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efecto, el 1.° de enero de 1809, mientras se hacia la eleccion en el cabildo, se presentaron algunos cuerpos de tropas en la plaza mayor de Buenos-Aries pidiendo a gritos la deposicion de Liniers. El cabildo, en donde los españoles tenian mayoría, pasó al palacio a intimar a Liniers que dejara el mando. El obispo Lue i Alzaga dirijian el movimiento. El virei, creyéndose impotente para resistir, ofreció su dimision a condición de que no se formase junta de gobierno, sinó que el mando pasase al oficial de mas alto rango. Pero los patrio tas habian salido de su sorpresa i estaban resueltos a impedir que se consumase aquella revolucion. Los jefes de las mili cias nacionales habian reunido sus cuerpos i acudido tambien con ellos a la plaza mayor; i uno de los comandantes, don Cornelio Saavedra, penetrá en el palacio i anunció al virei en nombre de sus compañeros que las tropas estaban dicididas a sostenerlo. La revolucion quedó desconcertada: Liniers cobró ánimo i mandó disolver la reunion de los facciosos. En seguida apresó a Alzaga i a cuatro de los miembros del cabildo i los desterró al puerto de Patagones.

Los planes de los españoles, en que Elio i la junta de Montevideo habian tomado una parte principal, quedaron así desbaratados. Elio, sin embargo, mandó un buque de guerra a Patagones para sacar los presos i esperó confiado la resolucion del gobierno de la península. En efecto, la junta central, que acababa de instalarse en España, predispuesta contra Liniers por los informes de Elio i deseando impedir todo movimiento revolucionario en el vireinato de la Plata, confió el mando de éste al teniente jeneral de marina don Baltasar Hidalgo de Cisneros, que se habia destinguido en el combate de Trafalgar. El nuevo virei llegó a Montevideo a principios de julio de 1809. Temiendo que Liniers se negara a entregarle el mando, Cisneros reunió las fuerzas que halló en aquella plaza, i desde allí despachó a Buenos-Aires con el título de gobernador político i militar, al jeneral don Vicente Nieto, i dispuso que Liniers i las principales autori dades pasaran a recibirlo a la Banda Oriental. Contra las esperanzas i los consejos de los patriotas, Liniers no opuso resistencia alguna a esta órden, i entregó dócilmente el man. do a su sucesor. Cisneros hizo su entrada solemne en Bue. nos-Aires el 30 de julio de 1809.

SUBLEVACION DE CHÁRCAS I DE LA PAZ.-En esa época, la revolucion habia estallado en las provincias mas apartadas del vireinato de la Plata. La presidencia de Chárcas se hallaba gobernada en 1809 por el teniente jeneral don

Ramon García Leon de Pizarro, cuando pasó por aquella provincia el comisionado español, jeneral Goyeneche, en viaje para el Perú. Goyeneche no tenia hasta entonces mas que una idea fija, i ésta era de que sus compatriotas, los americanos, debian vivir sometidos a la servidumbre. Al partir de España, habia recibido en Madrid del mariscal frances Murat el encargo de coadyuvar al reconocimiento de la dominacion francesa. En Sevilla, la junta instalada allí para sostener la independencia española, le confió la comision de sostener en América los derechos de Fernando VII. Finalmente, al pasar por Rio Janeiro, Goyeneche recibió de la infanta doña Carlota Joaquina, nuevas instrucciones para sostener sus derechos al gobierno de la América. El comisario español carecia del discernimiento indispensable para trazarse una línea fija de conducta. En Montevideo fué partidario de la junta de Sevilla, i autorizó la rebelion de Elio contra Liniers, fomentando así el desprestijio de las autoridades en una época en que tanto les convenia conservarlo. En Chárcas se manifestó inclinado por la infanta doña Carlota, i despues de una corta permanencia, siguió su viaje a Lima.

El presidente Pizarro se inclinó igualmente por la princesa del Brasil; pero deseando salvar su responsabilidad, pidió informe a la universidad de Cháreas sobre lo que debia hacer. Aquella corporacion se pronunció abiertamente en contra de las pretensiones de la infanta, empleando al efecto palabras duras contra los que pretendieran desconocer los derechos de Fernan do VII. Este fué el orijen de una imprevista ajitacion política en aquella ciudad. El presidente, temiendo que de alli pudieran resultar mayores embarazos, ordenó el 25 de mayo de 1809, la prision de los doctores don Manuel i don Jaime Zudañez, el primero de los cuales era síndico procurador de la universidad i el segundo redactor del acta de aquella corporacion que habia estimulado el descontento. Solo el último fué llevado a la cárcel.

El pueblo de Chárcas, mal dispuesto de antemano contra el presidente Pizarro, no quiso tolerar este golpe de autoridad. El mismo dia 25 de mayo tocó a rebato con las campanas de las iglesias, i armado de cualquier modo, atacó el palacio del presidente arrollando la guardia despues de una hora de lucha. El jeneral Pizarro fué reducido a prision: en su reemplazo, se confió el gobierno civil al oidor decano de la real audiencia, i el militar al coronel dou Juan Antonio Alvarez de Arenáles, español de nacimiento establecido en América desde muchos años atras i que prestó importantes

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servicios a la causa de la revolucion de la independencia. Los revolucionarios habian consumado aquel movimiento en nombre de Fernando VII; pero a la sombra de aquella aparente lealtad, abrigaban el pensamiento de la emancipacion. Con el objeto de propagar esta doctrina, despacharon diversos ajentes a varias provincias. Uno de ellos fué el doctor don Bernardo Monteagudo, tan célebre más tarde en los fas tos de la revolucion americana.

La revolucion de Chárcas no fué segundada en todas las provincias. El intendente de Potosí, don Francisco de Pauia Sanz se preparó para combatirla; pero el vecindario de la ciudad de la Paz, apoyándose en un batallon de milicias, atacó a las tropas de línea, depuso las autoridades españolas i formó una junta de gobierno compuesta de revolucionarios audaces, cuyas opiniones estaban de manifiesto en sus propias proclamas. Hasta aquí, decian, hemos tolerado una. especie de destierro en el seno mismo de nuestra patria; hemos visto con indiferencia por mas de tres siglos, sometida nuestra primitiva libertad al despotismo i tiranía de un usurpador injusto, que degradándonos de la especie humana, nos ha reputado por salvajes i mirado como esclavos, etc. Ya es tiempo de sacudir tan funesto yugo... .... Ya es tiempo de organizar un sistema nuevo de gobierno, fundado en los intereses de nuestra patria......Ya es tiempo, en fin, de levantar el estandarte de la libertad en estas desgraciadas colonias, adquiridas sin el menor título, i conservadas con la mayor injusticia i tiranía. La junta organizó una columna de tropas para sostener los principios que proclamaba, pero solo pudo disponer de 800 fusiles i de 11 piezas de artilleria.

La noticia de la revolucion ocurrida en la presidencia de Chárcas, o en el Alto Perú, como entonces se denominaba aquel territorio, voló con gran rapidez. En Buenos-Aires, el virei Cisneros equipó apresuradamente una columna de 1,000 hombres que hizo marchar sobre Chuquisaca a las órdenes del jeneral Nieto (2). El virei del Perú, don José Fernando de Abascal no desplegó nenor celo para reprimir la insurreccion. Habia nombrado al jeneral Goyeneche presidente interino del Cuzco (3); i a éste le dió encargo de que

(2) Como hemos dicho en otra parte, la capital de la provincia de Charcas era conocida tambien con el nombre de Chárcas, de Chuquisaca i de la Plata, i hoi tiene el nombre de Sucre.

(3) Con motivo de la creación de la real audiencia del Cuzco en 1787, el territorio sometido a su autoridad fué elevado a presidencia dependiente del virei del Perú, así como la presidencia de Quito dependia del virei de Nueva-Granada, i la de Chárcas del virci de Buenos-Aires.

reuniera toda las milicias de las provincias del sur del Perú i marchase sobre los rebeldes de la Paz. Goyeneche formó un ejército de 5,000 hombres con que se puso en marcha para el sur; pero ántes de principiar las operaciones militares, comenzó por estimular la desercion entre los sublevados, enviando frecuentes emisarios con el pretesto de entablar negociaciones pacíficas.

En efecto, luego se hicieron sentir los primeros síntomas de reaccion en la ciudad de la Paz. La junta se disolvió, i en sú lugar tomó el mando político i militar don Pedro Domingo Murillo, osado revolucionario que desplegó un carácter notable en aquellos momentos. Pero, todo hacia prever que la revolucion seria sofocada en breve, pues la reaccion se habia manifestado de una manera alarmante. Murillo, sin embar go, esperó resueltamente a Goyeneche en la inmediaciones de la Paz. La batalla tuvo lugar el 25 de octubre de 1809; i en ella alcanzó la victoria el mayor número. Una division del ejército peruano, mandada por el coronel don Domingo Tristan, derrotó igualmente otras fuerzas revolucionarias. A los triunfos de Goyeneche se siguieron los castigos i venganzas. Hasta marzo de 1810, fueron sucesivamente condenados ochenta i seis individuos, unos a la horca, otros a garrote i los mas a presidio o a destierro, pero todos sufrieron la confiscacion de bienes. La insurreccion de la Paz fué sofocada con horrible ferocidad.

Mientras tanto, la insurreccion de Chárcas habia sido dominada igualmente por las tropas de Buenos Aires. El jeneral Nieto penetró hasta el Alto Perú sin resistencia alguna, i el 21 de diciembre de 1809 ocupó la ciudad de Chuquisaca. Los revolucionarios, aterrorizados con el trájico fin de los rebeldes de la Paz, se rindieron a Nieto, i fueron reducidos a prision i sometidos a juicio, junto con los oidores de la audiencia, a quienes se atribuia gran participacion en el movi miento. Como en aquella ciudad los revolucionarios no habian dejado entrever propósito alguno de independencia, los vencedores se manifestaron mucho mas induljentes, contentándose con mantener en prision o deportar a diversos lugares a los autores de la revolucion del 25 de mayo de 1809 (4).

(4) La sublevacion de Chárcas, que constituye el primer acto de la revolucion hispano-americana, ha sido mui imperfectamente narrada por los historiadores españoles García Camba i Torrente, i hasta por el virei Abascal en una esposicion de su conducta mientras rijió el Perú. Sin embargo, he consultado esas autoridades comparándolas con algu

REVOLUCION DEL 25 DE MAYO DE 1810; INSTALACION DE UNA JUNTA DE GOBIERNO:-Cuando la revolucionera sofocada en el Alto Perú, renacia con mayor vigor i consistencia en la capital del vireinato. La situacion de Cisneros habia ido complicándose rápidamente desde que tomó las riendas del gobierno; i la opinion se preparaba para un cambio radical que parecia próximo.

El virei pasó los primeros meses de su administracion en arreglos interiores, reorganizó las milicias i mandó suspender el proceso que se seguia a los autores de la revolucion' del 1. de enero de 1809. Comprendiendo los males que aquejaban a aquel pais por causa del monopolio que existia en el comercio, Cisneros, despues de oir los pareceres mas carac terizados, decretó la libertad comercial como una medida transitoria, i hasta que la España se viera libre de la guerra contra los franceses i pudiera seguir surtiendo los mercados de sus colonias. Pero, mientras aquel alto funcionario estaba ocupado en estos trabajos, la revolucion arjentina na. cía en las reuniones de los criollos que mas, se habian distinguido en la lucha contra los ingleses. Las noticias de España que llegaban a Buenos-Aires desde 1808, daban motivo a los proyectos de un cambio gubernativo. En las elecciones de cabildantes que tuvieron lugar el 1.° de enero de 1809, lo's patriotas habian alcanzado a equilibrar la influencia española en el ayuntamiento, llevando a él los miembros necesarios para contar con la mitad de los votos.

A mediados de mayo llegó al rio de la Plata una noticia' que debia ser fatal a la dominacion española. La junta central que gobernaba en la peninsula desde Sevilla, habia sido disuelta: los ejércitos franceses, vencedores en todas partes, habian penetrado en las Andalucias i parecian dispuestos i consumar la sumision completa de España. El virei conociendo la impresion que esa noticia habia producido en Buenos-Aires, creyó conveniente exitar la fidelidad de sus gobernados por medio de una proclama que hizo circular el 18 de aquel mes. En ella enunciaba la idea de establecer una representacion de la soberanía real en América, de acuerdo con los demas vireyes, i concluia pidiendo el apoyo de los

nos documentos publicados en diversas épocas i con lo que acerca de ella ha consignado don Manuel José Cortes en su Ensayo sobre la historia de Bolivia, Sucre 1861, i don Manuel Maria Urcullo en una obrita anonima que dió a luz en Sucre con el título de Apuntes para la historia de "Bolivia,

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