Imágenes de páginas
PDF
EPUB

mamente favorable. El obispo Aldunate, promovido por los votos de sus conciudadanos al obispado de Santiago, habia dejado el de Guamanga para venir á su nuevo destino, y, á su llegada, habia creido oportuno habitar una quinta de la Cañadilla, para curar sus achaques, y pasar una vida tranquila y pacífica. Una vez allí, se vió muy pronto rodeado de sus parientes y amigos, los cuales, siendo partidarios, en jeneral, de las ideas de la época, procuraron atraerle á su partido, y consiguieron firmase escritos, que, ciertamente, no hubiese firmado, si su voluntad, ya inconstante, por su edad, no hubiera sido juguete de espíritus activos y traviesos. Don Santiago Rodriguez continuaba siendo un objeto de aprension para los liberales. Sus vastos conocimientos, el renombre de que gozaba y su posicion como administrador de los asuntos eclesiásticos, le daban un grande ascendiente sobre todo el clero, al paso que los realistas le consideraban casi como jefe de su partido. Ya muchas veces la junta del gobierno habia querido quitarle su empleo de provisor, y si entonces no habia podido conseguirlo, hoy se hallaba en posicion muy favorable por la presencia de don José Errazuris en la secretaría del obispado, siendo este pariente cercano de don Domingo Errazuris, que querian elevar á aquella dignidad. Ademas, don Miguel Infante favorecia con todo su talento y toda su audacia esta mutacion, y aun sc cree que fué su principal apoyo, puesto que inmediatamente despues le nombraron asesor del Juzgado eclesiástico, título de la mayor importancia para su partido, y propio á darle un gran ascendiente sobre el clero, poniéndose continuamente en contacto con sus intereses. Con esta nueva conquista, los liberales acaban de ad

quirir un poder casi májico en atencion al influjo que les podia dar sobre la masa del pueblo. Ya se podia esperar, en adelante, que de lo alto de los púlpitos no volverian á descender palabras indiscretas, y que el nuevo provisor hallaria medios para contrastar los actos contrarevolucionarios de don Santiago Rodriguez, ó de otras dignidades de su partido, sabiendo granjearse estimacion, y disponer de la opinion del clero provincial, demasiado sumiso y timorato.

Así se aprovechaban de los mas pequeños acontecimientos para obrar con resolucion, despojando á los conservadores de su autoridad para apropiársela, y poniéndolos en la imposibilidad de dañar. Tal es el carácter de todo movimiento de renovacion, que, comprendido solamente de algunos pocos privilejiados, necesita manifestarse, desde el principio, resuelto y determinado, al paso que la mayoría, confiada en sus propias fuerzas, se mantiene en la inaccion, y no se despierta hasta que la tempestad ha hinchado el torrente. Entonces, la lucha se hace desigual y da la ventaja al partido progresista, por mas activo y resuelto, y concluye por atraer la multitud de los que no tienen una opinion fija y viven en la incertidumbre, como parte fluctuante de la poblacion.

Pero independientemente de este sistema de aislamiento y de esclusion, adoptado por los liberales para apoderarse de los primeros empleos, meditaban igualmente los medios propios á absorber lo pasado en el órden presente, acabando de arrancar el poder español por los cimientos, y quitándole el ultimo aliento de vida. Entre estos medios, habia uno que llamaba mas particularmente la atencion de los mas celosos patriotas, y

este medio era entregar al comercio estranjero los puer, tos del país, y la jenerosa hospitalidad de los habitantes, haciendo, por consiguiente, cesar el bloqueo universal, que el egoismo habia mantenido durante tres siglos por toda la estension de la costa. Este proyecto, ya propuesto y desechado por el comercio español, que aun gozaba de cierto influjo en aquella época, fué de nuevo puesto en discusion, y todos los miembros de la junta se apresuraron á adoptarlo, porque ofrecia la ocasion la mas favorable para atraer á los estranjeros y aprovecharse de su injenio, de sus invenciones y de su antigua industria.

Este decreto, que fué, incontestablemente, uno de los mas favorables à la propagacion de las luces y de la civilizacion, fué firmado el 21 de febrero de 1811 (1), y estaba estendido sobre bases demasiado liberales paraque no fuese necesario añadir, despues, algunos artículos restrictivos; porque no solamente abria al comercio estranjero el puerto de Valparaiso, sino tambien los de Valdivia, Concepcion y Coquimbo, circunstancia que acarreaba mucho embarazo á la administracion jeneral, por la razon de que exijia un número mayor de empleados, mucha mas vijilancia, y descentralizaba el comercio por mayor, lo cual hacia las ventas mas diffciles (2); prometia ayuda y proteccion á los estranjeros, bien que solo se les permitiese vender por mayor y

(1) Esta libertad de comercio tuvo tambien grandes ventajas para la tesoreria. En 1811, la aduana de Valparaiso no producia mas que 12,075 p., y seis meses despues, es decir en agosto, habia mas que doblado este rédito, puesto que producia 24,814. En nuestra estadística, haremos patente con que prontitud se aumentó aun mas, pues que, en el dia, da hasta 2,000,000 de p. Notas sacadas de los archivos del consulado de Santiago.

(2) En aquella época, habia tal escasez de dinero, en las provincias sobre

en los puertos precitados: por lo demas, los votantes, como hombres ansiosos de progresos y de instruccion, habian declarado de libre entrada todo cuanto era concerniente á las ciencias y artes liberales, como libros, instrumentos, mecánicas y máquinas propias al trabajo de lanas y de plantas textiles.

Por aquí se ve la tendencia de aquellos dignos patriotas á una política de progresos, y cuan sinceramente deseaban el amejoramiento moral y material del país; uno, por la cultura de las ideas, y el otro, por la introduccion de la industria, siempre favorable á las clases inferiores. Pero como si tuviesen un presentimiento de desórdenes venideros, decretaron igualmente la franquicia de fusiles, cañones, sables, y, en jeneral, de todas armas militares, verdaderos instrumentos de circunstancia propios á preservar el santo suelo de la patria de una invasion que quisiese imponerle, por segunda vez, el vergonzoso yugo del absolutismo, privándola de la libertad que acababa de conquistar.

Es verdad que ya habia dias se susurraba mucho que habria guerra. La noticia de la llegada del jeneral Elio á Montevideo acababa de confirmarse por una reclamacion de la Junta de Buenos-Aires á la de Santiago de los auxilios que se habia servido ofrecerle (1), y el

todo, que en Coquimbo mismo el buque Colt, anglo-americano, que fué el primero que arribó alí, no pudo vender casi nada.

I.xámen del reglamento del comercio libre, por don Manuel Manso. (1) «Con este motivo, ha pasado este gobierno las mas estrechas órdenes á las provincias, á efecto de que le auxilien con jente y armas para escarmentar al jeneral Elio, y V. E., que ha entendido esta necesidad urjente, se le ofrece con una jenerosidad sin ejemplo por su oficio del 6 del corriente á prestar los poderosos auxilios de sus mejores tropas regladas, etc.... y que, sin pérdida de momento, se pongan en camino para la ciudad de Mendoza, y todas armadas. » Documentos de la historia manuscrita de Fray Melch. Martinez.

[merged small][merged small][ocr errors]

virey del Perú, con necia arrogancia, se atrevia á amenazar con furor á los liberales de Chile, añadiendo que iria á atacarlos hasta en las mas altas cumbres de las cordilleras. A este efecto, habia levantado el rejimiento de la concordia, compuesto de los principales Peruanos y Españoles, y de los cuales se habia declarado coronel, y el arzobispo, de capellan. El objeto especial de este rejimiento era la guardia de la ciudad, y debia, por consiguiente, mantenerse sedentario; pero levantaban, al mismo tiempo, otras tropas que debian marchar sobre el alto Perú para reforzar el ejército de Goyeneche, y otras, destinadas á Chile, debian de ser disciplinadas por los veteranos de la guarnicion.

En vista de estas noticias que corrian y eran la materia de todas las conversaciones, el poder ejecutivo tenia que tomar medidas las mas prudentes para conciliar, en medio de todo, la susceptibilidad de los realistas con la suerte del país. Así, mientras que, por un lado, simulaba una entera sumision al virey del Perú, el poder escribia, por otro, á Concepcion, mandando embarcar las tropas pedidas, y permitia al diputado Alvarez Jonte levantar la bandera en el país para alistar bajo de ella un cierto número de voluntarios. Pero, ántes de pasar estos decretos, habia tenido que superar todas las dificultades que le suscitaba el cabildo, el cual era enteramente opuesto al envío de tropas; y, posteriormente, encontró nuevos obstáculos por parte del de Concepcion, que estaba alarmado de ver sus fronteras á la merced de irrupciones de los Indios.

Este temor no carecia de fundamento, pues los Araucanos y, sobretodo, los Pehuenches, escitados por la pasion del pillaje, solo se mantenian contenidos en sus

« AnteriorContinuar »