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DE LA

HISTORIA DE VENEZUELA

DESDE EL AÑO DE 1797 HASTA EL DE 1850,

POR

RAFAEL MARÍA BARALT Y RAMON DIAZ,

TIENE AL FIN UN BREVE BOsquejo histórICO QUE COMPRENDE LOS AÑOS
DE 1831 HASTA 1857.

Acaso el momento en que los actores (de una revolucion)
van á expirar, es el mas propio para escribir la historia,
pues entonces se puede recoger el testimonio de ellos sin
participar de todas sus pasiones.

M. A. THIERS, Historià de la revolucion francesa.

TOMO PRIMERO.

PARIS

IMPRENTA DE H. FOURNIER Y COMPIA,

CALLE DE SAINT-BENOIT, No 7.

1844.

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RESUMEN

DE LA

HISTORIA DE VENEZUELA.

AÑOS DE 1797 Á 1810.

No entran en el plan de naturaleza las proporciones desmedidas de sus seres, pues tiene todo en ella tamaño fijo así en el órden moral, como en el físico; por manera que una nacion acrecida con las conquistas mas allá de sus lindes propios, es un monstruo político que perece luego. ¡Cuánto mas aquellas que hicieron adquisiciones, no de tierras adyacentes y contiguas, sino de lejanos paises separados de ellas por inmensos mares allá en mundos nuevos! La España, que despreciando los consejos del ilustre Jiménez de Cisneros, prefirió la América distante á la vecina Berbería: la España que apreció en mas el oro y plata del Perú y de Méjico que la conservacion del Portugal, se hallaba en este caso. Sus posesiones coloniales, veinte y seis vezes mayores que su propio territorio, mas estensas que las británicas ó rusas en el Asia, eran una mole inmensa que sus hombros debilitados por la edad y los achaques no podian sostener por mucho tiempo. Cómo duró sobre ellos tantos años sin cjército y marina, sin frutos ni manufacturas para cambiar sus producciones, es lo que causa verdaderamente admiracion y pasmo; si no es que reflexionando en los motivos, hallamos mas ocasion para indignarnos que para sorprendernos.

HIST. MOD.

Pues ¿qué fué lo que impidió por siglos una revolucion reformadora en América? La despoblacion, efecto de una industria escasa y del comercio esclusivo: la falta de comunicaciones interiores que aisla las comarcas: la ignorancia que las embrutece y amolda para el yugo perpetuo: la division del pueblo en clases que diversifican las costumbres y los intereses: el hábito morboso de la servidumbre, cimentado en la ignorancia y en la supersticion religiosa, ausiliares indispensables y fieles del despotismo: la cátedra del Evangelio y los confesonarios convertidos en tribunas de doctrinas serviles: los peninsulares revestidos con los primeros y los mas importantes cargos de la república: los americanos escluidos de ellos, no por las leyes, sino por la política mezquina del gobierno. Política por cierto ménos hábil de lo que generalmente se ha creido (1) que se reducia al principio cómodo y fácil de no producir para no tener que cuidar; y cuyo resultado fué prolongar la dependencia para hacer mas larga y sangrienta la separacion.

La historia de esta es la que ahora va á ocuparnos; arduo y magnífico argumento que será desempeñado algun dia por hábiles plumas, y que no es ni puede ser en la nuestra sino un débil y descolorido bosquejo. Variada y continua sucesion de triunfos y reveses: glorias, errores y miserias propias y ajenas: héroes que brillan y desaparecen otros que usaron la espada con que levantaron el edificio para minarlo y destruirlo: el mayor de todos legislador, soldado, creador de naciones, derribado por la voluntad de sus conciudadanos leyes y gobiernos que se suceden unos á otros al compas de las revueltas civiles: en fin, el grande y nuevo espectáculo de un pueblo que conquista la libertad ántes de comprenderla y que se forma para ella en las batallas, requieren otro pincel y mas amplio cuadro que aqueste humilde y reducido.

Caramente compran las naciones sus mejoras cuando obtienen estas por medio de la fuerza, pues las revoluciones que purifican y fecundan, tambien por largo tiempo trastornan, dejando en la sociedad hondas cicatrizes que despues se miran con espanto. Todo cambio en el órden de los pueblos lleva consigo una pena que es mayor á proporcion que el gobierno derribado cuenta mas años de existencia; siguiendo en esto como en todo la asociacion humana una regla constante de la naturaleza. Nada de lo que existe perece sin dolor, y así ¡ cuántas costumbres, cuántos intereses, cuántos sentimientos y esperanzas no se oponen al aniquilamiento ó modi

ficacion de un sistema que las favorecia! Y por esto sucede que las innovaciones victoriosas no alcanzan jamas á destruir completamente y por sí mismas los efectos que produjeron las prácticas antiguas. El tiempo y solo el tiempo es el que puede perfeccionar la obra de las revoluciones, sustituyendo lei á lei, costumbre á costumbre, sentimiento á sentimiento; pues querer destruir junto con los abusos á los hombres que los mantienen, es hacer imposible el triunfo, que nunca es completo si no lo acompaña la moderacion, y renunciar á la gloria útil, que no puede existir sin la clemencia. Pero ántes que la sociedad se regenere hai un período de verdadera confusion en que mezclado lo antiguo y lo moderno hasta el momento de confundirse, hierven, se agitan y combaten; período difícil que tiene de guerra y de paz, y en que el partido vencido se defiende del vencedor, no ya en el campo de batalla, sino en el seno mismo de la sociedad que le pertenecia. Esa época sordamente agitada es la que pone á prueba la mayor sabiduría de un gobierno, pues en ella es donde se forman los proyectos monstruosos, las leyes inicuas con que se abusa del triunfo y los rencores que perpetúan la crueldad de ella salen los asesinatos jurídicos, los degüellos en las prisiones, las calificaciones odiosas; y ella, en fin, ó deja la sociedad dividida en bandos irreconciliables, 6 prepara el dominio esclusivo de un partido, mas cruel siempre que el de un hombre solo. Y de aquí viene que siendo mui difícil de suyo la empresa de escribir una historia, es dificilísima la de escribir la de un pueblo recientemente conmovido; porque los hechos que se someten al juicio de las gentes futuras pasan por los ojos interesados de las presentes, entre elogios exagerados, criticas injustas, envidias y venganzas. Mas ¿qué importa? Estudie y medite los sucesos el historiador, con calma y sereno, como si pertenecieran á las remotas edades, y él los viera desde la orilla del sepulcro: no á pretesto de ostentarse imparcial riegue á diestro y siniestro verdades inútiles y amargas que manchen las familias ó turben el reposo público, primero de los bienes despues de la libertad : aparte la vista del laurel, de la toga, del poder y del oro; y no vea en el guerrero, en el magistrado, en el prepotente y en el rico sino hombres mas ó ménos dignos de estima, segun que supieron mas ó ménos ser útiles y grandes: no se entusiasme sino por la virtud: no queme incienso sino en el ara de la patria: no diga en fin como Voltaire al muerto la verdad y miramiento al vivo, sino verdad

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