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electo por una gran mayoría el doctor Manuel Borrero, candidato del partido liberal, en competencia con otros candidatos, á saber, el mismo vicepresidente, otro jeneral i un personaje civil, todos más o menos conservadores. Jamás eleccion alguna fué ni más libre ni más popular, i nunca ocasion mejor para iniciar el establecimiento de un órden constitucional que satisfaciese todas las aspiraciones, como podria haberse hecho, aun sin perjuicio de las necesarias reformas, con un poco de patriotismo i de paciencia.

Posesionado el señor Borrero, recibió una solicitud de varios individuos copartidarios, para que convocase á una convencion destinada á reformar la constitucion ecuatoriana: segun ella, su reforma debia hacerse por otro procedimiento bastante simple i razonable (art. 115). Rehusó el presidente acceder, fundándose en que habia jurado sostener la constitucion vijente, á la cual debia su eleccion, i ella no le autorizaba para tomar la medida que se le exijia. Fué resultado de esta negativa un pronunciamiento en Guayaquil á 8 de setiembre de 1876, ejecutado por una junta popular, que presidió la municipalidad del canton, unida á la guarnicion de la plaza, i cuyo programa era : 1.o desconocimiento del réjimen constitucional vijente desde 1869, así como del gobierno que lo sostenia, i restablecimiento de la constitucion de 1861; 2.° nombramiento en el jeneral Ignacio Veintimilla de jefe supremo provisario de la república, con facultades estraordinarias, i convocatoria á una convencion constituyente; ante la cual resignaria el mando.

Aceptado el cargo por el jeneral Veintimilla, liberal adversario de García Moreno, que como tal habia vivido algunos años desterrado ó emigrado en el estranjero, i oponiéndose el gobierno de Borrero con la fuerza á la insurreccion, vinieron á las manos los dos ejércitos. Libráronse combates en los Molinos i en las alturas de Galte, en que triunfó la causa revolucionaria, i de que el segundo, habido el 14 de diciembre, fué mui obstinado. Contribuyó no poco á la victoria la presencia del antiguo jeneral J. M. Urbina, restituido tambien à la patria, de que habia estado

largo tiempo ausente como liberal. A fines del mes entró á Quito el jefe supremo provisorio, i prolongó algo más de lo conveniente su gobierno provisorio. Descontentos sus mismos partidarios, convocó al fin, en setiembre de 1877, para la convencion acordada en el programa de Guayaquil un año antes, señalándose el 26 de diciembre para la reunion. Practicábanse las elecciones, cuando estalló en noviembre una rebelion en el norte de la república, encabezada por Yepes, i ayudada, segun parece, por emigrados colombianos del partido conservador recien vencido.

Tomó por bandera esta insurreccion el restablecimiento del gobierno de Borrero, quien se hallaba situado en territorio colombiano i á inmediaciones de la frontera. Ocupó Yepes á Fulcal en el mismo mes; i no hallando resistencia, marchó sobre Quito, que atacó en la tarde del 14. Un combate durante la noche, con todos los horrores de los que se dan dentro de las poblaciones, tuvo por resultado la completa derrota en la mañana siguiente, del ejército rebelde por el jeneral Vernaza, defensor del gobierno establecido.

Tememos que esta guerra haya dado lugar á posponer la re. union de la convencion, que por lo demás, nada mejor podria hacer, despues de elejir presidente, que dejar en vigor la constitucion de 1861. A nada conducirá recomenzar la tarea de fabricar un nuevo instrumento, que probablemente no será superior ni más acatado. Debemos en todo caso nuestras observaciones al que rije cuando escribimos; bien que nadie haya hecho alto en que el Ecuador se encuentra bajo un réjimen constitucional, como lo está teóricamente, segun el acta de Guayaquil. I esto mismo indica el respecto que se tiene por esos libros infortunados; piezas de literatura política, no siempre del mejor gusto, i tan eficaces á menudo, para los fines con que se escriben, como si fuesen otras tantas novelas.

No estará demás, para comprender mejor su naturaleza i sus efectos, recordar un hecho conspicuo en la condicion social del Ecuador, i que es comun á otras secciones sud-americanas, especialmente el Perú. La república está dividida, etnográficamente

hablando, en dos grandes porciones, el litoral i la rejion andina. tan diferentes por sus condiciones topográficas é industriales, como por las razas que las pueblan i su diverso grado de civili

zacion.

Las tribus indíjenas del litoral se hallaron siempre en América ménos civilizadas, pero más belicosas i enérjicas que las del interior. Su mezcla con la raza europea, i con la africana, que en forma de esclavos no tardaron en introducir los españoles en las costas ardientes como las del Ecuador, formó esa raza híbrida él intelijente de zambos i mulatos, que en las partes cálidas de Nuevo Mundo hacen la masa principal de la poblacion. Ella es la base indispensable de la industria i el mejor elemento de la fuerza armada, por su arrojo, su iniciativa i su enérjica resistencia á los rigores del clima.

Mui diferentes de las primeras son las tribus indíjenas del interior. Aunque algo más civilizadas que aquéllas en la época del descubrimiento i colonizacion, han permanecido estacionarias. Poco ó nada han recibido de la actividad i altivez de españoles i africanos. con los cuales apénas se han mezclado. Su número i el clima bajo que habitan ha propendido á mantenerlas en su primitiva pureza, ó lo que es lo mismo, en su índole apática i resistente á todo progreso. Su entronque con la raza mongólica ó asiática del oriente esplica ya su ineptitud para andar rápidamente por la senda de la civilizacion; i el sistema colonial, encaminado á esplotar más bien que á civilizar los indíjenas de América, agravó el mal sepultando á las numerosas tribus de las rejiones andinas en ese marasmo i abyeccion que las distingue. Sus individuos son hoy ciudadanos; pero fácilmente se comprende que no lo serán á la manera de los que habitan el litoral.

EPISODIO SOBRE LA ANTIGUA COLOMBIA

No sabemos á punto fijo quién fué el primero que concibió la dea de formar una sola república de los territorios comprendidos en el vireinato de Nueva Granada i la capitanía jeneral de Venezuela, inclusa en el primero la presidencia de Quito. Pero desde 1811 aparece que se dieron algunos pasos en aquel sentido; i aún llegó á celebrarse un tratado, á nombre de los gobiernos establecidos en Caracas i Bogotá representado aquél por Madariaga i hallándose á la cabeza del segundo Jorje T. Lozano. Quedó, no obstante, sin efecto; i como se fundase sobre la idea de un sistema federativo, no podia tampoco revivir despues que éste hubo perdido terreno en la opinion de los dos países.

Sea como fuere, el pensamiento subsistió principalmente en la cabeza de Bolívar, que acaso lo estimó más realizable cuando en 1812 hizo su rápida campaña de Nueva Granada para penetrar en el siguiente año por el occidente de Venezuela. En una carta que, emigrado en Jamaica, escribia á un caballero amigo suyo de la misma isla en 1815, decia entre otras cosas importantes : « La Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan á convenirse en formar una república central, cuya capital sea Maracaibo, ó una nueva ciudad que con el nombre de Las Casas (en honor de este héroe de la filantropía) se funde entre los confines de ambos países en el soberbio puerto de Bahía-honda... Esta nacion se llamará Colombia, como un tributo de justicia i gratitud al descubridor de nuestro hemisferio. Su gobierno podrá imitar al inglés: con la diferencia de que, en lugar de un rei, habrá un Poder Ejecutivo de eleccion, cuando más vitalicio,

i jamás hereditario, si se quiere república; una cámara ó senado lejislativo hereditario, que en las tempestades políticas se interponga entre las olas populares i los rayos del gobierno, i un cuerpo lejislativo de libre eleccion, sin otras restricciones que las de la cámara baja de Inglaterra. Esta constitucion participaria de todas las formas, i yo deseo que no participe de todos los vicios. Como ésta es mi patria, tengo un derecho incontestable para desearle lo que en mi opinion es mejor. Es mui posible que la Nueva Granada no convenga en el reconocimiento de un gobierno central, porque es en estremo adicta á la federacion; i entónces formará por sí sola un estado sola un estado que, si subsiste, podrá ser mui dichoso por sus grandes recursos de todo jénero. >>

A estas dos ideas de Colombia (formada de Nueva Granada i Venezuela) i de gobierno unitario semimonárquico, fué Bolívar consecuente durante toda su vida, aunque no siempre se espresara con la misma sinceridad con que lo hacia en la ocasion que hemos citado. De acuerdo con ellas i para realizarlas, convocó al congreso de Angostura, reunido en febrero de 1819, hizo concurrir á Zea, diputado elejido por Casanare, provincia granadina, como lo habian sido tambien cuatro granadinos más que no concurrieron, i presentó un proyecto de constitucion mui semejante al que despues aceptó la república de Bolivia.

Sin perjuicio de una constitucion especial para Venezuela (caso que la idea de Colombia fracasara), sancionó el congreso una lei fundamental de ésta, en que dándose como hecho cierto la voluntad de Nueva Granada para la union, se decretaba allí mismo como base de una formal constitucion posterior. Pero como la Nueva Granada se hallaba entónces casi por entero en poder de las armas españolas, todo aquello no pasaba de una ficcion, que requeria nuevos actos para llegar á ser una realidad. Pronto vino á prepararla el memorable combate de Boyacá, que en agosto de aquel año dejó libre todo el centro del territorio granadino. Bolívar, presidente á la sazon de Venezuela, i director de la guerra en la vecina república, triunfando entónces, adquirió el mejor título para quedar, como quedó de hecho, i por aclama

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