Imágenes de páginas
PDF
EPUB

CONSTITUCION DE LA NACION ARJENTINA

ANTECEDENTES

Sábese que el territorio ocupado hoi por las repúblicas Arjentina, del Uruguai, de Bolivia i del Paraguai, perteneció al vireinato del Perú por largo tiempo, aunque, esceptuando la parte que hoi es Bolivia, no tenia con el Perú ninguna analogía. Las rejiones bañadas por el Paraná, el Paraguai, i su gran receptáculo el Plata, se hallaban escasamente pobladas por tribus nómades semisalvajes, pertenecientes en su mayor parte á los aucas, raza de cráneo chato, difícil de domar. El Alto i el Bajo Perú por el contrario estaban poblados por la raza quichua, de cráneo levantado, obediente i sumisa, que ya habia recibido el yugo de un gobierno completamente organizado.

La colonizacion de las rejiones fluviales que nos ocupan fué, por lo mismo, mui diferente de la de las peruanas. En éstas se redujo á sostituir el gobierno de los Incas por el de los españoles, á nombre de su rei, bien que con violencia, perfidia i crue] rapacidad, que los indíjenas sufrian las más veces con mucha paciencia. En las otras se formaban pequeños grupos de aventureros, esparcidos sobre un inmenso espacio, i sosteniendo frecuentes luchas con los naturales, á quienes con trabajo reducian.

El jénero de industria á que el país arjentino se prestaba más i que prevaleció por consiguiente, la ganadería, contribuyó tambien grandemente al aislamiento de las ciudades, entre las

cuales se interponian pampas llenas de rumiantes, i sembradas de escasísimos grupos de hombres destinados á cuidarlos. Esta poblacion, viviendo en el desierto, i habituada à un jénero de vida duro i destructor, era la destinada en grandísima parte á formar futuros estados independientes con gobierno propio.

Agréguese por último la vecindad del Brasil, i la temprana disposicion de los portugueses à invadir la Banda Oriental del Uruguai, que los españoles tenian que defender con las armas, i se tendrán antecedentes que no deben echarse en olvido al examinar la historia política de estos importantes paises.

No nos admiren, pues, los largos i sangrientos desórdenes de que ha sido teatro la tierra arjentina, ni su tenaz disposicion á mantener la autonomía provincial; i esperemos sólo del tiempo i de una nueva civilizacion la paz pública i la consolidacion de las instituciones, hoi bastante bien encaminadas á aquel desideratum.

La necesidad de defender estas rejiones codiciadas por el Portugal, que ambicionó constantemente dar á sus posesiones por término austral la embocadura del Plata, determinó la ereccion del vireinato de Buenos Aires, que incluyó al principio, en 1776, aún la intendencia de Puno, i que luego en 1779 se limitó al norte por el lago de Titicaca y el rio Desaguadero, restituyendo al Perú una parte de dicha intendencia. Así se hallaba deslindado, cuando en 1810 comenzó la revolucion orijinada por la invasion francesa en España, i que habia de traer la independencia de Hispano-América.

En 25 de mayo se organizó en la ciudad de Buenos Aires la primera junta revolucionaria, compuesta entónces de pocos individuos. Pero á principios de 1811, con motivo de haberse convocado á un congreso constituyente, algunos diputados de las provincias, que llegaron á Buenos Aires i nunca tuvieron quorum para el congreso, quisieron entrar en la junta de gobierno, á sujestion de uno de ellos, Funes. Saavedra, émulo de Moreno, presidente de la junta, favoreció aquella pretension; i la junta, considerablemente aumentada, dió un decreto en 10 de febrero,

que autorizó la creacion en la capital de cada intendencia, de una junta de cinco individuos que ejerciesen la autoridad suprema. Con el nombre de saavedristas i morenistas empezaron los partidos internos, que más tarde habian de convertirse en federales i unitarios, i cuyo jérmen quedaba sembrado.

Esa junta administrativa numerosa fué de corta duracion. Sc separó á los diputados, i se creó un triunvirato. Pero los diputados dieron entónces á 12 de octubre de 1811 una especie de constitucion bastante sucinta, i con el nombre de « Reglamento de la junta conservadora de la autoridad del Sr. D. Fernando VII » en que se atribuian el ejercicio del poder lejislativo. El triunvirato lo improbó, i aun disolvió la junta, quedando sin efecto; pero espidió él mismo otro acto constitucional, en 22 de noviembre, con el nombre de «< Estatuto provisional del gobierno de las provincias Unidas del Rio de la Plata. »

Reunido al fin el congreso en enero de 1814, decidió que los triunviros fuesen reemplazados por un Director Supremo de las Provincias Unidas, i D. Jervasio Posadas fué nombrado por el mismo congreso. En dicho año se creó una Junta de Observacion, que, con el nombre de « Estatuto provisional, » dió en 1815 una verdadera constitucion, mui abundante en materias estrañas al código político, i en la cual prevalecian las ideas federales mui propagadas entónces.

Otro congreso, reunido en Tucuman en marzo de 1816, proclamó en 9 de julio la independencia del país de la monarquía española; aunque ya era independiente de hecho hacia seis años, i habia terminado desde 1814 la guerra con los españoles, que desde el principio habian comprendido la tendencia de los movimientos de los criollos i resistidolos con las armas. El mismo congreso, trasladado á Buenos Aires, dió en 1817 otro «Reglamento Provisorio » en el sentido del réjimen unitario, aunque mui semejante al anterior en la forma. Por último, espidió una constitucion en 1819, que no satisfizo á nadie; porque, en efecto, no desenvolvia netamente ninguno de los sistemas que traian. divididos los ánimos, ni aun decia cosa alguna sobre el gobierno

local de las provincias. Tuvo por lo mismo una existencia corta i precaria.

De 1820 á 1825 las provincias no tuvieron ningun gobierno comun. Gobernábanse de hecho por sí solas, aunque pretendiendo la organizacion de un gobierno jeneral. Las ribereñas celebraron pactos ó tratados, que en 1820 parecian tener por principal objeto la reunion de un nuevo congreso, i que ya en 1822 eran más bien de liga ó comun defensa, aplazando indefinidamente la espresada reunion. Fué una época de barbarie, por el despotismo de los jefes provinciales; gauchos audaces, improvisados de estadistas. Solo en Buenos Aires hubo de 1821 á 1827 un gobierno ilustrado i honorable, influenciado por Rivadavia. Al mismo tiempo desempeñaba las más indispensables funciones del gobierno nacional, para lo cual habia recibido cierta autorizacion por los tratados de que se ha hecho mérito.

Ni descuidó la reunion del congreso constituyente, que logró en diciembre de 1824. Este cuerpo dió en enero de 1825 una lei fundamental, que fué por largo tiempo despues la verdadera i única base legal de un gobierno jeneral arjentino, desempes ñando tambien provisionalmente por el de la provincia de BuenoAires. Asimismo nombró presidente á Rivadavia en febrero de 1826, i en diciembre del mismo año sancionó la deseada constitucion, que se concibió, segun el sistema unitario favorecido por Rivadavia.

De acuerdo con ella i con la lei fundamental, la constitucion debia someterse á la aprobacion de las provincias, las cuales, en su mayor parte, i usando de su derecho, la rechazaron, i pidieron una organizacion federal, « que mantuviese entre las provincias una libertad, una independencia i una igualdad perfectas. » Disgustado Rivadavia, renunció el mando en 1827, á tiempo que el congreso declaraba terminada la union de las provincias.

Aprovechando la guerra con el Brasil, que habia detentado por largo tiempo los principales puntos de la Banda Oriental, Dorrego, sucesor de Rivadavia, logró que se estableciese alguna inte

lijencia entre las provincias. Varias celebraron nuevos pactos, en que además de la union para la guerra, se proveia sobre organizacion del gobierno jeneral, que entre tanto quedaba siempre en manos de la de Buenos Aires. Pero de aquí no se pasó. Dorrego, federal, se apoyó en los jefes de las provincias y favoreció á D. Juan Manuel Rosas, que por entonces era comandante de las milicias, i pasaba por hombre de órden.

Terminada la guerra con el Brasil, i de vuelta de la campaña, el jeneral Lavalle depone á Dorrego, que tomando las armas, es derrotado y fusilado. Esto sucedió en beneficio de Rosas, que vino á quedar de jefe de los federales. Una cuestion con Francia en 1829 hizo caer á Lavalle, quien se retiró, dando lugar á la eleccion de Rosas para gobernador de Buenos Aires en diciembre de aquel año. Su jenial disimulo le habia permitido encubrir la ferocidad de su carácter, i valídole cierta reputacion de hombre adecuado para la situacion del país.

Mui poco ó nada se hizo durante su gobierno para el establecimiento de uno nacional. En 1831 se ajustó un nuevo tratado entre las provincias litorales sobre liga ofensiva i defensiva, el cual dejó para una época indefinida el promover la reunion de un congreso que organizase el país segun el sistema federativo. Rosas, sin embargo, tomó de aquí i de la lei fundamental de 1825, pié para ejercer el gobierno como jefe supremo de la Confederacion Arjentina.

Concluido su primer período en diciembre de 1852, la sala de representantes de Buenos Aires quiso reelejirle; pero Rosas rehusó admitir, i pretestó una espedicion contra los indios salvajes, á fin de aumentar su popularidad, i llegar al poder absoluto, que era el objeto de su ambicion. En ella empleó dos años, i aunque la espedicion no era necesaria, hizo algun bien, i trajo al futuro dictador la realizacion de sus vastas miras. Ya por entonces cargaba con cierta odiosidad por algunas ejecuciones arbitrarias, i por la tendencia dominadora que algunos le descubrian. Aun varios jefes de las provincias federales como él, i rivales natos, le hacian oposicion; pero supo deshacerse de los más temibles i ganarse á los demás.

« AnteriorContinuar »