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sobre la introduccion de mercancías i contratos traslativos de dominio, los tributos de indijenas, el papel sellado, i muchos que con diversos nombres gravitaban sobre la produccion, el trasporte ó el consumo de los pocos objetos creados por la industria colonial ó introducidos de fuera por el comercio privilejiado. Todos ellos eran indirectos i violatarios de las sanas doctrinas económicas, mui poco divulgadas entónces aun en naciones más avanzadas que España i Portugal.

Muchos de aquellos americanos que, segun hemos visto, llegaron á ilustrarse, no obstante las dificultades que les rodeaban, comprendieron desde el siglo pasado que ni la América podia estar condenada perpetuamente al absurdo sistema colonial, ni habia nada que esperar de sus actuales dominadores. Pero la empresa de sacudir el yugo i sostituirlo por un gobierno progresivo i respetuoso del derecho, era una empresa titánica, que algunos espíritus impacientes iniciaban á destiempo, i retardaban con sus pasos prematuros alarmando la susceptibilidad de los gober

nantes.

Pero hé ahí que los sucesos ocurridos en la península en el año de 1808 i siguientes, determinaron el momento de la emancipacion decretada mucho antes por la razon filosófica. Invadidos los reinos de España i Portugal por las huestes de Napoleon, la corte del segundo tuvo el buen sentido de trasladarse á América, salvándose de humillaciones i conjurando la guerra civil en sus propios dominios. Ménos avisada la corte de Madrid, i desdeñando el consejo del Príncipe de la Paz, es víctima de su confianza en el gran conquistador de los tiempos modernos. Cae prisionero suyo sin combatir, deja abandonadas sus vastas posesiones, i da oportunidad al establecimiento de esos gobiernos provisorios de España, que imitados en sus colonias de América, pusieron el poder público en manos de los colonos, dándoles la conciencia de su aptitud i ofreciéndoles el medio de realizar su derecho.

Aunque ejercida á nombre de Fernando, los españoles no se resignaban á ver pasar la autoridad á los americanos. Inmediata

mente se oponen con las armas, i empieza la lucha entre padres é hijos áun ántes que principiase entre colonos i metropolitanos. Era que los viejos odios se encaraban. I la arrogancia del opresor, no contando por nada las justas aspiraciones ni la altivez del oprimido, presintiendo la tendencia del movimiento colonial, i fiel guardian de los derechos de su señor, no aguardó siquiera la autorizacion del rei cautivo para hacer la guerra al colono innovador.

Restituido á su trono el rei Fernando, la guerra se formalizó, i los colonos carecieron de razon i aun de pretesto para retardar la abierta manifestacion de sus intentos. Quince años de lucha tenaz i'sangrienta trajeron la independencia de Hispano-América. Con ella vino el poder público á manos del hijo del suelo. En su furor habia descuajado la tierra de los pocos elementos aristocráticos, que como aliados á la causa de la metrópoli habian entrado en la lid. La ferocidad real habia enjendrado el odio más profundo á la monarquía, que ya no tuvo raiz ni asiento en la América española. De este modo la República nacia como espontáneamente de la nueva situacion. La democracia habia visto perecer sus más poderosos enemigos; pero uno nuevo acababa de brotar entre los estruendos del combate, que iba á entorpecer la organizacion definitiva de la nueva sociedad. El caudillaje osó invocar la libertad que pretendia haber conquistado, i que no hacia sino insultar con su mentida proteccion. Las ambiciones bastardas ocuparon el lugar debido á las lejítimas ambiciones. Retardóse aún el advenimiento de la república democrática i el reinado del derecho. Pero como quiera que sea, muchas naciones han surjido de la colonia ibero-americana. Ellas intentaron constituirse desde que asumieron su individualidad política. Aún se ajitan en ese palenque abierto á las influencias i las opiniones, i no es fácil predecir cuándo quedará cerrado para los ensayos abortivos.

Mui complicado era el problema de organizacion presentado á los estadistas hispano-americanos. De un lado, la ciencia abstracta de la política les hubiera ofrecido la naturaleza mental del hom

bre i las enseñanzas jenerales de la historia gubernamental como objeto de su estudio. De otro lado, la ciencia política de aplicacion les entregaba una actualidad nacida del coloniaje i bañada en la sangre de la revolucion, para que á su tenor modificasen los principios derivados de la primera. Pero la ciencia abstracta no está formada de manera que pueda consultarsela como la zoolojía, la química ó la botánica. I á más, la actualidad resume en sí tan diversos i opuestos elementos, que nadie podria jactarse de conocerla á fondo.

No debe sorprendernos por lo mismo la instabilidad de los principios constitucionales planteados en la América española. Quién ha seguido puramente las doctrinas abstractras de escritores que á menudo se dejaban arrastrar por su imajinacion; quién imitaba las instituciones de otros pueblos sin punto de contacto con aquéllos á que se trasladaban; i quién discurria sistemas orijinales sujeridos por su propio juicio sobre la perfectibilidad política. Pero en todos estos ensayos se ha tenido mui poco presente el punto de partida, la actualidad creada por sus dos potentes jeneradores, el coloniaje i la revolucion. Era la actualidad una base i un obstáculo á un mismo tiempo. Como base, merecia toda la atencion que demandan las situaciones hechas, la manera de ser formulada por siglos de una lenta i complicada elaboracion. Como obstáculo, debia ser removida á impulso del progreso; ¿ pero en qué medida i con qué condiciones? Muchos pretendieron, i fué su error, descartarse de las viejas instituciones i costumbres como se muda de vestido. I aun la moda no hace sino alterar los accidentes del vestido sin operar un cambio radical, que sólo viene á consumarse con el trascurso de los siglos. Por otra parte, la revolucion habia dado muerte á instituciones que se opusieron á su paso ó provocaron su ira. Nada más difícil que conciliar el pasado con una nueva situacion que anuncie i prepare el porvenir. Los anglo-americanos resolvieron el problema; pero no sucedió otro tanto con los americanos de orijen español.

No basta que un país haya recibido un instrumento orgánico

de su gobierno, para que se repute constituido. A pesar de sus quince constituciones adoptadas de 1791 á 1852, la Francia no ha llegado jamas á constituirse; pues aún el actual sistema, no obstante su duracion de quince años, se mira casi jeneralınente como transitorio (1). Para que un sistema político merezca llamarse la constitucion del país á que se aplica, es indispensable que arraigue en los espíritus i en las costumbres ; que inspire amor á los ciudadanos; que se defienda por éstos como su propiedad i su amparo, i que en suma llegue á identificarse con la idea de la patria. Los reglamentos efímeros que cada revolucion dicta al dia siguiente de su triunfo en la América hispana, sólo espresan el deseo de los que han venido al poder quizás vulnerando todos los derechos i ahogando en sangre la volundad nacional. Aunque la invocan, no son á menudo obra de la soberanía popular, sino de la soberanía de la espada, su mortal enemigo. Por tanto, para asegurarse de que un estado se halla constituido, es necesario examinar si sus instituciones políticas reflejan su situacion social si se mantienen por la libre voluntad de los ciudadanos, i si, salvas las mejoras de que toda obra humana es susceptible en el andar de los tiempos, contienen los principios fundamentales aclamados, profesados i ardientemente defendidos por aquéllos que las obedecen. Ese sistema, i sólo él, forma la constitucion política de un estado.

Pero un país trabajado por fuertes sacudimientos durante largos años; un país que se ha retorcido en sangrientas i penosas convulsiones por destruir, si no todo un pasado, á lo menos sus primeras bases i razon de ser, puede no hallar i no hallará probablemente la fórmula definitiva de su organizacion política, sino despues de numerosas tentativas, entre las cuales imperará la que se dicte con mayor sinceridad i con mayor conocimiento de la situacion compleja, la que ménos busque los medros ó la preponderancia de los partidos triunfantes, la que siendo la más jenuina espresion de la voluntad popular, consulte mejor por

(1) Esto se escribia en 1867.

consiguiente los intereses de los pueblos. Tal es la aspiracion de los hombres honrados en Hispano-América, si bien no ha sido siempre la suerte de los estados en que se halla dividida.

En todo caso sus instituciones políticas son materia de provechoso estudio. Nosotros hemos consagrado algun tiempo al de los diez estados que se reparten la grandiosa península de SudAmérica (1), á saber, Brasil i Paraguai, República Arjentina i Uruguai, Chile i Bolivia, Perú i Ecuador, Colombia i Venezuela, reuniendo con no poco trabajo sus constituciones vijentes, que ofrecemos aquí comentadas segun las nociones que hemos procurado pedir al estado presente de la ciencia. Dos objetos nos han conducido en esta obra, que emprendida por pasatiempo, nos resolvemos á publicar hoi. Es el primero ejercitar el criterio político, acopiando preciosos i variados materiales, que suministran abundante ocasion de discutir los principios todavía contestados de la ciencia. Es el segundo comparar todos estos instrumentos, parto de tan diversas opiniones i miras, é investigar hasta dónde se justifica su discrepancia. La union á que parece destinada la América del Sur, no bajo un sólo gobierno, ni aun tal vez por una liga ofensiva i defensiva, sino más bien en comercio, en literatura, en derecho internacional i en doctrinas. lejislativas, pudiera estenderse á las intituciones politicas que no afectasen de necesidad la especial manera de ser que á cada estado distingue. Si como hai razon para tenerlo, destinos particulares se aguardan á Méjico i Centro-América, cuya situacion jeográfica los separa de la constelacion de los estados meridionales, ¿por qué, á lo menos, el suelo de éstos no seria una patria comun del ciudadano de todas? ¿I por qué no se acercarian en dogmas políticos tales como la nacionalizacion de estranjeros, las garantías individuales, las libertades públicas i la organizacion fundamental de los poderes gubernativos?

Hoi apénas se conocen entre sí los estados mismos que rom

(1) Véase el prefacio anterior.

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