Imágenes de páginas
PDF
EPUB

esto no habia mas que ganar la artillería, ya á fuerza de dinero, ya por medio de la audacia ó por sorpresa; y colocando los cañones en las bocas calles de la plaza para asegurar este punto, la revolucion podia decirse que estaba acabada en cuanto al populacho, que toma siempre una parte tan activa en estos movimientos anarquistas, algunos reales que se les arrojasen, bastaban para que prorrumpiese en los gritos mas estrepitosos en favor del nuevo órden de cosas, y para conducirlo al cabildo, como los carneros de que hablan los antiguos, & fin de que tuviese lugar una de esas pobladas que legalizaban á los ojos de los interesados tan violentos trastornos. Tal es, pues, la marcha que se ha seguido la mayor parte de las veces para consumar las perpetuas revoluciones, que, hasta hoy mismo, oprimen á la mayor parte de las repúblicas de América.

CAPITULO XL.

Formacion de una nueva junta.- Trabajos de organizacion militar que emprende. Oposicion que encuentra en las municipalidades de Santiago y Talca, y en el gobierno de Valparaiso.— Consejo de guerra en el ejército del sur, en que se decide no obedecerla. Arresto del teniente coronel don Diego Benavente, encargado de una mision de Carrera cerca de O'Higgins y Gainza. — Llegada de Ossorio á la provincia de Concepcion. - A peticion de los cabildos de Santiago y Talca marcha O'Higgins sobre Santiago. — A la cabeza de su vanguardia ataca la division de don Luis Carrera, y es completamente batido. - De resultas de este revés se reconcilian los dos jefes patriotas, y se unen para combatir al enemigo comun.

Consumada la revolucion, era necesario nombrar un poder capaz de representar su pensamiento, consolidar su triunfo y darle una organizacion vigorosa, duradera y á prueba de lo que pudiera sobrevenir. La empresa no era difícil. Don José Miguel Carrera tenia derecho, como jefe de la revolucion, á sus beneficios, y era demasiado ambicioso de gloria y de honores para no pretender la mejor parte, y aspirar á elevarse sin contrapeso, sobre todos los demas. Su carácter, sus instintos, el estado mismo del país le arrastraban á la dictadura, es decir, á un gobierno militar y casi absoluto. Esto era mas conforme á su carácter independiente, pródigo y emprendedor; pero era precisamente el sistema que habia combatido y derrocado, y tenia que pasar por caprichoso é inconsecuente para poder racionalmente adoptarlo: se decidió pues á organizar una junta provisional, parecida á la de 1811, encargada de gobernar el país hasta la decision del nuevo congreso, que se iba á nombrar.

Las dos personas que Carrera elijió por cólegas fueron el presbítero don Julian Uribe y el teniente coronel

don Manuel Muñoz y Ursua, hombres ambos activos, decididos y ligados hacia mucho tiempo á su suerte. Aunque este nombramiento era cosa decidida y enteramente resuelta, sin embargo, para halagar el amor propio del pueblo y hacerle creer que tenia parte en la eleccion, se presentaron en la plaza mayor, convertida de mucho tiempo atras en foro del pueblo, unos cuantos ajentes que no tardaron en verse rodeados de todos aquellos hombres, á quienes una ociosidad sediciosa tenia constantemente en movimiento, y allí hicieron que se proclamase el advenimiento de la nueva Junta, y que se nombrasen los miembros que habian de componerla. El coronel don Rafael de la Sota, el capitan don Antonio Bascuñan (1) y el licenciado don Carlos Rodriguez, fueron los encargados de esta mision como diputados de la asamblea.

Con semejante artificio el nuevo gobierno adquiria mas fuerza, mas autoridad, y su nombramiento quedaba en algun modo legalizado por el principio electivo, por lo menos á los ojos de los habitantes de las provincias, poco iniciados en jeneral en esta clase de intrigas.

Instalada la Junta, aparecieron muchas proclamas al ejército y al pueblo, dirijidas á justificar la violencia de la revolucion y á calmar los ánimos, haciendo esperar dias mas bonancibles. Se despacharon correos, portadores de estas proclamas ó manifiestos, á las municipalidades de las provincias, para participarles de un modo solemne la instalacion de la Junta y solicitar su apoyo; y en seguida con objeto de hacer frente á las exijencias del momento

(1) Este Bascuñan era el mismo militar que con el capitan don José Antonio Sepúlveda dió motivo á alguna ajitacion en Coquimbo, habiendo sido ambos absueltos el 10 de junio por un consejo de guerra que presidió Mackenna.

se nombraron dos secretarios de Estado, que fueron don Carlos Rodriguez, hombre activo, resuelto y capaz en caso de necesidad de dirijir un movimiento, y el doctor don Bernardo Vera, por el contrario, nimio, sutil, mas partidario de la libertad filosófica que de la libertad política, y poco á propósito por lo tanto para momentos de audacia y de peligro; así es que su ministerio duró pocos dias, habiendo sido reemplazado por don Manuel Rodriguez, digno émulo.de su hermano, por su carácter atrevido y emprendedor.

Organizado el poder, se trató de dar vida, aunque no fuese mas que provisionalmente, á los diversos ramos de la administracion, que yacian en la inaccion: el de la guerra, sobre todo, necesitaba un pronto arreglo, porque los soldados no pasaban de seiscientos en los cuarteles con solo doscientos fusiles buenos, el erario tenia mil pesos nada mas, las tropas estaban desnudas y sin pagas, el armamento destruido enteramente, la artillería abandonada, los cuarteles inmundos y destruidos, la subordinacion por los suelos y todo al igual (1).

Por exajerada que sea esta crítica de Carrera, no faltan grandes motivos para vituperar la indiferencia con que el gobierno caido habia mirado las precauciones contra los intentos pérfidos de Gainza. O'Higgins, á pesar de su leal credulidad, llegó al fin á convencerse de los torcidos designios de su adversario, al saber sus numerosas exacciones frente à frente de los patriotas de Concepcion, y el cuidado que ponia en mantener su corto ejército á costa de la provincia. En una carta á Lastra le manifestaba sus temores, y le instaba fuertemente á que tomase medidas, y aun á que declarase (1) Diario manuscrito de don Miguel Carrera.

la guerra á aquel pérfido, para lo que tantos motivos le daban derecho, y todo en caso, que se ocupase activamente del ejército, que se hallaba escaso en hombres y en material. Esta era en efecto la necesidad mas apremiante del momento, á que iba á poner pronto remedio el carácter activo y osado de Carrera.

Lo primero que hizo fué disponer nuevas levas, atrayéndose con buenos modos los numerosos desertores que vivian en completa libertad en los campos y en la ciudad misma, á pesar de las severas amenazas con que se les habia conminado en diferentes decretos. Mandó hacer cuatro mil vestuarios, cuya pronta conclusion vijilaba una comision; procuró dar grande impulso á la fábrica de armas, que estaba desgraciadamente en un estado muy precario por falta de operarios intelijentes y hábiles; y temiendo no poder proporcionarse los fusiles que necesitaba por el pronto, siguió los consejos que daba O'Higgins á Lastra, y pidió mil á Buenos-Aires que estaba mas en disposicion de facilitarlos, y por otra parte mucho mas tranquila desde la toma importante que acababa de verificarse de Montevideo y de todas sus fortificaciones (1). Su amigo Poinsett, que se hallaba entonces en aquella ciudad, tuvo encargo de unir su actividad y sus buenos oficios á los del diputado Infante, para obtener este importante socorro del director Posadas.

No puede negarse el jenio organizador de Carrera le hacia muy superior á los demas jefes del ejército, sobre todo en momentos de peligro. Fuese efecto de su talento ó de su actividad, era siempre el hombre de

(1) Tal vez la anticipó la guerra en Chile, que impidió el envío de viveres clandestinamente ó que iban á Lima, y de allí á aquella plaza. Diario manuscrito de don Manuel Salas.

« AnteriorContinuar »