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la misma guerra que era necesario sostener con los españoles. El director supremo don Jervasio A. Posadas, que gobernaba en Buenos-Aires, puso precio a la cabeza de Artigas (11 de febrero de 1813), i declaró resueltamente la guerra a las bandas indisciplinadas del audaz montonero; pero en realidad nada pudo hacer para conjurar el peligro. Artigas, caudillo ignorante i feroz, revolucionario por espíritu de pillaje i de insubordinacion mas que por principios fijos, ejecutó mil co. rrerías en toda la Banda Oriental i se manifestó dispuesto a unirse a los españoles, mientras éstos conservaron su dominacion en Montevideo. Desde que esta plaza cayó en poder de los patriotas (junio de 1814) i desde que las tropas arjentinas persiguieron sus bandas, Artigas finjió someterse a las autoridades de Buenos-Aires a condicion de que se le diese el cargo de comandante de las milicias de la campaña.

Pero Artigas no queria la paz. Aprovechándose de la autoridad que le daba el nuevo cargo, sublevó otra vez la Banda Oriental, derrotó en diversas ocasiones las fuerzas arjentinas que marcharon contra él, cometió las mas inauditas depredaciones en todas partes, i pasó varias veces el caudaloso rio Uruguay proclamando la federacion en la vecina provincia de Entre Rios. La insurreccion cundió fácilmente en otras partes; i la anarquía se enseñoreó de una porcion considera. ble de la República Arjentina. Artigas i sus montoneros dominaban en Montevideo i en toda la Banda Oriental, ejerciendo en ella su accion destructora i el mas rudo i salvaje despotismo. Allí no habia un gobierno regular, un mandatario con quien tratar, una persona caracterizada con quien contar. Las negociaciones pacíficas, entabladas muchas veces por el gobierno de Buenos-Aires, eran desatendidas apenas iniciadas, o rotas con una ultrajante insolencia. Bajo la dominacion provocadora de los montoneros, los orientales eran enemigos de Buenos-Aires como de la España, i no conocian otra lei que la voluntad i el capricho de Artigas.

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Los PORTUGUESES OCUPAN LA BANDA ORIENTAL.-Este estado de cosas despertó la antigua ambicion de la corte de Portugal, que entónces residia en el Brasil. Desde fines del siglo XVII, como hemos visto en otra parte (2), el gobierno portugues se habia preocupado con el pensamiento de dilatar sus posesiones americanas hasta la márjen boreal del Plata; incorporando a sus dominios todo el territorio que forma la

(2) Véase la parte III, cap. IV, páj. 69 de este Compendioj

Banda Oriental del Uruguay. Burlado en sus pretensiones por la España, que estaba resuelta a conservar la integridad de sus posesiones en el nuevo-mundo, el Portugal habia pensado en llevar a cabo sus planes de conquista cuando la revolucion asomó en el vireinato de la Plata. En 1811 una division portuguesa, mandada por el jeneral don Diego de Souza, salió del Brasil con el pretesto de pacificar el territorio uruguayo, pero con el verdadero designio de conquistarlo militarmente. El gobierno arjentino se vió por entonces en la necesidad de capitular con los portugueses, abandonando todo el territorio uruguayo en manos de los españoles.

No faltaron al gobierno portugues pretestos para meditar nuevas empresas. Una lei dictada en Buenos-Aires (4 de febrero de 1813) por la cual se declaraban libres todos los esclavos estranjeros que entrasen al territorio arjentino, habia provocado quejas i amenazas de la corte del Janeiro, que veia en esa declaracion un estímulo para la fuga de los esclavos empleados en la industria brasilera. Mas tarde se dijo que Artigas habia pasado la frontera i enviado emisarios al Brasil para sublevarlo en favor de las ideas republicanas. Algunos personajes caracterizados de Montevideo, que llegaban a Rio Janeiro huyendo del despotismo de Artigas, representaron a la corte portuguesa las grandes ventajas de emprender una espedicion al Uruguay, no solo para salvar las fronteras de las contínuas invasiones de los guerrilleros, sino para conquistar en favor de la causa de la civilizacion el territorio destrozado por las bárbaras i atroces persecusionesde Artigas.

Don Juan VI, rejente de Portugal, establecido, como hemos dicho, en Rio Janeiro, se dejó arrastrar a esta empresa, persuadido de que acometia una conquista fácil i rápida. Declaró a la España que no pensaba en posesionarse definitivamente del territorio uruguayo, sino en contener a los insurjentes que lo asolaban i que amenazaban las fronteras. del Brasil. Al mismo tiempo, hizo traer de Portugal un ejército de 4,800 hombres aguerridos en la campaña de la península contra los franceses, bajo el mando de Cárlos Federico Lecor, despues baron i vizconde de la Laguna, jeneral portugues recomendable por su talento i por su entereza. Estas tropas llegaron a Rio Janeiro el 30 de marzo de 1816. Dos meses despues, el 12 de junio, partieron para Santa Catalina considerablemente reforzadas i ausiliadas por algunas naves de guerra. El gobernador de Rio Grande, provincia meridional del Brasil, recibió órden de hacer marchar

todas las tropas disponibles sobre el territorio uruguayo; i en efecto, una division de 2,000 soldados, a las órdenes del jeneral portugues Curado, abrió la campaña en las riberas del rio Uruguay. El ejército invasor alcanzaba a cerca de 10,000 hombres i poseia un núcleo considerable de tropas aguerridas.

¿Con qué recursos contaba la revolucion arjentina para rechazar esta invasion? Gobernaba entónces en Buenos-Aires el director supremo don Juan Martin Puirredon, hombre intelijente i enérjico que por un momento creyó poder conjurar aquella tempestad. Despachó emisarios a la Banda Oriental para llamar a su deber al caudillo Artigas a fin de rechazar con él a los invasores, i para representar al jeneral portugues la violacion de los tratados anteriores, e inducirlo a desistir de toda empresa militar contra una provincia que formaba parte del territcrio arjentino. Los esfuerzos de Puirredon fueron completamente ineficaces: Artigas recibió con desconfianza las proposiciones que se le hacian manifestándose, sin embargo, dispuesto a combatir contra los portugueses: Lecor declaró que no tenia nada que ver con el gobierno arjentino tratándose de una provincia que se habia separado voluntariamente de Buenos-Aires. Las fuerzas portuguesas penetraron resueltamente en el territorio oriental venciendo fácilmente la resistencia heroica pero desesperada que les opu. sieron las guerrillas de Artigas. La division principal, mandada por el jeneral Lecor, que marchaba por el lado del mar, derrotó completamente en el sitio llamado India Muerta (19 de noviembre 1816) las fuerzas que mandaba don Fructuoso Rivera, segundo de Artigas. Este mismo fué dispersado en el estero Catalan, cerca del rio Uruguay, por la division del jeneral Curado (4 de enero de 1817). El camino de Montevideo quedó desde entónces libre i espedito, puesto que las guerrillas patriotas que trataban de hostilizar a los invasores eran impotentes para embarazar su marcha. El 20 de enero de 1817, Lecor entró en aquella ciudad conducido en triunfo por el cabildo i por una parte respetable del vecindario. Tres años de desquicio i de violencias, de depredaciones i de atrocidades habian puesto a una gran parte de los patriotas orientales en la dura necesidad de aceptar como un beneficio la dominacion portuguesa para libertarse de la dura opresion ejercida por Artígas.

La ocupacion de la Banda Oriental por los portugueses pareció consumada. El cabildo de Montevideo acordó en una sesion secreta enviar cerca de don Juan VI, proclamado ya

rei de Portugal i del Brasil, una diputacion qne le ofreciese la incorporacion efectiva del Uruguay a sus dominios. El monarca portugues, sin embargo, no se atrevió a aceptar francamente la cesion que se le hacia, porque la España que creia conservar aun sus derechos sobre aquel territorio, lo reclamaba tenazmente por la via diplomática, ya que no le era posible disputarlo con las armas en la mano. En la misma provincia del Uruguay, los portugueses tuvieron todavía que sostener la guerra contra las bandas del inflexible Artigas. Los montoneros, vencedores en unas ocasiones, ven cidos en otras, fueron al fin definitivamente derrotados en Tacuarembó (22 de enero de 1820) por el conde de Figueroa, gobernador portugues de la provincia de Rio Grande. Esta batalla acabó con los recursos i con las esperanzas de los montoneros. Artigas, abandonado por los suyos, se vió obligado a buscar un asilo en el Paraguay, donde el doctor Francia, que gobernaba ese pais, lo retuvo confinado en el interior durante mas de veinte años. Don Fructuoso Rivera, el segundo de Artigas, viendo perdida la causa de éste, se entregó a los portugueses a condicion de que se le conservara en el mando de un rejimiento de caballería compuesto solo de orientales. Lecor aceptó esta i otras proposiciones semejantes para asentar la dominacion portuguesa en el Uruguay bajo las bases de suavidad i de la templanza.

INÚTILES RECLAMACIONES DEL COBIERNO ARJENTINO; AFIANZAMIENTO DE LA DOMINACION PORTUGUESA.-El go. bierno de Buenos-Aires tuvo que aceptar la ocupacion de la Banda Oriental por los portugueses como un mal inevitable. Durante la guerra que Artigas sostuvo contra los invasores, el director Puirredon entró en negociaciones con los montoneros orientales ofreciéndoles los ausilios que podia prestarles; pero desgraciadamente luego se convenció de que Artigas i los suyos no se someterian nunca a ningun gobierno regular; i la revolucion arjentina no se hallaba entónces en situacion de entrar a la vez en campaña contra Artigas i contra los portugueses. El desquisiamiento del órden interior en las provincias, producido por los caudillos groseros i ambiciosos que habian lanzado el grito de federacion, tenia de tal modo embarazada la accion i el poder de la República Arjentina, que durante algunos años los diversos gobiernos que se sucedieron en Buenos-Aires se limitaron a protestar contra la dominacion de los portugueses en la antigua provincia del Uruguay.

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Don Juan VI, como hemos dicho mas arriba, no se habia

atrevido por consideraciones a la España, a declarar francamente la incorporacion de la Banda Oriental a sus dilatados dominios. La conquista de ese territorio era denominada solo ocupacion; pero en realidad la corte portuguesa trataba de asentar su dominacion en las márjenes del Plata, i todas sus medidas, dictadas con bastante sagacidad, iban dirijidas a este importante objeto. Por fin, en 1820 estalló en España una formidable revolucion que puso el trono de los Borbones al borde de un abismo. El rei de Portugal creyó llegado el momento de abandonar todo disimulo. Por encargo suyo se reunió en Montevideo una asamblea de diputados orientales que debia dar a este pais una organizacion política. Despues de algunas discusiones públicas, en que tomaron parte muchos hombres importantes de la Banda Oriental que mas tarde se hicieron famosos en la lucha de la independencia, la asamblea acordó en julio de 1821, ofrecer al rei don Juan a nombre del pueblo uruguayo, la incorporacion de este territorio al reino unido de Portugal i Brasil bajo la condicion de que se le considerara como una de las provincias de la monarquía. El rei aceptó esta delaracion; i la Banda Oriental fué incorporada al Brasil con el nombre de provincia Cispla tina.

El año siguiente (1822), el Brasil se separó de la monarquía portuguesa i pasó a formar un imperio independiente. La provincia del Uruguay se hallaba entónces ocupada por un ejército de 4,000) portugueses mandados no ya por Lecor, que habia sido separado poco ántes, sino por el jeneral don Álvaro da Costa, en cuya fidelidad tenia plena confianza el reindon Juan. Da Costa, en efecto, desconoció el nuevo gobierno i dispuso que sus tropas negasen la obediencia al titulado emperador del Brasil. La poblacion oriental, por el contrario, aceptó la proclamacion del imperio, prestándole solemne reconocimiento, i mas tarde envió sus diputados al congreso jeneral reunido en el Janeiro. Da Costa se vió obligado a encerrarse en Montevideo; despues de un sitio de diez i siete meses sostenido contra las tropas brasileras que mandaba el mismo jeneral Lecor, declarado ahora en favor de la independencia, se embarcó para el Portugal, convencido de que la metrópoli era impotente contra una revolucion definitivamente consumada.

El gobierno de Buenos-Aires creyó por un momento que la creacion del nuevo imperio seria una circunstancia favorable para reincorporar al territorio arjentino la provincia del Uruguay. Apesar de todos sus esfuerzos, vió consumarse la

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