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Causas de la ruina de la monarquía goda. Sabia política de los moros en la conquista de esta península.

Se atribuye comunmente la ruina de la monarquía goda

para

hasta que

mayor

á los vicios de Witiza, y D. Rodrigo. Se han inventado mil fábulas infamar á aquellos dos la reyes, crítica de estos tiempos ha demostrado su falsedad. Mas hasta ahora no se han aclarado bien las verdaderas causas de aquella catástrofe tan funesta.

¿Cómo veinte ó treinta mil mahometanos pudieron derrotar el ejército de Rodrigo, compuesto, por lo menos de do. ble ó triple número de españoles, no menos valientes que ellos? ૐ Cómo en dos años los sarracenos pudieron apoderarse de casi toda la península, cuya ocupacion habia cóstado doscientos á los romanos, y otros tantos á los godos? Aun cuando fue ran ciertas la depravacion de las costumbres de los dos últi mos reinados; el estupro violento de la Cava; las traiciones de D. Julian y D. Oppas, y otros tales cuentos; si la nacion española tuviera una buena constitucion; si amara á su gobier; si la animara un noble patriotismo, sucumbiera, ni se dejara subyugar tan presto por tan pocos enemigos de su religion, su libertad, é independencia? ¿Cómo no hizo esfuerzos mas vigorosos para vengar su derrota en el Guadalete, y embarazar, é imposibilitar de mil maneras las marchas de los africanos? ¿Cómo las ciudades fuertes no los entretuvieron en sitios mas largos y mas costosos, hasta poder reunir mayores fuerzas, y concertar nuevos planes de defensa? ૐ Cómo

les abrieron las puertas con tan corta resistencia? ¿Cómo Teodomir, y otros generales, no notados de cobardes, ni desleales, se concertaron tan presto con los gefes enemigos?....

La monarquía goda fue destruida por las mismas causas que otros grandes imperios, esto es, por su mal gobierno. Las causas políticas obran de una manera muy semejante á las naturales. Una tierra mal labrada produce nada, ó pocas y ma las yerbas, cuando bien cultivada se crian en ella abundantemente los frutos mas preciosos. Una nacion bien gobernada puede multiplicar infinitamente sus riquezas, y sus fuerzas : y al contrario, sin buen gobierno se empobrecen, se debilitan y anonadan las mas fuertes y opulentas.

Los godos no eran ya aquellos fuertes y valientes seten trionales, cuyo encuentro procuraba evitar Alejandro; temia Pyrro; y que infundian terror á Julio Cesar (1). Fuese por los vicios de su nuevo gobierno; por la larga paz y falta de enemigos esteriores; lejos de apetecer la guerra, como antiguamente, para acreditar su valor, y enriquecerse con los despojos de sus enemigos; no trataban mas que de holgar y de intrigar en la corte, para medrar en sus bienes y en honores por medios viles.

En tal estado no era muy dificil á los califas, cuyo inmenso poder acababa de destruir los dos grandes imperios de Roma, y Persia, y de ocupar la mayor parte del Asia, y Africa, derrotar completamente un ejército afeminado, lleno de traidores, cual era el de Rodrigo (2); y subyugar rápida. mente á la mayor parte de los desgraciados españoles.

Cómo quedaria esta hermosísima parte de la Europa de resultas de aquella invasion de los mahometanos se deja bien comprender, aun cuando no nos quedara la lastimosa pintura

(1) Isidorus, in Hist. Gothorum.

(2) Isidori, Pacensis episcopi Chronicon. En el tomo 8 de la España sagrada:

que hizo de ella Isidoro Pacense, autor contemporáneo, y muy verídico (1).

Pero ni los califas, ni sus generales fueron tan estúpidos como lo habian sido los setentrionales que les precedieron en la monarquía de España. Conocian bien que para afirmar las conquistas, y hacerlas mas provechosas conviene, no destruir, si no conservar á los antiguos propietarios, y respetar todo lo posible sus derechos, su religion, sus usos y costumbres. ¿De qué sirve á un conquistador frenético el incendiar quear los pueblos? Solo de un bárbaro placer, que lisongeando por algunos momentos su espíritu sanguinario, lo priva de las riquezas, y recursos que encontraria en los vencidos, dejándoles la libertad, y los bienes, y haciéndoles olvidar las calamidades pasadas á fuerza de beneficios.

y sa

Casiri publicó las capitulaciones ajustadas entre el general mahometano Abdalaciz, y el príncipe godo Teodomiro en el año de 712, por las cuales dicho general concedia á todos los vasallos de aquel príncipe la libertad, propiedad, y libre ejercicio de su religion católica, entregándole Orihuela, Alicante, Lorca, y otras ciudades, contribuyendo cada noble anualmente un aureo; cuatro modios de trigo; y otros tantos de cebada; cuatro batos de vino, y vinagre; y dos de miel, y aceite; y la mitad de dichos tributos cada plebeyo (2).

En otra escritura del año de 734 se leen las obligaciones que Alboacen, gobernador de Coimbra, impuso á los cristianos. de aquella ciudad, mandando que estos pagaran los tributos dobles que los moros.

Que por cada iglesia contribuyeran 25 pesos, de buena plata, y 50 por cada monasterio.

Que los cristíanos tuvieran un conde de su propia gente, quien les administraria justicia conforme á sus leyes; pero sin

(1) Ibidem.

(2) Bibliotheca arábico-escurialensjs. Vol. 2, pag. 105.

poder ejecutar las penas de muerte, antes de aprobarse la sentencia por el alcalde, ó alguacil moro, por cuya aprobacion habian de pagar 100 pesos.

Que en los pueblos cortos pusieran ellos mismos sus juecǝs para la administracion de la justicia.

Que hiriendo, ó maltratando un cristiano á un moro, fuera aquel juzgado por las leyes de este.

Que si algun cristiano violentase á una mora, siendo soltero se volviera moro, ó se casara con ella, y siendo casado sufriera la pena de muerte.

Que si algun cristiano entrara en una mezquita de los moros, ó blasfemara de Mahoma, sufriera la misma pena de

muerte.

Que los sacerdotes cristianos celebraran la misa á puerta cerrada (1).

Por algunos años hubo bastante diversidad en la suerte de los pueblos conquistados, segun habia sido mas o menos feroz el genio de los gefes militares á quienes se habian rendido, y mas o menos obstinada su resistencia. Abderramen fijó las contribuciones en un quinto, ó veinte por ciento de todas las rentas de los propietarios en los pueblos tomados á viva fuerza, y solo un diezmo en los que se habian entregado voluntariamente (2).

A pesar del odio y menosprecio con que generalmente se mira á los mahometanos, si se esamina su política en aquella conquista, se encuentra menos crnel, y mucho mas racional que la de los godos y aun que las de otras naciones antiguas y modernas, tenidas por muy cultas y civilizadas. Porque muchísimo menor era la carga de un diezmo, ó á lo mas un veinte por ciento de las rentas de los propietarios, que despojarlos enteramente de todos sus bienes, como acostumbra

(1) Florez, España Sagrada, tom. 10, trat, 33, cap. 7. (2) Pacensis Cron.

ban los romanos, ó dejarles solo la tercera parte, como los godos.

Aun en la religion, aunque los mahometanos eran no menos creyentes del alcoran que los cristianos del evangelio, sin embargo de eso permitian á estos el culto público de su religion; el ser gobernados y juzgados como antes por condes y jueces católicos; sus obispos y demas ministros del altar; sus templos, sus campanas para llamarse y congregarse para celebrar los oficios divinos; sus entierros solemnes (1); y aun observaban el consejo que les habia dado uno de sus califas, de respetar particularmente á los monges (2).

Tal vez esta diferencia en el trato, y consideracion á los vencidos fue la que mas contribuyó á afirmar el dominio de los mahometanos en España. Disgustados los pueblos con la dura opresion del gobierno gótico, poco deberian sentir el sujetarse á otro que les propusiera y conservara partidos y tributos mas suaves.

Todo cede al fin al interes personal. La mas firme adhe sion á las leyes, usos y maneras á que estamos acostumbrados por la educacion, por el hábito, y el mas entusiasmado patriotismo, todo se entibia y se trasforma, cuando el espíritu, fatigado de los males y calamidades de la guerra, ó mas alumbrado por la experiencia y comparacion de los hechos, y acaecimientos públicos, vuelve sobre sí, calcula y se desengaña de muchas preocupaciones que le parecian antes verdades evi. dentes, ó se resigna á un nuevo estado, que no han podido evitar su resistencia, ni sus sacrificios.

Aquella política de los mahometanos acerca de las contribuciones, y su tolerancia religiosa, no pudo dejar de influir en los aumentos de la poblacion, y progresos de la agricultu

(1) Florez, España Sagrada, tomo 10, trat. 33, cap. 7.

(2) Conde, Historia de la dominacion de los árabes en España, prim. part. cap. 2.

TOMO I.

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