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se embarcaron con el mistno rumbo el jeneral Mariño i otros venezolanos afectos a Bolívar.

TOMA DE CARTAJENA POR MORILLO.-El gobierno de Cartajena comprendió bien el peligro que lo amenazaba. Consumada la pacificacion de Venezuela, Morillo debia marchar sobre Nueva-Granada, i aquella plaza debia ser el pri mer punto de ataque de los espedicionarios españoles. Sin embargo, faltó todavía la union i el concierto entre los revolucionarios; al paso que la poblacion de los campos, cansada con los estragos de la guerra, parecia dispuesta en favor de los invasores. Cartajena era considerada la primera plaza fuerte de la América del sur. Provista de excelentes fortificaciones, poseia grande abundancia de cañones, pero le faltaban soldados i fusiles. Felizmente, una de la naves que habia empleado el gobierno de la plaza para hostilizar el comercio español, apresó uno de los trasportes de la espedicion de Morillo que marchaba a Panamá, i en él tomó 300 prisioneros, 2,000 fusiles i otros artículos de guerra. Pocos dias despues, el 30 de julio, el gobierno de Cartajena recibió de EstadosUnidos un refuerzo de 15,000 fusiles; pero en vez de pensar en formar un ejército considerable en el interior, guardó este armamento en la plaza.

Morillo, entretanto, llegó a Santa-Marta (22 de julio); i desde allí preparó la campaña contra Cartajena. Morales, el feroz caudillo de la guerra de Venezuela, marchó por tierra con la vanguardia española, cometiendo grandes atrocidades en su tránsito. El jeneral en jefe se dirijió a la plaza insurjente por mar, i el 20 de agosto desembarcó sus tropas en los alrededores i dió principio a las operaciones del sitio. Los defensores de Cartajena habian cometido una grande imprudencia que iba a serles fatal: a pesar de que sufrian escasez de provisiones, no solo dejaron en su recinto las bocas inútiles, sino que admitieron numerosas familias que huian de los invasores, las cuales iban a buscar un refujio en aquella plaza en vez de retirarse al interior.

El sitio de Cartajena es uno de los hechos mas memorables de la revolucion neo-granadina. Desde luego, todas las ventajas estuvieron de parte de los sitiadores. Los sitiados habian montado sesenta i seis cañones i reunido cerca de 3,600 soldados en su mayor parte desprovistos de disciplina. Morillo, a la cabeza de tropas mui superiores en número i calidad, estableció el bloqueo por tierra i por mar; i sabiendo que los sitiados estaban escasos de víveres, trató de inducirlos a la rendicion por medio de artificiosas proclamas. Un

ausilio de dinero que remitia el gobierno federal, cayó en poder de los realistas: los sitiados adquirieron en breve el convencimiento de que no podian recibir socorros ni del interior ni del esterior, al mismo tiempo que comenzaban a esperimentar las miserias de su situacion; sin embargo, se mantuvieron en la resolucion de resistir hasta el último momento.

En esos mismos instantes, la anarquía se hizo sentir en el recinto de la plaza sitiada. El jefe de las tropas, Castillo, acusado de flojedad i de inercia en la direccion de la defensa, tuvo que dejar el mando al jeneral Bermúdez (17 de octu bre), en cuyas manos la situacion no mejoró. El hambre i la peste comenzaron desde luego a hacer estragos entre los defensores de la ciudad, i particularmente entre los ancianos i los niños. Gran parte de la poblacion se alimentaba con carne de caballos, burros, perros, gatos i hasta de ratones; pero en medio de tan estremada miseria, nadie habló de rendirse a los españoles, que estaban precedidos por la fama de sus crueldades, i porque todo el mundo esperaba ausilios de afuera. Sin embargo, los ausilios no pudieron llegar del interior; i las naves que remitian de Jamaica los comisionados del gobierno, tenian que burlar con grandes dificultades la vijilancia de los cruceros españoles. Morillo, ademas, comenzó el bombardeo de la plaza desde el 25 de octubre, i aun intentó varios ataques con que consiguió ventajas parciales, sin doblegar el espíritu de los cartajeneros. En su desesperacion, despacharon emisarios cerca del gobernador ingles de Jamaica con encargo de ofrecerle someter la provincia a la dependencia del gobierno británico. Desechada esta propuesta por el gobernador ingles, que no tenia instrucciones para entrar en negociaciones de esta naturaleza, los sitiados se resolvieron a defenderse hasta el último trance; pero las hostilidades del enemigo no hacian entre ellos males tan considerables como el hambre i la peste. La falta de alimentos produjo todos sus horribles males desde mediados de noviembre. Los soldados morian de hambre en sus puestos: las calles estaban sembradas de cadáveres o cubiertas de hombresi mujeres de aspecto macilentó i enfermizo. En los hospitales se hallaban amontonados los moribundos sin mas esperanza que la muerte, porque faltaban las medicinas i los víveres. A principios de diciembre, el número de las personas muertas cada dia de hambre i de miseria en las calles, llegó a 300: se calcula que un tercio de la poblacion (6,000 hombres) pereció de esta manera. A pesar de todo, los cartajeneros prolongaron la defensa de la plaza con un valor desesperado; i cuando cono

cieron que no podian resistir mas tiempo al enemigo, se prepararon a evacuarla. En la noche del 5 de diciembre, los defensores de Cartajena, reducidos a poco mas de 2,000 personas, se embarcaron en trece buques, que se alejaron con gran peligro de aquel sitio de dolor i desolacion. Los españo. les, desde sus baterías i sus naves, hicieron todavía grandes males a los fujitivos; i el hambre i las desgracias durante la navegacion, continuaron su obra de esterminio. Solo 600 hombres encontraron un asilo en la república de Haití. Así terminó el sitio de Cartajena, despues de 108 dias de resistencia, que costaba a los españoles la pérdida de cerca de 3,000 hombres. El rei premió la conducta de Morillo dándole el título de conde de Cartajena.

La ocupacion de la ciudad fué seguida de las mas atroces venganzas. El jeneral Moráles, que mandaba la vanguardia española, promulgó un bando ofreciendo indulto a todos los insurjentes que se presentasen voluntariamente; i luego hizo degollar en la ribera del mar a los ancianos, mujeres i niños, en número de 400 personas, que habian creido en la sinceridad de sus promesas. Los fujitivos de Cartajena que cayeron prisioneros en otros puntos, corrieron una suerte idéntica, de tal modo que las primeras operaciones del ejército pacificador en la Nueva-Granada fueron marcadas por arroyos de sangre, que iban a convertirse en breve en verdaderos to

rrentes.

PACIFICACION DE LA NUEVA-GRANADA.-La toma de Cartajena por Morillo fué un rudo golpe para la revolucion neo-granadina. Desde que ese jefe se presentó en el territorio del antiguo vireinato, los realistas de la capital prepararon una revolucion que fué descubierta a tiempo. Poco despues comenzaron a llegar por el lado del oriente las divisiones del ejército que acababa de someter a Venezuela. El coronel Calzada, a la cabeza de 2,400 hombres, habia avanzado en persecucion de Urdaneta. Los patriotas de Casanare, mandados por el jeneral don Joaquin Ricaurte, obtuvieron sobre los invasores una señalada ventaja en Chire (31 de octubre); pero despues de ella, Calzada siguió su marcha a la provin cia de Tunja, donde se le opuso una resistencia desordenada e infructuosa.

El congreso jeneral se alarmó seriamente al saber los progresos de los realistas. Creyendo que la junta gubernativa no poseia la suficiente unidad de accion para rechazar al enemi go en aquellos momentos supremos, acordó reconcentrar el poder en una sola mano, i elijió al doctor don Camilo Torres

para el cargo de jefe supremo del estado, con el título de presidente de las provincias unidas, por un período de seis ineses. Torres, a pesar de que aceptaba el poder con gran repugnancia por creerse impotente para conjurar la tempestad, fué investido de facultades estraordinarias para tratar con et enemigo. Quedó igualmente constituido un consejo de estado, con quien debia consultarse. García Robira, que habia sido miembro de la junta ejecutiva, obtuvo el mando de un cuerpo de tropas que se denominó ejército de reserva.

Pero ya era demasiado tarde para impedir la ruina de la revolucion. Los independientes no pudieron reunir los recursos necesarios para rechazar a los invasores. Calzada obtuvo en breve (25 de noviembre) sobre el jeneral Urdaneta otra victoria en Chitagá, que le dejó espedito el cainino de Pamplona, El dia siguiente, los realistas ocuparon esta ciudad; i avanzando en seguida hácia el occidente, alcanzaron luego nuevas ventajas. El 22 de febrero de 1816, García Robira fué derrotado en Cachirí por las tropas de Calzada. Despues de esta batalla, los vencedores habrian podido llegar hasta Santa Fé de Bogotá; pero Morillo, que queria que to case a un oficial de su espedicion el honor de ocupar la capital del vireinato, dispuso que aquel demorase su marcha hasta. que se le reuniese el coronel español don Miguel La-Torre. Los jefes de la espedicion, animados por el mas injustificable orgullo, parecian interesados en formentar la desunion entre los soldados españoles i los criollos que en defensa del rei, habian consumado la pacificacion de Venezuela.

Estos descalabros, como era natural, fueron el orijen de apasionadas acusaciones al gobierno revolucionario. El presidente Torres renunció el mando, i en su lugar fué nombrado por el congreso (14 de marzo) el doctor don José Fernandez Madrid, poeta justamente célebre i uno de los mas distingui dos oradores del congreso. Madrid, patriota vehemente i entusiasta, no poseia ni el tino ni la enerjía que reclamaban las circunstancias. Confió el mando de los últimos restos de las tropas a un coronel frances apellidado Serviez, propuso un plan de campaña que consistia en abandonat la capital i preparar la resistencia en el sur del territorio, i luego inició las negociaciones con el enemigo.

Las armas insurjentes no eran entónces mas felices en otros puntos. Una columna realista mandada por el teniente coronel don Julian Bayer habia salido de Cartajena en el mes de diciembre; i penetrando por el rio Atrato, que va a desembocar en el golfo de Darien, invadió la provincia del Chocó,

Despues de varios combates de resultado mas o ménos próspero, Bayer ocupó a Popayan (fines de junio de 1816) i se puso en comunicacion con los realistas de Quito, que por el impulso que les laba el presidente Montes, i bajo el mando del activo jeneral Sámano, habian avanzado victoriosos por aquella parte para consumar la pacificacion del vireinato.

En esa época ya los españoles gobernaban tranquilamente en la capital. El 5 de mayo, Madrid, Serviez i muchos otros jefes evacuaron la ciudad, conduciendo un cuerpo de tropas, que en breve comenzó a dispersarse. La-Torre entró a Bogotá el dia siguiente, i se inició en el gobierno con la publicacion de un bando en que ofrecia ámplio indulto a los patriotas que depusieran las armas i que volvieran a sus ocupaciones habituales. La poblacion se manifestaba bien dispuesta en favor de los españoles que terminaban la guerra de aquel modo, cuando llegó Morillo a la capital (26 de mayo). Su presencia iba a cambiar radicalmente aquel estado de cosas.

Despues de la ocupacion de Cartajena, i de haber dispues to el fusilamiento del jeneral Castillo i de siete de los mas importantes prisioneros, Morillo se habia dirijido a Mompox, a orillas del Magdalena, en marcha para la capital. Allí hizo ahorcar a otros patriotas, llevando su furor hasta hacer decapitar el cadáver del teniente coronel don Fernando Caraba ños, que falleció en un calobozo momentos ántes de la ejecucion. Sus subalternos repitieron estos actos en otros puntos. Al saber la ocupacion de la capital, encargó a La-Torre (22 de mayo) que apresara a los patriotas mas comprometidos; i cuatro dias despues, cuando el mismo Morillo entró a la ciudad, se cumplieron estas órdenes con todo rigor. Las cárceles fueron estrechas para encerrar los presos, i fué necesario habilitar al efecto dos conventos. Morillo se negó obstinadamente a recibir a nadie, para no oir solicitudes de los patriotas, i pasaba el dia entero ocupado en leer los documentos oficiales del gobierno revolucionario que habian quedado abandonados, para rastrear en ellos la culpabilidad de los insurjentes.

Para desembarazarse de aquellos oficiales que se habian manifestado dispuestos a seguir una política conciliadora, Morillo hizo salir de la capital con comisiones militares a los coroneles Calzada i La Torre. En seguida anuló el indulto promulgado por el segundo de esos militares, i publicó otro tan lleno de restricciones, que todos los patriotas se consi deraron escluidos de él. Entónces organizó un consejo de guerra permanente, institucion que luego se jeneralizó en otras provincias, encargado de juzgar a los autores de la re

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