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fiado. No sintiéndose ni convencidos ni desanimados, creyeron poder aun hacer algunas tentativas, y al dia siguiente mismo se hallaban con medidas tomadas para atacar el parque de artillería y procurar tomarlo. Este proyecto tuvo su momento de ejecucion, pero no podia menos de fallar al frente de fuerzas á la devocion del partido del Ayuntamiento, inspiradas por su comandante don Francisco Reyna.

Los facciosos no tuvieron mas que una débil ventaja, que fué de revolucionar al pueblo, y obligar la asamblea á reunirse por la noche para proceder al nombramiento de un poder ejecutivo. La efervescencia de la ciudad, la permanencia de complots y la audacia progresiva de los conspiradores le imponian el deber de concentrar el poder en una sola persona bastante enérjica para hacer frente a todos estos elementos de discordia; pero esta resolucion fué muy combatida como propia á herir el amor propio provincial, que queria su parte de representacion. Al fin, se decidió la formacion de un directorio compuesto de tres miembros que debian representar las tres grandes provincias de la república « con reserva al alto congreso del pleno ejercicio de la lejislativa en toda su estension, » y el resultado del escrutinio nombró á don Martin Calvo Encalada, don Francisco Xavier Solar y Juan José Aldunate; el primero por la provincia de Santiago, el segundo por la de Concepcion y el tercero por la de Coquimbo. Habiendo este último dado su dimision, se le reemplazó con don Gaspar Marin, y hallándose el segundo ausente se le dió por suplente á don Juan Miguel Benavente.

En la misma sesion fué nombrado asesor José Ant. Astorga, y secretario Manuel Valdivieso, el mismo que

algunos dias antes habia sido nombrado auditor de guerra, empleo hasta entonces desconocido en la República.

Así quedó formado este nuevo gobierno, que las provincias de Santiago y de Coquimbo acababan de proclamar por el conducto de sus representantes, y que, por la estrañeza de su organizacion y la debilidad de su poder subordinado, en la direccion de negocios, á la iniciativa del congreso, daba lugar á cosas irregulares, y perpetuaba la discordia.

En cuanto á Rosas, abandonado y casi humillado en el abandono en que se vió, no pensó mas que en marcharse de Santiago, y se dirijió, acompañado de algunos diputados de su partido, al sur, con el objeto de predicar una especie de cruzada en favor de la libertad, como él la entendia. Bien que al marcharse tuviese el corazon lleno de amargura, no por eso se sentia el espíritu de venganza de que algunas veces ha sido tachado. Lo que él mas sentia era la ingratitud de aquellos mismos que lo aclamaban como padre de la revolucion. En efecto, él habia sido quien habia dado las primeras ideas de derecho y de libertad, haciendo de ellas un principio de necesidad, el 18 de setiembre, y quien las habia fortificado física y moralmente el 1° de abril; y justamente cuando iba á poner la última piedra á su sublime edificio, encontró con la mas fuerte y tenaz resistencia.

Algunos han creido descubrir el orijen de esta resistencia en la especie de repugnancia que todos tienen en dejarse gobernar por un estranjero, por grandes servicios que haga al país; pero esta creencia carecia de fundamento, en atencion á que Rosas, lejos de ser estranjero, tenia un corazon eminentemente chileno. Bien que en

sus debates hubiese estado siempre sostenido por sus compatriotas Fretes, Jontes, Vera y los demas, no se puede negar que era cordialmente afecto á su nueva patria, tanto por inclinacion como por interes, y por sus relaciones de parentesco. El verdadero motivo, como ya lo hemos visto, debia mas bien hallarse en el temor que tenia el Ayuntamiento de perder su influjo concentrando el poder en un solo individuo, y tambien, tal vez, en el que tenian los diputados de enajenar alguna partícula de la libertad recientemente adquirida, y siempre inquietante al frente de los ambiciosos. A pesar de que hubiesen creado una garantía segura en el hecho de organizar, con ayuda del mismo Ayuntamiento, un instrumento de vijilancia y de defensa contra toda injusticia ó tentativa de usurpacion (como quiso hacerlo posteriormente con sus censores don Juan Egaña jeneralizándolo por toda la sociedad), y á pesar de que en la promulgacion de la constitucion se pensase establecer un elemento de ponderacion para equilibrar el influjo del poder ejecutivo, sin embargo no quisieron nunca ceder y resistieron con perseverancia á las intrigas de estos republicanos poniendo en movimiento simultáneamente al tribunal de pública seguridad y á la fuerza armada, mandada por los jefes enemigos de estas ideas radicales.

Sobretodo, no obstante el talento y la actividad de Rosas, su plan de ataque era visiblemente defectuoso. Viéndose con una grande popularidad, esperaba disolver el congreso (que, segun él decia, no estaba compuesto mas que de Godos, ó de malos patriotas y de hombres sin talento) comunicando al pueblo una parte del ardor de que él estaba animado, para atraérselo

como fuerza material, sin reflexionar que en un país tan aislado como lo era Chile el pueblo no habia vivido mas que consigo mismo, y, por esta razon, se dejaria guiar mas fácilmente por sus memorias, afectos y preocupa ciones, que por la razon.

Y, en efecto, fué lo que sucedió durante todo aquel período, en las conspiraciones, que se habian hecho permanentes. Los motines y las quimeras se sucedian perpetuamente con la misma animosidad y siempre con el mismo desenlace; porque el ataque debia tener un carácter militar, y era preciso ir á buscar en los corazones de los mismos soldados la palanca de esta revolucion.

CAPITULO XV.

Llega Miguel Carrera á Chile. Su popularidad entre los oficiales.

Se hace la mano derecha del partido de Rosas.-Combina con sus dos hermanos una conspiracion contra el poder ejecutivo. - Revolucion del 4 de setiembre.-Caida del Directorio.-Separacion de siete diputados de la cámara. - Instalacion de un nuevo poder ejecutivo.- Abolicion de la esclavitud.

Tales fueron los esfuerzos que, en mil maneras, hizo Rosas para llegar á vencer la resistencia tenaz que oponia el congreso al desarrollo del progreso. Era una verdadera lucha entre la intelijencia, de una parte, y la fatalidad, de la otra, lucha que, por la particularidad de ser parlamental, no podia menos de ser ventajosa á la superioridad numérica, pero cuyo triunfo, por otro lado, habia de ser necesariamente momentáneo, en atencion á que desde mucho tiempo el principio de independencia habia producido su efecto. Habiendo echado raices en los ánimos de las personas de distincion, tenia que completar su evolucion segun las leyes de la civilizacion.

Desembarazada de sus antagonistas, la asamblea quedó entregada á sus propias inspiraciones. La tarea que tenia que cumplir era pesada. Se trataba de constituir un estado y fijar invariablemente el órden social en bases nuevas, conformes al espíritu del movimiento, y á no ser un corto número de miembros capaces, todos los demas eran hombres sin talento, sin letras y sin esperiencia. Bien que los conocimientos de Rosas no fuesen tampoco de los mas estensos, y que todo su código se redujese al Contrato social, noobstante, era, tal vez, el

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