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que les hicieran otros ciudadanos. El que mataba, heria, ó injuriaba á otro quedaba por el mismo hecho declarado enemigo del ofendido y de toda su familia; y esta autorizada para tomarse una satisfaccion del ofensor. Por una de las combinaciones varias que caben en los caracteres y pasiones humanas, aquellos guerreros, tan libres, orgullosos y propensos á las armas, se componian fácilmente, recibiendo en compensacion de sus agravios algunos regalos, ó multas convencionales. De esta manera, el temor á una venganza cierta, ó á una multa, que aunque ahora parezca muy ligera, no lo era tanto en la miseria de aquellos tiempos; refrenaba los ímpetus de la ira; mas que en otros posteriores las penas corporales, pendientes de la corruptibilidad de los jueces (1).

Ademas de esto, la severa educacion de los germanos debia evitar y precaver muchos delitos. Los padres y los maridos eran unos pequeños reyes de sus familias. Aunque tenian esclavos los ocupaban mas en los trabajos del campo que en los domésticos. En sus casas se hacian servir por sus mugeres y sus hijos (2).

Los maridos eran los únicos jueces de la infidelidad de sus mugeres. La pena ordinaria de las adúlteras era raparlas el pelo, y azotarlas desnudas á vista de todo el pueblo. No habia perdon para la deshonestidad. Era imposible que una doncella estuprada encontrara con quien casarse (3).

La moneda era rarísima entre los germanos, y en las provincias interiores casi enteramente desconocida. Sus bienes y su riqueza, consistian generalmente en esclavos, ganados y algunos frutos, cuyos robos eran mucho mas dificiles que los de alhajas y dinero (4).

Por otro lado, no conocian, ni estilaban los testamentos. Los hijos ó parientes mas cercanos, eran sus herederos forzo

(1) Id. (2) Id. (3) Id. (4) Id.

sos (1). Por consiguiente, carecian de infinitas dudas é interpretaciones de las últimas voluntades, tan frecuentes en la jurisprudencia de otras naciones.

Los pleitos eran alli muy raros. Ni hombres, ni mugeres sabian leer, ni escribir (2). Sus pocas leyes y costumbres las aprendian y sabian todos por tradicion verbal. Asi en sus tribunales no habia traslados, alegatos por escrito, ni otras tales prácticas forenses, con que en muchas partes ha solido y suele eternizarse la administracion de la justicia.

la

Tal fue el derecho primitivo de los germanos, segun bellísima pintura que nos dejó Tácito de sus costumbres: pintura que no debep perder de vista los que quieran indagar y conocer los orígenes de la legislacion posterior de Europa, y particularmente de la española. '

No ha faltado quien creyera que aquella obrita no es mas que una novela, trazada por su autor para satirizar las costumbres de los romanos de su tiempo, esponiéndoles un cuadro de otras, al parecer mas puras ó mas sencillas, como an∙ tes con el mismo fin les habia ponderado Horacio las de los scitas, y como Genofonte habia trazado y presentado á los griegos su Ciropedia (3).

Mas, por mucho que quieran celebrarse las costumbres germánicas retratadas por aquel diestro historiador, ¿qué romano las preferiría á las de su nacion, ni qué influencia podia tener aquella supuesta novela en la reforma de sus vicios? Un gobierno puramente militar; la guerra perpetua; la aversion al trabajo honesto de la agricultura, y de la industria; la holgazanería; la ignorancia y la barbarie, ¿podran nunca preferirse á las incalculables ventajas de la civilizacion, reco

(1) Id. (2) Id.

(3) Memoire sur l'ancienne legislation de la France, comprenant la loi S.lique, la loi des wisigoths, la loi des bourguignons, par Mr. Le Grand d'Aussy.

mendarse, ni proponerse como modelos, para que sean imitados por una nacion culta ?

Añádase á todo esto que aunque las costumbres retratadas por aquel historiador, á primera vista parecen muy puras y muy sencillas, de su misma narracion consta que á los germanos no les faltaban, ni glotonería, ni lujo, ni otros vicios muy comunes en los pueblos civilizados. Si no vestian mas que pieles, ni trajes costosísimos, ni variaban las modas, ni brillaban en coches, y trenes muy magníficos; se jactaban de ser servidos por el mayor número posible de criados y vasallos. Y ¿qué abuso de los placeres, ni qué lujo es mas perjudicial á la sociedad? ¿el de la mesa, grandes palacios, muebles esquisitos, vistosos trajes, y alhajas, en cuya fabricacion se ocupan honestamente innumerables brazos, ó el de catervas de criados y holgazanes, ciegamente sumisos á los caprichos de un déspota orgulloso?

La vida comun de los germanos, cuando no estaban en campaña, era cazar, holgar, ó pasar todo el dia comiendo, bebiendo y embriagándose. Nadie se avergonzaba de estar borracho. Eran muy frecuentes las quimeras, heridas y muertes en tal estado. A estos vicios añadian el de su furiosa pasion al juego, en el cual eran tan locos, qne cuando ya habian perdido todo su caudal, se jugaban hasta su libertad, y quedaban esclavos de los ganadores (1).

Y un escritor tan filósofo como Tacito ¿ habia de motejar P las costumbres de sus paisanos, celebrando y proponiéndoles por modelo las de aquellos bárbaros?

(1) Idem.

CAPITULO V.

Fundacion de la monarquía española.

Ya se ha dicho que la única profesion de los antiguos

germanos era la milicia, y que cuando no tenian guerra en su pais salian á buscarla fuera, poniéndose al servicio de algun príncipe estrangero. En la civil de Roma, que dió fin á su república, los godos sirvieron á Pompeyo. En el año 256 de la era vulgar invadieron la Grecia, y otras provincias, en donde dominaron, hasta que los espelió de alli el emperador Claudio. En el de 331, hacian grandes estragos en las fronteras del imperio, hasta que derrotados por Constantino, se establecieron al otro lado del Danubio (1).

Por disensiones ocurridas entre los mismos godos, se dividieron en dos partidos, uno al mando de Fridigerno, y otro al de Atanarico. Este buscó la proteccion del emperador Va lente, con cuyos ausilios venció á su competidor, y agradecido á su protector, se sujetó á su imperio, y abrazó su religion, que era la arriana. Duró muy poco la sumision de Ata. narico. Rebelado contra su bienhechor, peleó contra el, y lo quemó vivo, pegando fuego a un pueblo en donde se habia refugiado (2).

Reinando Teodosio segundo volvieron los godos á unirse con los romanos; mas tambien duró muy poco aquella union. Los que servian á Honorio, hijo de Teodosio, no contentos con sus sueldos y otros premios, ó envidiosos de que á los vándalos y otros bárbaros se les hubieran dado tierras donde establecerse en las Galias y en España, ó porque su largo

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trato con los romanos les dió á conocer las ventajas de la propiedad rural, que antes menospreciaban, le pidieron tierras en Italia, donde pudieran arraigarse y gozar los derechos de ciudadanos romanos. Propusieron su proyecto al emperador, amenazándole que no concediéndoles aquella gracia, ocuparian ellos algunos territorios á la fuerza..

El senado, perplejo entre los inconvenientes de permitir á una nacion libre y guerrera su establecimiento cerca de la capital, ó esponerse á su venganza, aconsejó al emperador, que toda vez que la Galia meridional, y la España, debian reputarse ya como perdidas, por la cesion que se habia hecho. de ellas á otros bárbaros, podia permitirse á los godos buscar y apropiarse alli las tierras que apetecian; con lo cual, ade mas de alejarlos de la Italia, era muy probable que ellos mismos se destruyeran, peleando con los otros á quienes poco antes se habia hecho la misma gracia.

L

Era entonces ministro de Honorio, y generalísimo de sus tropas Stilicon, hijo de un vándalo. La desconfianza de los em peradores en sus tropas nacionales, los obligaba ál servirse de estrangeros; á negociar paces y alianzas con los gefes de los bárbaros; á ceder á estos las provincias menos seguras á formar con ellos la mayor parte de su guardia, y de su ejército, y aun á preferirlos á los naturales en sus ascensos y aumen tos de sus sueldos.vcup 1.7

Se pactó, pues, con los godos la proyectada cesion; pero de muy mala fe por parte de Stilicon. Pensaba este sorpren, derlos y batirlos ends marcha, en algun sitio escabroso. Con efecta, al pasan por los Alpes para sus nuevos destinos, les salió al encuentro con un ejército romano; pero lejos de conseguir su malvado designio, fue vencido por el que man. daba el gefe godo Alarico, quien irritado por tal perfidia, volvió atras; sitió á Roma; la saqueó; y desengañado

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