hipócrita; que todos aquéllos de quienes hemos querido ocultar nuestros verdaderos proyectos, no se han podido alucinar con nuestras palabras; que al contrario les hemos dado el mejor i mas seguro partido. Luego en buena razón, es conocida la necesidad de adoptar el verdadero i único medio que se nos presenta para salir con nuestra empresa: la independencia i las armas. Este debe ser nuestro sistema.

«Esta opinión parecerá mui peligrosa a aquellos americanos que no están mui bien decididos a morir o vencer, los cuales serán pocos sin duda alguna; i también pensarán lo mismo aquéllos que creen que la Inglaterra nos puede hacer mucho daño, si abandonamos la causa de la España; pero unos i otros depondrán sus temores si advierten que no podemos ya hacer cosa alguna que aumente nuestro comprometimiento. La Inglaterra conoce mui bien

que

la América no está en estado de admitir su dominación; i si se halla dispuesta a contribuír a su grandeza, franqueándole su vasto comercio i sus dilatados mares, no puede engañarse en sus cálculos con la grosería de los españoles, que por quererlo abarcar todo se quedarán al fin sin nada. No debemos hacerle la injusticia de creerla tan descuidada de sus intereses que se esponga a abandonar a otra potencia de Europa, talvez su enemiga o su rival, las ventajas con que le brindamos los americanos. Ella ha dado a conocer, con su mediación ofrecida a las cortes de España, que está convencida de nuestra justicia. Obremos, pues, como lo exijen nuestras circunstancias, i no temamos unos vanos fan

tasmas que solo existen en las imajinaciones destempladas de los melancólicos La libertad se ha de comprar a cualquier precio; i los obstáculos se hicieron para que los venciesen los grandes cora

zones>>.

Don Antonio José de Irisarri escribió el Semanario Republicano bajo el nombre supuesto de Dionisio Terrasa i Rejón; pero en la capital nadie ignoraba qué persona se ocultaba bajo esa careta.

Al redactar su periódico, Irisarri se había propuesto dos objetos: impulsar la revolución de la independencia i derrocar el predominio de don José Miguel Carrera.

Había descendido a la liza con la vicera calada por capricho, no por miedo.

No tardó en quitársela.

Habiéndose tratado de publicar una impugnación del número 10 del Semanario Republicano, el escritor guatemalteco declaró a la faz de todos que ese periódico era obra suya.

«Participamos al que está encargado de hacer la impugnación del Semanario, dijo, que el público está desesperado por ver cuánto antes su papelucho, i que no nos haga esperar tanto su dificultoso i monstruoso parto. Si necesita saber quién es el autor del Semanario para echarle al descuído algunas flores retóricas de las que se acostumbran echar en obras faltas de justicia, quiero no negarle ningún material para que todo salga completo. El semanarista es un hombre; su patria es el mundo; su porte, el que todos saben; su anagrama, Dionisio Terrasa i Rejón, algo conocido en los diarios de Méjico; su verdadero nombre es Antonio José de Irisarri».

Todos los números desde el 1 hasta el 12 fueron redactados esclusivamente por él, escepto el 4, que solo contiene un comunicado de David Parra i Bedernoton, seudómino de don Bernardo Vera i Pintado.

Hai también cuatro números estraordinarios i una carta de Dionisio Terrasa i Rejón dirijida a sus amigos escritos igualmente por Irisarri.

Habiendo cesado éste en la dirección del periódico mencionado, Camilo Henríquez tomó a su cargo simultáneamente la redacción de El Monitor Araucano i del Semanario Republicano.

El segundo de estos periódicos, cuya aparición era eventual, subsistió hasta el 15 de enero de 1814.

Camilo Henríquez se dedicó siempre con el mayor ahínco a desempeñar acertadamente el laborioso i difícil cargo de periodista.

Deseoso de dar variedad a sus noticias, aprendió por sí solo, como se ha visto, el inglés.

A fin de poder hablar en este idioma, conversaba amenudo con los obreros norte-americanos que trabajaban en la imprenta del estado.

La redacción de la Aurora, El Monitor Araucai el Semanario Republicano hace mucho honor a su talento i a su carácter.

no,

En dichos periódicos, prescindía de los incidentes caseros i de las desavenencias de los patriotas, evitando toda polémica que pudiera introducir la discordia entre las familias o entre los partidos.

Reemplazaba esta materia ardiente por la esposición tranquila i seria de los rudimentos del derecho público.

Esas esplicaciones someras eran indispensables a colonos que ignoraban el abecé de la cartilla polí

tica.

En lugar de rejistrar las rencillas de los gobernantes i de los jenerales, enseñaba la teoría de la soberanía del pueblo, de las diversas formas de gobierno, de la constitución de los poderes, o inculcaba la necesidad de perseverar en la empresa de la emancipación, ora con proclamas calorosas, ora con la inserción de las noticias favorables a la causa americana.

La prensa bajo su dirección era una cátedra o una tribuna.

Durante toda su carrera de periodista, nunca desmintió su circunspección i su mesura.

Sus artículos fueron siempre sesudos i razonados. Jamás su pluma se mojó en hiel i vinagre para confeccionar diatrivas i pasquines.

Nunca la personalidad ensució su pluma.

Había en Santiago personas que se quejaban de la seriedad dada a los impresos, pidiendo que se condimentasen con sal i pimienta; pero Camilo Henríquez no se prestó nunca a ser el proveedor de los paladares encallecidos o groseros.

Quería para los americanos un vino jeneroso, no aguardiente de grano.

Dirijiéndose a uno de estos sujetos amigo de los denuestos picantes i de las alusiones pérfidas, escribía:

Quisieras que los periódicos
fuesen libelos malignos,
que tu rencor lisonjeasen
con satíricos caprichos;
i estarte tú desde lejos
tomando mate tranquilo,
gustando de la batalla.
Buena, buena va la danza.

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