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único capaz de dirijir aquella grande obra. Él era quien habia d sarrollado el jérmen de la revolucion, y quien la labia sostenido en sus inciertos pasos; despues de lo cual habia estudiado y meditado mucho para subvenir á sus necesidades. Al ausentarse para la Concepcion, dejaba al congreso entregado á su propia nulidad, y espuesto á la primera ambicion que se presentase armada, y la ocasion no tardó en llegar.

Entre los pocos pasajeros del buque ingles Standard, se hallaba un jóven á quien la naturaleza habia negado absolutamente la inclinacion á las dulzuras de la vida privada, y lo habia dotado de un jenio dominante y turbulento. Este jóven era José Miguel Carrera, sarjento mayor, en España, de un rejimiento de husares. Dotado de talento natural, y de un carácter franco y amable, belicoso y arriesgado, entusiasta y activo, gran patriota, ambicioso de gloria y buscándola á toda costa, y jeneroso hasta la prodigalidad, cautivó, desde luego, la consideracion de sus conciudadanos, y al cabo de algunos dias ya era uno de los hombres los mas populares.

Todo esto no quiere decir que estuviese esento de defectos. Al contrario, tenia muchos y muy notables, pues era inconsecuente, travieso, frívolo, estravagante, trivial y aun licencioso; pero todos estos defectos se le disimulaban por sus cualidades, y eran tan naturales al jenio militar de la época, que, lejos de dañarle, contribuian á aumentar el número de sus partidarios, sobretodo de los que podian contribuir á su fortuna.

Tan pronto como supo, en Cádiz, la situacion de su país, deseando ir á sostener su santa causa, se escapó de la ciudad y consiguió embarcarse en el buque de su amigo Elphistone. A su arribo, se halló en medio de una

familia que habia seguido, toda ella, el movimiento. Su padre habia sido uno de los primeros que habian firmado la abolicion del poder monárquico, como miembro que era de la primera junta, en la que su voz tenia mucha preponderancia. Sus dos hermanos se habian distinguido en la insurreccion del 1° de abril, y servian con buenos grados en los rejimientos acuartelados entonces en Santiago, y su hermana doña Xaviera, mujer resuelta, de mucho talento y sumamente amable, prometia ya el influjo que iba á tener en la política y en la carrera de sus hermanos.

Desde el primer dia de su llegada, nuestro jóven republicano tomó nociones de todos los resortes de la direccion de negocios públicos, y se convenció de que el gobierno no tenia ni unidad, ni consistencia, ni enerjía, y presintió al instante el papel que él mismo tenia que desempeñar. Este papel era ponerse á la cabeza del movimiento progresivo, y continuar la obra de oposicion y de violencia de Juan Rosas, y esto por medios mas eficaces, como lo erau la fuerza armada.

En aquel momento, el país se hacia militar, y en los rejimientos que se acababan de levantar se veian muchos jóvenes hijos de familia que no soñaban mas que gloria y honores. Las maravillosas campañas de Napoleon empezaban á llenarlos de entusiasmo militar, como tambien las del virtuoso Washington. Verse en presencia de un militar que habia visto de cerca las primeras era para ellos la suprema honra y la mas deseada. Así, buscaban con anhelo su sociedad, seducidos por sus narraciones tan diversas como peregrinas. Al mismo tiempo, Carrera les hablaba del estado miserable en que se hallaba España, como para que condenasen al olvido aquella

V. HISTORIA.

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antigua dominadora. Su viveza, su entusiasmo y su agudeza, llena de donaire, cautivaban y causaban admiracion á todos aquellos jóvenes militares. Si á estas conquistas se añade la particularidad de tener á sus dos hermanos sirviendo con grados superiores en los cuerpos de la guarnicion, se verá que no le quedaba mucho que hacer para apoderarse del ascendiente militar y servirse de él en sus proyectos de ambicion.

Ademas de todo esto, la inquietud de los partidarios de Rosas que se hallaban aun en Santiago favorecia tambien estos proyectos. Todas las noches habia un conciliábulo en casa de Antonio Mendíburu, ó en la del doctor Velez, de Astorga, ó de otro de los muchos patriotas, y allí se discutian y se formaban diferentes combinaciones y planes, en atencion á que, para ellos, todo poder que nacido de una revolucion no avanzaba, reculaba, y querian oponerse á su tendencia retrógrada, sirviéndose del talento de Miguel Carrera y de la grande popularidad que habia adquirido en las tropas.

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Todo esto colmaba los deseos de Carrera y halagaha su jenio ambicioso. En una de estas reuniones preguntó cual era el objeto de la revolucion que querian hacer en la asamblea, y le respondieron; «El congreso y parte de las armas están en poder de hombres ineptos y enemigos de la causa. Toda la porcion sana del pueblo clama por remediar este mal y no se puede porque no hay libertad. Es preciso acudir a la fuerza que mandan los buenos patriotas, que es la única esperanza que queda. Todos sacrificaremos nuestras vidas para salvar la patria (1)..

Carrera adoptó con viveza las miras de aquellos

(1) Diario mss. de Miguel Carrera,

grandes patriotas. Bien que no tuviese mucha confianza en Alvarez Jontes cuyo carácter ardiente y cuyas pasiones ajitaban la mayor parte de aquellas pequeñas juntas, y sin poder obtener las firmas de garantía que reclamaba, noobstante, aceptó la responsabilidad de la empresa como si viese ya lucir su estrella, tan brillante al levantarse y en su ascenso, y tan opaca al descender á su ocaso. Reuniéndose con sus dos hermanos Juan José y Luis, trataron los tres del plan de ataque, y convinieron en ejecutarlo lo mas pronto posible, porque oyeron que el presidente Calvo, probablemente por motivos de sospecha, se disponia á enyiar Valparaiso dos compañías de granaderos, soldados en quien ellos tenian la mayor confianza. Este plan necesitaba yarias combinaciones que para mejor acierto fueron á debatir en presencia de Juan Henriquez Rosales, su intimo amigo, Gaspar Marin y Carlos Correa de Zea, los cuales, en sus conciliábulos, habian sido escojidos para entrar en el poder ejecutivo que habia de suplantar al otro. Muchas personas tomaron igualmente la palabra en la discusion, de donde resultó que el plan de ataque que se habia de ejecutar el 4 de setiembre, debia tener lugar en la forma siguiente:

A las doce del dia, debia asaltarse el cuartel de artillería por sesenta granaderos á las órdenes de los tres Carrera. Una compañía de granaderos habia de tomar la catedral y colocarse en las murallas y torres. El resto del batallon, despues de mandar una compañía de auxilio á la artillería, habia de tomar posesion de las casas de Aduana y Consulado, y de la iglesia de la compañía. Los dragones de Chile eran destinados al Vasural. Las guardias del palacio, del congreso y de la cárcel, tenian

órden terminante para cerrar las puertas y colocar las tropas en los balcones y ventanas que caian al frente de la plaza.

Todas estas tropas menos sesenta hombres y la compañía auxiliar, no tenian otro objeto que batir el rejimiento del Rey, si queria hacer oposicion, como justamente se temia. El rejimiento estaba acuartelado en el palacio del obispo. El congreso habia de ser detenido, y en el caso de obstinacion el oficial de la guardia debia pasar por las armas á los mas acalorados Godos (1). »

Este plan, que prueba claramente el talento militar de Miguel Carrera, no fué ejecutado porque muchos oficiales, ya fuese por temor de comprometerse, ya porque les repugnaba batirse contra hermanos, no se presentaron en los respectivos puestos que se les habian señalado, y en realidad los setenta granaderos (2) mandados por los hermanos Carrera fueron los que hicieron la revolucion.

En la mañana del 4 de setiembre, se introdujeron disfrazados en la casa de su padre, contigua al parque de artillería, y hallándose bien provistos de armas, que habian podido introducirse la víspera, se pusieron en movimiento cerca de las doce, como estaba convenido.

En aquel mismo momento, Miguel y Juan José Carrera se habian reunido, á la puerta del cuartel, con su hermano Luis capitan de aquella compañía de artillería. Tambien estaba allí el oficial Bareinga, y mientras lo distraian con futilidades, los granaderos entraron en el

(1) Diario mss. de José Miguel Carrera.

(2) El diario de Carrera no dice mas que sesenta, pero todos los demas documentos dicen setenta.

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