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paña. Desde entónces, libre de toda traba, la junta pudo dar un impulso mas sério a la revolucion. Desconoció oficialmente la autoridad del consejo de rejencia de España, declarando que no admitiria los empleados que nombrase aquella corporacion, i dirijió una circular a todas las provincias para recomendarles que enviaran a la capital sus representantes a fin de reunir un congreso i de organizar el gobierno provisorio.

La revolucion de Bogotá fué imitada en casi todas las provincias. Cartajena, Santa-Marta i muchos otros pueblos de menor importancia, instalaron tambien juntas gubernativas. Quito mismo, apesar de las sangrientas escenas del 2 de agosto, se sintió ajitado; i el conde Ruiz de Castilla tuvo que aceptar la instalacion de una junta bajo su presidencia (22 de setiembre), como el único medio de conservar la tranquilidad. Desde estos primeros pasos de la revolucion quedaron perfectamente diseñados los partidos que debian sostener la lucha, el español i el americano.

Pero la division comenzó a aparecer en breve entre los mismos revolucionarios. La junta de Cartajena, ya fuera movida de celos por la preponderancia de la de la capital, ya por un error político, publicó, el 19 de setiembre de 1810, un manifiesto en que invitaba a todas las provincias a la reunion de un congreso que debia reunirse no en Bogotá sino en Antioquía, i organizado bajo las bases del sistema federal. Este manifiesto estimuló i produjo la desunion no solo de las provincias sino de las ciudades en momentos en que era indispesable la unidad. Se creia jeneralmente en el vireinato que la España sucumbiria en su lucha contra los frauceses, i que por tanto la independencia nacional se conseguiria sin disparar un tiro. Por eso, en vez de reconcentrar sus esfuerzos para sostener la revolucion, los neo-granadinos se preocupaban ante todo de la nueva organizacion política que debian dar a aquel pais, i perdian un tiempo precioso en cuestiones inoportunas.

No se hicieron esperar los resultados de este error. Las provincias de Panamá i de Rió-Hacha, que no habian aceptado la revolucion, siguieron gobernadas segun el viejo réjimen. El gobernador de Popayan don Miguel Tacon, trató de disolver las juntas instaladas en su provincia; i fué necesario reunir tropas i batirlas militarmente. El gobernador de Santa-Marta, don Tomas Acosta, que habia quedado presi diendo la junta gubernativa, la disolvió el 22 de diciembre de 1810, apoyándose en la fuerza armada. En la misma

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ciudad de Cartajena se hizo sentir (4 de febrero de 1811) un movimiento reaccionario que fué reprimido en tiempo. Mientras tanto, habian llegado a Bogotá los representantes de seis provincias: las demas, halagadas con las ideas de federacion, no habian aceptado la convocatoria del congreso. Esos pocos diputados se reunieron (22 de diciembre de 1810); pero faltos de todo prestijio i desairados por la junta gubernativa, se vieron obligados a separarse. La junta, en efecto, notando que todas las provincias habian concentrado su administracion interior, pronuciándose por el sistema federal, quiso tambien darse una constitucion propia, con Ja esperanza de que su ejemplo seria imitado en otros puntos del vireinato i de que contribuiria a estrechar los vínculos de union. Reunió a los representantes elejidos por el pueblo en una asamblea que se llamó colejio constituyente. Allí se discutió un proyecto de constitucion que fué promulgado el 5 de abril de 1811. La provincia recibió el nombre de estado de Cundinamarca, que debia ser gobernado por un presidente i dos gobernadores mientras durase el cautiverio de Fernando VII, el cual, sin embargo, para ser reconocido por rei, tendria que traladarse a Santa Fe. Quedaba igualmente organizado el poder lejislativo en dós cámaras, i el judicial en un tribunal supremo. El presidente, elejido segun las dispo siciones de aquel código, fué don Jorje Lozano, hombre de talento i de merecida popularidad. Poco tiempo despues, la provincia de Mariquita se incoporó al estado de Cundinamarca i aceptó su constitucion.

En medio del desórden con que habia comenzado la revolucion neo-granadina, estimulando la desunion i el fraccio namiento de sua fuerzas, solo Bogotá babia previsto los futu ros peligros; i al paso que trataba de reunir todas las provincias, pedia a los Estados Unidos armas a fin de prevenirse para la guerra. Hizo mas todavía: la junta instalada en Caracas habia enviado un emisario para felicitar a la de Bogotá i fijar las bases de una alianza. Ese emisario, el canónigo don José Cortés Madariaga, celebró el 24 de mayo de 1811 un tratado de confederacion, por el cual Venezue Ja i Nueva Granada se garantizaban mutuamente la integridad de su territorio, debiendo fijarse mas adelante la capital de la confederacion. Este pacto, que entonces no fué reconocido por las otras provincias, fué el primer paso hácia la organizacion de la república de Colombia.

dado

CAMPAÑAS MILITARES EN EL SUR; FIN DE LA INSURRECCION DE QUITO. La guerra entre patriotas i realistas co

menzó en el sur, i dió por resultado la pacificacion de la provincia de Quito. En noviembre de 1810 habia llegado a Guayaquil el jefe de escuadra, don Joaquin de Molina, nombrado por la rejencia española presidente de Quito, en reemplazo del conde Ruiz de Castilla; i allí, ausiliado por el virei del Perú Abascal, reunió un cuerpo de tropas para tomar el mando. La junta de aquella ciudad habia formado tambien un ejército de 2,000 hombres, que puso bajos las órdenes de don Cárlos Montúfar, caballero quiteño a quien el consejo de rejencia instalado en Cádiz habia enviado a América con el título de comisario réjio para mantener la sumision de las colonias. La primera campaña de Monúfar contra el jeneral Molina no tuvo un resultado decisivo. Los rebeldes de Quito, a pesar de la impericia que siempre distingue a los ejércitos recien organizados, amenazaban concluir con las tropas realistas, cuando el jefe de éstas inició negociaciones para ganar tiempo a fin de engrosar i disciplinar sus fuerzas. (febrero de 1811).

La revolucion quiteña se encontró así aislada, i reducida a sus propios recursos. Mientras Molina la amenazaba por el sur, en el norte los realistas de Popayan le impedian comunicarse con el gobierno revolucion de Bogo. tá. Gorbernaba en la provincia de Popayan el teniente coronel español don Miguel Tacon, hombre de enerjia i de alguna intelijencia que no habia querido reconocer las nuevas autoridades. Los pobladores del valle del Cauca, bajo la direccion del doctor don Joaquin Caicedo, habian sin embargo organizado una junta de gobierno en Cali i se habian puesto sobre las armas para obrar contra Tacon; pero la lucha no habria tenido importancia sin los ausilios llegados de Bogotá. El coronel don Antonio Baraya, que los mandaba, batió a Tacon en Palacé (28 de marzo de 1811) i lo obligó a retirarse al territorio de Pasto, sometido entónces a la presidencia de Quito. La junta de Calí se trasladó inmediatamente a Popayan, reconociendo por jefe al doctor Caicedo.

Tacon pensaba resistir todavía a los revolucionarios en aquellos lugares. Con todo, mientras las tropas de Quito lo inquietaban por el sur, las fuerzas de Popayan, bajo las órdenes de Baraya i de Caicedo, lo atacaban por el norte. La lucha no se prolongó largo tiempo; Tacon, creyéndose impotente para sostenerse, se retiró a la costa de Chocó esperanzado en recibir auxilios del Perú i continuar la guerra en aquella rejion. Pasto fué ocupado por los quiteños

(22 de setiembre); i las comunicaciones de los patriotas quedaron por éntonces espeditas en esa parte del antiguo virei

nato.

A pesar de estas ventajas, la situacion de Quito era cada dia mas angustiada. Incomunicado con Guayaquil, donde mandaba el jeneral Molina, su industria sufria una absoJuta paralizacion. Los patriotas parecian vacilar; i la junta, queriendo poner término a las incertidumbres, reunió en su seno algunos otros miembros, tomó el nombre de congreso i proclamó la absoluta independencia del pais (11 de diciembre de 1811). Los revolucionarios pensaban que, despues de haber contraido este solemne compromiso nadie pensaria en volver atras. Aquel estado de cosas no se mejoró despues de esta declaracion: mientras los españoles doninaban en las provincias del sur i amenazaban a la capital, los patriotas sufrian en ella grandes privaciones i se haIlaban faltos de armas i de soldados para resistir la invasion. En Quito se hicieron sentir terribles ajitaciones: en una de ellas, el conde Ruiz de Castilla, el antiguo presidente de la provincia, tan odiado por los sucesos de agosto de 1810, que habia sido separado de la junta de gobierno (11 de octubre de 1811), i que desde entonces se hallaba retirado en un convento, fué estraido de allí por el pueblo, a causa de las sospechas que circulaban respecto a su participacion en los planes de los realistas. Ruiz de Castilla, sin embargo, no queriendo someterse a prision, trató de resistir con una escopeta, pero recibió dos heridas de puñal, i pereció pocos dias despues (15 de junio de 1812).

La irritacion creciente de los quiteños era causada en gran parte por los embarazos de su situacion. En las provincias del norte, los realistas fujitivos de Popayan habian sembrado las semillas de la guerra entre los habitantes semi-bárbaros de Patia i de Pasto; i éstos habian manifestado un tino singular i una grande audacia para combatir a los insurjentes. No solo se enseñorearon de los campos sino que intentaron un ataque contra la ciudad de Popayan (abril de 1812) en que fueron batidos; pero entónces volvieron sobre el-pueblo de Pasto, que ocuparon i que defendieron heróicamente contra las tropas de la junta de Popayan (julio de 1812).

En esa misma época, las operaciones militares de los realistas recibieron un poderoso impulso en la rejion del sur. El 9 de julio se recibió del mando de sus tropas el mariscal de campo don Toribio Montes, militar activo e impetuoso que venia de España nombrado presidente de Quito. El nuevo

gobernante alcanzó a reunir 2,000 hombres de tropa, i emprendió la campaña con toda resolucion. Los quiteños fueron batidos en Mocha (2 de setiembre); i aplicando un severo castigo a los rebeldes para producir el espanto, los vencedores llegaron hasta las puertas de Quito. El vencedor insurjente, don Cárlos Montúfar, opuso alguna resistencia (3 de noviembre); pero el siguiente dia, Móntes i los suyos penetraron en la ciudad que habian abandonado los enemigos. Una division realista, a las órdenes del coronel don Juan Sámano, mui célebre despues en el trascurso de la guerra, marchó al norte, en persecucion de los patriotas que se habian replegado hácia Ibarra, i despues de varios encuentros los dispersó completamente. Sámano, siguiendo las instrucciones del presidente Móntes, fusilaba en su marcha a los jefes insurjentes que hacia prisioneros. De este número fué el doctor Caicedo, que en la revolucion de Popayan habia desplegado talento i enerjía. Desde fines de 1812 la insurreccion de Quito quedó completamente vencida (1).

AJITACIONES INTERIORES EN NUEVA GRANADA.-La revolucion, neo-granadina no estaba inquietada solo por el sur. En las dos estremidades de la costa del antiguo vireinato, las autoridades españolas eran reconocidas. Desde diciembre de 1810, Santa-Marta se habia pronunciado por el viejo réjimen. En el occidente, Panamá no habia aceptado el cambio introducido por la revolucion. Sin embargo, en medio de los peligros de una situacion que podia considerarse precaria, los insurjentes parecian olvidados del enemigo comun para ocuparse de cuestiones domésticas i de darse una organizacion interior.

En Nueva Granada habian nacido las ideas de federacion casi con el movimiento revolucionario. Las juntas gubernativas organizadas en las diferentes provincias, i aun en muchas villas de poca importancia, deseaban conservar sus prerogativas de autonomía. El presidente Lozano, por su parte,

(1) He adelantado la narracion de los sucesos de la insurreccion de Quito, apartándome del órden cronolójico para facilitar la intelijencia de la revolucion neo-granadina que, como verá el lector, es sumamen te complicada. Aquellos sucesos, desligados hasta cierto punto de la historia del vireinato, han sido prolijamente espuestos por Restrepo en la historia ya citada; pero he consultado tambien un librito publicado en Quito en 1851 por el doctor Salazar con el título de Recuerdos de lo sucesos principales de la revolucion de Quito, desde el año de 1809 hasta e de 1814. Esta narracion, aunque nui imperfecta i confusa, con iene datos que no se hallan en otra parte.

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