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tuvo lugar el 22 de abril de 1808, fué fría y casi ignorada, por la razon de que habia sido precedida del descontento manifiesto de la Real Audiencia, bastante rencorosa para no olvidar tan pronto una decepcion que la habia desazonado en gran manera. Por consideraciones de pura conveniencia, algunas personas de distincion se habian dejado llevar de los mismos zelos de amor propio, y no se mostraban menos desdeñosas y circonspectas hácia él. Carrasco conocia que se hallaba bajo los auspicios los mas desfavorables. Sin consideracion y casi sin apoyo, se veia á la cabeza de un gobierno empeñadísimo (1), con muy cortos recursos en aquellas críticas circunstancias y amenazado, despues de algun tiempo, de una invasion inglesa (2). Este último pensamiento, sobretodo, parecia preocuparle mas; porque no tenia gran confianza en las milicias, y porque su limitado y estéril entendimiento estaba muy lejos de sujerirle ideas de prevision. Afortunadamente para el país, su predecesor habia provisto anchamente á todo lo que no alcanzaba su incapacidad, haciendo levantar planes de defensa por hábiles oficiales y administradores. Francisco

(1) La administracion de Guzman habia sido tan sabia y económica, que á fines de 1805 existia en las arcas reales una cantidad de 646,512 p., cantidad que no fué suficiente para cubrir las reparaciones de la tesorería, la fundacion de la Aduana y costo de los milicianos rejimentados despues que habian llegado noticias de guerra. Por esta razon, á la llegada de Carrasco, las rentas reales, que ascendian á 923,723 p., tenian un desfalco de 97,282 p., y, por otro lado, el Virey del Perú, en razon de las muchas y grandes cantidades que habia tenido que enviar á España, y de los gastos ocasionados por la defensa de la costa y el envio de tropas á Quito y á la Paz, escribia que ya no podia remitir los 100,000 p. del situado de Valdivia, y esto justamente en una época en que esta plaza se hallaba alcanzada en una bancarrota de 115,000 p. que acababan de hacer los ministros de la tesorería en perjuicio de aquel situado. (V. mi parte estadística.)

(2) En una carta de Windham al jeneral Crawford, se ve que la Inglaterra queria enviar una espedicion de 4272 hombres á las costas de Chile.

Xavier de Reina, Buenaventura Matute y Tadeo Reyes habian presentado memorias tan sabias como claramente esplicadas. La del último, especialmente, habia sido muy apreciada y merecido la preferencia como mas adaptable á los recursos del país y á la penosa situacion de la tesorería, pues se trataba de quitar la subsistencia al enemigo, dejando, á la primera señal de invasion, las costas enteramente desiertas; de instruir á los milicianos para que se mantuviesen firmes en los primeros fuegos, y de armarlos con machetes, arma que las jentes de la tierra estaban acostumbradas á manejar, y que preferian al sable (1). En efecto, apenas fabricados, se entregaron cuatromil de estos machetes, y los milicianos armados con ellos fueron llamados cuchilleros.

Todos estos preparativos habian ocasionado gastos estraordinarios, y aun exijian otros muchos, porque los temores de una invasion inglesa tomaban incremento y habian motivado el armamento de un número mayor de milicianos pagados al pié del ejército.

Muñoz de Guzman, gracias á su habilidad y á su prestijio, habia podido hacer frente á estos crecidos gastos, reduciendo mucho el sueldo de los empleados mayores, y de los empleos superiores al de teniente coronel, sometiéndose todos gustosos á esta reforma (2); pero cuando Carrasco quiso emplear los mismos medios, encontró una resistencia obstinada, y tan enérjica, que se vió obligado á renunciar á ellos, como tuvo tambien que desistirse del que le propusieron los tesoreros, el cual era

(1) Instrucciones del presidente Guzman para la defensa del país.

2) Guzman habia conseguido dar cumplimiento á uno de los mas injustos reales decretos, casi sin que nadie se quejase, el cual despojaba á las obras pias de todos sus bienes, sin mas promesa que la de pagarles los intereses.

de aumentar el impuesto de jéneros y metales del país, por manera que desde el principio de su carrera se halló acosado por las primeras necesidades de la administracion, y ya mostraba la debilidad de carácter que debia, necesariamente, dejar presentir las desgracias que iban á caer sobre el país que gobernaba.

En tan penosas circunstancias, Carrasco procuró atraerse los favores del cabildo, á fin de tener en aquella corporacion, que á la sazon gozaba de bastante influjo, consejeros capaces de trazarle un plan de conducta, y de servirle de apoyo en caso de peligro. Por la noche reunia regularmente algunos en su salon; pero, al mismo tiempo, tambien recibia hombres oscuros, y aun de moralidad dudosa, particularidad que, desde luego, habia alejado algunos personajes de su tertulia. La conyersacion, allí, era ajena de las circunstancias, pueril ỳ trivial, recayendo siempre en cuentos de familia, y sobre el ridículo de algunos empleados, con intencion de desacreditarlos para poder quitarles sus empleos (1). Allí fué en donde se formó la sociedad de armadores, cuyo objeto era atacar bajo cualquier motivo, y bajo pretesto de servir al rey y á la patria, todos los buques estranjeros que se acercaban á la costa para contrabandear. La presa de la fragata el Escorpion, ejecutada por la perfidia la mas criminal, descubrió muy pronto sus bajas intenciones, y todo Santiago quedó escandalizado cuando supo la alevosía cometida contra el capitan de dicha fragata y contra algunos de sus marineros, que habian saltado en tierra sin armas, fiándose á la buena fe de los que los llamaban para asesinarlos. A la sazon, corrió la voz de que Carrasco habia tenido parte en aquella presa, y le (1) Historia del Padre Guzman, p. 260.

habia acarreado un encono tan jeneral, que probablemente le habria sido fatal, si las felices nuevas que llegaron de España no hubiesen llevado á aquellos lejanos habitantes, llenos de zozobra por la madre patria, un consuelo que no esperaban.

Estas noticias, que llegaron á mediados del mes de agosto de 1808, eran relativas á la abdicacion del rey Carlos IV, y á la caida del favorito Godoy, considerado como autor principal de todos los males que, ya tantos años habia, atormentaban á la desgraciada España. Fernando VII, sucesor de Carlos IV, parecia presentar todas las garantías necesarias de prevision y de acierto. Las persecuciones que habia esperimentado le habian dado mucha popularidad y hecho interesantísimo á los ojos de los Españoles. Su advenimiento fué celebrado en todas partes con júbilo y alegría de que participó toda la América con la mayor sinceridad de sentimientos, y en Chile las funciones reales, en honra suya, se prolongaron por muchos dias con el mas cordial abandono. Mas, por desgracia, aquel entusiasmo fué de corta duracion, pues los acontecimientos de Bayona no tardaron en cambiar aquellos dias de la mas pura satisfaccion en dias de luto y duelo, sumirjiendo á los Americanos en un nuevo piélago de zozobras.

En efecto, por aquellos acontecimientos, la posicion, ya crítica, de la América, se hacia mucho mas grave, pues España, privada de su jefe, quedaba como un bajel sin timon, espuesta á ser juguete de la horrorosa tempestad que ya bramaba sobre su cabeza. No obstante, el pueblo español no podia mirar impasible una perfidia tan odiosa; la lealtad y la nobleza de su carácter le hicieron salir de su apática flojedad, é hirviendo con justísima indignacion se levantó en masa para sostener

con las armas su honor y su independencia nacional. Los primeros encuentros le fueron fatales, pues carecia de la unidad de voluntad militar y de disciplina que constituyen esencialmente la fuerza de los ejércitos; pero con su heróica perseverancia se hicieron esperimentados y aguerridos, y consiguieron verdaderos triunfos. El de Baylen, sobretodo, acabó de llenar de entusiasmo el corazon de los Americanos, ya bastante tranquilizados, luego que vieron á la Inglaterra en paz con España; pero, desgraciadamente, la infinidad de sacrificios diversos que tenia que hacer esta última se multiplicaban cada dia mas, y habian escedido ya, de mucho tiempo atras, los límites de todos sus recursos. Los ejércitos solo se mantenian, por decirlo así, con el oro y la plata de las dos Américas, y bien que aquellos jenerosos colonos hubiesen contribuido con cantidades inmensas, las urjentes necesidades que padecian aquellos exijian nuevos donativos, que se hacian raros despues que los emisarios enviados por las diferentes juntas que se disputaban la soberanía habian mostrado demasiado patentemente sus disensiones en el centro mismo de aquellas colonias, inspirando á sus habitantes grandes temores sobre la suerte de la madre patria.

Para dar nuevo estímulo á su noble y necesaria jenerosidad, la rejencia del reino habia creido oportuno enviar á algunos puntos de aquellas colonias hombres persuasivos que supiesen dar á entender á los Americanos el estado de incertidumbre de España, y el interes que tenian en tomar muy activamente parte en la santa causa que sostenia (1). El capitan don Santiago Luco, de orijen

(1) Al principio, se habia formado en España el proyecto de crear algunas leves tasas que habian de cesar inmediatamente despues de la espulsion

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