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INTRODUCCION.

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Si la historia es la gran maestra del mundo que, reflejando lo pasado en el espejo de la esperiencia, aconseja en lo presente y profetiza en lo porvenir, justo y necesario es que ese faro de los siglos aparezca iluminado siempre por el claro sol de la verdad ante los ojos del hombre, para que adopte sin peligro los consejos de la historia y crea en sus profecías.

Y si se han tenido en otros tiempos por útiles é indispensables las crónicas de los Estados que describen generalmente conquistas y batallas, guerras y usurpaciones, única ocupacion de las sociedades primitivas, en las que la fuerza era la razon; si se han juzgado siempre provechosas, como lo es todo recuerdo de lo pasado, esas historias de la edad media escritas con el sudor y la sangre de los pueblos, en que las naciones eran palenques militares, capitanes los reyes y los señores aventureros; en que no habia mas cetro que la espada ni mas legitimidad que la conquista; en que se sacrificaban millares de hombres por la adquisicion de un reino, de una ciudad tal vez que debia abandonarse ó perderse apenas conquistada; si á pesar de todo se creyó antes y se cree ahora conveniente la publicacion de esas historias de la vida militar de los pueblos, que les recuerdan su heroismo y su nacionalidad, sus hazañas y sus miserias, su independen

cia y su esclavitud, ¿no será aun mas conveniente, mas necesaria y mas útil para esos pueblos mismos, la historia de su vida política, de su vida social, de su vida filosófica?

En la ordenada y majestuosa marcha de los siglos, la vida del mundo, como la del hombre, adquiere nuevas y variadas fases y se refleja en los anales del tiempo con nuevos y distintos colores, con nuevos y diferentes caractéres.

Hoy, pues, que el mundo moderno se levanta con otra forma de entre las ruinas del mundo antiguo; hoy que, por efecto de esa trasformacion, al estruendo de las batallas ha sustituido la controversia de los principios; hoy que la política ha sacado á las sociedades antiguas del marasmo y de la postracion en que ayer vivian ó agonizaban; hoy que están en lucha, y lucha de muerte, la fuerza y el derecho, la legitimidad y la usurpacion, la religion y la falsa filosofía, los hechos y las ideas, el pasado y el porvenir, por precision la historia no puede, no debe ser como en otros tiempos la simple narracion de hechos pasados sin consecuencias para lo futuro.

El espíritu filosófico que desde el siglo anterior viene dominando en la política como en todos los ramos del saber humano, se ha filtrado tambien en la historia, imponiéndole sus pretensiones de juzgar lo realizado para penetrar por medio de sus juicios en lo venidero y desconocido.

Por eso la historia antigua refiere y la moderna comenta; por eso los historiadores de ayer,contentábanse con relatar los hechos como pasaron, mientras que los de hoy al referirlos tratan de averiguar ademas por qué pasaron.

La esencia de la historia antigua la constituyen los detalles de localidad, así como la esencia de la moderna historia se encierra en las apreciaciones de la filosofía.

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La una con la vaguedad de sus narraciones engendra la duda. Con el análisis de sus comentarios la otra, descubre la verdad. Aquella es un recuerdo; esta una enseñanza.

De ahí el que la historia moderna, siendo filosófica, intencional, y que teniendo intencion, tenga objeto.

sea

De ahí tambien el que en la obra que vamos á dar á luz se destaque un principio, se desenvuelva un sistema, se marque una forma; forma, sistema y principio revelados por la razon, justificados por el criterio filosófico y enseñados por la historia de todos los tiempos y paises.

De sus lecciones nos valdremos únicamente para probar que en la confusion de las ideas políticas, en la guerra de opuestos intereses, en el desquiciamiento de los partidos, en el trastorno general en que hace sesenta años se encuentra la nacion española, solo el sistema de armonizacion y equilibrio de los elementos constitutivos de nuestra sociedad, bajo la forma de un gobierno representativo que descanse en la moralidad y en la justicia, y en el que prevalezca el principio monárquico como nivelador de todos los demas principios, puede ser la única áncora de salvacion, el único puerto de refugio en la deshecha tempestad que amenaza al mundo, amagando semergirlo en un mar de lágrimas y de sangre.

Resultado natural y lógico el gobierno representativo del descrédito de los gobiernos de la antigüedad que, fundándose el uno en el derecho divino y en la soberanía popular el otro, han dominado despóticamente en las sociedades desde los primeros dias de su constitucion civil y política, pasemos á examinar, con el auxilio de la filosofía y de la historia, el origen, vicisitudes y resultados de esos dos principios absolutos, avasalladores y disolventes, para entrar despues en el exámen del gobierno parlamentario ó constitucional, á cuya

estabilidad y beneficiosa aplicacion aspiran hoy las naciones todas del continente europeo, y en cuyo planteamiento se afanan tanto los partidos políticos de España.

Empero, antes de analizar la teoría de los gobiernos que dan forma y organizacion á la sociedad, conviene que nos ocupemos de la constitucion de esta última, orígen y fin de aquellos.

Toda idea de gobierno va necesariamente unida á la idea de sociedad, porque el gobierno no es otra cosa que la accion social, ó mas bien dicho, la sociedad en accion.

Por eso es un absurdo suponer, como algunos suponen, que el gobierno creó la sociedad, ó la sociedad el gobierno. Ambos tuvieron un mismo orígen; ambos fueron hijos de la misma necesidad.

La sociedad no es otra cosa que una reunion de individuos unidos entre sí por relaciones recíprocas y ordenadas.

Ahora bien: donde hay relaciones recíprocas y ordenadas entre seres inteligentes y libres, hay accion comun, hay gobierno. Por eso no puede concebirse la idea de este aisladamente y con independencia de la idea de la sociedad, ni esta sin aquella.

Dada, pues, la homogeneidad, la simultaneidad de ambas ideas, es históricamente falsa y lógicamente insostenible la decantada teoría de un contrato social, inventada por los antiguos filósofos y analizada y popularizada con talento y astucia por Rousseau.

Sabido ya el origen de la sociedad y del gobierno, que no reconocen otro que la necesidad de la conservacion y la perfectibilidad de la raza humana, cumpliendo así los misteriosos preceptos de la ley divina, la misma organizacion social ha de revelarnos sus principios constitutivos, los elementos

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