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la esperanza de una importante donacion del moribundo para fundar en Chile un convento de relijiosos de su órden, se dirijió precipitadamente a Lima para dar aviso al virrei de lo que ocurria en nuestro pais. Pero el tesorero Torres, personaje de grandes influencias entre los togados i los eclesiásticos, consiguió que los superiores del órden de San Agustin, bajo precepto de santa obediencia, hicieran guardar silencio al inquieto fraile, i le ordenaran volver a Chile; lo que ejecutó confiado en una capellanía de tres mil pesos que Pedro de Torres debia fundar a su favor, i que efectivamente fundó con los bienes del capitan Pasos.

Despues de este nuevo triunfo, el tesorero de la Santa Cruzada creyó que podria disponer con libertad de la gran herencia que habia caido entre sus manos (1).

IV

Antes que nada, el tesorero Torres se esforzó por conseguir, i obtuvo, una cédula de su majestad por la cual el rei lo autorizara a él i a su mujer para instituir un ma

(c) Para la redaccion de este párrafo III, he tenido a la vista tres documentos fidedignos i de indiscutible importancia.

Primero, la causa criminal seguida ante la real audiencia de Chile, por orden del monarca, contra Pedro de Torres, con motivo de la herencia de López i Pasos, catalogada en el Archivo de la real audiencia de Santiago, tomo I, páj. 190, núm. 566.

Segundo, el alegato que en la misma causa, i a favor de Torres, presentó al real Consejo de Indias el licenciado don Juan Rosillo de Lara. Folleto impreso de 74 hojas, de la librería del señor arzobispo don Rafael Valentin Valdivieso, i perteneciente hoi a la biblioteca del Seminario de Santiago.

yorazgo a favor de su hija lejítima María de Torres, sin que se sujetaran a las reglas jenerales de la sucesion (1).

Tomada en cuenta la fortuna de su padre, i el propósito manifestado por éste de dotarla con esplendidez, María era en Chile a fines del siglo XVII la doncella mas rica de Santiago.

I si esta dama agregaba, cual ninguna, a los atractivos propios de la juventud el brillo del oro, siempre digno de codicia, la decoracion en que ella aparecia a los ojos del mundo deslumbraba a los vecinos de la capital.

La casa del tesorero Torres se hallaba situada en la Plaza Mayor (hoi portal Fernández Concha), al frente de las casas del gobernador, de la real audiencia i del cabildo, i a la derecha de la residencia del obispo; i ostentaba el lujo de varias tiendas, i un portal que daba a la Plaza.

Las piezas principales eran: un estudio, que recibia la luz de la calle por una ventana de reja; una gran sala, con cuadra, cámara i recámara; un oratorio, con su tabernáculo dorado i tres santos de bulto; i varios dormitorios.

La mayor parte de estas piezas se hallaban entabladas i enladrilladas.

La casa, que mas bien parecia palacio para aquellos tiempos, era de altos; i tenia un patio empedrado, huerto,

Tercero, el estracto de una carta que, en 15 de octubre de 1692, dirijió el fiscal de la audiencia de Chile, don Pablo Vásquez de Velasco, al parecer, al Consejo de Indias, publicado, como antes se dijo, por don J. T. Medina en el tomo II de su Biblioteca Hispano-Chilena.

(1) Esta real cédula, firmada a 4 de agosto de 1684, la cual puede leerse en el Apéndice, instrumento de fundacion del mayorazgo, estima la fortuna del tesorero Torres i de su mujer en mas de 140,000 pesos.

caballeriza, pozo con su brocal, i varios corredores en alto i en bajo, con pilares de algarrobo i de cipres, i basamentos de piedra.

De advertir es que las veredas del huerto se hallaban todas empedradas.

En el último patio se levantaban la cocina, con su chimenea de campana, construida de madera de algarrobo, i la panadería con sus hornos, todo bajo techo. En este patio se hallaba ademas el gallinero.

Toda la casa estaba enlucida i blanqueada. En el piso bajo contaba veinte puertas i ventanas, en su mayoría de madera de cipres; i en los altos, veintidos puertas i ventanas, grandes i bien construidas.

La portada principal era de cal i·ladrillo, i las hojas de la puerta, de cipres, con grandes clavos de cobre, a la usanza de aquel tiempo.

Las tiendas, tanto las que daban a la Plaza como las situadas en la calle de San Agustin (despues del Rei, i hoi de Estado) i en la de los Mercaderes (hoi de Ahumada) llegaban al número de diecinueve. Una de ellas servia de cochera, i todas se hallaban entabladas i enladrilladas. Del lado de la Plaza formaban el portal veintidos pilares de cal i ladrillo.

La tienda de la esquina de la calle de San Agustin descansaba sobre un pilar de mármol.

Esta puede considerarse la forma primera del que despues se llamó portal de Sierra Bella, cuyo fundador fué sin duda el tesorero Pedro de Torres (1).

(1) Carta de dote otorgada por Pedro de Torres e Isabel de Olivares a favor de su hija María, en Santiago de Chile, a 30 de enero de 1686, ante el escribano José de Morales. Apéndice, número 1.

Mas tarde Torres completó su obra comprando otras pequeñas propiedades que daban a la Plaza, i edificándolas en conformidad al mismo estilo de arquitectura.

Así se realizó en parte, a fines del siglo XVII, el deseo manifestado en 1646 por el cronista jesuita Alonso de Ovalle en su Historia de Chile, «de que se fabricaran en los lados meridional i oriental de la Plaza portales semejantes a los que se ostentaban en los frentes de las casas reales i de la casa episcopal».

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Ademas de la casa descrita i de sus diecinueve tiendas, Pedro de Torres era dueño de dos pequeñas casas de arriendo contiguas a los anteriores edificios.

La riqueza i el bienestar doméstico han sido siempre, i continuarán siéndolo, causas de poderosa simpatía en la sociedad. Torres contaba entre sus relaciones a los principales personajes chilenos del siglo XVII. Don Francisco del Campo Lantadilla, hijo del fundador del monasterio de las monjas de la Victoria; don Juan Rodulfo Lisperguer i Solórzano; don Gaspar de Ahumada; don Blas de los Reyes; don Francisco Bravo de Saravia, marques de la Pica; i don Jerónimo Hurtado de Mendoza, fueron, entre otros testigos, llamados a declarar en el proceso que de real órden se siguió en 1690 contra Pedro de Torres, en su calidad de amigos i conocedores de los negocios del tesorero.

El abogado de Torres era el mas célebre de aquel tiempo, el licenciado don Juan de la Cerda.

En el año 1684, Pedro de Torres alcanzó el honor de ser elejido alcalde ordinario del cabildo de Santiago.

No es raro, dados estos antecedentes, que el tesorero de la Santa Cruzada pensara en impetrar del rei la

MAYORAZGOS

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merced de un título de Castilla; como lo hizo, por conducto de su amigo el capitan Vicente de la Rocha, vecino de la ciudad de los Reyes, del título de marques de la Sierra. Pero tal era el amor que sentia por su hija lejítima, que, cuando arregló las estipulaciones matrimoniales relativas a su enlace, consintió en renunciar estas pretensiones a favor de su yerno (1).

V

Pedro de Torres buscó novio para su hija predilecta en el virreinato del Perú, ya sea porque creyera que no lo habia digno de ella en la presidencia de Chile, ya sea porque habria sido mas difícil encontrarlo en la alta sociedad de esta colonia, donde eran conocidas, o por lo ménos sospechadas, las malas artes de que él se habia valido para reunir sus cuantiosas riquezas.

El marido que Pedro de Torres elijió para María, fué don Cristóbal Mesía i Valenzuela, hijo del presidente de la audiencia de Charcas, i caballero él mismo de la órden de Santiago.

El oríjen de esta familia en América era el siguiente. Don Diego Cristóbal Mesía i Leon Garavito, natural de Sevilla, e hijo de un caballero español, veinticuatro de la antedicha ciudad, llegó con sus padres mui jóven al Perú, donde, despues de haber seguido estudios en el

(1) Tanto en este párrafo IV como en el siguiente he aprovechado las noticias que se hallan en la carta de dote ya citada.

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