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cion. Los que levantaron la primera voz fueron los batallones de Valdivia y de Chiloe, y cuando Pareja dió la órden de pasar el rio, estos cuerpos se negaron á ello, alegando que al alistarse en la espedicion, solo se habian obligado á someter la provincia de Concepcion al dominio del monarca, sin pensar de ningun modo ir mas allá. Esta pretension la sostuvieron con tal obstinacion, que Pareja se vió obligado á suspender la marcha y á retroceder para ir á tomar cuarteles de invierno á Chillan, como se lo aconsejaban los relijiosos franciscanos que le acompañaban (1).

Sinembargo, antes de abandonar sus posiciones, resolvió enviar segundo parlamentario á Carrera pidiéndole una entrevista para entrar en composicion, si fuese posible. Para llenar este encargo, nombró al coronel José Hurtado, el cual se trasladó al cuartel jeneral y se presentó á Carrera, que lo recibió con bondad porque le interesaba ganar tiempo para poder esperar el batallon de voluntarios que iba de Santiago á incorporarse en su ejército, y atacar en seguida al enemigo, que él sabia desmoralizado, mal pagado y descontento. En consecuencia, despues de haber hablado con el parlamentario, lo despidió con esperanzas lisonjeras; pero habiendo vuelto este con la exijencia, de parte de Pareja, de que le enviase á su hermano Luis en rehenes, esta pretension le irritó en términos que se negó á toda composicion, y se

(1) En su parte al virey Abascal, Pareja no hablaba de esta insurreccion, y le decia que no habia pasado el rio, « porque en el caso de crecer este, como lo hace temer lo avanzado de la estacion, me hallaré de la otra banda con el enemigo á la vista, cortada la retirada, y sin los recursos necesarios para la subsistencia del ejército, puesto á la inclemencia del tiempo.» (Véase la Gaceta del gobierno de Lima, no 14.)

decidió á continuar la guerra. Es verdad que entretanto, se le acababa de incorporar el batallon de infantería de la Patria, cuya fuerza no era mas que de doscientos cincuenta hombres, pero bien disciplinados, y mandados por Muñoz Bezanilla (1), y por otro lado, habia recibido aviso de que los habitantes de Bilbao, sostenidos por Pareja, se habian sublevado contra don José Cruz Villalobos, capitan del rejimiento de Lautaro, y lo habian arrestado, así como tambien á los veinte y cinco soldados que guardaban el puerto; accion tanto mas indigna á los ojos de un militar de honor, cuanto habia tenido lugar mientras se negociaba un tratado.

Pareja tenia un carácter muy humano y hubiera deseado mucho evitar efusion de sangre firmando una paz honrosa para los dos partidos. La dificultad que encontraban sus intenciones de conciliacion, reunida con el movimiento de insubordinacion que se habia producido en los Chilotes, le causó tanto sentimiento que su salud se alteró gravemente con una calentura maligna, inflamatoria, de las mas alarmantes. Obligado á irse á Chillan á establecer allí sus cuarteles de invierno, no pudo soportar la fatiga del viaje, y tuvo que dejarse llevar en una litera por cuatro soldados, alejándose precipitadamente de las posiciones del Maule, en donde habia esperado llegar al fin de la conquista, firmando un tratado de paz, y dejando el mando de sus tropas á Juan Francisco Sanchez, capitan de un batallon de

(1) Este batallon era el que habia sido formado en 1812 con el nombre de batallon de Pardos. Para quitar distinciones en un país que se batia por la libertad y la igualdad, el gobierno, por un decreto del 25 de abril, habia sustituido á este nombre el de batallon de infantes de la Patria.

veteranos y acérrimo partidario de la causa real. Tan luego como Carrera supo la insubordinacion de los Chilotes y su marcha para el sur, convocó un consejo de guerra en el cual se resolvió fuese perseguido con ardor el enemigo para aprovechar de su desórden. El ejército patriota habia sido reorganizado; las milicias, muy disminuidas por las deserciones y por licencias dadas á hombres inútiles, fueron reunidas en dos brigadas, una mandada por O'Higgins, y otra por Luis Cruz. Las tropas regladas, aumentadas con el batallon de voluntarios de la Patria, al mando de don José Antonio Cotapos, que acababa de llegar de Santiago, quedaron al mando de sus hermanos. Bien que se resintiese aun de todo lo sucedido y de la pérdida de los dos buques, en los que tenia fundadas tantas esperanzas, nada se le notaba en el semblante, y con la misma serenidad de ánimo que siempre, aquella misma noche dió órden para empezar el movimiento é ir á campar á las márjenes del Maule.

El 12 de mayo la vanguardia llegó á Longavi y el capitan Diego Benavente recibió órden de avanzar y de picar la retaguardia de los enemigos, que alcanzó al siguiente dia, y á la cual tomaron dos mil yacas, veinte soldados que las escoltaban y una infinidad de milicianos atrasados.

El cuerpo del ejército seguia corriendo, por decirlo así, á la vanguardia, pero en el mayor desórden por causa de los grandes aguaceros que caian y que le incomodaban mucho, poniendo intransitables los caminos y los rios, que crecian estraordinariamente. Al llegar al Estero de Buli, la vanguardia quitó al enemigo un carro de equipajes, le hizo doscientos prisioneros y se detuvo para

aguardar al ejército y reunir los dispersos. En este intérvalo de tiempo, don Manuel Vega, edecan de Carrera, habia sido enviado por su jeneral á Pareja, que ocupaba San Carlos, dos leguas distante de Buli, con un oficio intimándole se rindiese á discrecion, bajo la promesa de tratarlo con miramientos y de dejarle irse á Lima.

Vega fué recibido con la mayor cortesía. El intendente militar Matias de la Fuente le dió á entender que su negociacion podria tener buen éxito; pero esta respuesta no satisfizo al jeneral patriota, que, temiendo hubiese en ella algun doblez, prefirió ir á atacar los realistas con todas las fuerzas que habia podido reunir por la noche.

Al dia siguiente por la mañana, dió órden para formar una vanguardia compuesta de una compañía de infantería, del escuadron de húsares, del de la guardia jeneral

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de dos cañones para marchar sobre el rio Nuble y cortar la retirada á los realistas. Esta coluna llegó á San Carlos justamente cuando el enemigo acababa de evacuarlo, le siguió al alcance, y habiéndosele dado, le picó la retaguardia, que precipitó su marcha para juntarse al cuerpo del ejército. Entonces, creyendo los realistas que iban á ser atacados por todas las fuerzas patriotas, corrieron á una loma en donde se atrincheraron con las carretas que llevaban los víveres y los bagajes, y pusieron en batería veinte y cinco piezas de campaña que tenian. A pesar del mal estado de su salud y de los agudos dolores que le aflijian, Pareja tuvo la fuerza, no de montar sino de dejar que lo montasen á caballo para vijilar por sí mismo las disposiciones de la defensa, y permaneció así dos horas sostenido por sus propios ánimos; pero sintiéndose al fin desfallecer,

tuvo por fuerza que dejarse transportar á la litera para esperar allí lo que decidiese la suerte de la

guerra.

Contra el parecer del jeneral en jefe, don José Carrera quiso tener la honra de dar principió al ataque, y creyendo que para arrollar tropas desmoralizadas, segun decian, le bastaba presentarse, no permitió á la vanguardia, ya empeñada en una escaramuza, tuviese parte en sus glorias, y mandó á los granaderos cargar á la carrera, olvidando sus recientes fatigas, y la imposibilidad de emplear todo su brio para cargar con suficiente arrojo. Apenas se acercaron lo bastante, cuando las primeras descargas de las piezas de á 4 y de á 8 enemigas los rechazaron y desordenaron completamente, como tambien al batallon de infantes de la Patria que los seguia de cerca. La artillería de la 2a division, mandada por el capitan Gamero y el teniente García, tuvo dos canones desmontados. Si en aquel momento, Sanchez hubiese hecho una salida de sus trincheras, es probable, y los patriotas mismos lo confesaban, que habria puesto en completa derrota al ejército de Carrera; pero no teniendo la mayor confianza en sus propias fuerzas, se mantuvo en la defensiva, con lo cual Mackenna, que mandaba la reserva formada de las milicias de O'Higgins y de unos cien voluntarios, pudo avanzar y entrar en accion.

Por otra parte O'Higgins tuvo órden para atacar la caballería enemiga, que desordenó completamente, forzándola á pasar precipitadamente el Nuble y á huir con terror á Chillan, motivo por el cual los habitantes, atemorizados, no enviaron municiones al ejército, que carecia de ellas. Los voluntarios, conducidos por Mackenna, acu

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