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ejerce á veces sobre los mas claros talentos. Aplaudida con furor la Dame aux camelias por un público estragado, acaso le pareció admirable á Verdi, solo porque la veia tan aplaudida, sin considerar que en toda aquella falsa cuanto repugnante historia, no hay una sola situacion dramática, ni siquiera un solo efecto teatral. Una sociedad en que alborota la Dame aux camelias evidentemente está muy depravada ó muy enferma. Verdi, pues, pagó acaso un tributo á lo que en París llaman el entrainement de la opinion, ó como diríamos aqui, se dejó llevar de la corriente, poniendo en música la tisis, como Dumas hijo la habia puesto en prosa. Su obra, como era natural, disgustó en Italia, ha disgustado en Madrid, disgustará de seguro en esa capital, cuando llegue á ella, si llega,-¿y quién sabe? puede que guste en París, siquiera por lo insensato del libreto...

La influencia de éste sobre el efecto de las composiciones líricas es tan grande y tan evidente, que no se comprende cómo los maestros compositores no le dan en general mas importancia. Menos todavía se comprende que críticos de gran reputacion lleven la injusticia y la ligereza hasta el estremo que habrá vd. visto en un folletin ya atrasado (del 6 de enero, pero que recuerdo ahora porque viene á cuento), en que Mr. Delecluze juzga otra ópera de Verdi, y se ensaña indignamente con su libreto: hablo del Trovatore. Confieso á vd., mi buen sir Jorge, que desde que leí aquella irritante diatriba contra la celebrada produccion de mi paisano y amigo García Gutierrez, se la tenia guardada, como decimos por esta tierra, al Mr. Delecluze, y deseaba decirle cuatro verdades. Este escritor, cuya competencia en cuestiones musicales está generalmente reconocida, sostiene con razon que por grande que sea el talento de un compositor, siempre que escriba sobre un libreto malo, su obra perderá mucho por esto solo, y debo añadir que me parece excelente la teoría que establece en otro folletin suyo del mismo periódico (de 7 de febrero), con ocasion de analizar la ópera Gli Arabi nelle Gallie, del maestro Pacini; pero es el caso que en el apasionado é injusto exámen que hace del Trovatore, desmiente toda su teoria y se pone en manifiesta contradiccion consigo mismo. Por lo demas, no es fácil demostrarle su error, por cuanto parte, en mi juicio, de un supuesto falso, cual es el de que la música del Trovatore, aunque aplaudidisima en Italia, segun confiesa, no vale gran cosa, citando en prueba de ello, y esto es lo mas original, que en París ha gustado poco. La prueba no me parece concluyente: recuerde vd. que tambien la Norma del inmortal Bellini, fué recibida con bastante frialdad por los dilettanti de orillas del Sena. Cabalmente en el superior mérito dramático de la música del Trovatore veo yo el principal argumento en pro del mérito de su libreto: en los maestros de gran talento, la inspiracion está siempre á la altura de las situaciones dramáticas que se proponen interpretar. Les sucede lo mismo que á los actores: no hay actor bueno en un drama malo. La comprobacion mas completa que conozco de esta verdad, se encuentra en la Traviata. ¿Qué inspiracion puede producir al compositor músico aquella série de escenas triviales ó repugnantes, como ya he dicho, propias de una orgía ó de un hospital, acomodadas sin arte ni objeto siquiera? Para esta ópera debió reservar Mr. Delecluze su severidad tan intempestivamente aplicada á un drama al que, sean cuales fueren sus defectos, nadie en sana razon podrá negar caractéres vigorosos, interés, y sobre todo, situaciones muy dramáti cas, que el traductor Camarano ha conservado hábilmente. Esto último, las situaciones dramáticas, es lo esencial en un libreto de ópera; y esto que tanto abunda en el Trovador, es lo que absolutamente falta en la Dame aux camelias. Por eso, aunque obras de un mismo compositor, la que está sacada del drama español tiene gran colorido, y la que está sacada del drama francés, carece de todo ca

rácter: es una música, graciosa sin duda, en la que siempre se reconoce la mano del ilustre maestro, pero sin color ni sabor, como el original: en una palabra, sin inspiracion. ¿Cómo habian de inspirar á Verdi las vulgares aventuras de una mozuela tísica?... Convengo con Mr. Delecluze en que el drama del señor García Gutierrez es terrible, y á veces horrible, lo que ciertamente no me parece bien; pero nunca es necio, como el drama de Mr. Dumas hijo, y lo único de que las artes no pueden absolutamente sacar partido es de la necedad. Asi hemos visto como todo el genio de Verdi ha ido á estrellarse en la insulsa vulgaridad del argumento de la Dame aux camelias, al paso que ha sabido encontrar tesoros de inspiracion en los horrores del Trovador, como en los de Le roi s'amuse de Victor-Hugo, convertido en Rigoletto. Si Mr. Delecluze no ha visto esos tesoros, que tanto se han admirado en Italia y en España, cúlpese á sí mismo, pero no saque de su propia miopía una consecuencia desatinada, cual es suponer que la ópera vale poco (lo que no es verdad), porque el libreto sobre que está escrita excede en lo absurdo y en punto á escenas horribles, à todo lo »mas execrable que se ve en los peores melodramas». - «Admírome, añade, »de que el señor Verdi, que á mas de su talento de compositor, debe tener »un gusto delicado, haya podido decidirse á aceptar semejante galimatias».... Lo que a mí me admira y me indigna es que con esa ligereza, con esa injusti – cia sin igual, se escriba para un público tan ilustrado como el de París. Resta ver si el crítico de los Debates es tan severo con la Traviata como lo ha sido con Il Trovatore.

Un jóven poeta de quien ya dije á vd. en mi carta de 4 de enero que lleva dignamente un nombre célebre en nuestra moderna historia literaria, don Luis Mariano de Larra, nos ha dado este mes en el Príncipe, una graciosa y ligera comedia de costumbres contemporáneas, poco meditada en su argumento, bastante desaliñada en sus pormenores, pero que ha gustado y con razon: se titula El beso de Judas. Segun me han dicho, la ha escrito en pocas horas, en lo cual me parece que ha hecho mal. Ya recordará vd. la hermosa sentencia de Boileau:

Le temps n'épargne pas ce qui se fait sans lui.

Trátase de dos mugeres, que se hacen mil halagos, que se tratan una á otra como dos íntimas amigas y que con aquel juego ocultan su mútuo afan de robarse un novio. El pensamiento como vd. ve, es bueno: si el autor se hubiera tomado tiempo para desarrollarle, con el talento que indudablemente le adorna, y la gran práctica que aunque jóven, tiene ya de los recursos materiales del arte, de cierto hubiera hecho una obra duradera: la que nos ha dado, no pasa de ser una cosa bonita, mas con pocas condiciones de vida. Al escribir tan de prisa, mi jóven y querido amigo Larra se ha olvidado del conocido adagio francés: Noblesse oblige.

Mas condiciones literarias tiene el drama Echarse en brazos de Dios, que su autor el señor Navarro Villoslada ha sacado de su propia novela Doña Blanca de Navarra, una de nuestras pocas producciones contemporáneas, sino la única, que han merecido el honor de ser traducidas á la lengua de su pais de vd. Esta nueva obra dramática, cuyo pensamiento es altamente moral, ofrece el mérito de una versificacion castigadisima. En ella han sido muy aplaudidas las señoras Lamadrid y Buzon, y el señor Arjona.

Dos piececitas muy lindas se han estrenado tambien este mes en el Prínci pe: los Extremos, de un jóven que se anuncia con buenas disposiciones, el señor Perez Escriche, y El niño perdido, del ya acreditado don Luis Fernandez Guerra. En esta última está Arjona delicioso.

El teatro de la Cruz ha encontrado una viña con la refundicion que de su preciosa comedia de magia titulada Los polvos de la madre Celestina acaba de hacer el señor Hartzenbusch. Creo que con ella no la ha mejorado; pero le ha dado novedad y con decir á vd. que llena todas las noches el teatro, á pesar de la esterilidad de los tiempos, escuso añadir si habrá acertado á darle atractivos. Menos feliz la señora Avellaneda, no ha dado ninguno á sus dos piezas en un acto tituladas Simpatía y Antipatía y La hija del rey René, (lea vd. Renato, que es como debe decirse en castellano.)

Pocas y no buenas traducciones completan la cosecha dramática del mes que acaba de finar. Ya ve vd., amigo mio, que no sin razon le decia yo que mis cartas le ofrecerían escaso interés literario. Es absolutamente imposible que nuestro teatro deje de ir cada dia á menos: Vd. verá cómo llegan meses en que nada tenga que decirle en punto á novedades dramáticas, pues es de advertir que nos hallamos en la mejor estacion del año para el movimiento teatral, y que vamos á entrar en la peor. No sucede aqui como en esa tierra, donde las primeras sonrisas de la primavera vivifican los campos y los teatros: ya recuerda vd. lo que dice don Antonio en el Café, que las comedias como los besugos, valen más cuando hiela. Ahora no hiela, pero hace un frio muy regular, y nuestros teatros están poco menos que desiertos, excepto la Cruz, cuando da Los polvos de la madre Celestina. ¿Qué entusiasmo, qué fé han de tener nuestros poetas para escribir, faltándoles todo estímulo, hasta el de la curiosidad del público? Lo que asombra, es que haya todavía quien escriba, como no sea para su propio recreo, que es placer de ricos,-y aqui los ricos no escriben,ni leen,-con raras excepciones.

De Vd. siempre, etc.

4 de Marzo de 1855.

E. DE O.

DE LA INSTRUCCION PUBLICA EN ESPAÑA

(4)

PROGRESOS EN EUROPA.- POSTRACION DE LA INSTRUCCION PUBLICA

EN ESPAÑA Á PRINCIPIOS DEL SIGLO XVIII. ESFUERZOS PARA

MEJORARLA.

Mientras la Península ibérica permanecia en el estado de postracion. que acabo de bosquejar, ¡cuán diferente espectáculo presentaban las demas Laciones europeas, haciendo rapidísimos progresos en el camino de la civilizacion! Cuando la filosofía aristotélica se apoderó cual soberana del movimiento intelectual, no todos la comprendieron del modo erróneo que hemos visto, y no faltó quien interpretára mejor sus verdaderos principios. A las lucubraciones puramente abstractas y teológicas, supieron algunos reunir la ciencia experimental, naciendo de aqui una serie de hombres, cuya grande y noble inteligencia contribuyó poderosamente á que por fin triunfára en todos los dominios del saber humano la independencia del pensamiento. La contemplacion del mundo real y la generalizacion de las ideas, no solo necesitan descansar sobre una gran masa de observaciones, sino que han menester inteligencias ejercitadas y capaces de desentrañar cuanto esas observaciones en cierran. No es dable separar dos cosas que deben caminar juntas para el desarrollo progresivo de la humanidad: la conciencia de

(4) Véanse los dos números anteriores.

TOMO III.

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la libertad intelectual y los esfuerzos necesarios para llegar á descubrimientos nuevos en el ancho campo del Universo. Observacion, meditacion, hé aqui las dos bases sobre las cuales ha de estribar el vasto edificio de los conocimientos humanos, si no se quiere construir una torre deleznable ó un palacio mágico sin realidad alguna. Déjese sola á la observacion, y no recogerá más que hechos aislados, faltos de enlace entre sí, ó inhábiles para constituir una verdadera ciencia. Empléese únicamente la meditacion, y el entendimiento entregado á sí propio, sin guia en sus delirantes abstracciones, nada producirá que no sea sueño engañoso, origen de errores y demencia. Solo cuando la accion intelectual se ejerce en hechos que ha recogido la experiencia, es cuando se fabrica en terreno firme, y cuando la filosofía, tan lejos de despeñarse en el infecundo materialismo, como de perderse en un iluminismo absurdo, enseña verdades eternas, conduciendo al conocimiento del Universo y de las leyes que le rigen, ó revelándonos lo intimo de la naturaleza humana.

Esa distancia indestructible que media entre el pensamiento y el mundo real, las relaciones entre el alma que conoce y el objeto conocido, dividieron á los escolásticos mismos en dos escuelas célebres, los realistas y los nominalistas, que durante muchos años se hicieron cruda guerra; ejerciendo estas luchas una influencia incontestable en el establecimiento definitivo de las ciencias experimentales. Despues de muchas alternativas, los nominalistas acabaron por vencer; y en su antipatía por lo vago y la abstraccion, insistieron en la necesidad de apelar á la experiencia y de multiplicar los fundamentos sensibles de los conocimientos. Semejante disposicion de los ánimos debió ya favorecer, indirectamente al menos, el cultivo de la ciencia experimental; mas esta encontró nuevo apoyo cuando, reinando todavía los principios realistas, la literatura árabe se esparció por los pueblos occidentales, é hizo nacer en muchos viva aficion á la ciencia de la naturaleza, colocándola como antagonista de la teología que todo lo avasallaba. Asi se vió en los diversos períodos de la edad media prepararse poco a poco por vias tan contrarias como las del idealismo puro y de la experiencia, la grande obra de la regeneracion del mundo. Por una parte, los libres pensadores forman una série que empieza en Juan de Occam y Nicolás de Cusa, y se prolonga por medio de Ramus, Campanella y Jordan Bruno hasta Descartes; por otra, los naturalistas, médicos, alquimistas, y cuantos más o menos directamente se dedican á la ciencia experimental, producen à Alberto el Grande, Vicente de Bauvais, Arnaldo de Villanova, Van

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