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con que poder algun dia atacar á Ossorio en la capital, que no pudiendo ya defender, la dejó bajo la direccion del coronel don Eugenio Muñoz para devolverla á aquel. Su cólega Uribe fué mas lejos aun en la destruccion de las administraciones del fisco, pues dió repetidas órdenes al gobernador de Valparaiso para que quemase todos estos establecimientos, y aun todos los barcos que no pudieran llevarse á Coquimbo. Política singular, que autorizaba al vencedor á poner en contribucion al país y á despojar á los patriotas de una parte de sus bienes.

En la noche del 4 de octubre, Carrera salió de Santiago no obstante los avisos de O'Higgins (1), despues de haber dado con su actividad acostumbrada las órdenes necesarias para sus proyectos futuros. El 5 llegó á Santa Rosa de los Andes, donde esperaba se le reuniese la guarnicion de Valparaiso mandąda por Bascuñan, á quien habia prevenido que pasase á Quillota despues de embarcar todas las armas y municiones para Coquimbo. El espíritu de partido, que siempre persigue con furor los corazones nobles hasta en las mayores adversidades, vino á detener todos sus planes y á suscitarle nuevas dificultades. Blanco de la mala voluntad de los amigos de O'Higgins, desconocido por los auxiliares de Buenos

(1) Despues de la pérdida de Rancagua, don José Miguel Carrera volvió á Santiago con mil quinientos hombres próximamente, y á muy poco llegó O'Higgins con otros ciento cincuenta, nobles restos de su resistencia en aquel punto. A pocas horas de su llegada fué á casa de Carrera á asegurarle que la victoria de los realistas en Rancagua estaba muy lejos de ser completa, y que sus tropas reunidas á los cuatrocientos hombres de Valparaiso, otros tantos auxiliares de Buenos-Aires, que continuaban comprendidos en la provincia de Aconcagua, y los muchos milicianos que se podian levantar, eran mas que suficientes para intentar una nueva resistencia en el rio Maypu. Carrera contestó que lo pensaria, y con efecto celebró un consejo de guerra á que no fué llamado O'Higgins, en que se resolvió retirarse al norte para organizar un nuevo ejército; y así se hizo, á pesar de que O'Higgins predijo que se desertaria una gran parte de las tropas, como sucedió. - Conversacion con don Bernardo O'Higgins.

Aires que estaban de guarnicion en Aconcagua, abandonado por un gran número de desertores y por los soldados de Bascuñan, que se rebelaron en cuanto él salió de Valparaiso, y finalmente perseguido por la caballería de Elorriaga, se vió en la necesidad de renunciar á su proyecto de ir al norte, y solo procuró salvar el tesoro que llevaba, y que ascendia á mas de un millon de pesos. Desgraciadamente estos débiles restos fueron alcanzados por Elorriaga en la ladera de los papeles, y tuvieron que hacer frente á un enemigo, que llevaba una fuerza lo menos cuatro veces mayor que la suya (1). Este fué su último combate, en el que se perdió la mayor parte del tesoro sacado de Santiago, es decir, diez y nueve cargas y media de plata, sin contar lo que robaron los granaderos encargados de la custodia de otras cargas que tomaron el camino de los patos. Despues de tantas defecciones, Carrera no pensó mas que en atravesar las cordilleras, y el 13 de octubre pasó la frontera de Chile, de esta patria que quiso elevar á la altura de su majestuoso pensamiento, y que su desgraciada suerte no le permitió rever. Fué acompañado de multitud de personas, que como él no llevaban en su huida mas que su patriotismo, sus esperanzas y su valor.

(1) Segun O'Higgins, el batallon de auxiliares de Buenos-Aires á las órdenes de su bizarro comandante las Heras, fué casi el único que sostuvo esta retirada, hostigada por la caballería de Elorriaga, en razon al estado de desmoralizacion en que se hallaban las pocas tropas que iban en ella. - Conversacion con den Bernardo O'Higgins.

CAPITULO XLII.

Gobierno del coronel don Mariano Ossorio. Su entrada y su buena recepcion en la capital. Distribucion que da á su ejército. Su deslealtad con los patriotas emigrados. Los manda arrestar y envia unos á Lima y otros á la isla de Juan Fernandez, donde pasan una vida llena de privaciones y disgustos. - Rehabilitacion de algunos realistas. Envío de un refuerzo de tropas á Pezuela, que le imposibilita hacer una espedicion contra Mendoza.- Consejo de guerra permanente. Instalacion de la nueva real audiencia. — Organizacion de muchos tribunales políticos. — Escasez de dinero y fuertes contribuciones impuestas para proporcionarlo. — Restablecimiento del antiguo órden de cosas en la administracion.

La tenaz resistencia que hizo Rancagua al ejército de Ossorio produjo en el corazon de sus soldados grande exasperacion de venganza y resentimiento. Los restos del batallon de Talavera, sobre todo, se hicieron, por sus escesos, dignos de las épocas mas bárbaras, cosa que no admiró ciertamente á los que conocian el oríjen de este rejimiento. Formado con lo mas malo y mas indolente que habia en España, sacados de los presidios la mayor parte de sus individuos para enviarlos inmediatamente á América, y queriendo despues de la accion vengarse de las pérdidas enormes que habian sufrido; en el momento que se hicieron dueños de la ciudad, se entregaron al pillaje, á la violacion y al asesinato, no respetando nada, ni aun las iglesias, á las que muchas familias se refujiaron, mucho menos las casas que habian servido de prision y de hospital, las que cometieron la atrocidad de quemar (1). Venganza odiosa, que el estado de desór

(1) Parece que el saqueo de la ciudad duró tres dias y que las alhajas de los particulares y de las iglesias se vendieron casi por nada. Dicen que la quema de las prisiones provisionales se verificó el tercer dia, y que Carballo, que quedó de gobernador de la ciudad, mandó poner en la plaza á la espectacion pública las rejas de las casas todavía con el pellejo de las manos de las desgraciadas víctimas, con objeto de vituperar la conducta de sus compañeros de armas.

den y de convulsion en que se halla siempre un ejército al concluirse una batalla, no alcanza de modo alguno á disculpar.

Conmovido Ossorio hasta derramar lágrimas, ála vista de tantos cadáveres (1), solo pudo poner un débil remedio á tanta crueldad. Deseando salir cuanto antes de aquel lugar de muerte y destruccion, envió al dia siguiente de la accion una partida de su caballería á las órdenes de Elorriaga, á perseguir los fujitivos; y tres dias despues se puso en marcha, dejando una guarnicion en Rancagua y á su cabeza un hombre muy humano, el coronel don Juan Nepomuceno Carballo.

El 9 de octubre de 1814 llegó á las puertas de Santiago precedido de la primera division, que mandaba el coronel don José Ballesteros. Los majistrados, las primeras autoridades, el pueblo todo en fin, se puso en movimiento para hacerle un recibimiento brillante, y saludar en él y en el ejército la victoria y la restauracion. Para los españoles la guerra de Chile no era una guerra civil, siempre muy parca con los jenerales en sus triunfos, porque cada victoria es un verdadero desastre (2), sino mas bien una guerra de conquista, en que se mira en el adversario un enemigo á quien debe destruirse en medio de los festejos y de los gritos de alegría de la nacion. Miles de banderas de los colores españoles ondeaban en todas las casas, las calles estaban adornadas con arcos de triunfo, y las señoras, elegantemente vestidas, echaban á manos llenas ramos, coronas de flores y hasta dinero á oficiales y soldados, á quienes acompañaba un populacho, que aturdia con sus gritos de alegría

(1) Conversacion con don Ignacio de Arangua.

(2) Quia hæc victoria cladi similior erat. Val. Max.

en loor del rey, de Ossorio y de su valiente ejército. Bien se notaba en algunos semblantes cierta mezcla de temor, de asombro y aun de pena; pero el número de estos era muy corto, y todos los que componian la comitiva y todos los que se hallaban á su paso dieron pruebas de la mas franca adhesion.

Verdad es que la mayor parte de los patriotas, jente que pertenecia casi toda á la primera clase de la sociedad, andaban huidos por los campos, ó habian emigrado al otro lado de las cordilleras, y que otros poco ó nada comprometidos, indecisos en su nueva posicion é inquietos sobre su porvenir, les siguieron; por manera que realmente no habian quedado en la ciudad mas que las jentes de la clase media, los europeos, los chilenos adictos á la monarquía y ligados á estos por comunes intereses, y todos aquellos indiferentes que esperan los resultados de una batalla para arrimarse al partido vencedor.

Esta clase de personas fué la que salió á recibir á Ossorio y le acompañó en su tránsito, primero á la iglesia para asistir al Te Deum que se cantó en celebridad del triunfo, y despues á la chacra de don Teodoro Sanchez en la Cañadilla, donde estuvo alojado algunos dias, mientras se le arregló la casa del conde de la Conquista. Tanto se habia estendido la voz de que el palacio estaba minado, que no consideró prudente habitarlo, al menos por el pronto.

Ya en el corto tiempo que estuvo en Rancagua habia dado parte al virey de su importante victoria, que tambien comunicó á Pezuela, cuya posicion era cada dia mas crítica. Uno y otro la celebraron mucho, Abascal principalmente, que cuando recibió las banderas cojidas á los patriotas renovó los festejos con mas entusiasmo aun,

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