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autor (1); » el capitan Buenaventura Bargas, el suteniente José Pacheco y el de artillería de Valdivia José María Martinez. Pero en cuanto á prisioneros solo perdieron treinta y uno, gracias al rejimiento de caballería de Rere que acampado á cosa de una legua de Yerbas Buenas pudo acudir, rescatar á muchos que estaban ya cojidos, y protejer la huida de los que no lo estaban. Entre los rescatados se halló el comandante de artillería José Berganza, prisionero de mucha importancia, recomendado por lo mismo con especial cuidado por el capitan María Benavente al alférez José Molina, el cual se vió á su vez prisionero de los realistas.

Tan pronto como el parte de esta accion llegó al gobierno, lo mandó publicar como un verdadero triunfo debido al heroismo de los defensores de la patria, afin de inspirar al pueblo el amor de la gloria y de la libertad. Hubo en consecuencia Te Deum, regocijos públicos y una proclama la mas lisonjera para la guardia cívica, proclama que produjo el efecto inmediato de ofertas espontáneas de servicio de muchas de sus compañías, una de las cuales fué destacada á Valparaiso para guardar aquellas costas. El plenipotenciario de Buenos-Aires quiso tambien pagar su tributo de entusiasmo y convidó, el 2 de mayo, á un suntuoso banquete un gran número de patriotas y los miembros del gobierno. Sentado á la estremidad de la mesa en frente à Camilo Henriquez, estos dos poetas de la libertad chilena, teniendo uno y otro en la cabeza un gorro frijio, tuvieron los mas preciosos arranques de agudeza y cantaron himnos que respiraban los mas puros sentimientos de patriotismo. Pero mientras celebraban así una supuesta victoria que no po(1) Informe del brigadier Mackenna, no 15 del Duende.

dia tener mas que un cierto valor moral, sucedia en la Bahía de Valparaiso un acontecimiento de mucho mayor consecuencia.

Despues que Chile habia abierto sus puertos al comercio estranjero, las mares del sur se habian visto de repente surcadas por algunas naves inglesas y norte americanas que se apresuraron á gozar de aquella ventaja, de donde resultaron graves perjuicios para el comercio de Lima. El virey Abascal, en vista de esto, tomó medidas de rigor para coartar aquella libertad, y no pudiendo enviar buques de guerra para reprimirla, consiguió que los comerciantes, cuyos intereses se hallaban comprometidos, enviasen corsarios con el mismo objeto. Estos corsarios guardaban las costas, bloqueaban los puertos y apresaban los buques que querian entrar en ellos, poniendo al país en un compromiso tan odioso como inquietante.

Tan pronto como el jeneral en jefe llegó á Talca, escribió al gobierno que era necesario poner término á aquella situacion armando algunos buques no solo para ahuyentar los corsarios, sino tambien para defender los puertos contra las tropas de refuerzo que probablemente Abascal no dejaria de enviar á la division de Pareja. Pero esto no era cosa hecha; el país carecia de cuanto era necesario para llevar á cabo tamaña empresa, pues no tenia ni armas, ni bastimentos, ni marinos, y con todo eso, gracias á la firme voluntad del gobierno, y á la feliz actividad de Lastra, gobernador de Valparaiso, se pudieron armar los dos buques del comercio, la fragata Perla y el Bergantin Potrillo, con el material de guerra que se pudo hallar en otros. A fines de abril, ya estos buques estaban en estado de ir á atacar una fra

V. HISTORIA.

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gata corsaria que daba bordadas en la Bahía, y el 2 de mayo, habiéndose acercado hasta la punta de ella, el gobernador dió órden al comandante para que fuesen á atacarla.

Era justamente dia de fiesta. El capellan dijo misa de esperanza y de salvacion á los marinos, y despues, les leyó con entusiasmo la proclama impresa por órden del gobierno en honra de ellos. Ademas de exaltar en ella su patriotismo, le habia parecido tambien conveniente tentar su codicia prometiéndoles la presa que hiciesen, y diciéndoles Sois laboriosos y deseais aumentar vuestros intereses y con ellos los de la patria? Pues aprove had la oportunidad de enriquecer vuestras familias, y sacarlas del triste abatimiento. Los despojos del enemigo serán vuestros..... y á la gloria de salvadores de Chile, añadireis la fortuna de vuestras casas, elevándolas de un golpe al grado de esplendor que las haga participantes de las distinciones que la sociedad dispensa al brillo esterior (1). »

Hechos estos preparativos, levaron el áncora con grandes demostraciones de alegría á la vista de todos los habitantes de Valparaiso, que habian subido á los cerros para ver por sus propios ojos el primer ensayo de la marina chilena. Pero desgraciadamente la mayor parte de ambas tripulaciones se componia de aventureros estranjeros que daban mucha mas importancia al botin que á la gloria, y que esperaban sacar mejor partido de su bajeza que de su valentía. Ya antes de embarcarse tenian la intencion de ser traidores tan pronto como se viesen fuera del alcance de la artillería del fuerte de san Antonio. Un italiano, llamado Antonio Carlo Magi, fué

(1) Proclama del gobierno á la valerosa marina de Chile.

el

que tramó la conspiracion y el primero que dió la señal de la rebelion en la fragata Perla. Los conju

rados se aseguraron de los oficiales y los guardaron á vista.

El bergantin Potrillo, fiel á su pabellon, avanzaba contra la fragata Warren, á pesar de las balas que este le disparaba; pero viéndose abandonado por la Perla, que parecia querer pasar á sotavento del enemigo, viró de bordo para acercarse y fué recibido á cañonazos, que al parecer eran tambien la señal de la rebelion en el bergantin. Los dos buques traidores se pusieron en comunicacion con el corsario, que, como acabamos de decir, era la fragata Warren, y el dia siguiente dieron la vela para ir á ofrecer al virey Abascal el fruto de su traicion (1).

La noticia de este mal suceso, que llegó á Santiago el 5, contristó profundamente al gobierno, que se acordaba de cuanto habia costado armar aquellos buques, y reflexionaba en la imposibilidad de armar otros; pero quien mas se contristó fué Miguel Carrera, que mejor que nadie sabia que el país no podia quedarse sin ellos, y que la suerte de la provincia de Concepcion dependia, en gran parte, de los obstáculos que pudiese oponer al arribo de socorros de Lima, y que no podian oponerse sino era bloqueando el puerto de Talcahuano. Sinembargo, lejos de desmayar, Carrera formó la firme resolucion de vengar en el ejército real la imiquidad de aquella traicion.

El dia siguiente de la accion de Yerbas Buenas, Pareja habia mandado avanzar sus tropas sobre el Maule con designio de pasar este rio para perseguir á los pa(1) Gaceta del gobierno de Lima, no 349.

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triotas, y apoderarse de Talca, pensando que mas valia ir á tentar fortuna en el terreno ocupado por el enemigo que esperarlo en la frontera. Aquella misma noche fué á campar al sitio llamado Queri, distante de una legua del paso Andarivel, en donde fué constantemente observado por una partida de treinta dragones y húsares mandada por el teniente Francisco Molina, que Luis Carrera habia enviado con el objeto de inquietarlo. Esta partida pertenecia á la vanguardia que el jeneral en jefe habia mandado marchar por delante, siguiéndola él mismo á la cabeza del ejército, con el designio de atacar á Pareja el dia siguiente; pero al momento de pasar el rio, los granaderos que marchaban á la cabeza se sublevaron contra su jefe, que se vió obligado á retrogradar en el mayor desórden para ir á acampar en camporayado. Esta insubordinacion de un cuerpo, reputado con razon hasta entonces como tropa escojida del ejército, llenó de pesadumbre al jeneral en jefe, que no sabia á qué ni á quien atribuirla. Sin embargo, tuvo bastante presencia de ánimo para contenerse y disimular por de pronto (1); luego mandó cubrir los diferentes pasos del rio con piquetes de reten, y mandó formar la primera division para marchar é ir á tomar posicion en Fuerte viejo.

Mientras que todo esto pasaba en el ejército patriota, el realista cometia igualmente un acto de insubordinacion ocasionado por la persuasion en que estaban las tropas que habia habido traicion en Yerbas Buenas, y de que Juan Urrutia, su guia, era el autor de dicha trai

(1) Este hecho nie lo ha contado O'Higgins, bien que Miguel Carrera no hable de él, limitándose á decir en su diario : « Es necesario olvidar esta noche, porque el desórden con que se retiraron las tropas, por la mala disposicion y abandono de muchos jefes, nos espuso á ser víctimas del enemigo. »

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