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de tantas y tan varias condaduras y otras dignidades, Inventó ademas nuevas cortesías, nuevos tratamientos y nuevas distinciones lisonjeras para los cortesanos. En tiempo de la república no habia mas tratamiento que el de tu. Los emperadores convirtieron las palabras adjetivas de ilustre, espectable, egregio, clarísimo, perfectísimo &c. en otras tantos títulos ho noríficos, muy parecidos á los que estilamos en España de señoría, señoría ilustrísima, excelencia &c. En los códigos del derecho romano se encuentran muchas leyes sobre aquellos tratamientos (1); y Casiodoro nos dejó las fórmulas con que se espedian sus títulos (2).

La etiqueta de aquellos tratamientos debia observarse con tanta ó mas puntualidad que la que se tiene ahora en no faltar á los modernos, porque los reglamentos imperiales los reputaban como instituciones divinas, y su inobservancia como un sacrilegio (3).

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Las dignidades y honores no se conferian siempre por méritos distinguidos. Era muy frecuente su venalidad (4). El gobierno conocia bien los inconvenientes de este vicio, y aun que el erario sacaba de él algun provecho, por otra parte perdia mas con la pobreza á que reducia á los pueblos la rapacidad de los empleados para costear sus gastos en tales compras. Sin embargo de eso, aunque se prohibieron algunas veces, no por eso cesaba su tolerancia escandalosa. Una ley de Honorio mandó que en las felicitaciones á los príncipes, semejantes á la ceremonia de nuestros besamanos, ninguno se antepusiera á los condes de primera clase, aunque sus títulos fueran comprados (5), En el siglo VI todavía los productos

(1) L. XII. C. tít. 1. L. I. tít. II. ibid.

2) Formula Ilustratus vacantis. Variar. lib. VI. N. 11. Fórmula Specta. bilitatis. Lib. VII. N. 37. Fórmula Clarísimatus. Ibid. N. 38. (3) L. I. et II, C. Th. Ut dignitatum ordo servetur.

(4) L. XXV et XXVI. C. Th. De Decurionibus. (5) L. un. C. Th. De comitibus vacantibus.

de tan vil tráfico formaban una parte del tesoro imperial (1). Los empleos mas apetecidos generalmente en Roma eran los del oficio palatino, asi por sus grandes privilegios, como por la mayor facilidad que su prosimidad al trono proporcionaba á tales oficiales para mayores ascensos, y' comisiones muy lucrosas (2).

El servicio de palacio fue equiparado al militar, y aun llegó á ser mas considerada la milicia palatina que la milicia armada, porque, decia Constantino, hablando del privilegio que gozaban los oficiales palatinos de que sus bienes fueran reputados por castrenses, ¿qué bienes pueden considerarse por mas castrenses que los adquiridos á nuestra presencia? Ademas que no se diferencian mucho de los trabajos de la guerra los que se sufren por los que nos acompañan en nuestros viages (3).

La servidumbre de los palacios podrá ser molesta y trabajosa; mas por mucho que se quiera ponderar su sujecion y sus fatigas, ¿el vivir en la corte, centro de los mayores placeres y de las mas lisonjeras esperanzas, ni el viajar en compañía de grandes señores, en la que todo abunda, puede ser comparable al vivacar, al combatir, á la subordinacion y á las demas privaciones y continuos peligros de la vida militar?

Asi fue que al paso que se aumentaron los privilegios y ventajas del oficio palatino, fue creciendo el número de sus oficiales, y menguando el de la milicia armada. De Constancio se dice que tuvo mil cocineros, y otros tantos reposteros y barberos (4). En cierta reforma que hizo Honorio de su corte todavía dejó en las oficinas del ministerio de hacienda 546 empleados, en las del tesoro imperial 300, y ademas 822

(1) Constit. 8. in præfat.

(2) De privilegiis eorum qui in sacro palatio militant.
(3) L. I. C. De castrensi omnium palatinorum peculio.
Libanius, Orat. in necem Juliani.

supernumerarios(1). Al contrario, es casi increible el horror que se llegó á cobrar á la milicia. Fue muy comun la barbarie de cortarse los jóvenes los dedos, con el fin de inhabilitarse para el manejo de las armas (2). Las emperadores se vieron precisados á llenar su ejército de soldados estrangeros.

Los criados imperiales gozaban ademas de sus pingües sueldos otras 'grandes adealas. Un barbero de Juliano tuvo veinte raciones diarias para su mesa, veinte para su caballeriza, y ademas muchos regalos. Iguales sueldos y adealas zaban otros oficiales de su palacio, hasta que informado y escandalizado de tales abusos aquel emperador, puso en ellos alguna reforma (3).

go.

Ademas de los grandes privilegios, sueldos y adealas que gozaban los oficiales palatinos, era muy comun su preferencia para la cobranza de las contribuciones, y otros negocios lucrativos, con cuyas comisiones se aumentaban mucho mas las cargas y calamidades de los pueblos. En vano se habian mandado cesar tales comisiones, y que las cobranzas estuvie ran á cargo de las municipalidades (4). Honorio y Teodosio el jóven volvieron á confiar á las codiciosas manos de sus criados la explotacion de esta mina (5).

Amiano Marcelino atribuia á los oficiales palatinos la causa principal de la relajacion de las costumbres romanas, porque enriqueciéndose rápidamente sin mucho trabajo, y seguros de la impunidad de sus delitos á la sombra del palacio, gastaban sus riquezas pródigamente en los vicios y el lujo mas escandaloso; y su mal ejemplo habia contagiado á las demas clases (6).

(1) L. XV. et XVI. C. Th. De palatinis sacr. largit. et rerum privat. 2) L. I. C. Th. De filiis militar. et 1. III. De tironibus.

Amianus rerum gestarum lib. II. cap. 4.

L. X. C. De officio rectoris provintiæ.
L. XVIII. C. Th. De exactionibus.

(6) Rerum gestarum lib. XXII. cap. 4,

Una parte del oficio palatino fue el Consistorio, ó consejo privado de los emperadores. Aunque el senado no dejaba de ser el gran consejo constitucional de la llamada siempre república romana, bien impropiamente, ya se ha visto cómo algunos emperadores preferian para su gobierno el de las mas indecentes é inmorales camarillas. Alejandro Severo habia creado otro consejo mas respetable, compuesto de diez y seis se. nadores escogidos entre los mas ancianos y mas prudentes, con los cuales se asesoraba en todos los negocios; conducta que habia sido muy agradable, tanto al senado y á la milicia como al pueblo, porque la justicia era administrada rectamente, y nada agrada mas á las naciones que la recta administracion de la justicia. Mas aquel nuevo establecimiento quedó extinguido con la muerte de su autor (1): sus sucesores continuaron gobernando despóticamente, ó dominados ellos mismos por sus criados mas viles. » Muchos príncipes, decia Plinio, siendo señores de todo el mundo, eran esclavos de sus libertos. Estos eran sus consejeros; estos los gobernaban; por medio de estos oian; por medio de estos hablaban; por medio de estos se conseguian aun los mas altos empleos, las prefecturas, los sacerdocios y los consulados (2)."

Posteriormente los emperadores crearon el consistorio, ó nuevo consejo palatino, cuyos ministros se llamaban condes consistorianos.

En una ley del código Teodosiano se refieren parte de las actas de uno, tenido en tiempo de Graciano, en el cual se trató de los sueldos y gastos de los rectores de las provincias (3).

Aquella dignidad fue tan considerada, que los nuevos consejeros, ó condes consistorianos se creian identificados con la

(1) Herodianus, Hist. lib. VI. cap. 1. et lib. VII. cap. 1.

(2) In panegyrico Trajani.

(3) L. 3. De officio judicium omnium.

persona del príncipe, por lo cual se mandó que los que atentaran contra su vida fueran castigados como reos de lesa magestad (1). Eran distinguidos con los honores de procónsules (2), y esentos de cargas sórdidas (3). Quien quiera formar alguna idea de la importancia de aquel privilegio, ó esencion de cargas sordidas, podrá leer su esplicacion en los comentarios de Gothofredo.

El consistorio, ó nuevo consejo palatino, siendo hechura de los emperadores, debió influir mucho en el abatimiento del constitucional, que era el senado. Sin embargo de eso, cuando convenia á los déspotas, no dejaban de considerarlo y halagarlo. Sabed, padres conscriptos, les decia Mayoriano, que yo soy emperador por vuestra eleccion, y por el beneplácito del valiente ejército. Quiera Dios bendecir mi gobierno para aumentar la prosperidad de mi imperio... Ayudad al príncipe que habeis creado, tomando parte en el cuidado de las cosas que estan á mi cargo, para que el imperio que me habeis dado se acreciente con vuestro auxilio (4)."

Si aquella alocucion fue sincera, no eran ciertamente tales sentimientos muy comunes en la política imperial. Al fin el emperador Zenon, quitándose la máscara, acabó de degradar al senado, y de reducirlo á un mero simulacro de su dignidad constitucional. En otros tiempos, decia, siendo el estado de la república muy diverso del actual, lo era tambien su gobierno. Muchos negocios se deliberaban y resolvian por el senado, sin dar parte de ellos al soberano. El era quien nombraba tres pretores en la capital, y los decuriones en las demas ciudades. elegian por sí solos sus presidentes. Las circunstancias esigian entonces tales costumbres. Mas ahora que todo se delibera, y

(1) L. 3., C. Th. Ad legem Corneliam de siccariis.

(2) L. un. ibid. De comitibus consistorianis.

(3) L. 15. ibid. De extraordinariis, sive sordidis muneribus. (4) Novel. lib. IV, tít. 5. ad calc. C. Teod.

TOMO I.

D

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