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CAPITULO XXXIV.

Posicion de los dos ejércitos.

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Miguel Carrera propone inútilmente la toma de Arauco. Llegada á Chile del brigadier don Gabino Gainza y de un refuerzo de tropas. Parte para Chillan y despues para Quinchamali. — O'Higgins se ve rodeado de realistas por todas partes.-Principio desgraciado de su mando. — Miguel y Luis Carrera se dirijen á Santiago con varios amigos y son hechos prisioneros por los soldados de don Clemente Lantaño. - Toma de Talca por Elorriaga.— Muerte del coronel don Carlos Ispano.

Las disensiones entre los oficiales jenerales del ejército de los patriotas y la indisciplina y desercion de sus soldados, estimulaban el entusiasmo de los realistas y les infundian confianza para emprender continuas espediciones, que mandaban oficiales celosos, entendidos y valientes. Los misioneros franciscanos por su parte no perdonaban medio, segun costumbre, para que fermentase el sentimiento relijioso que conduce á la exaltacion, y ya en el confesonario, ya en el púlpito y á veces hasta en proclamas, se aprovechaban de la ignorancia supersticiosa del pueblo y apelaban á su fidelidad como á un principio de derecho natural, divino y humano (1). Su accion no se limitaba á la ciudad de Chillan, sino que recorrian una gran parte de la provincia y hasta se arriesgaban á penetrar en las poblaciones indias para interesar la barbarie en su causa y servirse de ella como fuerza brutal contra un país ya medio arruinado, impru

(1) El confesonario y púlpito de los misioneros eran bandera de enganche, etc. Documentos de la historia manuscrita de Martinez. Véanse tambien los documentos sobre la guerra de la independencia por el reverendo padre frai don Juan Ramon, guardian del colegio de Chillan, en que estos misioneros de paz relatan detalladamente con una satisfaccion particular todo lo que hicieron en favor del ejército real.

dencia que ya hemos desaprobado y que lamentamos mucho verla cometida por una clase de la sociedad que tiene por guia los mas puros sentimientos humanitarios, y que mejor que ninguna otra deberia conocer los inconvenientes que llevaba consigo el despertar la codicia feroz de estos salvajes.

De su mediacion se valia Sanchez para enviar sus correos y mantener una correspondencia mas o menos espedita y siempre muy espuesta, porque las cartas tenian que atravesar un vasto territorio habitado por tribus de diferentes bandos, frecuentemente en no muy buena armonía y por lo regular enemigas de los españoles. Así es que la posesion de Arauco era para él de la mayor importancia, pues por de pronto le aseguraba un punto de comunicacion con las autoridades de su partido, y mas tarde un sitio de desembarco para las tropas que habia pedido y que esperaba con grande ansiedad. Porque á pesar de que hasta entonces se habia sostenido con honor y con una cierta satisfaccion, no dejaba de conocer que en el aislamiento y abandono en que se hallaba desde la pérdida de Talcahuano, no podria resistir mucho tiempo á los patriotas, si no recibia pronto los ausilios que sin cesar reclamaba á Valdivia, Chiloe y sobre todo á Lima, centro principal de todas las operaciones de la mar del Sur.

Don José Miguel Carrera conocia muy bien la situacion embarazosa de Sanchez y las ventajas que podia sacar de la ocupacion de Arauco. Su primer pensamiento fué, pues, reconquistar esta plaza, y al efecto comisionó á Urizar, quien, como ya hemos visto, solo llegó hasta el rio Carampangue, que no pudo pasar. Este contratiempo no le detuvo. Sabiendo que ademas de la fuerza del

enemigo, mucho mas numerosa de lo que pensaba, tenia que combatir á los habitantes de todo el país que formaban causa comun en su resentimiento por tantas exacciones como habian sufrido, creyó indispensable ir en persona con todas las tropas de Concepcion, acampadas de su órden con este objeto en el cerro de Chepe. La junta gubernativa, que era la que debia suministrar todo lo necesario para esta espedicion, se hizo sorda al principio á las proposiciones de Carrera, y acabó por desecharlas so pretesto de que Sanchez podia aprovechar su ausencia corriéndose hacia el norte y apoderándose de la capital, en la que habia pocas tropas, muchos realistas y frios ó mentidos patriotas. Carrera tuvo, pues, que desistir de su proyecto ó por lo menos aplazarlo para época mas favorable, considerando siempre esta conquista como preliminar indispensable de sus futuros triunfos. Desgraciadamente la desunion que por esta época trabajaba á los dos poderes y poco despues la precision en que se vió de dimitir el mando paralizaron todos sus esfuerzos y los hicieron completamente inútiles, sin que se aprovechase de ellos su succesor, quien mas conocedor que la junta, estaba en el caso de calcular su gran importancia. Pero á O'Higgins le preocupaba demasiado en estos momentos su nueva posicion para que pensase en semejante conquista cuando tenia que atravesar todas las tempestades que suscita un partido vencido, que cuenta con una gruesa fuerza y gran prestijio; y aunque sabia que Carrera tenia muchos enemigos en Concepcion, hasta el punto que una noche le salvó de los puñales que le asestaban viles asesinos (1), y por mas que se hubiese reducido mucho el número de sus (1) Conversacion con el señor O'Higgins.

partidarios, todavía habia entre estos algunos de carácter inquieto y que escitados por la presencia de sus jefes ó quizá por sus conversaciones y sus consejos, se propasaban á algunos actos de insubordinacion poco tranquilizadores para su porvenir y para el del ejército. Sabian ademas que á ciertos cuerpos de este ejército se les estaba continuamente hablando en favor de Carrera, que la desercion se favorecia de mil maneras y que solo se esperaba ganar algunos batallones para marchar sobre Santiago y deponer la junta gubernativa reemplazándola con un nuevo poder. Todo esto contribuia á que la posicion de O'Higgins fuese tan difícil como equívoca y á que gastase el tiempo en desbaratar estas peligrosas intrigas, contentándose con hacer algunas reformas útiles á su partido y dejando á un lado la conquista de Arauco, cuyas ventajas no desconocia, y á la que fué impulsado por la junta gubernativa, la cual se decidió al fin cuando supo que iban á llegar tropas realistas á las costas de Chile.

Estas tropas, procedentes unas de Chiloe y otras del Callao, desembarcaron en efecto á fines de enero de 1814. Las primeras que llegaron se componian de setecientos milicianos á las órdenes del coronel Montoya, y las demas apenas contaban ciento veinticinco hombres, si bien todos soldados escojidos pertenecientes en sus cuatro quintas partes al rejimiento real de Lima, con dos piezas de campaña. En los buques que condujeron las últimas tropas iban ademas oficiales y personas de mérito, tales como don Matías de la Fuente, don José Antonio Rodriguez, auditor de guerra, y otros. Iban tambien don Gavino Gainza, brigadier de los ejércitos reales y coronel del rejimiento de infantería del infante don Carlos, á

VI. HISTORIA.

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quien Abascal enviaba á Chile á tomar el mando en jese del ejército de operaciones, en reemplazo de Sanchez, que era de edad muy avanzada y tenia una educacion vulgar y escasos talentos militares. Esta fué una falta del virey, quien debió ser mas justo con este oficial, despreciando los dichos de los envidiosos y los ambiciosos y reflexionando que si Sanchez carecia en efecto de las cualidades necesarias para mandar un ejército por insignificante que fuese, tenia dadas pruebas de actividad, se habia sostenido con honra en la difícil posicion en que le colocó la muerte de Pareja, y reunia sobre todo á la gran ventaja de conocer bien el país, el instinto de adivinar con frecuencia el mérito de las personas que asociaba á su suerte.

Gainza estuvo pocos dias en Arauco, adonde fué á unírsele el coronel don Luis de Urréjola, quien le informó del estado de apuro en que se hallaban los patriotas, y sus desavenencias, y le manifestó la necesidad de atacar á Mackenna, que de Quirihue habia ido á fortificarse á la hacienda de Membrillar, situada á las inmediaciones en la parte baja del punto en que se unen los rios Nuble é Itata. El 8 de febrero partieron juntos yendo á pasar el rio Biobio por la pequeña plaza de Santa Juana. Llegado que hubieron á Rere incorporó la caballería de Elorriaga á las tropas que llevaba, las dirijió hácia la parte de Membrillar, no dejando en Rere mas que cien hombres al mando de Castilla, y se volvió á Chillan sin mas objeto que darse á reconocer por jeneral en jefe del ejército y capitan jeneral del reino. Tres dias despues fué á Quinchamali á reunirse al ejército y combinar con los oficiales superiores un ataque contra Mackenna, fortificado á pocas leguas de su campamento.

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