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se elevó al rango de lejisladora, i acabó siendo constituyente, con asentimiento de casi todos los diputados. Solo dos o tres protestaron contra este abuso i estuvieron firmes en su convicción, a pesar de los discursos que se pronunciaron por hombres de talento, especialmente por el célebre don Camilo Henríquez, alma de la revolución chilena, i ahora uno de los mas celosos promovedores de tamaña usurpación».

Es indudable que un diputado al congreso es un mandatario del pueblo, que debe ceñirse al encargo que se le ha confiado.

Una reunión de personas nombrada para un fin especial no tiene mas facultades que aquellas que le han sido conferidas.

Esa es la teoría, i esa debiera ser la práctica.

Sin embargo, don Bernardo O'Higgins trabajó secretamente para que la asamblea que debía limitarse a dictar una lei de elecciones, sancionase, no solo toda clase de leyes, sino la lei de las leyes, la lei fundamental.

El jefe supremo del estado trasmutó la convención preparatoria en definitiva, como el diestro prestidijitador que, mediante un artificio mas o menos burdo, convierte el agua en vino o una moneda de cobre en otra de plata u oro.

El vicepresidente de la cámara don Casimiro Albano fue su ayudante en esta obra.

¿Puede aseverarse lo mismo del secretario Camilo Henríquez?

Todos los amigos de este último a quienes he consultado sobre el particular, estaban persuadidos de que el publicista chileno procedió en este asunto guiado por su propia conciencia.

El diputado de Valdivia miraba con dolor que en Chile todo fuera precario i provisional.

Era preciso que por un medio cualquiera se saliera del caos en que el país se ajitaba desde 1810. No podía soportar que la república estuviese sujeta al beneplácito de un solo hombre o al capricho de la multitud.

Ni arbitrariedad arriba, ni anarquía abajo, era su divisa.

Había desenvuelto esta idea durante el gobierno de don José Miguel Carrera.

Véase lo que escribía el 12 de agosto de 1814: «¿Qué importa que un pueblo conozca sus derechos i haga ostentación del empeño de conservarlos si a cada paso se confunde la libertad con la licencia? Tal es nuestra situación, mientras no haya una lei que detalle las obligaciones de los ciudadanos, la forma, duración, poder i deberes del gobierno, su responsabilidad i la de los majistrados; una lei, en fin, que reglamente de un modo sólido la administración pública i aquel grande orden que fijará los verdaderos principios de la vida civil.

pueblo sin constitución es una asociación de hombres en quienes no se divisa otro enlace que el de aquellas relaciones mantenidas por la costumbre i espuestas continuamente a romperse con el choque de las pasiones. La América no ha tenido otro código constitucional que el que formaron, propiamente para neófitos, plumas que aun humeaban en la sangre de la conquista....

«Todo conspira imperiosamente para que se acelere el precioso momento en que Chile oiga la voz suspirada de una constitución. ¡Dichoso el gobierno bienhechor que realice esta dulce esperanza! La edad presente trasmitirá su memoria a la posteridad con aquel lenguaje de gratitud que hace inmortales a los héroes, adorable el nombre de lejisladores i envidiable la suerte de los pueblos».

Durante la dictadura de O'Higgins, Camilo Henríquez abrigaba las mismas ideas.

Se concibe entonces que aprovechara la primera coyuntura para realizarlas.

La urjencia del caso autorizaba, a su juício, que el mandatario especial se convirtiera en ajente oficioso.

Olvidaba que el poderdante estaba presente, i que podía i debía ser advertido para que enviara representantes lejítimos.

VIII

La lejión de mérito.--Convite dado por O'Higgins a don Joaquín Mosquera, ministro plenipotenciario de Colombia.-Discusión entre Camilo Henríquez i don Rafael Correa de Saa.-Discurso de Camilo Henríquez sobre el reglamento de comercio i tarifa. de aduana.

Por decreto fecha 1 de junio de 1817, don Bernardo O'Higgins había organizado una corporación titulada la lejión de mérito para premiar los grandes servicios prestados a la patria.

Sus miembros tenían una renta anual, un fuero privativo, honores, privilejios, una condecoración consistente en una estrella de plata u oro.

El 15 de junio de 1822, el fundador de la nueva orden reformó los estatutos, cuya aprobación recomendó a la cámara.

La institución que se quería aclimatar en nuestro suelo, tenía mucho de aristocrático i algo de grotesco.

La lejión de mérito importaba un ensayo tímido tendente a crear una especie de nobleza que rodease al director, el cual se había proclamado su jefe. Camilo Henríquez la rechazaba en jeneral, e impugnó en particular varios artículos del reglamento presentado.

Solo la aceptaba como una distinción honorífica;

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