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lugares era de política internacional i debian ser consultadas Jas potencias». En otros siglos, las palabras santos lugares, santo sepulcro, naciones cristianas, musulman, habrian puesto al Santo Padre al frente de los sucesos para dominarlos i dirijirlos, i de rodillas a sus pies a los principes cristianos para recibir humildemente de sus sagrados lábios la consigna: ahora ya no.

Estos nuevos acontecimientos, que antes asombrarían i escandalizarían, i que al presente no asombran ni escandalizan, no son efectos sin causa, ni fenómenos aparecidos de repente i como por milagro; sino consecuencias naturales de antecedentes combinados, que de cuando en cuando muestran un hecho solemne i doctrinal que recopilando las lecciones dadas, anuncia otros hechos semejantes para despues, o un nuevo porvenir, un nuevo mundo.

I este mundo ha de ser de independencia i paz, porque será diferente de lo pasado. La guerra ha dominado hasta aquí: luego en adelante debe reinar la paz.

Considerando el elocuente Ciceron los motivos que obligaron a los hombres a dejar el estado de aislamiento i reunirse en sociedad, apura el discurso diciendo asi: «Entre una i otra manera de vivir, nada hai de por medio sino la fuerza o el derecho; ia quien le repugne emplear una de estas dos cosas, tiene necesidad de ocurrir a la otra. ¿Deseamos que se acabe el uso de la fuerza? Entónces ha de apelarse al derecho, que es el juicio en el cual se contiene el derecho; así como si se rebusara el juicio, habria que emplear la fuerza.» Si pues, añadamos nosotros, siguiendo el pensamiento de Ciceron, los hombres están convencidos de que el derecho i el juicio deben preferirse a la fuerza, i el reconocimiento de esta verdad los ha movido a reunirse en sociedades, i estas se rijen abora Por principios mas adelantados que los del tiempo de Ciceron,

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no guardan consecuencia los hombres cuando juntos en nacion es dirimen sus diferencias por la fuerza. Antes que Ciceron habia dicho Aristóteles: «Si el hombre es el mejor i mas perfecto de los animales, desmerece este dictado i se hace el peor de todos cuando no procede conforme a derecho justicia. Sus armas son la prudencia i la virtud, i es un animal perverso i cruel cuando no se defiende con ellas. La justicia es la que se arma: la justicia pertenece a las sociedades civiles: el juicio constituye su órden, i su juicio es el examen del derecho,»>

El reconocimiento i la espontánea i grala confesion que todos hacen de estas verdades, son pruebas de la natural inclinacion i del interes recíproco que se profesan todos i cada uno de los individuos de la especie humana, cuando los directores de la politica no los estravían con preocupaciones odiosas i pretensiones equivocadas que no son nacionales. Porque, en verdad, las naciones no son ni pueden ser enemigas sino cuando las separan la barbarie o los principios intolerantes, o la diplomácia de los gobiernos. Desde el momento en que se haya logrado demostrar la absurdidad de errores útiles a clases o castas contra los derechos jenerales i los dictámenes de la verdad, i hacer conocer a los hombres que cualquiera que sea su lengua i su culto son hermanos, está allanado el camino para el establecimiento de la paz. ¿Pueden aborrecerse i no amarse i no estar en paz perpetua los hermanos? I cuando todavía hubiera obstáculos a este dulce sentimiento de fraternidad ¿no merece por si solo que se haga empeño de removerlos con la pluma, la palabra i el ejemplo? Esa copia de novedades especulativas i prácticas con que brinda el siglo a los que sepan i quieran emplearlas & no son otros lanlos medios que pone en sus manos para llegar a la paz? ¿La razon no se ha levantado contra el medio brutal de de

cidir los pleitos con la espada? ¿La industria en todos sus elementos, en todas sus relaciones, en todas sus formas, no condena en alla voz la guerra, que le roba los brazos que necesitaba para trabajar? ¿No la condena en voz alta la augusta libertad, que en ninguna parte puede tolerar cadenas ni instrumentos de opresion? ¿I del seno mismo de las familias no salen gritos de dolor contra el ejército, que para multiplicarse les arrebata los esposos, los hijos i los padres; gritos no solo de dolor sino tambien de indignacion e insurreccion contra gobiernos que desmienten sus promesas i no saben trabajar en la dicha de los pueblos ? En todos los tiempos han existido estos principios i estos sentimientos; pero no en todos se han proclamado los unos ni han podido los otros espresarse, como en el nuestro se proclaman i se espresan¿Por qué, pues, no inculcar estas ideas i adelantarlas i propagarlas para que los gobiernos se convenzan de que su interes está en la paz, puesto que las naciones estuvieron siempre convencidas de ello?

Los gobiernos se arman porque se temen, causándose de contado una parte de los males que procuran evitar; miéntras que unidos, como lo deseaba Enrique IV i despues el abate de San Pedro, dejaran de temerse; cesará la razon de estar armados de la manera i con el objeto con que lo están ahora, i tendrán una recíproca confianza. Nada mas necesitan Jas naciones, i la recíproca confianza de sus gobiernos será la mejor garantia de una Paz perpetua. Entónces, el soldado empleará su persona mas útilmente; los medios de destruccion se tornarán en instrumentos de labranza; el ciudadano pacífico no temerá el allanamiento de su domicilio por el hombre de guerra; los buques cruzarán los mares sin temor de visitas, ni habrá buques de guerra ¿para quién i contra quién? sino en precaucion contra los bárbaros a quienes se

hará empeño de civilizar. I los hombres, amigos, hermanos en todas partes, rivalizarán en prestarse servicios mútuos i dar prontamente auxilio a los que lo hubiesen menester. Si esto se llama delirio, es preciso convenir en que nada hai mas parecido a la felicidad sobre la tierra.

De este delirio se ha encargado últimamente en Europa el CONGRESO DE LA PAZ, reunion de hombres dignos de serlo, que renovando un antiguo i grande pensamiento i espresando otra vez un gran deseo, han empezado a hablar insinuándose i pulsando el corazon de los monarcas. Toca al CONGRESO DE LA PAZ fecundar la idea, representarla, sostenerla, multiplicarla i verificarla en servicio de la humanidad. Nosotros nos atrevimos a contraer a Europa nuestro discurso, porque allí se tuvo el pensamiento de Paz perpetua, i allí se trató de realizarlo i se dieron pruebas para convencer su posibilidad i se pusieron argumentos para burlarse de él i desacreditarlo. Creimos necesario que el discurso partiera de Europa para dirijirlo despues a nuestra América, como lo hacemos ya.

III.

TENTATIVA E IDEAS EN LA AMÉRICA ESPAÑOLA, REGIEN TERMINADA LA GUERRA DE INDEPENDENCIA. (ASAMBLEA AMERICANA.CONGRESO DE 1826.)

Empecemos indicando una diferencia mui notable en la manera de conducirse las colonias inglesas i las posesiones españolas luego despues que se emanciparon de sus metrópolis. Aquellas, separadas unas de otras, tenian derechos propios i dependian del monarca inglés; i luego que sacudieron su yugo se ligaron entre si para componer los Estados Unidos, o la Union-Americana. Estas formaban todas entre si i con España un solo imperio rejido por las mismas leyes i

por un código especial para ellas, que tiene el nombre de Leyes de Indias; i cuando verificaron su emancipacion, las que antes estaban unidas se apartaron para constituirse en estados, lan independientes unos de otros como de España. Este modo tan diferente de proceder no podia dejar de tener consecuencias mui diversas, como en verdad ha sucedido i se presentan a la vista del observador.

Hubo otra circunstancia, notable tambien i de influencia trascendental. Algunos de los Estados Hispano-americanos, olvidando el ejemplo de la Union Anglo-americana respecto de los demas estados, los imitaron cumplidamente en su territorio propio, dividiéndolo i estableciendo el gobierno federal en sus provincias; lo que era abrazar el otro estremo con precipitacion i esponerse a sufrir sus funestos resultados. «Electrizados los pueblos de la América Meridional, decia a este propósito el señor Rocafuerte, con la grandiosa idea de ja independencia, i arrebatados del noble deseo de seguir las huellas de la sublime libertad de nuestros hermanos del norte, empezaron a formar gobiernos separados i federados i destruyeron por la propia debilidad del federalismo la precisa union de que necesitaban para fijar las bases indestructibles de la independencia, i este indiscreto espiritu de perfeccion federal nos dividió en lugar de unirnos i ha mantenido el jérmen de las disensiones civiles» (1). A vista de estos dos grandes acontecimientos, que podemos llamar errores en la politica de nuestros Estados Hispano-americanos, procedamos o hacer las reflecciones convenientes, despues de haber integrado la relacion de sucesos pertenecientes al punto que nos hemos propuesto examinar.

(1) Ideas sobre el federalismo, en la última parte del tomo institulado.

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