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CAPITULO XVII.

Separacion de las provincias de Concepcion y Valdivia del gobierno de Santiago. La junta de Concepcion ofrece tropas al congreso para recobrar su autoridad. Carrera envia á O'Higgins como plenipotenciario acerca de dicha junta. Preparativos de guerra por ambas partes.- Reunion de tropas sobre el rio Maule. Entrevista de Rosas con Carrera en las márjenes de este rio. - Convenio entre los dos jefes y contramarcha de las tropas. - Rosas regresa á Concepcion, y Carrera á Santiago. Contrarevolucion en Valdivia y en Concepcion.-Instalacion de otras juntas en una y otra, y arresto de los antiguos miembros.

El acontecimiento del 2 de diciembre da un aspecto muy diferente á la política del país. La revolucion pierde su carácter municipal. El gobierno representativo se hace ilusorio, y es sustituido por el réjimen puramente militar. En adelante, vamos á ver el poder á la merced de un soldado de fortuna.

Ningun acto de malas consecuencias podia lejitimar un tal cambio. La administracion obraba con esmero y con acierto, siguiendo con lealtad la senda de reformas y progresos, y resuelta á formar una constitucion que fijase los derechos y los deberes de cada ciudadano. Por consiguiente, su disolucion fué solamente obra de la ambicion y de la audacia de un jóven cuya soberbia no le permitia contentarse con representar un papel secundario.

Sin duda, Miguel Carrera tenia las mejores intenciones, y era, ademas, activo, intelijente y laborioso. En los últimos acontecimientos, habia dado pruebas de que la inconsecuencia, imprudencia y frivolidad de su jenio, en el ocio, no le impedian de tener cabeza y

carácter cuando las circunstancias lo pedian. Pero esto no bastaba. El país necesitaba, principalmente, un administrador, un jurisconsulto, un hombre, enfin, capaz de organizarlo y administrarlo. Si aceptaba la autoridad de un soldado que le imponia una fuerza brutal, abria sus puertas á la ambicion, comprometia su libertad y corria riesgo de verse bajo el yugo del despotismo militar, el peor de los despotismos.

Mientras que el partido vencido tuvo el poder en mano, la provincia de Concepcion estuvo en perfecta armonía con la de Santiago. Habia entre las dos reciprocidad de intereses y de conveniencia; sus ideas eran las mismas y obraban de concierto para dar al movimiento un impulso propio á preservar para siempre el país de una dependencia estranjera. Pero al punto en que los hermanos Carrera hubieron derribado al gobierno, la provincia de Concepcion se sintió muy contrariada y manifestó su descontento en términos violentos y de

amenaza.

Pero aquí tenemos que volver atras para tomar la historia en la época en que Rosas, desesperado de ver la inaccion del poder ejecutivo, de la mucha mezcla de realistas en el congreso y de las inútiles tentativas que hizo para disolverlo, marchó para la provincia de Concepcion con el objeto de revolucionarla.

En todos tiempos, esta provincia ha manifestado un espíritu de rivalidad contra Santiago; porque adolecia del resabio que causa verse en un rango inferior, y que dejenera en envidia. En aquella época, tenia, ademas de esto, ciertos humos de federalismo, y deseaba despojar á la capital de su centralizacion. El cabildo de Concepcion no se habia manifestado, à principios del

siglo, tan dispuesto á aceptar la oferta jenerosa que le hizo el jeneral Cruz de emprender un viaje de esploracion hasta Buenos-Aires, sino porque tenia por principal interes el quitar á su rival aquella via, y adquirir para la provincia un grande influjo estableciendo un comercio directo con aquel vireynato.

Por consiguiente, tenia ya una cierta tendencia á separarse de ella, y si á esta disposicion de ánimo se añade el mucho prestijio que tenia Rosas en el país, se verá que no le era difícil á este buen patriota el hacer que su provincia participase de sus resentimientos y rencores, el atraerla toda ella á sus intereses, sublevarla contra el gobierno de Santiago y constituirla independiente bajo la tutela de personas influyentes del país. En efecto, fué lo que hizo el 5 de setiembre, el dia siguiente mismo que otra revolucion sacaba triunfantę su partido en Santiago (1).

Despues del último acontecimiento de esta capital, que armonizaba la política de las dos provincias y la sometia á una igualdad de ideas y de opiniones, Rosas hubiera debido renunciar á sus proyectos subversivos, disolviendo una junta ilegal, y volviendo á Santiago para emplearse en los asuntos públicos, como miembro del poder ejecutivo. Pero ya entonces el espíritu ambicioso de los hermanos Carrera se habia abierto paso; ya el proyecto que tenian de subyugar al país no era un misterio, y los diputados del sur que habian quedado en Santiago, lejos de llamarle, le aconsejaban al contrario se fortificase en Concepcion para imponer respeto al nuevo partido que muy pronto tendria que combatir.

(1) Se formó una junta compuesta de Pedro José Benavente, Juan Rosas Bernardo Vergara y Luis Cruz, y cuyo secretario fué Santiago Fernandez.

Es verdad que esta provincia no fué la sola que obró por influjo de Rosas. La de Valdivia se sublevó tambien, y lo mas particular fué que los miembros del clero fueron los autores principales de la sublevacion. Para eso, aguardaron un dia de fiesta al salir de misa, momento en que los conjurados se habian de hallar naturalmente reunidos para su ejecucion, y el cura vicario Isidro Pineda, con el capellan Elipsegui, algunos otros clérigos y los conjurados, corrieron á casa del gobernador Alejandro Eagar, y lo arrestaron, así como tambien al capitan de injenieros don Miguel María de Atero, los cuales no hicieron mucha resistencia luego que supieron que las tropas apoyaban aquel movimiento.

Acto continuo, por decirlo así, fué instalada una junta semejante á la de Concepcion (1), y se embargó el buque de un comerciante, Ant. Quintanilla, qué se hallaba allí de paso, para trasportar los dos presos á Talcahuano bajo la escolta del teniente Juan Manuel de Lorca con doce soldados (2).

La nueva de estas insurrecciones habia llegado brevemente á Santiago. Todos hablaban de ellas libremente, y cada cual las exajeraba ó las atenuaba segun favorecian ó perjudicaban á sus intereses. Al principio, se creyó que todo se reducia á un pronunciamiento de principios de federacion, y que sus autores se manten

(1) Compuesta del coronel graduado Ventura Carvallo, del párroco Isidro Pineda, de don Jaime de la Guardia, don Vicente Gomez, don Juan de Dios Cuevas y de don Pedro José Elipsegui capellan del hospital de Valdivia.

(2) Apenas el buque se balló fuera del puerto, Eagar, viendo á los granaderos mareados, aprovechó de aquel instante para ofrecer á Saturnino Perez, español, 3000 p. de recompensa, y 600 á su segundo, igualmente español, si los trasportaban á Chiloe. La oferta fué aceptada, y resultó que el teniente Lorca se halló él mismo preso, y enviado, poco tiempo despues, á Lima.

Convers. con don Pedro Martinez Pinel.

drian sobre la defensiva; pero muy luego los hermanos Carrera interceptaron un oficio de la junta de Concepcion dirijido en secreto al presidente del congreso, en el que le ofrecia tropas para el recobro de su autoridad.

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Dos dias despues, la misma junta, echando á un lado reparos y temores, enviaba franca y ostensiblemente un pliego lleno de reconvenciones y de amenazas al nuevo poder ejecutivo, manifestando con entereza: Que aquella junta y toda la provincia están en ánimo de preparar un ejército que vaya á restablecer la autoridad del congreso (1). »

Al leer este oficio, Miguel Carrera tuvo mucho trabajo en contener su jenio altivo y fogoso. En toda otra circunstancia se hubiera dejado llevar de su humor belicoso, y habria ido incontinenti á batirse con su adversario; pero sabia que este podia apoyarse sobre una provincia entera y sobre un ejército bien disciplinado, al paso que él no podia contar mas que con pocas tropas, y tenia por enemigos á los realistas, que no le perdonaban el que los hubiese dejado burlados; á los conservadores, que lo tachaban de ser demasiado ambicioso y turbulento, y, enfin, á los radicales, que eran numerosos, y que no esperaban mas que por la marcha de Rosas para levantar la cabeza y entrar en el movimiento. Su posicion era, por consiguiente, muy crítica; el mas pequeño reves de la suerte podia desencadenar todos los partidos contra él y prefirió violentarse y obrar con prudente circunspeccion. Afortunadamente para él, se le presentó una ocasion bastante favorable para salir, á lo menos momentáneamente, del mal paso.

O'Higgins continuaba pidiendo con instancia su se(1) Épocas y hechos memorables de la revolucion de Chile. Mss.

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