Imágenes de páginas
PDF
EPUB

cuales revelan la absoluta falta de conocimientos administrativos.

La instalacion del congreso de Chilpancingo, contra las espectativas de Morélos, vino a perjudicar a la unidad de accion que se buscaba, i que en efecto era tan necesaria. Las medidas militares propuestas por el jeneral en jefe eran discutidas en el congreso, de modo que en breve comenzaron a encontrar tropiezos en los celos i rivalidades que nacian en el seno de la corporacion. Morélos, sin embargo, acometió una empresa mui atrevida con que se proponia llevar a cabo la independencia mejicana. La importante ciudad de Valladolid estaba en poder de los españoles; i Morélos creyó que ocupándola quedaba en posicion de operar sobre las provincias del norte de Méjico i de caer mas tarde sobre la capital. Al efecto dió órden a los jefes de division que ocupaban la provincia de Puebla que se le reunieran para esta empresa, i él mismo se dirijió sobre Valladolid con el grueso de sus tropas.

El 23 de diciembre de 1813, emprendió el ataque de esta ciudad casi sin resultado alguno. La guarnicion que la defendia era sumamente débil, pero en la mañana siguiente llegaron a ella refuerzos considerables mandados por los jefes realistas Llano i don Agustin de Iturbide, tan famoso despues en la historia de Méjico. En el mismo dia empeñaron la batalla contra los insurjentes; i en esta vez tambien la organizacion de los realistas triunfó del mayor número de los insurrectos. La refriega duró hasta la noche; i en medio de la oscuridad, los cuerpos rebeldes se atacaban unos a otros, i se vieron precisados a retirarse precipitadamente perdiendo muchos cañones i un gran número de prisioneros. Morélos, desorientado por esta inesperada derrota, creyó que todavía podia resistir a los realistas en un lugar denominado Puruaran; pero allí fué atacado de nuevo el 5 de enero de 1814, i fué batido con pérdida de todo el resto de su artillería, 1,000 fusiles i 900 prisioneros. Los principales de éstos fueron fusilados en el mismo campo de batalla; pero Llano llevó consigo al cura don Mariano Matamoros, segundo de Morélos, para hacerlo enjuiciar en Valladolid. Inútiles fueron los esfuerzos de Morelos para salvar a su compañero del último suplicio; sus proposiciones para canjearlo por algunos centenares de prisioneros fueron desatendidas; i Matamoros fué ejecutado en Valladolid. En represalias de este atentado, Morélos hizo fusilar un consi derable número de prisioneros realistas.

El resultado de este gran desastre de los insurjentes fué el desprestijio casi completo del cura Morélos, i un gran decaimiento de la causa revolucionaria. Sin embargo, la guerra se continuó con resultados mas o ménos desfavorables para los rebeldes en las diversas provincias; pero los vencedores de Valladolid se estendieron fácilmente hácia el sur amenazando el congreso mejicano. Este cuerpo, que se veia obligado a trasladarse de un pueblo a otro segun las necesidades de la guerra, no habia descuidado sus deberes. Estando reunidos en Apatzingan, dictó el 22 de octubre de 1814 el primer código constitucional de la república mejicana. Los lejisladores habian tenido por norma de sus trabajos la constitucion española de 1812, pero la habian adaptado a la forma republicana, creando un poder ejecutivo compuesto de tres individuos nombrados por el congreso, de los cuales se renovaria uno cada año, debiendo los tres alternarse cada cuatro meses en la direccion de los negocios públicos. La constitucion, ademas, organizó la representacion nacional i la administracion de justicia. Entre los rebeldes figuraban algunos hombres de intelijencia i de luces, pero hasta entonces no se habia afiliado en sus banderas un núnero suficiente de hombres ilustrados para dar verdadera importancia a esta clase de trabajos.

La constitucion de Apatzingan fué aceptada en todas las provincias de Nueva España que ocupaban los insurjentes, pero no alcanzó a ponerse en vigor mas que en algunas de sus partes. En Méjico fué quemada solemnemente en la plaza pública i por la mano del verdugo el 27 de mayo de 1815, al mismo tiempo que la autoridad eclesiástica prohibia su lectura así como la de los otros papeles publicados por el congreso, bajo la pena de escomunion mayor.

Estas manifestaciones, sin embargo, no habrian tenido importancia alguna si la revolucion mejicana se hubiese hallado entonces en mejor pié. Desgraciadamente, no sucedia así, porque mientras los realistas recibian refuerzos de la península, los independientes se sentian cada dia mas faltos de recursos, i lo que era peor todavía, divididos entre sí por intrigas, por celos i por desconfianzas. El congreso temió que el territorio que ocupaba al sud de Valladolid pudiese caer en el momento ménos pensado en manos de los realistas, i creyó que debia trasladarse a algun punto de las provincias de Oajaca, Puebla o Veracruz, cuyos territorios, por haber sufrido ménos con la guerra, ofrecian recursos mas abundantes. Los diputados tambien pensaban que enten

[ocr errors]

diéndose con los jefes independientes que mandaban en aquellas provincias, podrian restablecer la concordia, i ademas recibir algunos ausilios de voluntarios que esperaban de los Estados-Unidos. En esta virtud, se dispuso todo para trasladarse a Tehuacan, en donde mandaba el coronel Mier i Teran..

La marcha del congreso ofrecia los mayores peligros por que tenia que atravesar un territorio cuyos pueblos estaban. ocupados i guarnecidos por los españoles. Morélos, sin embargo, se encargó de dirijir esta operacion, i en efecto emprendió la marcha con grandes precauciones para ocultar el rumbo que pensaba seguir. Calleja, mientras tanto, sabedor de aquel movimiento, habia despachado diversos cuerpos de tropas en persecucion del congreso. Uno de éstos, mandado por el coronel don Manuel Concha, sorprendió a a los patriotas el 5 de noviembre, i despues de una escaramuza, consiguió dispersar la retaguardia de la columna insurjente que mandaba en persona el cura Morélos. Este mismo cayó prisionero; i aunque algunos de sus soldados, fueron fusilados en el campo de batalla, a él se le llevó con grande aparato a Méjico para ser sometido a juicio.

1

Los realistas celebraron la prision de Morélos como el término de la desastrosa guerra que desde 1810 asolaba la Nueva España. El cura rebelde fué retenido en las cárceles de la inquisicion i sometido a un juicio eclesiástico ántes que se le juzgara por el delito de rebelion. Los inquisidores lo declararon "hereje formal, fautor de herejes, perseguidor i perturbador de la jerarquía eclesiástica, profanador de los santos sacramentos, traidor a Dios, al rei i al papa," i lo condenaron entre otras penas a la de reclusion perpétua en un presidio de Africa si alcanzaba el perdon de la vida por sus otros delitos. En virtud de esta sentencia, Morélos fué solemnemente degradado de sus insignias sacerdotales, i entregado a la justicia ordinaria. El infeliz prisionero manifestó en aquellas circunstancias toda la entereza de alma de que lo habia dotado el cielo; i bien seguro de que no se le perdonaria la vida, se abstuvo de comprometer a nadie en sus declaraciones, i se preparó para morir como cristiano. El congreso mejicano, reunido en Tehuacan, reclamó en vano su indulto amenazando al virei con tomar represalias. El 22 de diciembre de 1815, fué sacado de Méjico con una fuerte escolta, i conducido al pequeño pueblo de San-Cristóbal, a seis leguas al norte de la capital, i allí fué fusilado por la espalda como traidor al rei.

En Méjico, el virei hizo publicar una especie de declaracion, que se decia firmada por Morélos, en que se suponia que éste se retractaba de sus errores i manifestaba sus deseos de que se restableciera la paz en el vireinato. Aquella declaracion era simplemente una superchería destinada a producir un grande efecto entre los rebeldes por la influencia que las autoridades españolas atribuian a aquel jefe. Desde tiempo ántes habian puesto precio a la cabeza de Morélos, en la seguridad de que bastaba su captura o su muerte para poner término a la rebelion; i ahora querian aprovecharse de este último golpe para introducir el desaliento i la des-' confianza entre los insurjentes. I como se creyera que este embuste no era bastante eficaz, Calleja publicó el mismo dia de la ejecucion un bando de indulto por el cual perdonaba la vida a todos los sublevados que depusieran las armas. Esta medida estaba mucho mejor calculada que la supuesta retractacion de Morélos para restablecer la tranquilidad, en aquellos momentos en que los mismos insurrectos, divididos entre sí por rivalidades i desconfianzas, parecian cansados de una lucha tan larga, tan penosa i tan estéril (2).

CAPITULO V.

Independencia de Méjico; Iturbide.

Decaimiento de la revolucion de Méjico.--Ruiz de Apodaca toma el mando del vireinato.-Espedicion de Mina.-Pacificacion del vireinato.-Iturbide; plan de Iguala.-Deposicion del virei Ruiz de Apodaca.-O'Donojú; capitulacion de Córdoba.-Iturbide emperador.Caida de Iturbide.-Organizacion de la república federal; trájico fin de Iturbide.

(1815-1824)

DECAIMIENTO DE LA REVOLUCION DE MEJICO.-La ejecucion de Morélos precipitó la ruina de la revolucion. mejicana. Las rivalidades i el desconcierto que existian de tiempo atras entre los diversos jefes, se manifestaron en toda

(2) Para la relacion de los sucesos contenidos en este capítulo he seguido constantemente i como autoridad casi única, la prolija Historia de la revolucion de éico, por don Lúcas Alaman, si bien he tenido que compendiar estraordinariamente su minuciosa e interesante narracion, a punto de reducir a unas pocas pájinas la materia a que aquel autor de tina tres tomos i medio de 600 pájinas en 4. La obra de Alaman, que por la proli,idad de la investigacion i por la claridad de su método, puede considerarse un verda lero monumento histórico, se resiente, sin embargo, de un grave defecto. El autor no ha podido disimularse sus simpatías por la causa española.

su fuerza desde que faltó el hombre de prestijio superior que habia calmado en parte siquiera la irritacion de los ánimos. Los realistas mismos, por un hábil cambio de política, al paso que sostenian sus tropas para dar respeto a su autoridad, comenzaron a atraerse a sus enemigos con medidas conciliadoras.

El congreso mejicano, despues de la prision de Morélos, llegó a Tehuacan el 16 de noviembre de 1815 con el propósito de establecer su residencia en aquella ciudad. Gobernaba allí el coronel insurjente don Manuel de Mier i Teran, hombre prudente i honorable que sostenia hábilmente la causa de la revolucion en el territorio inmediato manteniendo al efecto algunas tropas bien disciplinadas i reclamando de los habitantes moderados ausilios pecuniarios para hacer frente a las necesidades del servicio. El congreso venia tambien fraccionado por las rivalidades i competencias entre sus miembros; i las tropas que lo acompañaban se hallaban ajitadas por estas violentas divisiones. En Tehuacan, estas dificultades se hicieron sentir en breve i de una manera alarmante. Un motin militar, dirijido al parecer por el coronel Mier i Teran, que despues le imprimió carácter al movimiento, dió por resultado la disolucion del congreso (15 de diciembre). Aquella corporacion habia perdido completamente su prestijio, de tal modo que sus órdenes eran desobedecidas de ordinario por los jefes de las diversas divisiones. La disolucion del congreso, i la corta detencion de sus miembros parecieron justificar la anarquía en que se hallaban los jefes mejicanos. Continuaron estos obrando sin union ni concierto, de tal manera que no fué difícil divisar la inmediata pacificacion del pais.

RUIZ DE APODACA TOMA EL MANDO DEL VIREINATO.-El virei Calleja habia recibido de España nuevos refuerzos de tropas, de tal modo que llegó a contar con un ejército de 39,000 hombres. Las operaciones de estas fuerzas, dirijidas en jeneral con toda actividad, marchaban rápidamente a la pacificacion del pais, cuando llegó a Méjico la noticia de un cambio importante en el personal de su gobierno decretado por la corte de España. El jeneral Calleja, a pesar de sus triunfos sobre los insurjentes, se habia hecho odioso a los mismos realistas, no tanto por su despotismo, como por los sacrificios pecuniarios que exijia para el sostenimiento de sus tropas. Se le acusaba de falta de pureza en la administracion de los fondos públicos; i se le atribuian la prolongacion de la guerra i los gastos considerables que

« AnteriorContinuar »