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de Santiago, y postulado por dos personas de mérito y de virtud. En este asunto, los miembros del cabildo eclesiástico se mostraron, á pesar de los preceptos del Evanjelio, poco conciliantes, y apoyaron con igual ahinco al sujeto que les convenia; de suerte que sus reuniones, al principio decorosas, se hicieron poco á poco turbulentas, en términos qué el presidente se vió obligado á mediar con su autoridad para poner término á tan ridículos debates; pero, por otro lado, influia en el nombramiento, cuyo resultado, por el hecho, no podia ser dudoso, y el partido contrario no se lo perdonó, bien que hubiese recaido en don José Santiago Rodriguez, eclesiástico que por su vida ejemplar, su virtud y su mérito, tenia el mayor derecho á él. En la edad juvenil, regularmente frívola é insustancial, este eclesiástico poseia ya conocimientos sólidos sobre los dogmas de nuestra santa iglesia, y sobre todas las materias concernientes al derecho comun y canónico, y, por lo tanto, se habia hecho el hombre indispensable para el obispo Alday, el cual le tenia muchísimo afecto, y le daba siempre los cariñosos nombres de discípulo y de hijo suyo. Por la misma razon, el reverendo obispo le hizo su familiar, lo llevó en su compañía al concilio provincial de Lima, le nombró su mayordomo y limosnero, y, finalmente, su secretario de Cámara, empleo que llenó á la completa satisfaccion de su ilustrísima, bien que se hallase casi solo para despachar los negocios atrasados ó contenciosos del obispado. Sobrino y Maran, sucesores de Alday, mostraron el mismo empeño en cultivar el apego de aquel sabio y laborioso sacerdote, que, mas de una vez, tuvo que argüir con los mas profundos jurisperitos de la real audiencia, convenciéndolos por la fuerza de sus ar

gumentos, y aun tambien humillándolos cuando quisieron oponerle su orgullosa autoridad, en lugar de buenos raciocinios. Pero noobstante todas estas bellas prendas, los lectores le verán, á su tiempo, acosado de persecuciones que le acarreó su fidelidad, síncera y desinteresada, á la infeliz y desamparada monarquía española (1).

(1) Noticia sacada de una biografía de este sabio prelado, escrita de la pluma del ilustre arzobispo de Santiago, don Rafael Valdivieso.

CAPITULO V.

Las ideas revolucionarias se comunican al ayuntamiento mismo. Nombramiento de nuevos cabildantes muy favorables à dichas ideas. Carrasco nombra á Campos presidente del cabildo.- Sumo descontento que este nombramiento causó á los miembros de aquella corporacion, que desamparan á Carrasco. Instalacion de una junta de vijilancia. — Rogativas en todo el país por el éxito de los ejércitos de España y contra las ideas suversivas de los revolucionarios de Chile.- Arresto de Fr. Rosauro Acuña y del coronel don Pedro Ramon Arriagada. — Arresto de Ovalle, Rosas y Vera. — Ruido que ocasiona.-Argomedo nombrado procurador de la ciudad.— Instalacion de una junta en Buenos-Aires.

Mientras que Carrasco procuraba sofocar la revolucion, tomando, por sistema mas bien que por carácter, medidas de rigor, sin discernimiento, los principales motores trabajaban aun con mas celo y actividad en sacar partido de sus pueriles violencias, aprovechándose diestramente de ellas; para lo cual tenian sus miras en el Cabildo, cuyas reuniones podian llegar á ser un centro de accion susceptible de oponer contrapeso, aun legalmente, á los actos del gobierno, y de llevar adelante sus ideas de justicia y de libertad. Es verdad que en este punto, como en otros, no tenian mas que seguir el buen ejemplo del de Buenos-Aires, que se hallaba revestido de un poder suficiente para resistir al del virey Cisneros, sirviéndose de la mayoría de los habitantes, de cuya adesion estaba cierto y seguro. Mas, siendo compuesto el cabildo de Santiago de personas que, por la mayor parte, eran afectas al órden de cosas monárquico, era necesario, ante todas cosas, reformarlo, y, para esto, se presentó muy pronto una ocasion en tres vacantes de

rejidores á las cuales se habia de proveer. Informados de esta particularidad y del intento de los patriotas, los realistas quisieron anticiparse á sacar provecho de ella ; pero eran mucho menos activos, y sus enemigos ganaron la ventaja consiguiendo que las tres vacantes fuesen compradas por personajes de la mayor distincion, que fueron : el conde de Quinta Alegre, el mayorazgo Cerda y don Fernando Errazuri.

Poco tiempo despues, llegó la eleccion de los alcaldes y procurador, y, gracias al influjo hábil de estos nuevos miembros, los nombramientos recayeron en otros tres liberales, tambien sujetos de mucha distincion, animados de los mismos sentimientos y no menos influyentes por su mérito y por su posicion social; que fueron : el director don Francisco Perez García, abogado de mucho crédito y de grande habilidad; por alcalde, don Agustin Eizaguirre, que contaba en su partido con su noble y numerosa familia; y por procurador, don Juan Antonio Ovalle, sujeto de no mucha entereza, y antiguo amigo y consejero de Carrasco, pero que muy luego pasó al partido de los liberales y fué uno de sus mas firmes apoyos.

Con semejante formacion, el Cabildo no podia menos de tomar una grande preponderancia en los asuntos políticos del país, asegurándose de la opinion pública, no solo por el mérito personal de sus miembros, sino tambien por sus numerosas y opulentas familias. La oposicion realista, constantemente alerta, buscaba elementos de resistencia al rededor de sí; pero no hallaba ninguno que no fuese débil é impotente. Orgullosa con sus memorias de tres siglos, se habia figurado, por un momento, poder combatir los nuevos principios sociales; pero hizo

inútiles esfuerzos para conseguirlo, y le fué necesario atacarlos por medios sordos y falaces, intrigando igualmente al partido realista y al liberal y soplando la discordia entre los miembros del Ayuntamiento. En sus deliberaciones, los patriotas ya no reparaban en decir en alta voz su parecer sobre las cosas de España, y hablaban con desmesurada libertad de su pérdida inevitable, y de la necesidad en que estaban de seguir el ejemplo dado por sus provincias, instalando una junta gobernadora capaz de parar el golpe de rechazo que les amenazaba. En este punto, sus discusiones eran, mas que animadas, tumultuosas, motivo por el cual resolvieron reunirse en un pequeño club afin de preparar en él con tranquilidad y sijilo el potente mobil que debia romper finalmente su cadena. Estas reuniones tenian lugar, muchas veces, fuera de la ciudad, y, muy á menudo, á horas desusadas de la noche, tan pronto en la quinta del conde de Quinta Alegre, tan luego en casa de Eizaguirre, ó en la de Larrain. Tambien recibian á personas que no eran del Ayuntamiento, y Fretes, Alvarez Jontes, Hipólito Villegas y otros, dejaban raravez de asistir á dichas reuniones.

Carrasco, cuya vijilancia se habia hecho mas minuciosa y molesta, sabia muy bien lo que se trataba en ellas, y se quejó al cabildo. Los miembros de aquella corporacion paternal, que eran de su partido, suscitaron sobre el particular una larga y reñida discusion; pero ¿qué podia una minoridad de ideas ya muy pasadas contra una coalicion llena de convencimiento y de virilidad y que aspiraba á gozar de nueva vida social? Nada, en efecto, mas que reconocerse impotente, y someterse con resignacion al prestijio que reinaba y que era una

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