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realistas, se supo que ellos habian padecido mas, y habian tenido muchos muertos, entre los cuales contaban al hábil y audaz coronel Molina, uno de los mas acérrimos defensores de los pretendidos derechos reales.

Los liberales no tuvieron mas pérdidas que las de algunos pocos soldados, y un solo oficial, que fué el valiente y desgraciado Laforêt; pero, por otra parte, hubo muchos prisioneros, uno de los cuales fué el comandante Vega, que cayó en su poder con su escuadron de milicianos montados, en un arranque de impru dente ardor que le hizo internarse al este de la ciudad, punto opuesto al campo de los suyos.

Esta fué la última accion que Sanchez tuvo que sostener delante de Chillan, porque Carrera, convencido de lo inútil que seria el atacar á un enemigo superior en número, y mejor situado y aprovisionado, pensó en apelar á la política y á las negociaciones, último recurso de todo jefe militar imposibilitado de obrar. Noobstante esto, y bien que se hallase vencido, á la verdad, mas por la intemperie de la estacion que por las armas, no temió mostrarse arrogante en sus pretensiones, imponiendo condiciones á su favor, como se ve por las instrucciones que dió á don Reimundo Sessé, su enviado, las cuales manifiestan la altivez de su espíritu, alimentada por las ilusiones que se hacia de que al fin tendria resultados ventajosos. Esperaba, en efecto, y tal vez con fundamento, que el gobierno se resolveria á tomar parte en la guerra mas activamente, y le enviaria los trescientos hombres que acababan de regresar de Buenos-Aires, y que ya él le habia pedido con urgencia; pero no podia ignorar, por otro lado, que Sanchez conocia sus pocos recursos y su penuria, y rechazaria todo tratado que no

le ofreciese ventajas incontestables á la causa que defendia. Bien que este jeneral ocupase poco terreno, y no pudiese contar, en caso necesario, con una retirada fácil, con todo tenia la mayor confianza en el valor y en la disciplina de sus soldados, y razones para prometerse que el virey del Perú, tan interesado en la conservacion de Chile, no tardaria en enviarle socorros suficientes para tomar con ellos la ofensiva, y conquistar una porcion del territorio de la provincia; resultados que le asegurarian personalmente la propiedad del mando que la casualidad sola habia puesto en sus manos.

Animado con estos risueños pensamientos, Sanchez recibió desdeñosamente las proposiciones de su adversario, como contrarias al honor de sus armas y al suyo propio, y se limitó á despacharle una persona de confianza para que tratase, si era posible, sobre bases mas conformes á sus derechos y á sus esperanzas. Este enviado fué el misionero fray Juan Almirall que Pareja habia tomado por secretario en Chiloé, y que en la actualidad desempeñaba el mismo cargo con Sanchez. Era este misionero sumamente agudo y persuasivo, y tenia bastante política para penetrar el pensamiento mejor disimulado, sin dejar sospechar el suyo, por la inalterable serenidad de su semblante, y nadie como él hubiera podido llenar su mision. Es verdad que lo que iba á pedir no salia de los límites de la razon, pues se reducia á establecer por base de un tratado provisional la evacuacion de la provincia de Concepcion y la translacion del campo de los patriotas á la otra parte del Maule, cuyo rio seria considerado como línea divisoria de los dos ejércitos, dejando libre la comunicacion entre las dos provincias. Era una especie de armisticio que habia de durar seis meses, tiempo calculado necesario

para que el virey pudiese tratar directamente con el gobierno de Santiago.

Carrera respondió á las proposiciones del misionero con el mismo desden con que Sanchez habia rechazado las suyas, y confiado en su buena suerte, declaró que no cederia una sola pulgada del terreno conquistado, con cuya respuesta hizo imposible toda composicion.

CAPITULO XXV.

Carrera se decide á levantar el campo.- Sanchez envia al mayor jeneral para que le ataque. Este se limita á intimarle la rendicion. Respuesta animosa de Carrera, la cual obliga á Pinuel á retrogíadar.- Pasan los patriotas el Itata. Rescate de los prisioneros de la Florida. El ejército dividido en varios trozos.— Guerra de detal operada por este medio. Movimiento de reaccion en Concepcion.- Llegada de Carrera á esta ciudad.— O'Higgins marcha contra el cura Gregorio Valle y le ahuyenta.- Insurreccion en la provincia de Arauco.- Carrera envia sin éxito una espedicion contraes la plaza.

Habiendo renunciado, como se ha visto, á toda composicion, Carrera resolvió dejar su campamento, el cual, por su escesiva humedad, era cada dia mas pernicioso á la salud de sus soldados. Por otra parte, á pesar del entusiasmo de los oficiales, y de los esfuerzos que estos hacian para comunicarlo á la tropa, la escasez de víveres y el mal estado del vestuario aumentaba sus fatigas en términos que ya se empezaba á oir quejas precursoras de insubordinacion, tanto mas de temer cuanto el ejército se componia de elementos diversos, y contaba pocos veteranos y muchos milicianos. Sabido es que estas tropas, cuyos servicios no son permanentes, no pueden tener humanamente ni la valentía, ni la constancia ni, aun menos, la disciplina de los primeros, y en este particular, las milicias que mandaba Carrera eran muy inferiores á las que Pareja habia traido de Valdivia y de Chiloé, compuestas, par la mayor parte, de tropas permanentes, penetradas del espíritu de cuerpo, y perfectamente instruidas, á cuyas ventajas se reunian la de la abundancia de víveres, y la de hallarse bien

acuarteladas en una ciudad defendida por la construccion de buenos fuertes, y con las calles barreadas con fajinas, palizadas y trincheras, sin contar el fomento que daban á su moral las exortaciones de los misioneros franciscanos, que se esmeraban en darles á entender que aquella guerra era una guerra de relijion.

Una vez resuelto á levantar el sitio, Carrera reunió, en la noche del 6, el consejo de guerra para tomar pareceres y ejecutar lo que fuese mas conveniente. O'Higgins no pudo asistir á dicho consejo porque á la sazon se hallaba encargado de las baterías avanzadas, espuestas á ser atacadas de un momento á otro; Mackenna le fué á decir lo que habia pasado, y á preguntarle si no podria replegarse aquel mismo dia con sus tropas al cuartel jeneral (1). O'Higgins desaprobó esta resolucion, fundándose en que sus soldados, estenuados por tantas fatigas, no se hallaban en estado de resistir á un ataque inevitable del enemigo. En consecuencia, esperaron que la oscuridad de la noche los favoreciese para retirar los puestos avanzados, protejiéndolos por algunas compañías que Carrera destacó con este objeto, y la marcha se ejecutó sin obstáculo y con órden, y á las ocho de la mañana, toda la division se halló replegada al cuartel jeneral con todas sus armas y bagajes, sin haber perdido mas que un cañoncito de hierro que habian arrojado al Maypon por inútil.

Por la tarde del mismo dia, el ejército reunido se dirijió hacia el oeste y se fué á acampar en el cerrillo de Collanco, posicion ventajosa y de fácil defensa; pero habia tan pocos caballos y en tan mal estado, que los artilleros tuvieron que llevar ellos mismos los cañones, (1) Conversacion con don Bernardo O'Higgins.

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