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eclesiásticas, convocadas por el gobernador intendente de Santiago, don Joaquín de Echeverría i Larrain, estendieron un acta en que, no solo apro. baban, sino aplaudían las resoluciones tomadas por la junta, complaciéndose especialmente de que se hubiese confiado el mando del ejército a don Bernardo O'Higgins i la comandancia de los granaderos al coronel don Carlos Spano.

Entre las firmas que vienen al pie, se encuentra la de Camilo Henríquez.

El padre Camilo hizo en El Monitor Araucano la oración fúnebre del primer senado que ha habido en Chile, i de que fue parte principal.

Escuchemos sus palabras:

«El senado es una majistratura intermedia entre el gobierno i el pueblo. Su función es, en jeneral, sostener los derechos de los dos. Como esta majistratura, bajo diferentes nombres, siempre existe en las repúblicas, conviene que los pueblos la veneren i se familiaricen con su nombre.

amen, la

«Las actuaciones del senado de Chile durante la paz han merecido la aceptación pública; en la guerra, ha estado al lado del gobierno a todas horas; como él, ha sacrificado su reposo i sus comodidades, i ha comprometido su seguridad. Sus individuos han sustituído en las ausencias i enfermedades de los gobernantes.

«Sus opiniones se dividieron en los debates públicos acerca de la innovación o permanencia del orden actual de las cosas: dos opinaron por la convocación popular; otros no la hallaron conveniente en las actuales circunstancias. Se reunieron sus

dictámenes en las últimas sesiones acerca de los puntos siguientes:

«Que el ciudadano Cienfuegos reemplace en el poder ejecutivo el lugar vacante por la renuncia del ciudadano Pérez.

«El poder ejecutivo obrará con absoluta independencia del senado, i sus facultades serán supre

mas.

«Quedará en la capital un gobernador intendente que reúna a las facultades que por este título le competen, las de representante del supremo poder ejecutivo. Su autoridad será reconocida en los departamentos de Coquimbo, Valparaíso, etc.

«Ejercerá este empleo el senador Echeverría La

rrain.

«Se suspenden las sesiones del senado.

«Se procederá a la convocación del congreso jeneral con la brevedad posible para que se reúna en el mes de enero.

«Al adoptar estas medidas, el senado ha tenido ante los ojos la lei suprema de la salud pública. Salus populi suprema lex esto».

Salus populis suprema lex esto.

Era precisamente la misma máxima que invocaban los contrarios para justificar sus procedimien

tos.

Mas tarde, Camilo Henríquez juzgó con bastante imparcialidad la campaña emprendida por don José Miguel Carrera contra los españoles.

En el Ensayo acerca de las causas de los sucesos desastrosos de Chile, pasado al director de la República Arjentina don Cárlos María de Alvear en 1815, se espresa como sigue:

La única fuerza con que podía contenerse la invasión del jeneral Pareja, «era la que residía en la capital, formada por los ciudadanos Carreras contra el gusto del pueblo, que la juzgaba innecesaria i opresora. Sin esta pequeña fuerza, el enemigo no hubiera hallado la menor oposición. Ella consistía en el batallón de granaderos de mediocre disciplina militar, i en la guardia nacional aun sin disciplina. Desde las primeras operaciones, se palpó la inutilidad de las decantadas milicias de caballería, siempre insubordinadas, prontas a dispersarse e incapaces de avanzar en las acciones. De la sorpresa de Yerbas Buenas no se sacaron las posibles ventajas por el desorden de las tropas i mala comportación de los oficiales, nulidad de las milicias, i no haberse previsto las cosas de antemano. En la acción de San Carlos, no fue menor el desorden de la tropa i mala comportación de los oficiales subalternos: el cuadro enemigo no pudo romperse. El enemigo se retiró precipitadamente a Chillán, donde habría sido vencido si inmediatamente lo hubiéramos atacado, pues en San Carlos se burló de la misma fuerza con que debíamos atacarlo. El jeneral Carrera se dirijió a Concepción i Talcahuano, se apoderó de estas plazas, i en seguida de los ausilios i oficiales que enviaba al enemigo el virrei de Lima Abascal. Parece que debíamos nosotros haber ocupado i guarnecido la frontera, colocar los diferentes puestos militares en dirección de Santiago i dejar al enemigo encerrado en Chillán sin esperanza de ser ausiliado de parte alguna. En este período, la rapacidad de la tropa i su no enfrenada licencia, i la perversa comportación de algunos oficiales milicianos, obstinaron con sus violencias i rapiñas los ánimos de los pueblos de Penco. El sitio de Chillán en un rigoroso invierno fue tan intempestivo como infeliz: sus resultados fueron pérdidas,

atraso i desaliento. Ya desde entonces llovieron en el gobierno i senado quejas i delaciones contra la conducta i calidades militares del jeneral Carrera i acerca de la insubordinacion de uno de sus hermanos. El enemigo, por medio de libelos infamatorios esparcidos contra aquel jeneral, difundió i avivó artificiosamente los recelos i la desunión. Algunos juzgan que fue imprudente haber separado a Carrera del jeneralato. No puede negarse que era el único hombre de jenio i actividad que había; i es cierto que había reorganizado el ejército i acopiado los necesarios caudales; i que imperaba en el ánimo de las mejores tropas».

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