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haber meditado un vasto plan de campaña, dió a sus subalternos las instrucciones necesarias para llevarlo a cabo.

Desde Bogotá, Santander habia enviado tropas contra una division realista, que a las órdenes del brigadier Calzada, se habia retirado hacia el sur por Popayan i Pasto. Los patriotas ocuparon felizmente aquella ciudad (21 de octubre de 1819); i durante algunos meses, sostuvieron la guerra en esas provincias con resultados favorables. Al fin, el presidente de Quito, mariscal de campo don Melchor Aymerich, reforzó las tropas de Calzada con dinero, armas i soldados, poniéndolas en estado de tomar la ofensiva. En efecto, el jefe realista reconquistó a Popayan por sorpresa (24 de enero de 1820); pero fué rechazado en las nuevas operaciones que emprendió contra los patriotas.

En el norte de la Nueva-Granada la guerra se sostenia tambien por los españoles. El virei Sámano, establecido en Cartajena, habia enviado diversas espediciones al interior por el rio Magdalena, contra Antioquia i los valles del Cauca i del Atrato; pero todas fueron rechazadas por los patriotas despues de numerosos combates.

En la misma costa de la Nueva-Granada la guerra se hacia con ventaja para los independientes. El jeneral don Mariano Montilla, a la cabeza de 200 venezolanos i de un cuerpo de 400 ausiliares irlandeses, recien llegados de Europa, habia emprendido por mar otras operaciones. Trasportado por la escuadra del almirante Brion, Montilla tomó el puerto de Rio Hacha (13 de marzo) i estendió en breve las operaciones militares por los valles del sur derrotando las fuerzas realistas que intentaron atacarlo. Los patriotas habrian alcanzado mayores ventajas por aquella parte; pero a poco de haber desembarcado, los ausiliares irlandeses se pronunciaron en abierta rebelion a la vista del enemigo, reclamando los sueldos que se les habian ofrecido, i que en esos momentos no se les podian pagar. Montilla se vió obligado a enviarlos a Jamaica, como ellos lo pedian, i a sostener las operaciones militares con las pocas tropas venezolanas que le quedabanı.

Por todas partes, los independientes alcanzaban ventajas sobre los realistas. El altanero Morillo, apesar de tener a sus órdenes fuerzas mui considerables, estaba reducido a mantenerse a la defensiva, imposibilitado para acometer empresa alguna. Sabia que Fernando VII habia mandado reunir en las inmediaciones de Cádiz un cuerpo considerable de tropas con el objeto de enviar una espedicion contra BuenosAires i de reforzar el ejército realista de Venezuela i de

Nueva-Granada; i esperaba el arribo de esos ausilios mayor impulso a la guerra.

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En lugar de los ausilios que esperaba, Morillo recibió la noticia de que las tropas españolas próximas a partir para América, se habian sublevado bajo la instigacion del coronel Riego, apresado a los principales jefes i proclamado el restablecimiento de la constitucion de Cádiz de 1812 (1.o de enero de 1820). La chispa revolucionaria prendió fácilmente en toda España, de tal modo que el mismo rei se vió en la necesidad de decretar el restablecimiento de la constitucion i la convocacion de las cortes lejislativas.

Estos sucesos ejercieron, como debe suponerse, una grande influencia en los pueblos hispano-americanos. La revolucion de Cádiz habia desvaratado los grandes aprestos que el rei de España hacia contra los rebeldes de América, i ponia a la metrópoli en un estado de desorganizacion i de pobreza estremas. En América, los revolucionarios cobraron mayor entusiasmo, no solo porque creyeron mas próximo su triunfo, sino porque vieron al pueblo español sublevarse contra el réjimen administrativo contra el cual ellos mismos luchaban desde 1810. En los paises americanos en que la independencia era entonces un hecho consumado, como sucedia en Chile i las Provincias Arjentinas, la revolucion de Cádiz afianzó las nuevas instituciones. En Méjico, en donde la dominacion española parecia definitivamente restablecida, aquel suceso estimuló i precipitó el levantamiento de Iturbide, que produjo Ja total independencia de aquel vireinato. En Colombia, el desconcierto de España favoreció a los patriotas para consu mar su independencia.

Cuando Morillo recibió las primeras noticias de la revolu cion de España (marzo de 1820), perdió toda confianza en sí mismo i desesperó de llevar a cabo la pacificacion de Colombia. Si entonces hubiera encontrado un medio airoso de alejarse de este pais, lo habria hecho sin duda; pero los liberales epañoles, instalados en el gobierno despues de la revolucion, continuaron dispensando a Morillo la misma confianza que el rei absoluto, i le encomendaron el establecimiento del réjimen constitucional en Venezuela i en NuevaGranada, esperanzados de conseguir así el sometimiento de estos pueblos. En cumplimiento de estas órdenes, i cediendo tambien, a las instancias de los otros jefes españoles, i de los mas ardientes partidarios de la causa del rei, Morillo se resolvió a proclamar i a jurar solemnemente en Caracas la constitucion española (7 de junio). El virei Sámiano, mas

obstinado todavía, resistió en Cartajena a las representaciones de todos los funcionarios; i cuando la tropa se sublevó reclamando el reconocimiento de la constitucion, dejó el mando a cargo de un gobierno provisorio, i se embarcó para Jamaica con algunos jefes tan absolutistas como él (junio 1820).

ARMISTICIO DE TRUJILLO.-Morillo recibió tambien instrucciones de otro jénero. El nuevo gobierno de España,. convencido de que ya no podria mandar otros ejércitos a América, ofreció un indulto a todos los comprometidos en la revolucion del nuevo mundo i puso en libertad a los presos que entonces jemian en las cárceles i presidios de la península (1), con la esperanza de ganarse la voluntad de los americanos i de facilitar un arreglo pacífico. Con el mismo objeto encargó a Morillo que abriese negociaciones con los revolu'cionarios (a quienes se daba en los documentos el apodo de disidentes, en vez de los de rebeldes, facciosos, malvados, etc., con que los nombraban ántes los españoles), autorizándolo al efecto a proponerles las condiciones mas favorables, hasta la de reconocerlos en el gobierno de las provincias que ocupaban, con tal que prestasen juramento de fidelidad al rei de España. Cuéntase que Morillo, al leer aquellas instrucciones, esclamó: "Es una locura el creer que los insurjentes vayan a aceptar estas proposiciones: las haré solo porque debo cumplir las órdenes superiores."

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Estableció en Caracas una junta denominada de pacificacion, con encargo de entender en estas negociaciones; i en seguida dirijió Morillo una nota circular a todos los jefes de divisiones patriotas que recorrian el territorio de Venezuela (17 de junio), en que les daba cuenta de los cambios ocurridos en España, i proponia una suspension de hostilidades durante un mes para entrar en negociaciones. Las contestaciones de los jefes insurjentes no se hicieron esperar: muchos de ellos se manifestaron inclinados en favor de la paz, pero todos declararon que no era posible tratar bajo otra base que

(1) Uno de los patriotas, americanos que alcanzaron entónces su libertad fué el jeneral neo-granadino don Antonio Nariño, antiguo presidente i dictador de Cundinamarca, hecho prisionero en Pasto en 1813. Despues de seis años de prision en la cárcel de Cádiz, fué puesto en libertad en 1820. Habiendo hecho algunas publicaciones contra Morillo, fué perseguido i tuvo que huir a Londres, de dónde volvió al fin a su patria-Obtuvo tambien entónces su libertad el indio Juan Tupac-Amaru, apresado en el Perú en 1781, sin otro motivo que el haberse sublevado su hermano. Retenido primero en Cádiz i despues en el presidio africano de Ceuta, este pobre indio sufrió treinta i nueve años de prision sin haber cometido delito alguno.

el reconocimiento prévio de la independencia de Colombia. Las contestaciones de Bolívar i del congreso de Angostura fueron mas esplicitas todavía: como Morillo les anunciase el pronto envío de plenipotenciarios encargados de ajustar la paz, el presidente del congreso i el presidente de la República le contestaron espontáneamente que no oirian a aquellos plenipotenciarios sino comenzaban por reconocer la independencia.

Morillo soportó con profundo dolor esta amarga humillacion. Los patriotas, por el contrario, cobraron bríos al ver que los mismos españoles reconocian su superioridad, i que en vez del altanero desprecio con que antes los miraban, se dirijian ahora a ellos de igual a igual, de potencia a potencia, dándoles los tratamientos de serenísimo al congreso i de excelencia a Bolívar. Muchos americanos, partidarios decididos hasta entonces de la causa real, la consideraron perdida i se pronunciaron en favor de la independencia. En el ejército realista, no solo los criollos, que formaban una parte considerable de las fuerzas, sino tambien muchos españoles se pusieron de parte de los soldados de la independencia.

La revolucion ganaba, pues, mucho terreno mientras los realistas esperaban el resultado de las negociaciones manteniéndose casi a la defensiva. La provincia de Barcelona fué ocupada por Bermúdez i Monágas; i sus habitantes se apresuraron a declatarse en favor de los patriotas. En el sur, Paez tomó posesion de casi toda la provincia de Barinas. Bolívar mismo se apoderó de las provincias de Mérida i de Trujillo, i adelantó las operaciones en los valles regados por el rio Mag. dalena. Por la costa del norte, el jeneral Montilla, abandonando sus posiciones de Rio Hacha i ausiliado por la escuadra de Brion i por algunas embarcaciones sûtiles mandadas por el teniente coronel don José Padilla, abrió las comunicaciones militares i comerciales del Magdalena, se apoderó de Santa Marta i fué a bloquear la importante plaza de Cartajena.

Tal era el estado de la guerra en la segunda mitad de noviembre de 1820. Morillo, aunque contaba todavía con un ejército respetable, propuso a Bolívar una tregua, ya quer éste se negaba a aceptar las proposiciones de paz. El Libertador de Colombia, por su parte, recibió bien esta última proposicion, porque, apesar de sus ventajas, no se hallaba en situacion de aceptar una batalla campal contra el grueso del ejército enemigo. Los plenipotenciarios de ámbos ejércitos se reunieron en la ciudad de Trujillo, i allí firmaron el 25 de

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noviembre de 1820 un armisticio que debia durar seis meses prorogables por el tiempo que se creyere necesario, siempre que, espirado este término, no se hubiesen concluido las negociaciones que debian entablarse para ajustar la paz. Durante el armisticio, los dos ejércitos deberian mantenerse en sus posiciones respectivas sin acometer empresa alguna. El siguiente dia (26 de noviembre) se firmó, a instigacion de Bolívar, un tratado por el cual se regularizó la guerra, qué hasia entonces se habia hecho sin piedad por ámbas partes, comprometiéndose Bolívar i Morillo a respetar la vida de los prisioneros i a cumplir los otros deberes impuestos por la humanidad i los principios del derecho de jentes. No estará demas advertir que este convenio fué firmado en la misma ciudad en que Bolívar, hostigado por las crueldades injustificables que cometian los españoles, decretó la guerra a muerte el 15 de junio de 1813.

Firmado este convenio, Morillo manifestó a sus comisionados que deseaba ardientemente tener una entrevista con Bolívar. El Libertador aceptó esta proposicion, i se puso en marcha para Santa-Ana, pueblo pequeño situado al norte de Trujillo, a corta distancia del lugar en que estaba acampado el jefe español. Allí se encontraron los dos jenerales rodeados por algunos oficiales i edecanes de ámbos ejércitos. Al acercarse, Morillo i Bolívar echaron pié a tierra, i se abrazaron con manifiestas señales de estimacion. Los dos jenerales, despues de haber combatido a muerte durante cinco años, pasaron algunas horas en la mas estrecha cordialidad, i se separaron el dia siguiente despidiéndose como viejos amigos.

No faltaron patriotas vehementes que reprobaran el armisticio celebrado por Bolívar. Habrian querido que la guerra siguiese sin tregua hasta la completa espulsion de los españoles; pero los que conocian el verdadero estado del ejército patriota i de toda la República de Colombia, celebraron cordialmente el convenio que venia a dar un descanso a los belijerantes. El jeneral español, por su parte, se felicitó grandemente de haber alcanzado el armisticio de Trujillo. Desde algunos meses antes habia solicitado i conseguido del gobierno de Madrid su relevo del mando del ejército; pero no quiso alejarse de América sino cuando creyó que los negocios se encaminaban a la consecucion de una paz definitiva con la metrópoli. El 17 de setiembre (1820), se embarcó para España, llevando, segun se dice, grandes tesoros recojidos en el Nuevo-Mundo, en vez de los laureles que pensaba cegar cuando con tanta arrogancia pisó las playas de Venezuela.

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