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tados, porque los que la promovieron eran procedentes de lo mas malo que habia en España, pero que fué pronto sofocada por el mayor Morgado y el capitan Margueli, dando á los amotinados una parte de su paga, única causa de aquel principio de insubordinacion.

Antes de salir de Chillan, es decir el 20 de agosto, comisionó Osorio al capitan don Antonio Pasquel para que en calidad de parlamentario llevase á los jefes patriotas la órden de rendirse y someterse al rey Fernando VII. Esta órden estaba concebida en términos tan severos para los chilenos, como insultantes para los que gobernaban el país. Era un conjunto de baladronadas, amenazas, anuncio de desgracias á los que no le obedeciesen, etc., que O'Higgins recibió con calma é indignacion, pero que impresionó vivamente el alma poco sufrida de don José Miguel Carrera. Este, sin aguardar su completa reconciliacion con aquel, hizo que le contestase el 29 del mismo mes por la junta, de una manera comedida y adecuada, que contrastaba con el gran sentimiento de cólera que revelaba en sus actos, pues en aquellos momentos mandó arrestar y poner grillos al parlamentario Pasquel, so pretesto de que se habia fugado el coronel Hurtado, uno de los rehenes de los realistas.

Como el volver á empezar las hostilidades era una consecuencia casi indispensable de la respuesta y de la prision que acabamos de referir, los dos jefes, segun ya hemos dicho, se apresuraron á reconciliarse; y aunque esta reconciliacion no fué tan sincera como hubiera sido de desear, sí lo bastante para el peligro del momento, pues reunió los dos ejércitos bajo la única bandera que les convenia, la de la independencia. Desgraciadamente la inaccion de estos dos ejércitos, y quizá tambien la inercia

de Lastra habian comprometido en gran manera la disciplina y las obligaciones del soldado. Las deserciones eran numerosas, se habia tenido poco esmero con las armas, y el corto número de reclutas hechos estaban muy descuidados. Se necesitaba todo el jenio creador de don José Miguel Carrera para dar á la reunion de estos soldados el título pomposo de ejército de la patria.

Sin cuidarse de la legalidad de sus actos, no considerando en aquel momento mas que el peligro del país, lo cual le daba ciertamente plena y completa libertad, Carrera tomó inmediatamente y como tenia de costumbre, las mas prontas y enérjicas medidas para poder tentar fortuna, ó al menos oponer alguna resistencia á su formidable enemigo. Se ocupó, pues, nuevamente de reunir los desertores dispersos en los diferentes pueblos de la provincia, amenazando con pena de muerte al que no se presentase, y prometiendo una recompensa de veinte y cinco. pesos al denunciador; envió á Illapel al capitan don J. Prieto con encargo de reclutar en las inmediaciones nuevos conscriptos, y persuadido de que el número que se obtuviese de estos no seria suficiente para las necesidades del momento, decretó el alistamiento en masa de todos los esclavos del país desde la edad de trece años, prometiéndoles la libertad tan pronto como estuviesen filiados y ofreciendo á los propietarios una indemnizacion, que apreciada legalmente, seria satisfecha con la media paga de aquellos que al efecto se les descontaria, oferta de no gran valor en unos momentos en que los soldados estaban poco y mal pagados y que hubiera producido resultados escasísimos á no haberse amenazado en el mismo decreto con la pérdida del esclavo, de la mitad de los bienes y dos años de destierro al amo que

lo ocultase. Por lo demas, el patriotismo chileno se apresuró en esta ocasion, como en tantas otras, à segundar esta órden urjente. Algunos ciudadanos jenerosos ofrecieron gratuitamente al país los pocos esclavos que poseian, y muy pronto pudo formarse un nuevo rejimiento, al que se le dió el nombre de Ingenuos de la Patria.

Aunque la creacion de los nuevos rejimientos y la organizacion del ejército absorvia casi todo el tiempo á don José Miguel Carrera, su actividad febril no le permitia dejar de atender á cuanto pudiera dar fuerza y confianza á su partido. Santiago continuaba siendo la poblacion en que la revolucion tenia mayor número de enemigos. Para que estos no pudiesen hacerle daño, envió unos á los pueblos del norte, confinó otros á sus haciendas, é hizo que en un dia mismo pasasen al otro lado de las cordilleras catorce relijiosos, recomendándolos de una manera particular al gobernador de Cuyo, á fin de que les impidiese volverse, y advirtiéndole que le enviaria muchos mas, Igual rigor exijió del gobernador de Valparaiso cuando supó que se habian visto dos barcos en la costa de Topocalma, pues le escribió que no dejase ni un cuchillo en manos de los realistas, y que enviase los mas osados al interior del país (1), para impedirles que volvieran. En todas estas medidas era apoyado eficazmente por sus dos cólegas, que inspirados por su actividad y enerjía obraban con no menos dilijencia, espe cialmente Uribe, quien por su carácter duro y severo era el ejecutor de las órdenes y pensamientos de Carrera, con tal exaltacion á veces, que contrariaba los sentimientos

(1) Para conducir con seguridad á los espatriados y desterrados se estableció una posta de partidas militares hasta el pié de la cordillera, y en verdad, si la cordillera hubiese estado abierta, habria quedado Chile libre de esta clase de enemigos. Diario manuscrito de don José Miguel Carrera.

le

jenerosos y benevolos de este jeneral. Pero lo que preocupaba mucho desde que se instaló la junta era el estado lastimoso de la hacienda. Ya hemos visto que el tesoro no tenia mas que mil pesos en sus cajas, recurso del todo insignificante para tantos gastos de primera necesidad: era pues preciso un remedio eficaz y pronto. Siguiendo la costumbre de entonces, se acordó un empréstito forzoso que habian de pagar mas principalmente los europeos y chilenos adictos al partido realista, se echó mano de cierta cantidad de plata labrada de las iglesias, y se amenazó con una multa de mil pesos á todo el que siendo deudor al tesoro, no entregase el importe de su débito en el término de tres dias. Con esta arbitraria enerjía que justificaban la indignacion del gobierno y las incesantes necesidades de la situacion, se fortaleció la autoridad, el tesoro tuvo muy pronto en sus cajas un millon de pesos y los soldados, mejor pagados, mejor vestidos y mejor equipados, pudieron marchar contentos y alegres al encuentro del nuevo enemigo.

El 9 de setiembre salieron de Santiago las primeras tropas, mandadas por el sarjento mayor don Francisco Elizalde, á reunirse á las de O'Higgins acampadas en Maypu. Estas tropas conocidas con el hombre de auxiliares, formaron la base del batallon número 3.

Desde el 5 de setiembre estaba O'Higgins de vuelta en su campamento, ocupado afanosamente en disciplinar sus soldados y en proporcionarles todo lo que les hacia falta en armas y equipo. Como su pequeño cuerpo debia formar la primera division del ejército que iba á combatir á Ossorio, envió á hacer un reconocimiento al intrépido capitan don Ramon Freire, quien á la cabeza de solos cincuenta dragones, no temio pasar el Cachapual

y llevar sus investigaciones y su audacia hasta la ciudad de san Fernando, que tuvo que abandonar al instante por la llegada de un cuerpo de realistas. Se replegó entonces sobre Rancagua, adonde se reunió con ciento cincuenta milicianos enviados por Carrera á las órdenes del teniente coronel don Bernardo Cuevas á hacer tambien un reconocimiento. Estas dos compañías formaban en cierto modo la vanguardia de la division O'Higgins, que seguia acampada en Maypu, pero que se puso en movimiento pocos dias despues; por manera que el 20 ya estaba toda esta division en Rancagua y las tropas ocupadas en construir trincheras.

El mismo dia salió de Santiago el coronel Portus con mil doscientos milicianos de caballería, y al siguiente la segunda division mandada por don Juan José Carrera, fuerte de setecientos sesenta granaderos y cuarenta y cuatro infantes de Concepcion. Antes se habian hecho correr proclamas muy violentas contra los realistas, contra los chilenos infieles que se habian pasado al enemigo, y sobre todo contra Ossorio, á quien se puso fuera de la ley por traidor al rey y á la patria, y se pregonó su cabeza. Fundóse esta medida en querer Ossorio que se observara la constitucion de las cortes tiempo hacia abolida por el rey, segun resultaba de las gacetas recientemente recibidas, y que se le enviaron. Pero Ossorio solo veia en todo esto un pretesto para atacar con mas dureza su persona; y sin cuidarse de semejantes amenazas, continuó su marcha bajo la proteccion de nuestra señora del Rosario, á quien habia tomado en Talca por patrona del ejército.

A su llegada á la Requinoa, una noticia mucho mas importante vino á colocarle en el mayor embarazo.

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