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fante salió de la ciudad á recibirlos, con lo cual exaltó el entusiasmo de los habitantes en favor de aquellos jenerosos hermanos. Durante dos dias, hubo funciones públicas y particulares que probaban la simpatía y unanimidad de intereses y opiniones.

Este acontecimiento habia dado nuevas y mayores esperanzas al gobierno, y aun le habia inspirado un esceso de confianza verdaderamente pueril, en términos de que empezó á prever la rendicion del ejército enemigo como forzosa, en razon de su imposibilidad de hacer frente á las tropas que iban á reforzar el ejército del sur; porque, independientemente de los auxiliares venidos de la república de la Plata, se habian ya puesto en marcha las tropas de Alcazar y se habia levantado un nuevo batallon, mandado por Henrique Larenas, uno de los jefes de la espedicion de Buenos-Aires, con el nombre de auxiliar de la patria. Todas estas tropas, muy bien armadas y equipadas, no podian menos, en efecto, de influir poderosamente en los sucesos y el resultado de la nueva campaña. En este supuesto, ya el gobierno, reunido con el senado, habia tratado de los términos y condiciones de la paz que se le habia de conceder al enemigo, y de los diferentes destinos que se darian á las tropas, tan pronto como dicha paz fuese hecha; noble ilusion que probaba altamente que los miembros del gobierno pensaban lo que deseaban.

Esta confianza, real ó solo aparente, era muy propia á alimentar las esperanzas indefinidas, pero apasionadas, del pueblo, y en aquel instante sobretodo en que Santiago iba á quedar sin la junta gobernadora, y sin el ascendiente que ejercia sobre los turbulentos, se pensó en poner en su lugar un jefe, cuya autoridad

tuviese su accion desde Santiago hasta al norte de la república.

Este hombre, con el título de intendente gobernador, era don Joaquin Echeverria y Larrain, antiguo presidente del congreso, y enemigo de Carrera, como lo habia manifestado por su conducta respecto á los autores de los complots que habian sido tramados contra él y sus hermanos, en noviembre de 1811.

Luego que este gobernador hubo tomado posesion del mando, los miembros de la junta hicieron los preparativos necesarios de marcha y salieron para Talca el dia 14 de octubre, acompañados de los auxiliares de BuenosAires. En todas las ciudades y villas por donde pasaban, las autoridades salian á su encuentro para hacerles los honores que les correspondian y por los cuales se mostraban reconocidos, bien que hubiese en ellos visiblemente mucho espíritu democrático.

El 22, llegaron á una poblacion que se hallaba muy ajitada con la noticia de la accion del Roble, noticia que habia llegado allí tres dias ántes, y que los mismos miembros del gobierno habian recibido en el camino. Con este motivo juzgaron oportuno apresurar aun mas su marcha para llegar á tiempo de tomar las medidas que las circunstancias exijiesen; pero muy luego se tranquilizaron con una segunda noticia ampliativa de la primera, y por la cual vieron que lejos de temer por el ejército, podrian, al contrario, aprovechar de aquella coyuntura para tratar ventajosamente con Sanchez. En consecuencia, al dia siguiente de su llegada á Talca, enviaron á dicho jeneral al capitan don Francisco Bergara con pliegos en que le anunciaban el crecido número de fuerzas auxiliares que traian, y la necesidad en que él se hallaba de en

tregarse, ofreciéndole todas las ventajas que pudiese desear con los honores de la guerra.

Pocos dias despues, enviaron otro capitan, don Patricio Letellier, á los hermanos Carrera á Concepcion, anunciándoles su arribo á Talca, con remision de copia del oficio de intimacion que habian escrito á Sanchez, oficio que no podia menos de ser irritante para el jeneral en jefe del ejército, á quien hubiera pertenecido el enviarlo, y sin conocimiento del cual lo habia mandado el gobierno.

A dicho oficio, Sanchez contestó con otro firmado de todo el cabildo, de los eclesiásticos y de todos los oficiales del ejército, diciendo que las proposiciones que se le hacian no serian nunca aceptadas por el gobierno que él representaba, y que aprovechaba de aquella ocasion para darles las quejas mas graves contra los hermanos Carrera, los cuales debian ser considerados como autores de los males que aflijian á aquella provincia, aun cuando no fuese mas que como protectores de los que ocasionaban aquellos males. En estas quejas, Sanchez se adelantó hasta poner muy en duda el patriotismo de don José Miguel Carrera, el cual, aseguraba Sanchez en su oficio, solo trabajaba por los franceses, como le seria fácil probarlo por cartas y documentos interceptados por sus espías.

En estas aserciones del comandante de los realistas, solo se ve que intentaba, como era natural, el desunir y aun tambien indisponer los dos poderes, político y militar, como lo dice el padre Martinez (1), para sacar provecho, en favor de su partido, de su desunion.

(1) Sanchez atizaba cuanto podia la desavenencia, llevado de aquel principio divide y vence. »> Hist. manusc. de la Revolucion de Chile.

El poder ejecutivo, sin dejar de notar lo ridículo de semejantes acusaciones, y aun tambien asegurando á Carrera que las miraba como absurdas, noobstante se aprovechaba de ellas para arruinar el influjo de este jeneral en jefe, y hacerle sospechoso á los patriotas. En vista de estas intrigas, que descubrió muy fácilmente, Carrera se vió obligado á defenderse, pidiendo en alta voz y en público se le presentasen pruebas de la existencia de dichos documentos; pero semejante papel era ya demasiado humillante para el jefe de un ejército, y no podia menos de quitarle una gran parte de la consideracion que habia adquirido por sus sentimientos de patriotismo, y por los grandes servicios que habia hecho á la causa que defendia.

En efecto, el gobierno ya manifestaba sin rebozo sus proyectos, diciendo, sin ninguna especie de reserva, que en tiempos de revolucion no se debia poner el mando de la fuerza armada entre las manos de una sola familia, y que era absolutamente necesario quitárselo á la de Carrera. Despues de haberse atraido los espíritus y las opiniones en Santiago, el gobierno se proponia conseguir las mismas ventajas en el sur, á los ojos mismos del ejército, cuya moralidad se hallaba ya maleada por algunos intrigantes; y aun con mas certeza esperaba conseguirlas de parte de los habitantes, que todos, poco ó mucho, habian sido maltratados por la guerra.

Sinembargo, habiendo sido consultado sobre el caso, O'Higgins respondió que noobstante fuese cierta la desmoralizacion del ejército, en el cual aumentaba la desercion de dia en dia, produciria fatales resultados el quitar el mando á Carrera, y que, por lo tanto, aconse

jaba al gobierno renunciase á semejante proyecto (1).

Este consejo no tuvo el efecto que se proponia O'Higgins, porque habia entre los dos partidos demasiados motivos de rencor y de animosidad recíprocos, y así, bien que hubiese sido en cierto modo pedido, dicho consejo no fué escuchado. Muy al contrario, desde aquel mismo instante, los miembros del gobierno echaron una proclama propia á bien disponer el espíritu de militares, en favor de los cuales (decia la proclama) y en premio de sus brillantes servicios, se debia pensar en reformas que proporcionasen ocasion de recompensarlos digna

mente.

A los habitantes de la provincia de Concepcion les hacian promesas análogas con el mismo objeto, prometiéndoles indemnizarlos de las pérdidas que habian esperimentado durante la guerra.

Algunos dias despues de haber esparcido con profusion dicha proclama, ya se atrevieron á pasar un oficio, (fecha 9 de noviembre), al mismo Miguel Carrera, exortándolo á desistirse del mando de jeneral en jefe del ejército.

Todo esto lo sabia ya de antemano Carrera por su hermano Luis, el cual por órden del gobierno permanecia en Talca, bajo diferentes pretestos. Sinembargo, indignado contra los autores de dicho oficio, el primer pensamiento de Carrera, despues de haberlo leido, fué el resistir á las insinuaciones del poder ejecutivo, y de oponer á su autoridad la de una junta compuesta de las corporaciones, de militares y del cabildo de Concepcion.

En efecto, una junta así compuesta y convocada por

(1) Este oficio fué llevado y entregado por el teniente Arce, que se disfrazó para cumplir esta comision. Conversacion con don Bern. O'Higgins.

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