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Los demas facciosos fueron declarados traidores á la patria, al paso que todos los militares que defendieron la causa legal recibieron una recompensa individual, proporcionada á su grado, y un escudo, para poner en la manga de la casaca, con el exergo: Yo salvé la patria (1).

El jóven Juan de Dios Vial, hijo del comandante de las armas, se distinguió, en aquella ocasion, por su serenidad y presencia de ánimo. Así como recibió la descarga, sacó una pistola y corrió á descargarla, á quemaropa, contra Figueroa; pero erró el tiro.

La junta suprema, para darle una prueba de su satisfaccion, decretó que pudiese llevar siempre la pistola á su lado, ó bien bordada en la manga de su vestido.

Por donde se echa de ver que las costumbres democráticas, que, al ejemplo de los Estados Unidos, se querian introducir, no podian preservarse de cierta tendencia involuntaria al espíritu de vanidad y de ostentacion, tan propio del carácter español, bienque, por otra parte, tan útil para dar entusiasmo, y avivar la ambicion.

Tan pronto como el buen órden pareció un poco restablecido, y que el acontecimiento hubo sido encadenado en provecho de la libertad, los miembros de la junta pensaron en sacar partido de la victoria para precaver otra revolucion. La primera sangre que esta lucha acababa de hacer derramar les daba una fuerza legal de que pudieron servirse contra los ajitadores, é informados de que los dragones de la frontera habian marchado por el camino de Valparaiso con intencion de reunirse

(1) Los oficiales fueron ascendidos. Los sarjentos recibieron tres pesos fuertes, los cabos veinte reales, y los soldados dos pesos.

Las viudas recibieron tambien una recompensa proporcionada á los grados de sus difuntos maridos, Archivos del gobierno.

á los auxiliares, que venian de Concepcion, para organizar una resistencia simultánea, enviaron contra ellos una compañía de dragones á las órdenes de Henrique Campino, el cual los alcanzó en la cuesta de Prado, y los hizo casi á todos prisioneros, gracia al socorro que le ofrecieron los mismos auxiliares que querian sobornar y con los cuales fueron incorporados haciendo parte de la espedicion de Buenos-Aires.

Despues de esto, persuadidos los miembros del Gobierno de que las circunstancias los habian puesto en una altura desde la cual se desvanecen todas las consideraciones para no dejar dominar mas que la política que interesa á la tranquilidad del país, creyeron oportuno pensar, pero sin odio ni pasion, en todas las personas que, por su posicion ó su influjo, habian tenido parte, mas o menos directa, en aquella contrarevolucion.

El ex-presidente Carrasco, retirado, despues de su caida, en una casa de la Chimba, fué una de las primeras víctimas de este sistema de suspicion. Acusado de ser uno de los cómplices del complot, fué arrestado y traido al palacio con su amigo don Julian Celleruelo, en casa del cual vivia, y ambos fueron puestos en la cárcel.

Igualmente fueron arrestados algunos Chilenos enemigos del gobierno establecido, y muchos Españoles, puestos, á poco tiempo despues, en libertad por órden del licenciado Correa de Saa, encargado de su interrogatorio.

Pero lo que mas preocupaba la junta era el deseo que todos tenian de destruir, de una vez y para siempre, el poder de la Real Audiencia, que, como cuerpo sabio y respetable, podia, tan pronto como sus heridas estuviesen cicatrizadas, recobrar bastantes fuerzas para po

ner nuevas trabas á la marcha de una idea, tan diametralmente opuesta al juramento y á los intereses de sus miembros. Era esto una especie de nudo gordiano que no se podia deshacer mas que por violencia, y que el carácter serio y fuerte de Rosas podia solo, en aquel momento, tener el arte de desanudar. Para ello, la junta tenia que hacer, sino una cuestion de derecho, á lo menos una de urjencia y de necesidad, fundada en los acontecimientos que acababan de suceder, y en la necesidad de evitar animosidades.

Los oidores por otra parte protestaron de su inocencia y procuraron temporizar con el nuevo poder; pero cansados del papel humillante de una obediencia pasiva, cuando, poco antes, eran tan vanos y orgullosos, concluyeron separándose y dispersándose ellos mismos. El 6 de abril, don José Santiago Aldunate dió el primer ejemplar de una completa abnegacion de sus derechos, renunciando á su título de oidor, y, dos dias despues, pidió su pasaporte para Lima.

Este ejemplar fué muy luego seguido por Irrigoyen y Baso y Berri, que el gobierno mandó detener en Valparaíso, con órden, al primero, de volver á Europa por la via de Buenos-Aires.

Enfin, el 26 del mismo mes, la Real Audiencia se halló enteramente disuelta, y los dos miembros que quedaban fueron desterrados, con sueldo de 150 pesos, uno, Rodriguez, á San Fernando, y el otro, el dean Concha, á la Ligua; pero á este, como pariente de José Nicolas Cerda, se le permitió permanecer en la chacra de su primo, en Nuñoa con su mujer y sus diez hijos, y de allí pasó á la hacienda del Injenio (1).

(1) Este Concha habla sido sumamente útil al país. En tiempo de su presi

Así terminó aquel célebre tribunal, que gozaba en América de la mas alta consideracion, como primera corporacion, y cuyos miembros, escojidos, en jeneral, entre los sujetos mas notables, por su ciencia é integridad, recibian continuamente testimonios de respeto y de sumision, que dejeneraban algunas veces en una especie de culto; consecuencia de la política diestra del gobierno español, que por medio de leyes esclusivas, y de aislamiento, queria dar á sus empleados un gran prestijio, y, sobre todo, poner á los majistrados á cubierto de todo atentado contra su santo ministerio. Por esta especie de contraccion, la posicion de los oidores era tan penosa como ridícula, pues no podian contraer matrimonio en el país, ni asistir á casamientos ni á entierros, ni siquiera ser padrinos de un niño, en el bautismo. Igualmente, les era prohibido adquirir bienes raices, especular, recibir regalos de gran lujo, y el número de casas á donde podian ir de visita era tanto mas limitado, cuanto les estaban prohibidas las de los negociantes y abogados, y, sobretodo, las de personas que tuviesen alguna causa ó proceso.

De este modo, las leyes cuyos intérpretes eran, á la vez, y columnas, seguian con su influencia natural y á

dencia interina en la real Audiencia, habia mandado desembarcar del buque estranjero, Warren, todo el hierro y acero que llevaba, para distribuirlo entre los agricultores y los mineros, que carecian enteramente de ellos; creó en Santiago una sociedad de beneficencia, de la cual fué nombrado presidente y director. Enriqueció con muchas obras la academia de matemáticas, formada por el gran patriota Salas, y habia hecho instancia al rey enviase profesores de mineralojia para fundar una escuela de minas. La humanidad de sus sentimientos no era menos recomendable. Hizo grandes amejoramientos en el hospital de San Juan de Dios, y promovió una suscripcion, que produjo 200 pesos, para subvenir á sus necesidades. Nombrado, en 1801, director de dicho estaDiecimiento, obró con tanto celo y economía, que halló posibilidad de admitir cien enfermos cuando la dotacion era solo de 53 camas.

Archivos del gobierno.

cubierto de fraudes, vijilando las acciones de los ciudadanos que faltaban á sus deberes, sin distincion de rangos, y por elevados que fuesen, pues entre aquellos jueces la injusticia era desconocida.

El porte de sus mujeres no estaba menos sujeto á una rigorosa vijilancia del rejente y del presidente. En efecto, estaban sometidas á la misma etiqueta y á las mismas prohibiciones, y obligadas á participar de las privaciones sociales de sus maridos, que por este modo de vida se hacian necesariamente graves y taciturnos.

En vista de una existencia tan particular, llena de misterios y tan diferente de las demas existencias sociales, que se podia hallar de estraño en el prestijio de que gozaban aquellos anacoretas políticos? ¿ Los tan alabados agüeros de la crédula antigüedad llevaban por acaso otra clase de vida?

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La Real Audiencia no fué la sola que tuvo que sufrir su mala suerte, pues la misma cupo á algunos militares y á todos los empleados que por su rango podian aun ejercer algun influjo en la suerte política del país. Ya se ve que despues del sangriento acontecimiento del 1° de abril, la revolucion ya no estaba obligada á miramientos; el velo se habia rasgado, y se hallaba, mas bien, en la precision de echar á un lado toda irresolucion y de avanzar francamente y con denuedo á sus fines, si queria elevarse á la altura que estos pedian. Los medios de que debia disponer eran la justicia, el derecho y la fuerza; porque despues de las reuniones electorales el principio de la revolucion ya no se hallaba concentrado solamente en la capital, sino que se habia estendido á casi todas las provincias, y habia encerrado en su círculo de accion á una infinidad de personas que, hasta

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