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video una capitulacion que éstos aceptaron en el momento (20 de junio). La guarnicion debia salir con los honores de la guerra, entregar sus armas i ser enviada a España. El 22 de junio, Alvear ocupó a Montevideo como vencedor, i en nombre del gobierno de Buenos-Aires tomó posesion de 300 cañones i de 8,000 fusiles que habia en la plaza, i de todos los buques españoles que quedaban en el rio de la Plata. Cinco dias despues Alvear derrotó las fuerzas rebeldes de Artigas i redujo a éste a someterse al gobierno nacional cuya autoridad habia desconocido.

CRÍTICA SITUACION DE LA REVOLUCION ARJENTINA; AZARES DE LA CAMPAÑA DEL ALTO PERÚ.--La ocupacion de Montevideo por las tropas rebeldes no podia dejar de ejercer una grande influencia en la suerte de la revolucion. Pero en esos mismos momentos se hallaba amenazada por grandes peligros dentro i fuera del territorio arjentino. En España, Fernando VII, restablecido al trono en ese mismo año, preparaba un ejército poderoso contra el vireinato de la Plata, En algunas provincias comenzaba a asomar el espíritu de federacion instigado por la rebelion encabezada por Artigas en el territorio oriental. En el Alto-Perú, el jeneral Pezuela habia avanzado hasta Salta i amenazaba la revolucion por aquel lado. Agréguese a esto que en esa misma época la revolucion americana sucumbia tristemente en Méjico, en Chile, en Venezuela i en Nueva-Granada.

El gobierno arjentino hizo frente a estos peligros con toda resolucion. Despachó a Europa una mision diplomática compuesta de don Bernardino Rivadavia, de don Manuel Sarratea i de don Manuel Belgrano con instrucciones de negociar en cualquiera de las cortes europeas un tratado que garantizase la independencia arjentina bajo el protectorado de algunas de las grandes potencias. Los plenipotenciarios tenian poder hasta para presentarse en Españĩa i para pedir al rei el nombramiento de un monarca de la casa de Borbon que viniese a rejir las provincias arjentinas. Esta mision, concebida bajo un pensamiento que desnaturalizaba la tendencia republicana i democrática de la revolucion americana, no produjo resultado alguno; pero Fernando VII, cambiando de determinacion, envió a Venezuela i Nueva Granada el ejército que, bajo las órdenes del jeneral Morillo, habia destinado al principio contra las provincias arjentinas.

En el Alto-Perú, los españoles se ostentaban vencedores. Los patriotas, batidos en Vilcapujio i en Ayouma, se habiau replegado a Tucuman dejando las provincias del norte en

poder del enemigo. Las tropas de Pezuela avanzaron sin dificultad hasta Salta; i allí mismo se disponian a marchar hácia el sur. El gobierno de Buenos-Aires, alarmado à la vista de tamaños peligros, habia noinbrado jeneral en jefe del ejército del Alto-Perú al coronel don José de San-Martin, que ya se habia ilustrado con el triunfo de San Lorenzo.

San Martin se presentó en Tucuman en enero de 1814, a ponerse a la cabeza de los últimos restos del ejército de Belgrano. Inmediatamente dió principio a la reorganizacion de sus tropas; i no hallándolas en estado de entrar en campaña formal, dió impulso a otro jénero de guerra. Entabló comunicaciones con algunos jefes enemigos para fomentar la discordia entre los realistas, i reforzó las guerrillas que operaban a espaldas de ellos. El coronel don José Antonio Alvarez de Arenales, español de nacimiento que servia a la revolucion americana desde 1809, i gobernador poco ántes de Cochabamba, reunió algunas tropas i obtuvo sobre los realistas un briIlante triunfo en la Florida, el 29 de mayo. Otro oficial patriota, el teniente coronel don Martin Güemes, natural de Salta, se hizo por entónces jefe de las guerrillas de aquella provincia, i por medio de habilísimas correrias, mantuvo en constante inquietud a la vanguardia española, impidiéndole marchar hácia el sur. San-Martin, convencido de que aqueIla campaña no podria dar jamas un resultado definitivo, į satisfecho con haber mejorado la situacion de la guerra, solicitó del gobierno su relevo, i fué nombrado gobernador intendente de la dilatada provincia de Cuyo, que acababa de

crearse.

La campaña del Alto Perú tomó desde entónces mejor aspecto. El jeneral Pezuela, al saber la ocupacion de Montevideo por los patriotas, abandonó a Salta i se replegó apresuradamente hacia el norte. En el sur del vireinato del Perú, en el Cuzco, estalló una alarmante revolucion (3 de agosto de 1814) encabezada per un jefe indíjena, que hasta entónces habia sido fiel aliado de los españoles. El brigadier don José Rondeau, que habia marchado al Alto-Perú en reemplazo de San-Martin, se aprovechó de esos momentos de confusion de los enemigos para recuperar el terreno perdido, i avanzó felizmente hasta Jujui, restableciendo en aquellas provincias el gobierno de la revolucion. Tal vez en esas circunstancias habria podido adelantar la campaña i alcanzar ventajas mas importantes sobre el enemigo; pero en el campo de los patriotas asomaron entónces las desavenencias i rivalidades que tanto embarazaban en su marcha a la revolu

cion arjentina. El director Posadas habia mandado en ausilio de Rondeau tres rejimientos de infantería que habian servido en Montevideo; i luego se anunció que Alvear tomaria el mando del ejército del Alto-Perú, Rondeau i sus compañeros no pudieron soportar este cambio; i en la noche del 7 de diciembre (1814) apresaron a los jefes partidarios de Alvear i se manifestaron dispuestos a impedir que éste tomara el mando del ejército.

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EL DIRECTOR ALVAREZ; DERROTA DE SIPE-SIPE.-La revolucion arjentina estaba triunfante desde entónces. Es cierto que el antiguo vireinato de la Plata estaba destrozado, que la nueva nacion que se levantaba tenia límites mucho mas reducidos. La provincia del Paraguay quedaba, como veremos en otra parte, formando un estado independiente. El territorio del Uruguay, como se verá en el capítulo especial que destinamos a su historia, estaba dividido por el espíritu de revueltas i próximo a ser absorbido por los portugueses. El Alto-Perú, que hoi forma la república de Bolivia, se haIlaba dominado por los españoles. Pero en medio de este fraccionamiento del antiguo vireinato, el vasto territorio que hoi constituye la república arjentina se encontraba libre de enemigos esteriores i en situacion de declarar su independencia i de mantenerla de hecho. Aquel año, que habia sido funesto para la revolucion hispano-americana en Méjico, en Venezuela, en Nueva-Granada i en Chile, dejó constituida de un modo definitivo la nacionalidad arjentina.

Sin embargo, si la revolucion habia alcanzado este gran triunfo, las divisiones interiores comenzaban a asomar con una violencia estraordinaria poniendo serios obstáculos a la organizacion política del pais. Se temia ademas que el poder español, mui vigoroso todavía en América, acometiera nuevas empresas contra aquellas provincias. Los realistas, que habian reconquistado a Chile, amenazaban salvar la barrera puesta por los Andes i llevar la guerra por las provincias occidentales. Fué necesario que el intendente de Cuyo, don José de San-Martin, organizara un ejército para impedirles el paso.

El director don Jervasio Posadas, a quien se debian en gran parte las ventajas alcanzadas por la revolucion, no se sintió con fuerzas para luchar con los peligros interiores que la amenazaban; i el 9 de enero de 1815 renunció el alto puesto que habia desempeñado con bastante felicidad. La asamblea lejislativa nombró en su reemplazo al jeneral don Cárlos Alvear con el misme úítulo de director supremo.

Alvear fué en el gobierno el representante de un partido político titulado unitario, herederò tradicional de las ideas de Moreno en 1810, i opuesto al partido denominado fede. ral, cuyos principios tenian grande opinion en las provincias. Alvear, hombre dotado de alguna intelijencia, pero precipita do por carácter, no hizo mas que aumentar la irritacion de los partidos. Una revolucion puso término a su gobierno (15 de abril de 1815) i produjo un cambio radical en la administracion pública, El jeneral Rondeau fue elejido director supremo; pero como se hallase al frente del ejército del AltoPerú, fué nombrado en su reemplazo el coronel don Ignacio Alvarez Tómas, que habia encabezado el movimiento revolucionario.

El cambio de gobierno trajo un cambio en la marcha administrativa. Una vez en el poder, el partido federal se manifestó implacable con sus contrarios, i creyó calmar las exijencias de las provincias haciendo concesiones a los caudiIlos que se ajitaban en nombre de la independencia provin cial. Como es fácil suponer, las concesiones hicieron mas exijentes a los jefes federales. Otra desgracia no menos importante señaló tambien la administracion del director provisorio Alvarez. El jeneral Rondeau, persuadido de que los españoles del Alto-Perú no se hallaban en situacion de oponer una seria resistencia, abrió la campaña en abril (1815) i despues de un pequeño triunfo ocupó felizmente a Potosi. Envalentonado con este primer triunfo, continuó su marcha hácia el norte; pero el 28 de noviembre las tropas realistas mandadas por el jeneral Pezuela le cortaron el paso en las alturas de Sipe-Sipe i lo derrotaron enteramente obligándolo a retirarse en completa dispersion (10). Despues de aquel gran desastre, los españoles habrian continuado su marchia a las provincias arjentinas, que al parecer quedaban abiertas, si las guerrillas de Salta, encabezadas, como ya hemos dicho, por don Martin Güemes, no hubieran acudido a cerrar el ca nino a los vencedores, hostilizándolos con tanta habilidad como resolucion.

La situacion interior se complicó mucho despues de este gran descalabro. Los españoles, es verdad, no pudieron aprovecharse de la ventaja alcanzada, ni mucho ménos poner en

(10) En los documentos españoles se da el nombre de Wiluma a las alturas en que tuvo lugar esta batalla. De ahí provino el título de mar ques de Wiluma o Viluma con que el rei premió a Pezuela, i que hoi conserva el heredero de éste en España.

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peligro la existencia de la revolucion arjentina; pero las facciones interiores se levantaban mas prepotentes cada dia. Güemes proclamó la federacion en la provincia de Salta, i redujo a Rondeau, cuyo prestijio habia sufrido un gran menoscabo despues de la derrota de Sipe-Sipe, a reconocer sus pretensiones. Córdova queria hacerse independiente de la capital; i la Rioja queria serlo de Córdova. En la Banda Oriental del Uruguay, el feroz Artigas se ostentaba como señor independiente, i estendia su dominacion a las provincias de Entre Rios i de Corrientes, en donde surjian nuevos caudillos. La revolucion federal, dominada un momento en la provincia de Santa-Fé, volvia a aparecer mas enérjica i vigorosa. Los caudillejos de aquella provincia apoyados por Artigas, asediaron i rindieron las tropas arjentinas que mandaba el jeneral don Juan José Viamont.

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En estas circunstancias, el director Alvarez creyó refrenar Ja anarquía con mano firme mediante activas operaciones militares. El jeneral Belgrano, que acababa de llegar de Europa, recibió el mando de un ejército encargado de obrar en la provincia de Santa-Fé. Por el momento se creyó que aquella campaña no ofrecia dificultad alguna, pero luego se vió Belgrano en la necesidad de negociar con el enemigo. Comisionó con este objeto al jeneral don Eustoquio Diaz Velez; i éste, burlando la confianza que se habia hecho en su persona, trató con el enemigo, unió sus fuerzas a las de éste, i separó a Belgrano del mando del ejército (9 de abril de 1816). El director Alvarez no pudo resistir a este último golpe, i renunció el gobierno que habia ejercido durante un año entero (16 de abril). La junta de observacion, asamblea lejislativa creada por la revolucion de 1815, nombró en su reemplazo al jeneral don Antonio González Balcarce, con el título de director supremo provisorio.

CONGRESO DE TUCUMAN; DECLARACION DE LA INDEPENCIA.-Los revolucionarios de abril de 1815 habian acordado la convocacion de un congreso jeneral que debia reunirse fuera de Buenos-Aires para no despertar la desconfianza de las provincias. En medio de la anarquía que entonces las destrozaba, algunas de éstas se negaron a mandar sus representantes; pero los diputados elejidos se reunieron en Tucuman i allí abrieron las sesiones del congreso el 24 de marzo. Conocian ellos demasiado bien los graves peligros de la situacion; i con una honradez indisputable, si bien no con toda la intelijencia apetecible, emprendieron sus trabajos en la confianza de que bastaban sus esfuerzos para remediar los

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