Imágenes de páginas
PDF
EPUB

de ella, y besó una de sus manos. Gonzalo entretanto habia visto à su hermana sin sentido en los brazos del rey.

-¡Lúz! esclamó estendiendo sus brazos para recibirla.

Al eco de esta voz amiga, abrió la jóven los ojos y los fijó en el semblante del caballero.

-¡Hermano mio! murmuró con débil voz: ¿y nuestra madre? preguntó en segnida.

Pero don Fadrique llegaba ya, y la estrechó amorosamente contra

su seno.

-¡Al fin te veo, hija mia! esclamó el anciano con los ojos llenos de lágrimas: ¡si supieras cuánto he sufrido lejos de tí

→¡La hija de Luna! murmuró el rey: mas noble es, mas niña y mucho mas hermosa que doña Guiomar! y sus ojos se fijaron con amor en la pobre niña que habia estado á punto de matar pocos momentos

antes.

Comenzaba á volver en sí la reina, y Lúz iba á acercarse á ella, mas su padre la contuvo suavemente.

-Señor, dijo en voz baja y aproximándose al rey; prometedme que no direis jamás á nadie que el page Fernando era mi hija Lúz; y vosotros, caballeros, prosiguió volviéndose a los nobles, conceded me, os ruego, el mismo favor.

-¿Pero de que servirá esto cuando la han de ver aqui todos los dias? contestó el rey; y ademas ¿por qué ocultar todo lo que vale este ángel de paz?

-Nadie la verá, señor, contestó el de Luna, porque antes de amanecer tomaremos el camino de Aragon sin que mi Lúz deje su vestido

de page.

-¡Cómo, don Fadrique! ¿con que me dejais de nuevo? esclamó el rey con doloroso acento; ¿me dejais sin que pueda pagaros todo lo que os debo?

-Si algo vale el servicio que he tenido la dicha de hacer á V. A., señor, contestó don Fadrique, no`pido mas recompensa que el permiso para marchar.

-Idos, pues, dijo tristemente el rey; pero al menos, añadió bajando la voz, dejad á Lúz al lado de la reina.

-¡Imposible, señor! respondió con acento firme el anciano: he consentido en separarme de mi hija mientras sus servicios han hecho falta á mi bien hechora, continuó besando una mano de la reina, que recobrada ya, y comprendiendo lo que pasaba, le dió gracias con una dulce

sonrisa. Ahora, concluyó don Fadrique, no puedo consentir en alejarme de aqui sin mi Fernando.

-¡Cómo! esclamó doña Juana, ¿os le llevais?

-Si, señora; pero os dejo un buen amigo en el conde de Ledesma, dijo don Fadrique estrechando entre las suyas las manos de don Beltran; á no ser por él, hubiérais caido en manos de Villena antes de llegar yo. -Venid aqui, la Cueva, dijo el rey; desde hoy sois duque de Alburquerque, y os damos ademas los señoríos de Atienza y Roa. Quedad con Dios, don Fadrique, continuó dirigiéndose al anciano; adios, Gonzalo; ya que os obstinais en partir, no me opongo à vuestro deseo; pero jamás olvidaré que os debo mi corona y mi vida.

á

Inclináronse los Lunas, pero no besaron la mano del rey: para los nobles caballeros era un imposible amar ni respetar á aquel hombre: únicamente respetaban la corona que ceñia sus sienes.

-Adios, Fernando, prosiguió el rey tomando en las suyas las blancas y delicadas manos de doña Lúz: si alguna vez sufrís ó deseais algo, acordaos del rey de Castilla.

Despues besó la mano de la reina y salió de la estancia apoyado en el brazo de don Beltran, y seguido de todos los cortesanos.

IX.

SACRIFICIO.

Al rayar el dia siguiente, salió Beltran de la Cueva de su casa, y se dirigió á palacio; mas los Lunas habian partido ya, y no encontró de ellos otro rastro que esta carta escrita de mano de doña Lúz.

«Adios, conde: os he amado y os amo como á nadie en el mundo; pero amo mas que todo la ventura de la que salvó la vida de mi padre. Voy á encerrarme en el convento de Santa María, Y en él rogaré >>al cielo que os haga feliz.

LUZ.>>

Palideció el duque al leer esta carta, y ocultó el rostro entre las manos, permaneciendo largo rato en esta postura.

Aquel golpe cruel aniquiló para siempre sus facultades de amar: la

ambicion ocupó esclusivamente su alma, y volvió á fingir con la reina un cariño que ya no podia sentir.

Sus miras se cumplieron. Don Enrique, enteramente subyugado por él, lo elevó á la cumbre del poder, lo que no impidió que el inconstante monarca le aborreciese y desterrase un año mas tarde.

En cuanto á doña Juana, gracias al sublime sacrificio de su page, recobró la tranquilidad de su espíritu con la certeza de ser amada: aquclla pasion culpable en verdad, pero escusable por las circunstancias que la acompañaban, era toda la parte de ventura que Dios habia querido concederla en este mundo de dolor.

Lúz de Luna profesó al año de entrar en el convento: en el fondo de su alma y junto al amor de Dios, vivió siempre el recuerdo de don Beltran: quizás aquella pasion dolorosa alcanzó del Señor el perdon de los estravíos del conde de Ledesma; tal vez el largo martirio de la pobre jóven borró del libro de la justicia divina las culpas del favorito de la reina. ¡Felices aquellas que como Lúz lo alcancen! ¡Felices, si, por mucho que hayan sufrido!

Varias veces, al contemplar la blanca antorcha del firmamento cuyo nombre llevaba la hija de don Fadrique, se deslizaba una lágrima de las negras pupilas del conde, y sus labios murmuraban estas palabras: ¡Ruega al cielo por mí!....»

Y al mismo tiempo una jóven religiosa del convento de Santa Maria, fijaba sus azulados ojos en el astro de la noche, y decia en voz tan baja que se perdia en las auras perfumadas de su jardin: «¡Oh Dios de bondad! ¡hacedle feliz.... pero joh Dios piadoso! ¡no arranqueis mi recuerdo de su corazon!....>>

Antes de cumplir veinte años murió Lúz de Luna: las buenas religiosas la acostaron para que durmiese el sueño eterno en una urna de mármol rodeada de flores, y decian que todas las noches una paloma blanca venia a posar su vuelo sobre el sepulcro.

Era el alma de Lúz que venia á pedir al astro que la dió su nombre un recuerdo del poderoso duque de Alburquerque, proscrito ya y desterrado.

¡Alma bendita é inocente!!

TOMO III.

MARIA DEL PILAR SINUÉS Y NAVARRO,

SONETOS.

A DIOS.

No hay mas que Tú; la tierra, el firmamento, el sol que en anchos mares reverbera,

son, como el hombre y la creacion entera, ráfagas fugitivas de tu aliento.

De la nada se alzaron á tu acento mil mundos, publicando en su carrera, que otros mil y otros mil formar pudiera una palabra tuya, un pensamiento.

Dó quier contemplo tu insondable ciencia, velada en magestad y en amor puro, dando esperanzas al mortal proscrito,

Y me pasma, que abrace tu existencia lo que fué, lo presente, lo futuro, y aun mas allá.... lo eterno, lo infinito!

ETERNIDAD DE DIOS.

Cuando al lucir el postrimero dia, los astros en pavesas convertidos rueden, y el mar con hórridos bramidos al cáos torne en la region vacia:

Y, rota la ancha base dó yacia, la tierra, con sus ejes sacudidos, vagar se mire en átomos perdidos por espacios sin fin en noche umbría:

Y, ante un trono de luz, final sentencia escuchen de la vida ó de la muerte los restos de las tumbas animados:

El tiempo acabará, no la existencial del Dios que es inmortal y santo y fuerte sobre mundos y mundos consumados.

FRANCISCO RODRIGUEZ ZAPATA.

CRONICA LITERARIA.

The life of Mohammad from original sources. (La vida de Mahoma escrita sobre documentos originales) por A. Sprenger M. D. Allahabad.

Hay personages en la historia, que atendido el aumento progresivo de la ciencia y la insaciable curiosidad del público parecen destinados a sufrir cada diez años nuevo exámen, y ser nuevamente sometidos á las pacientes investigaciones del crítico y del filósofo: como si cada generacion sintiese la necesidad de analizar los hechos que constituyen la vida de aquellos y rectificar el juicio formado por las anteriores. Esta idea se nos ocurre naturalmente al ver que á pesar de los trabajos de Prideaux, Sale y Gagnier, y de las obras últimamente escritas por Mr. Caussin de Perceval y el Dr. Veil, cuyo Mohammed der Prophet parecia haber llenado completamente los deseos del público estudioso; á pesar del interesante y entretenido libro que sobre la vida del seudoprofeta ha dado últimamente á luz el señor Washington Irving, todavía se siente y admite la conveniencia de nuevos é importantes trabajos, asi como la necesidad de eruditas investigaciones acerca del carácter, hábitos y costumbres del célebre legislador de la Arabia.

Nacido Mahoma en un siglo de oscuridad, entre gentes cuya historia primitiva nos es poco conocida, y en un pais que, aunque celebrado por los antiguos, ha sido y es aun poco visitado de modernos viageros, su carrera presenta una série no interrumpida de maravillas y contradicciones. Vémosle buscar con fé y con ahinco la verdad, al paso que inculca á sus discípulos y predica á millones de gentes la mas solemne mentira; atormentado él mismo por la duda sabe con todo inspirar á otros una fé ciega é incontrastable en su propia infalibilidad. Falto de energía ó de ambicion para labrarse una posicion so

:

« AnteriorContinuar »