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ajitacion, que solo produjo el efecto de diferir aun por algunos dias el nombramiento del nuevo poder ejecutivo.

En aquella época, poco mas o menos, es decir, el 31 de julio, fué cuando llegó á Valparaiso el navío ingles Estandarte, mandado por elcapitan don Carlos Elphistone Fleming, que desde Cádiz llegaba, con algunos pasajeros, de quienes tendremos ocasion de hablar, á los mares del sur, para recibir, por órden de la junta gubernativa, todos los productos de las administraciones fiscales, y llevarlas á España, que, despues de algun tiempo, se hallaba, como ya se ha dicho, en el estado mas lamentable y desastroso.

La Moneda, el consulado y demas ramos tenian entonces en depósito cantidades de bastante consideracion (1). Muchas personas eran de parecer que aquel dinero debia ser entregado, como propiedad lejítima del gobierno español. Otros, al contrario, sostenian que se debia retener; pero, verdaderamente, solo el congreso podia resolver, y el presidente don Manuel Cotapos apoyó con todo el poder de su autoridad la restitucion, justificándola por la consideracion de la infausta situacion de la Madre Patria, y, muy particularmente, por el temor de comprometerse con la Inglaterra, aliada de la España.

Un número, bastante grande, de diputados afectos & la monarquía fueron de la misma opinion; pero no sucedió lo mismo con los radicales, los cuales se exaltaron con indignacion y con violencia contra aquel falacioso proyecto.

A pesar que estemos en minoría, esclamó Bernardo O'Higgins, sabremos suplir nuestra inferioridad numé(1) Cerca de 1,600,900 p. segun Bern. O'Higgins.

rica con nuestra enerjía y nuestro arrojo, y no dejaremos de tener bastantes brazos para oponernos eficazmente á la salida de este dinero, tan necesario para nuestro país, amenazado de invasion. »

Y diciendo estas palabras, se produjo con tal vehemencia y convencimiento, que la asamblea, penetrada íntimamente de la realidad del peligro, se levantó en masa declarando que no habia lugar á deliberar,

Esta negativa, trasmitida de oficio al comandante ingles, le dió gran descontento. Desde su llegada á Valparaiso, habia contraido estrecha amistad con el gobernador Makenna, que él consideraba como patriota verdadero; pero, luego que recibió el oficio del congreso, se manifestaron algunos síntomas de frialdad entre ellos, y muy pronto esto se supo en Santiago.

Los republicanos exajerados, perpetuamente ajitados por el deseo de nuevos movimientos que favoreciesen sus miras subversivas, se agarraron de este desacuerdo para hacerlo redundar en provecho de su propia causa, y lo pintaron como un acontecimiento sumamente serio y grave, que podria acarrear consecuencias desagradables á las autoridades de Valparaiso; al mismo tiempo, ensalzaban el patriotismo del pueblo, lisonjeando simultáneamente su valor y su amor propio, y de este modo dejaban creer en un rompimiento inmediato entre el comandante del Estandarte y el gobierno, esperando que, en tan triste conflicto, el pueblo nombraria por su jefe al doctor Rosas, como patriota el mas capaz por su saber, enerjía y actividad, á sacarlo de aquella embarázosa situacion.

Esta trama, tejida, como se ve, con habilidad y prudencia, habia producido cierto efecto. Muchos ciudada

nos, inducidos, sin duda alguna, por temor, eran de parecer que en aquella circunstancia se necesitaba un hombre de tino y de talento para dirijir los negocios, y no estaban lejanos de entrar en el partido de los radicales, que ellos mismos habian reforzado en cuanto habian podido. Tambien hubo no pocos militares que, por interes ó por inclinacion, adoptaron la misma opinion, como la mas favorable á la nacion, y en este punto se espresaban con la mayor franqueza, vituperando la impotencia y la inercia de la asamblea, y dejando presentir, por este hecho, que, tal vez, podrian ayudar á un movimiento violento y eficaz.

La asamblea veia todo esto con muchísima zozobra. Por mas que hacia para que todos conociesen la exajeracion con que se pintaba aquel acontecimiento, asegurando que el espíritu de partido y de interes lo presentaban tan nebuloso, pocos la creian. El pueblo, jeneralmente inclinado á creer todo lo que le causa asombro, admitia de preferencia todos los ruidos que se habian esparcido por la ciudad, y se mostraba exaltado, como si realmente estuviese amenazado del peligro. Ya en ciertos barrios la ajitacion crecia tumultuosa; ya se oian gritos contra los Godos, gritos que se dirijian al congreso, comprendiendo á los realistas y á los republicanos moderados, confundidos así en un mismo partido; porque habian hecho esta fusion, los unos con la esperanza de una reaccion, los otros para resistir con mas fuerza á los pensamientos subversivos y disolventes del doctor Rosas.

Para estos últimos, la ley de progresos debia de obrar pacífica y legalmente. Menos algunos republicanos estremados que, por motivos de interes y de conveniencia,

se hallaban en sus filas, todos los demas pedian el buen órden y la tranquilidad pública, y miraban con horror la violencia. En este particular, estaban tan persuadidos de que el poder entre las manos de la autoridad radical daria la señal de una conflagracion jeneral, que se creyeron obligados á combinar todos los medios posibles de precaverlo. Como hombres del poder, quisieron alcanzarlo por actos legales, y tuvieron recurso á la instalacion de un nuevo poder ejecutivo que parecia ser el motivo principal de descontento.

Esta cuestion fué presentada en la cámara el 9 de julio y levantó vivas discusiones; porque, en efecto, se manifestaba muy grave, siendo decisiva para los radicales, los cuales no dejarian de defender su causa con tanto ardor como destreza. El leve pronunciamiento de una parte del pueblo parecia animarlos aun mas en sus pretensiones á que fuese establecido un gobierno representativo con Rosas á su cabeza, y no temian pedirlo con la altanería que enjendra la fuerza de convencimiento y de voluntad.

Los republicanos moderados no pudieron oir con calma esta proposicion, espresada en tono imperioso y de amenaza; porque tambien entre ellos habia hombres de cabeza y de nervio que, bien que confundidos en la clase inmóbil, no por eso dejaban de comprender el movimiento, y no hubieran querido disminuir la ventaja que la iniciativa revolucionaria habia ganado sobre la anarquía. Animados por su propia conciencia, respondieron con firmeza á esta estraña pretension, y muy luego se levantó, entre Rosas, O'Higgins y el canónigo Fretes, por una parte, y Miguel Infante, Cotapos y Ag. Eyzaguirre, por la otra, una discusion borrascosa, soste

nida con una pasion que influjó de un modo perentorio en el resultado del escrutinio y en favor de los moderados.

Desde entonces, los partidarios de Rosas, convencidos de su debilidad y de su impotencia, en vista de la pertinacia de la mayoría, protestaron contra el congreso, contestaron todos sus actos, tachándolos de nulidad, y se retiraron abandonando para siempre aquel centro de política misteriosa y retrógrada, resueltos á devolver á sus comitentes su mandato y sus protestas.

La Asamblea quedando entonces enteramente independiente, «< y convencida no solamente de la necesidad de dividir sus poderes sino tambien de la importancia de fijar los límites de cada uno de ellos, sin comprometer ni confundir sus objetos, se vió en la crisis de acreditar á la faz de la tierra su desprendimiento sin aventurar en tan angustiada premura la obra de la meditacion mas profunda; quiso, desde el primer momento, entregarse solo á los altos fines de su congregacion; pero no estuvo á su alcance una abdicacion tan absoluta, antes de constituir la forma sólida de gobierno en los tres poderes, cuyo deslinde es el paso prolijo y mas espinoso, en todo estado. Por tanto, resolvió delegar interinamente el conocimiento de negocios y transgresiones particulares de la ley á un cuerpo que se instaló con el título de autoridad ejecutiva provisional de Chile, » la cual tenia que conformarse á un reglamento de diez y nueve artículos, casi todos relativos á sus deberes (1).

Pero al despojarse así de sus títulos de diputados, aquellos intelijentes republicanos no pretendieron abdicar la mision que la Providencia parecia haberles con

(1) Véanse los documentos y los archivos del gobierno.

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