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Estos escesos, á despecho de la moral cristiana, mejoraron la poblacion, de que hubiera podido sacarse mucho partido para la libertad i la industria, sin las mui conocidas causas de represion que se vió sujeta.

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Hecho el primer movimiento revolucionario de Buenos Aires en 1810, el nuevo gobierno envió á fines del mismo año una espedion á cargo de Belgrano con intencion de ganarse aquella parte del vireinato; pero fué rechazada con mucha decision por las fuerzas españolas, i hubo de contentarse el gobierno patriota de la capital con el armisticio de Tacuary, celebrado en enero de 1811, que aseguró la neutralidad del Paraguai en la guerra que principiaba. Ni uno ni otro belijerante volvieron á solicitar la cooperacion de aquel país, que permaneció en la misma condicion durante toda la guerra de la independencia.

Pero la espedicion hizo mas de lo que parecia. Belgrano corrompió la fidelidad de los jefes paraguayos, que informaron de los planes patriotas á Somellera, porteño ilustrado i querido en el Paraguai, quien contajiado de las nuevas ideas, fraguó una conspiracion i derrocó fácilmente al gobernador español Velasco.

Instalóse una junta de gobierno, compuesta de don Fuljencio, Yegros, don Pedro Juan Caballero i el doctor Don José Gaspar de Francia, recomendado por Somellera, quien con trabajo logró que fuese aceptado, pues no era el candidato hombre popular. Pero Francia, cuyo primer acto fué deshacerse del mismo Somellera se sobrepuso inmediatamente á sus dos colegas. En seguida se dirijió al gobierno de Buenos Aires por nota de 20 de julio de 1811, en que largamente sostenia el derecho de la provincia á un gobierno propio i separado del de la capital. Sea que no se quisiese por entonces suscitar cuestiones con aquella rejion apartada i en donde el enemigo comun podia refujiarse, ó bien que las ideas de gobierno propio en las secciones provinciales, preconizadas por Funes, empezaron á jerminar, lo cierto es que Francia obtuvo una respuesta favorable en 28 de agosto, i que aun se ajustó un tratado en 12 de octubre del mismo año, que admitia el principio de autonomía paraguaya en sus asuntos pro

pios, i de una federacion i alianza indisolubles entre las dos provincias, Paraguai i Buenos Aires.

El doctor Francia, hombre taciturno i maníaco insociable i ambicioso de poder, que en su concepto no podia ménos que ser ilimitado, habia tomado sus ideas políticas de la historia romana. Propuso i obtuvo en 1813 que se estableciese el consulado, lo que sancionó un congreso paraguayo, cuyos miembros fueron mas bien llamados que elejidos, i obligados à desempeñar una tarea para ellos ingrata i desconocida. Francia tomó para sí mismo una de las dos plazas, i dejó la otra a Yegros, que le estuvo completamente subordinado. No satisfecho, en 1814 aprovechó un nuevo congreso, i persuadió á que se nombrase un solo jefe, como en las otras provincias. Casi por la fuerza obtuvo el nombramiento por el término de tres años. Vencidos éstos en 1817, hizo reunir otro congreso, compuesto de hechuras suyas, i que, como á César el senado de Roma, le elijió dictador por vida. Desde entónces desplegó esa insensata i memorable tiranía, que no consultó jamás sino su propia i mal humorada voluntad.

Muerto Francia en 1840, un sarjento Duré, dueño de la situacion (1), tuvo la honradez i el buen sentido de promover la creacion de otro consulado, como al principio. Los sarjentos, comandantes de los cuarteles, nombraron á don Martin Roque Alonso i don Carlos Antonio López. Sucedió como ántes. López se sobrepuso; pero éste á lo menos queria salvar en parte las apariencias i legalizar su dictadura. Con tal objeto, i ayudado de un clérigo porteño, el padre Palacios, formuló una constitucion, que hizo aceptar por un congreso reunido al efecto en 1844, i cuyos miembros comparecieron como delincuentes ante su juez, felices de ser absueltos mediante una firma en blanco.

Segun aquel instrumento, que llevaba fecha 13 de marzo, i se llamaba «< Lei que establece la administracion política de la re

(1) Siempre temeroso de asechanzas contra su poder, habia suprimido los grados militares, como si presintiese la influencia del caudillaje en HispanoAmérica.

pública del Paraguai i demás que en ella se contiene, » cada diez años, que espiraba el cargo de presidente de la república, se le discernia nuevamente por una simple ceremonia congresal. Uno de sus primeros actos fué enviar un comisionado á Buenos Aires para esplorar el ánimo de aquel gobierno sobre el reconocimiento espreso de la independencia absoluta del Paraguai. Rosas, gobernante á la sazon, manifestó ideas contrarias, lo que le suscitó la enemistad de López, i aun su alianza con la provincia de Corrientes, que hacia entonces la guerra al dictador de Buenos Aires. Aunque este auxilio fué de mui poca eficacia, contribuyó sin duda al reconocimiento de la independencia del Paraguai, hecho por Urquiza en 15 de Julio de 1852. Tambien debió de contribuir el que ya se habia hecho con anterioridad por el Brasil i la república de Uruguai.

Don Carlos A. López gobernó i esplotó como patrimonio suyo el Paraguai hasta su muerte en 1862. Ya para entónces, su hijo don Francisco Solano, jeneral de sus ejércitos, era mirado por todos como el sucesor obligado, i aun se hacia respetar de su propio padre. Su eleccion fué, pues, mas bien una toma de posesion de herencia, i en ella se mantuvo de igual modo i por los mismos trámites que su antecesor, hasta su muerte, ocurrida en 1870, resultado de una guerra con sus vecinos. Por haber tenido una resonancia continental, apuntaremos aquí sus principales incidentes.

Desde luego no hai duda en que López estaba preparado paraaquella guerra. ¿Era sólo en la espectativa de una necesaria defensa? No es fácil decirlo: pero aparece con bastante claridad que aprovechó la primera ocasion que se le presentó para combatir con el Brasil i con la República Arjentina. Hubo la oportunidad, con motivo de la invasion de la Banda Oriental por fuerzas del Brasil en julio de 1864. En el mes de agosto envió López un ultimatum, amenazando con la guerra si no se retiraban las tropas brasileras. No habiéndolo obtenido, pronto empezó las hostilidades, apresando en noviembre el vapor brasilero Marqués de Olneida. Las fuerzas de López constaban entón

ces de 70.000 hombres de tierra i una escuadrilla de ocho á nueve vapores.

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No tardó en hostilizar tambien á la República Arjentina, vadiendo la provincia de Corrientes, i apresando allí dos buques de guerra de dicha república, luego que su gobierno le rehusó el paso por Misiones. De aquí la triple alianza entre el Brasil, la República Arjentina i el Uruguai, firmada el 1.o de mayo de 1865. El mundo vió con admiracion la tenacidad i el heroismo con que López resistió á fuerzas infinitamente superiores, aprovechando las ventajas locales del territorio paraguayo, sus escelentes fortificaciones, i el fanatismo patriótico que logró infundir en su pueblo. A virtud de estraordinarios esfuerzos, puso mal ó bien armados sobre el campo de batalla cuantos individuos eran capaces de combatir, inclusos varones imberbes i mujeres, i con un gran valor, desgraciadamente compatible con la tiranía, obtuvo señalados triunfos sobre sus poderosos enemigos.

Pero la lucha era sobrado desigual, i por tanto, casi previsto su final resultado, especialmente cuando en febrero de 1860 cayó Humaitá, la mas formidable de las fortalezas paraguayas. Desde entónces consistió la defensa de López en guerrillas, incapaz como estaba de ofrecer ó aceptar acciones campales. Refujiado en las selvas de su país, fué perseguido sin tregua i con saña; pero rehusó siempre entregar su espada; ántes bien, á la cabeza de un puñado de fieles adherentes, entróse por las lanzas enemigas, i recibió la muerte á manos de soldados brasileros, cerca del Aquidaban, el 1.o de marzo de 1870. La cuestion militar, que un imperio i una república fuerte habían hecho cuestion de honor, i que segun su propósito debian terminar por la muerte ó la separacion de López del territorio paraguayo, tuvo así completa solucion. Principiaba la cuestion política, fácil en el sentido de que no afectaba directamente á los aliados, i difícil para los paraguayos, principales interesados, vista su inesperiencia, propia del largo estancamiento de aquella sociedad.

Desde 15 de agosto de 1869, cuando los aliados se hallaban posesionados de la Asuncion, capital del estado, i López era arrojado al desierto, instalóse en aquella ciudad un gobierno creado por un plebiscito, i que consistia en un triunvirato compuesto de ciudadanos paraguayos. Convocó para una convencion ó asamblea constituyente, que elejida por el sufrajio popular, se reunió precisamente un año despues de la citada fecha, ó sea el 15 de agosto de 1870, i elijió en 1.o de setiembre presidente provisorio á don Cirilo A. Rivarola, que reemplazó el triunvirato. Sancionó en 24 de noviembre una constitucion, que se promulgó el 25, i elijió en la primera fecha presidente propietario para un período constitucional al mismo Rivarola, i vicepresidente á don Ramon Miltos; pero algunos diputados, que juzgaron inconstitucional aquella eleccion, protestaron contra ella. En seguida el presidente organizó su ministerio, proveyendo las cinco plazas de que consta, i quedó así inaugurado el nuevo réjimen. Pero un año despues hubo alteracion en el personal eje. cutivo por separacion de Rivarola i eleccion de presidente en don Salvador Jovellanos, practicado el 12 de diciembre de 1871 para durar tres años.

Grandes eran las dificultades con que tenia que luchar el nuevo gobierno que recibia un país degradado por el despotismo i arruinado por la guerra; i á fin de revivir la industria, tomó varias medidas oportunas. En cuanto á organizacion complementaria del nuevo réjimen constitucional, creáronse tribunales, i adoptáronse los códigos arjentinos de lejislacion. Por lei espe cial quedaron igualados los estranjeros con los paraguayos en los asuntos municipales, medida de vital importancia para iniciar la educacion política de aquel pueblo infante. I estableciéronse amplias relaciones internacionales, que nulas durante la dominacion del doctor Francia, no habian sido mui abiertas bajo la de sus dos sucesores.

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