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lo habia nombrado, se contentó con escribir al mismo Uribe, esperando obtener de él por la persuasion una renuncia, á que Carrera no se hubiera opuesto. Vana esperanza, que le demostró la firme resolucion de los individuos de la Junta de conservar su poder, lo cual sin embargo no obstó para que fuese al dia siguiente á Santiago, acompañado de don Isidro Pineda, don Casimiro Albano, don Pedro Nolasco Astorga y don Ramon Freire con el objeto de poner término á tan lamentable conflicto: y en efecto se verificó con tal prontitud su acuerdo y fué tan completo, que pocas horas despues se les veia, pasear juntos por las calles, con gran satisfaccion de los verdaderos patriotas. Una proclama firmada por los dos rivales dió á conocer su union á las demas ciudades, y las disposiciones que iban á tomar para combatir al nuevo enemigo. O'Higgins fué quien tuvo el pensamiento de este manifiesto, como habia dado antes el mas bello ejemplo de abnegacion, sacrificando á la salvacion de la patria su amor propio y su dignidad.

CAPITULO XLI.

Vuelve Gainza á Chillan. Adversarios que alli encuentra de resultas del tratado que habia hecho. — Subterfujios de que se vale para no salir de la provincia á pesar de lo pactado. El virey Abascal se niega á firmar el tratado, y envia una espedicion á las órdenes de don Mariano Ossorio. — A su llegada á Chillan intima la rendicion á los patriotas por el parlamentario Pasquel. Al saber la llegada de esta espedicion, los patriotas olvidan sus diferencias, y se reconcilian para oponerse al nuevo enemigo.- Actividad que desplega don José Miguel Carrera en la organizacion de su ejército.- Salida de las primeras tropas para Rancagua, punto elejido para la resistencia. — Las tropas de Ossorio se ponen en marcha y pasan el rio Cachapual por el vado de Cortés. Accion de Rancagua y derrota completa de los patriotas. — Alboroto y huida de los habitantes de Santiago al otro lado de las cordilleras. Don José Miguel Carrera reune en la capital toda la plata posible, así labrada como acuñada, para organizar un nuevo ejército en el norte. — Su decepcion. Batalla de la ladera de los Papeles, en que pierde la mayor parte del tesoro. Atraviesa las cordilleras con los restos del ejército, en direccion á Mendoza,

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Despues del tratado de Lircay, Gainza, como ya hemos visto, abandonó Talca al jeneral chileno, y se dirigió á Chillan, donde debia reunirse todo el ejército real. Rodriguez, que le precedió mas de una semana, habia preparado la opinion contra él y contra el tratado que habia firmado, el cual calificaba de muy humillante para el rey y para el ejército. Escitando de este modo el descontento, despertaba la ambicion de los partidarios de Sanchez que hubieran querido esplotar en favor de su jefe; pero no era esta la intencion de Rodriguez ni de algunos oficiales superiores. Su censura á Gainza no tenia mas objeto que protestar contra el tratado, para quedar á cubierto si lo desaprobaba el virey del Perú.

Gainza, que sabia estas intrigas, dudó un momento si continuar la marcha á Chillan ó volver á Concepcion,

donde esperaba tener menos enemigos y envidiosos que combatir; al fin siguiendo el parecer de algunos amigos, que habia enviado delante, se decidió por su primera resolucion, y habiendo entrado, á los pocos dias en aquella ciudad, reunió sin dilacion en su casa muchos oficiales para interpelar á las personas que habian calumniado el tratado, y saber sus intenciones. El único que tomó la palabra fué el auditor de guerra, quien procuró demostrar los inconvenientes del tratado, del que Gainza le hacia tambien responsable, por no haber dado señal ninguna de desaprobacion cuando se discutia (1). Por lo demas, le fué fácil demostrar que el mal se habia exajerado mucho, y dejó entrever, aunque sin revelarlo completamente, que su conducta mas era efecto de astucia y prevision, que de verdadera intencion de ejecutar las diferentes cláusulas del tratado, especialmente la que le obligaba á sacar el ejército de la provincia (2).

Y en efecto Gainza se instaló en su cuartel jeneral, como si no hubiese de salir de él en mucho tiempo, á despecho de las cartas que no cesaba de escribirle O'Higgins, recordándole su obligacion de embarcarse para el Perú, á las que contestaba con evasivas, pretestando tan pronto lo crudo de la estacion y la abundancia de lluvias, tan pronto la falta de buques, con lo cual ganaba

(1) La noche que llegamos á Chillan se presentaron ante el señor jeneral varios oficiales, entre ellos el señor auditor Rodriguez; y tengo presente que hablando este sobre los tratados, le reconvino el señor Gainza diciéndole porque cuando estaba á solas con él no le habia reconvenido, hecho seña ó tirado de la casaca en cualquiera de los capítulos, habiéndole llamado para este fin; á lo que no contestó y se concluyó la junta. Declaracion del coronel don Ildefonso Elorriaga en el proceso de Gainza.

(2) Jamás pensó ni aun por sueños desamparar la provincia, como así lo tiene repetido en varios lugares de su confesion, y lo acreditan repetidos hechos, circunstancias y documentos constantes. Proceso de Gainza.

tiempo para poner en conocimiento del virey su posicion, y recibir respuesta de lo que debia hacer. Pero la astucia no era tan solapada, que pudiese engañar ni aun á los mas escasos talentos, porque él continuaba gober nando la provincia como jefe independiente y absoluto, espedia autos de buen gobierno, remataba diezmos, enviaba guerrillas para conseguir ganados y caballos, hacia nuevos reclutas que eran instruidos y disciplinados lo mismo que en tiempo de guerra, y se proporcionaba dinero dirijiéndose á los patriotas, á quienes hacia exacciones al igual de un enemigo; y mientras pasaba todo esto, mantenia con O'Higgins una correspondencia seguida y amistosa, hasta el punto de pedirle su proteccion contra los complots de algunos malintencionados (1).

De esta manera pudo permanecer en la provincia sin que le inquietasen los patriotas, á quienes O'Higgins procuraba inclinar en sus proclamas en favor de Gainza, ocupados por otra parte de disputas de odio y riva lidad, á despecho de los rehenes que se habian dado.

El 13 de agosto contestó el virey á los despachos de Gainza, desaprobando todos los artículos del tratado, y reconviniéndole por el abuso de haberse escedido en demasía de sus instrucciones. En castigo de esta falta le destituyó del cargo de jeneral en jefe del ejército, y le mandó comparecer ante un consejo de guerra, reemplazándole con el coronel de artillería don Mariano Ossorio.

Este Ossorio, que pertenecia á una familia ilustre, á la casa del conde de Altamira de España, era un militar

(1) Gainza previno á O'Higgins que no dispersase sus tropas porque Calvo y Elorriaga trataban de revolucionar, lo que trataba de evitar. Diario manuscrito de don Manuel Salas.

bastante distinguido y de cierta enerjía. Empezó su carrera en la guerra contra Napoleon, habiendo asistido al primer asalto de Zaragoza, de gloriosa memoria, y tambien al segundo, en cuya época era ya sarjento mayor. A principios de 1812 fué destinado á Lima, donde en calidad de comandante de artillería prestó grandes servicios á este cuerpo, contribuyendo á su disciplina y nueva organizacion; y cuando se trató de la espedicion de Chile, Abascal le puso á su cabeza por recomendacion muy eficaz del comercio, dándole muchas compañías del rejimiento de Talavera recien llegado á Lima, un cuadro de oficiales para formar un escuadron de carabineros, y todo lo necesario en material y en dinero para el mejor éxito de la empresa.

Habiendo llegado Ossorio á Talcahuano el 12 de agosto de 1814, marchó inmediatamente á Chillan á tomar el mando del ejército, que Gainza en su crédula esperanza confiaba conservar. Su permanencia en esta ciudad fué muy corta, y la aprovechó en discutir el plan de campaña, tomar los informes que podia necesitar y formar el escuadron de úsares de milicia, cuyo mando dió al valiente Barañao. El 28 de agosto se puso en movimiento su vanguardia, en la que la caballería iba á las órdenes de Elorriaga y la infantería á las de Carballo, llevando cuatro cañones de campaña. En los dias succesivos salió del cuartel jeneral el resto del ejército, compuesto en su totalidad de cuatro mil nuevecientos setenta y dos hombres, dividido en tres divisiones que marchaban con el intervalo de un dia. Todas las tropas observaron el mejor órden y disciplina, escepto el batallon de Talavera, que al llegar á San Carlos se sublevó contra su comandante Maroto, sublevacion que pudo tener serios resul

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